Carles Fontseré, el arte y la memoria

 
En la madrugada del 4 de enero (año 200) falleció a los 90 años en un hospital de Gerona, a causa de una septicemia y tras pasar tres día en coma, el gran cartelista Carles Fontseré. Fue un artista polifacético, prolífico y de gran talento, que desarrolló una labor también como ilustrador, escenógrafo, fotógrafo o dibujante de cómics. Después de sus trabajos como cartelista en la Guerra Civil, en septiembre de 1937 se enroló con las Brigadas Internacionales en Albacete, participó después en el frente del Ebro y pasaría por los campos de concentración franceses tras la victoria fascista. El exilio (palabra que gustaba poco a Fontseré, así como la de emigran
te, hablaba más bien de su condición de fugitivo) le llevaría después a conocer mundo: París, México, Nueva York... donde desarrollaría una gran actividad. Regresó a España en 1973 y se instaló en Porqueres (Gerona). Fue galardonado con la Creu de Sant Jordi por la Generalitat en 1989. En el último libro publicado por el historiador Paul Preston Botxins i repressors (2006) se puede leer en la dedicatoria "Al meu amic Carles Fontseré" (a mi amigo Carles Fontseré). Hasta el 4 de marzo se puede disfrutar de la exposición "Nueva York 1626-1990: un relato gráfico de Carles Fontseré", en el Espai Cultural Caja Madrid (Plaza Catalunya ,9; en Barcelona), donde se muestra una colección de fotografías y grabados suyos. Se trata de la visión personal del artista sobre la ciudad de los rascacielos: su evolución, sus símbolos, su gente... Escribió tres volúmenes de memorias donde relata su agitada y apasionante vida, mezclando vivencias personales con consultas bibliográficas; poseía en su casa de Porqueres (Girona) un poderoso archivo con revistas, fotografías y documentos, los cuales analizaba y utilizaba para enriquecer su aportación personal. Sus libros de memorias suponen una obra de gran valor, controvertida, por fortuna en estos tiempos de lo políticamente correcto, al describir a los más míseros y olvidados del bando perdedor de nuestro conflicto o por desmontar mito históricos como el del París ocupado por el nazismo. Lamentablemente, queda inconcluso el cuarto volumen, centrado en su etapa neoyorquina en los años 50 y 60, del cual Fontseré había escrito ya varios capítulos. El artista catalán reclamó al Archivo de Salamanca la devolución de los carteles que diseñó durante la contienda, y que la policía franquista se llevó de su estudio de Cerdanyola del Vallés cuando tuvo que afrontar el exilio. La suposición de que tales obras se encontraban en el Archivo de Salamanca se debió a la publicación de algunas de ellas en los libros del historiador franquista Ricardo de la Cierva. Desgraciadamente, Carles Fontseré ha desaparecido sin que pudiera ver el retorno de sus obras. Perteneció a una generación de artistas combativos que desarrolló su actividad en el bando republicano durante la Guerra Civil. Su primera obra hacía gala ya de un fuerte compromiso, el lema de la misma decía ³Treballa pels que lluiten² (Trabaja para los que luchan²). Fontseré estuvo muy influenciado ideológicamente por el anarquismo y con solo 20 años, todavía en el comienzo del conflicto, realizó el histórico cartel Llibertat!, en el que un campesino alza una hoz ante la bandera rojinegra. Fue uno de los fundadores, en abril de 1936, del Sindicat de Dibuixants Professionals (SDP), en Barcelona, que aglutinó las inquietudes de gran número de jóvenes artistas y su plasmación en carteles. Como él mismo afirmó, el fenómeno cartelista que comenzó en julio de 1936 no ha sido todavía valorado en su justa magnitud. Fueron obras que dieron una imagen heróica de la revolución española y que pusieron una gran esperanza en las clases humildes. En aquel contexto, con las fuerzas sublevadas acechando en las ciudades españolas y la burguesía catalana asombrada y asustada ante los logros populares, la iconografía revolucionaria inundó las calles de Barcelona. Fue una labor libre, espontánea y directa de los artistas que, desde el primer momento, quisieron participar en la lucha contra la reacción y el fascismo levantado en armas. Eso los diferencia de los carteles que vendrían después, de carácter institucional, encargo de las oficinas de propaganda y, quizás por ello, con menor riqueza imaginativa. Fontseré señaló que el pluralismo de ideas expresadas en los carteles y la gran cantidad de opiniones vertidas en los mismos fueron la manifestación personal de un grupo generacional de artistas, cada uno con nombre propio, y con pertenencia la mayoría a ideas izquierdistas; muy pocos de ellos, tras el estallido de la revolución, se mostraron sumisos a los clanes y camarillas de la burocracia política. Denunció también el genial cartelista la exposición de las obras que se venían haciendo con una ignorancia tremenda, por criterios meramente estéticos, en lugar de utilizar la cronología e ir así analizando y explicando el conflicto. En una de sus últimas entrevistas, Fontseré mostraba todavía una lucidez envidiable. Señaló la mezquindad e hipocresía de la memoria histórica oficial; la vileza francesa al homenajear a los republicanos españoles con letreros en los que figura ³Morts pour la France² (³Muertos por Francia²) y ningún vestigio de aquellos campos de concentración que él mismo sufrió; consideraba que no había habido ninguna compensación histórica y que, técnicamente, aun estamos bajo el régimen franquista. Ante conflictos de actualidad, como el de la invasión de Irak, denunciaba el dogmatismo creciente en la sociedad de Estados Unidos ante las exaltaciones patrioteras y religiosas de su presidente Bush, algo impensable en la norteamérica que él mismo vivió. Desaparece un hombre de gran personalidad, brillante y honesto, cuya vida personal y actividad profesional estuvo marcada por el compromiso con las libertades individuales y colectivas.

Capi Vidal

Artículo publicado en el periódico anarquista Tierra y libertad

núm.223 (febrero de 2007)