Anarquía y sindicalismo
Anarquía y sindicalismo
Los días 24 a 31 de agosto de 2007 se cumplieron cien años de la celebración del Congreso anarquista internacional de Amsterdam. Desde 1881 en Londres, los anarquistas no se habían podido reunir en congreso internacional, pues la represión se había cebado en las organizaciones libertarias de todos los países. Se trataba ahora –en 1907- de poner al día la práctica anarquista y coordinar sus acciones a través del mundo de una manera más estable y más eficaz. Por eso eran fundamentales los puntos dedicados al sindicalismo y a la organización; aunque también se tocaron otros asuntos de importancia, como el antimilitarismo, sobre el que se aprobó la siguiente moción:
“Los anarquistas, queriendo la liberación integral de la humanidad y la libertad completa y total del individuo, son, naturalmente, esencialmente, enemigos declarados de toda fuerza armada en manos del Estado: ejército, gendarmería, policía, magistratura.
Incitamos a todos los compañeros, a tenor de las circunstancias y su propio temperamento y con todos los medios de que dispongan, a la rebeldía individual, al rechazo aislado y colectivo del servicio militar; a la desobediencia pasiva y activa y a la huelga militar, para la destrucción radical de los instrumentos de dominación.
Manifestamos nuestra esperanza de que, a toda declaración de guerra, los pueblos interesados responderán con la insurrección.
Y declaramos que los anarquistas sabrán dar ejemplo”.
También se aprueba una moción sobre la revolución en Rusia:
“Considerando,
Que con el desarrollo de la revolución rusa se manifiesta cada vez más que el pueblo ruso –el proletariado de ciudades y campos- no se sentirá jamás satisfecho con la conquista de una vana libertad política; que exige la completa supresión de la esclavitud económica y política y emplea los mismos métodos de lucha que, desde hace tiempo, son propagados por los anarquistas como los únicos eficaces; que no espera nada de arriba, sino que se esfuerza para conseguir la materialización de sus exigencias por la acción directa;
Que la revolución rusa no tiene solamente una importancia local o nacional, sino que depende de ella el próximo porvenir del proletariado internacional;
Que la burguesía del viejo y del nuevo mundo se ha unido para defender sus privilegios con el fin de retrasar la hora de su aniquilación y ha proporcionado ayuda material y moral al más fuerte instrumento de la reacción –el gobierno del zar- al que apoya con dinero y municiones en detrimento del pueblo ruso;
Que el apoyo intelectual se traduce por el completo silencio que se cierne sobre la lucha desarrollada por el pueblo ruso, así como sobre todas las brutalidades de la autocracia.
El Congreso constata: que los proletarios de todos los países deben oponer la acción más enérgica emanante de la Internacional obrera anarquista a todas las agresiones de la Internacional amarilla compuesta por los capitalistas unidos, los gobiernos de todo tipo: monárquico-constitucionales y republicano-demócratas; con esta acción darán prueba de su solidaridad con en proletariado ruso rebelde. En su propio interés, se entiende, debe rechazar todos los intentos realizados para sofocar las huelgas e insurrecciones en Rusia. Jamás el proletariado extranjero en uniforme debe ayudar a una acción cualquiera dirigida contra sus hermanos rusos. Si el proletariado industrial, en el momento de una huelga en Rusia, no tiene posibilidad de declarar una huelga general en el ramo de producción correspondiente, debido a las condiciones locales, deberá tener recursos para emprender otros métodos de lucha, como el sabotaje, la destrucción o el deterioro de los productos enviados al enemigo común, la destrucción de las vías de comunicación, ferrocarriles, barcos, etc.
El Congreso recomienda con insistencia a todos los que compartan sus opiniones, la más amplia propaganda a favor de todos los medios por los que se pueda ayudar y apoyar la revolución rusa”.
Se trató de la posibilidad de declarar el esperanto como la lengua de la Internacional, no llegándose a un acuerdo por no haber sido debatido suficientemente el tema en la diferentes federaciones. Se aprobó la siguiente resolución:
“El Congreso, reconociendo la utilidad de un modo internacional de comunicación, se declara incompetente para juzgar la lengua internacional propuesta (esperanto).
El Congreso recomienda que los compañeros interesados estudien el problema de una lengua internacional”.
El punto sobre sindicalismo comienza con un debate entre Pierre Monatte y Errico Malatesta. El primero propugna la necesidad de que los anarquistas se integren en las organizaciones sindicalistas revolucionarias, que hacen innecesaria la vertebración específicamente anarquista. Malatesta replica argumentando que, si bien la lucha obrera es importantísima, el objetivo no es tanto conseguir sindicatos fuertes cuanto hacer la revolución. En las tareas de propaganda, agitación y organización, el sindicato es un medio –quizá el mejor- pero el fin es la anarquía; por ello propugna la organización de los anarquistas a escala mundial.
Se presentan varias mociones sobre el sindicalismo, que son aprobadas. Las reproducimos a continuación poniendo entre paréntesis los nombres de sus redactores:
“El congreso anarquista internacional considera el sindicato al mismo tiempo como una organización de combate en la lucha de clases por el mejoramiento de las condiciones del trabajo y como unión de productores que puede servir a la transformación de la sociedad capitalista en una sociedad comunista anárquica.
Por lo tanto, el Congreso, admitiendo la eventual necesidad de la creación de grupos sindicalistas revolucionarios específicos, recomienda a los compañeros sostener la organización sindical general, en la cual tienen acceso todos los trabajadores de una misma profesión.
Pero el Congreso considera función de los anarquistas constituir en estas organizaciones el elemento revolucionario y propagar y apoyar solamente las formas y manifestaciones de acción directa (huelgas, boicots, sabotaje) que tengan en sí un carácter revolucionario y tiendan a la transformación de la sociedad.
Los anarquistas consideran el movimiento sindicalista y la huelga general como poderosos medios revolucionarios, pero no como sustitutos de la revolución. Recomendamos por otra parte a los compañeros que, en caso de declaración de una huelga general para la conquista del poder, adherirse a la huelga, pero procurando con su influencia arrastrar a los sindicatos a hacer valer sus propias reivindicaciones económicas.
Pensamos los anarquistas que la destrucción de la sociedad capitalista y autoritaria puede realizarse solamente mediante la insurrección armada y la expropiación violenta, y que ni el empleo de la huelga más o menos general ni el movimiento sindicalista deben hacernos olvidar los medios más directos de lucha contra la fuerza militar de los gobiernos” (Cornélissen, Vohryztek, Malatesta).
“La lucha de clases y la emancipación del proletariado no son idénticas a las ideas y aspiraciones del anarquismo, que tiende –por encima de las aspiraciones inmediatas de clase- a la liberación económica y moral de la personalidad humana, a un medio social exento de autoridad, y no a un poder nuevo, el de la mayoría sobre la minoría.
El anarquismo contempla la abolición de la opresión de clase, la supresión de la dependencia económica de la mayoría de los seres humanos, como una etapa absolutamente necesaria y esencial para alcanzar el objetivo final. El anarquismo debe oponerse absolutamente a que la lucha por la emancipación del proletariado se persiga por medios que contradigan el ideal del anarquismo y sean un obstáculo al objetivo preciso de este movimiento. Se opone, por tanto, a utilizar los medios preconizados por el socialismo marxista, es decir, el parlamentarismo y el movimiento sindical corporativo que tiene como único objetivo la mejora de las condiciones del proletariado; ambos medios no sirven más que para favorecer el desarrollo de una nueva burocracia, de una autoridad intelectual más o menos sutil, para conducirnos a la opresión de una minoría. Los métodos anarquistas para la supresión de la opresión de clase no pueden ser más que aquellos que derivan directamente de la afirmación de la personalidad individual: la “acción directa” y la “desobediencia individual”, es decir, el individualismo activo y pasivo, ya sea de una persona o de una masa impregnada de voluntad colectiva.
El congreso comunista libertario rechaza en consecuencia la huelga general política, por ser su objetivo inaceptable para el anarquismo, pero reconoce la huelga general económica revolucionaria, es decir, el rechazo al trabajo de todo el proletariado como clase, el medio idóneo para desorganizar la estructura económica de la sociedad actual y para emancipar al proletariado de la opresión del salario. Para la realización de esta huelga general, la absorción por los sindicatos del ideal anárquico debe ser considerada como indispensable. Un movimiento sindical impregnado del espiritu anarquista puede, en medio de una huelga general revolucionaria, destruir la opresión de clase y abrir la puerta al objetivo final del anarquismo: la realización de una sociedad exenta de toda autoridad” (Friedeberg).
“Los anarquistas reunidos en Amsterdam,
Considerando que el actual régimen económico y jurídico está caracterizado por la explotación y la esclavitud de la masa de productores, y determina entre éstos y los beneficiarios del régimen actual un antagonismo de intereses absolutamente irreductible que trae como consecuencia la lucha de clases;
Que la organización sindical, mancomunando la resistencia y la rebelión bajo el terreno económico, sin preocupación doctrinaria, es el órgano específico y fundamental de esta lucha del proletariado contra la burguesía y contra toda institución burguesa;
Que es necesario que un espíritu revolucionario cada vez más audaz oriente los esfuerzos de la organización sindical hacia la expropiación capitalista y la supresión de todo poder;
Que la expropiación y la toma de posesión colectiva de los instrumentos y del producto del trabajo no debe ser realizado más que por los trabajadores mismos, el sindicato está llamado a transformarse en asociación productora y es, por tanto, en la sociedad actual, el germen vivo de la sociedad futura;
Invitan a los compañeros de todos los países, sin perder de vista que la acción anárquica no se halla toda ella contenida en la órbita de los sindicatos, a participar activamente en el movimiento autónomo de la clase trabajadora y a desarrollar en las organizaciones sindicales la idea de rebelión, de iniciativa individual y de solidaridad que son la esencia misma del anarquismo” (Dunois).
“Los anarquistas reunidos en Amsterdam consideran la huelga general expropiadora como un poderoso medio estimulante de la organización y del espíritu de rebelión en la sociedad actual y la forma con la que se puede llegar a la emancipación integral del proletariado.
No puede confundirse la huelga general con la huelga general política, que no es otra cosa que una tentativa de los políticos para desviar la huelga general de sus fines económicos y revolucionarios.
Con huelgas generalizadas por localidad, por regiones, por profesiones enteras, se sublevará progresivamente la clase obrera y se la encauzará hacia la huelga general expropiadora, que comprenderá la destrucción de la sociedad actual y la expropiación de los medios de producción y de los productos” (Nacht, Monatte).
Como complemento a lo anterior, Emma Goldman presentó la siguiente moción, que también fue aprobada:
“El congreso anarquista internacional reconoce, tanto al individuo como al pueblo en general, el derecho a la rebelión.
El congreso considera que los actos de rebeldía, sobre todo cuando van dirigidos contra los representantes del Estado y de la plutocracia, deben ser considerados desde un punto de vista psicológico. Son el resultado de la profunda impresión hecha por la psicología del individuo ante la presión terrible de la injusticia social.
Se puede decir, como norma, que sólo el espíritu más noble, más sensible y más delicado está sujeto a profundas impresiones que se manifiestan por medio de la rebelión interna y externa. Tomados bajo este punto de vista, los actos de rebelión pueden ser comprendidos como las consecuencias socio-psicológicas de un sistema insoportable, y como tales, estos actos con sus causas y motivos deben ser entendidos, más que exaltados o condenados.
Durante los períodos revolucionarios, como en Rusia, el acto de rebelión –sin considerar su carácter psicológico- sirve a un doble objetivo: socava las bases mismas de la tiranía y suscita el entusiasmo de los tímidos. Esto es evidente, sobre todo, cuando la actividad terrorista se dirige contra los agentes más brutales y más odiosos del despotismo.
El Congreso, al aceptar esta resolución, expresa su adhesión al acto individual de rebelión de igual forma que su solidaridad con la insurrección colectiva”.
El otro gran tema del Congreso fue la necesidad de organización en el anarquismo. Se aprobó la siguiente moción:
“Los anarquistas reunidos en Amsterdam,
Considerando que las ideas de anarquía y organización, lejos de ser incompatibles, como más de una vez se ha pretendido, se complementan y se aclaran entre sí, ya que el principio elemental de la anarquía consiste en la libre organización de los productores;
Que la acción individual, por importante que sea, no puede suplir la falta de acción colectiva, de movimiento combinado, así como la acción colectiva no puede suplir la ausencia de la acción individual;
Que la organización de los núcleos militantes aportaría a la propaganda un nuevo empuje, lo que permitiría acrecentar la penetración de las ideas de federalismo y de revolución en el seno de la clase trabajadora;
Que la organización obrera, constituida sobre la identidad de intereses, no excluye otra organización constituida sobre la identidad de aspiraciones y de ideas;
Defienden que los compañeros de todos los países se interesen por la creación de grupos anarquistas y por la federación de los grupos ya constituidos.
La Federación Anarquista es una asociación de grupos y de individuos donde nadie puede imponer su voluntad ni disminuir la iniciativa de los demás. Ante la socieded actual tiene como objetivo cambiar las condiciones morales y económicas y, en ese sentido, apoya la lucha con todos los medios adecuados”.
En consecuencia, se debate sobre el modelo de organización internacional del anarquismo, aprobándose la siguiente moción:
“Los anarquistas (federaciones, grupos representados e individuos) reunidos en Amsterdam, declaran constituida la Internacional anarquista.
Está formada por las rganizaciones ya existentes, y por los grupos y compañeros aislados que se adhieran posteriormente.
Los individuos, grupos y federaciones son autónomos.
Se constituye un Secretariado Internacional, que estará compuesto por cinco miembros.
En caso de que uno de los miembros del Secretariado se encuentre en la imposibilidad absoluta de llevar a cabo su mandato, los demás miembros podrán, con un acuerdo unánime, reemplazarlo con otro compañero.
El Secretariado tiene como misión crear archivos anarquistas internacionales accesibles a todos los compañeros.
El Secretariado mantendrá relaciones con los anarquistas de los diferentes países, ya sea directamente ya sea por intermedio de tres compañeros elegidos por las federaciones o grupos de los países interesados.
Para poder formar parte de la Internacional a título individual, los compañeros deberán ser conocidos por una organización, por el Secretariado o por compañeros conocidos por éste.
Los gastos del Secretariado y de los archivos serán cubiertos por las federaciones, grupos e individuos adherentes”.
Aprobada esta resolución, el entusiasmo crece entre los asistentes. Alguien entona las primeras estrofas de “La Internacional”, que es cantada por todos. Cuando el Congreso termina, los delegados vuelven a sus países de origen pletóricos de entusiasmo. El anarquismo había renovado los medios necesarios para su expansión.
A. G.
(Tierra y libertad 228, julio 2007)