El anarquismo en los medios de comunicación, entre el despropósito y la miseria moral

 

No es casual que abunden en los últimos tiempos textos sobre el anarquismo en los diarios generalistas, "una cuestión de moda", como diría un buen amigo mío, debido a cierto centenario, por lo que tal vez merecen algunos comentarios al respecto. El pertinaz, y muy deseoso de su espacio mediático, Antonio Elorza es uno de los protagonistas habituales del diario El País, y no pocas veces aspira a darnos alguna lección sobre la historia del anarquismo, quedándose en los habituales lugares comunes, a pesar de que resulte también reiterativo en ciertos historiadores empezar sus textos aspirando a combatir los tópicos, en un pobre estilo literario y en una más peligrosa miseria intelectual. En un artículo, publicado con fecha del 27 de octubre de 2010, Elorza comienza su desvarío tratando de vincular anarquismo nada menos que con falangismo, atacando a los defensores de una "Disneylandia libertaria" (al respecto, menciona al cineasta Ken Loach, cuyas conocidas ideas trotskistas le deben ser ajenas al peculiar historiador) y tratando de echar por tierra la muy reconocida novela de Eduardo Mendoza La ciudad de los prodigios.Cualquiera con un mínimo de sentido común y de cultura política y general, no continuaría leyendo, pero como el que subscribe, además de atender de vez en cuando a los escritos de dudosos autores tratando de refutarlos, tiene algo de masoquista, continúa con un texto inefable y bien cargado de maledicencias. El historiador mediático insiste en una lectura maniquea dentro del anarquismo, en un supuesta "tensión" entre "ortodoxia ácrata" (el oxímoron no es mío) y sindicalismo, prácticamente ya desde la fundación de la organización confederal y que culminaría con la creación de la FAI en 1927 (este tipo no debe conocer las numerosas aportaciones que refutan esta cuestión). El supuesto triunfo faísta mencionado por Elorza supone para él la concreción de un legado de violencia al que atribuye una "doble dimensión de jacobinismo comunal y terrorismo" y llega a calificar, en el summun del delirio, los sucesos de mayo del 37 como "la materialización a gran escala del insurreccionalismo". Los anarquistas, a los que todo autor que se precie, como así ocurre en muchos casos, debería reconocer su combativa historia desde la Primera Internacional contra todo autoritarismo, incluido el socialismo de inspiración marxista, son acusados por este fulano de... ¡totalitarios! Las intenciones de Elorza, según sus propias palabras, son combatir "las imágenes idílicas que se han tratado transmitir", preguntándonos a qué diablos se refiere, ya que son los libertarios los grandes ignorados de la historia reciente.Elorza es un autor que, parece ser, conoció a algunos militantes históricos, y ya fue calado hace muchos años por una persona tan honesta y entrañable como Juan Gómez Casas, a diferencia de él un emotivo y combativo protagonista de la historia, autor de valiosos libros que sirven de testimonio vívido del anarquismo organizativo; a su lado, las elucubraciones del historiador mediático son pobres lecturas seudoeruditas de escasa originalidad, que pasan por alto la compleja historia del anarquismo, reducirlo a un mero enfrentamiento de ingenuos bondadosos enfrentados a aventureros violentos es un pobre y reiterado insulto. Los errores que se han producido en la historia por parte del movimiento libertario, como movimiento humano que es, con su impaciencia transformadora motivada por la injusticia social intolerable, con su apuesta por la auténtica diversidad, por el individuo y por la emancipación en todo ámbito de acción humana, han sido analizados en no pocas ocasiones por abundante obra militante, jamas ignorados ni justificados, sí contextualizados. Que ese insulto maniqueo, que pretende relegar el anarquismo al pasado y recoger solo un parcial legado, cale en la gente solo puede ser combatido por lo que siempre han realizado los libertarios, construir su historia con honestidad y recoger una herencia moral indudable. El movimiento libertario no ésta "derrotado" (y si lo fue, con la razón de la fuerza, es un honor que así haya sido, cuando nosotros creemos en la fuerza de la razón), ni ha desaparecido, como demuestran los numerosos proyectos de todo tipo, las diversas cabeceras periódicas que se mantienen, tanto divulgativas como con intención más científica, los Congresos, Jornadas, el amor por la cultura... Todo eso se lo pasan por el forro todos estos autores a sueldo de los grandes grupos mediáticos, que solo perciben su pobre mundo interesado, oficial y académico, que no observan la historia con intención de mejora y sí con intención justificadora del presente.Veamos ahora otro despropósito, que tiene que ver esta vez con la etimología. Un tal García Gual quiere rastrear los orígenes del anarquismo en la Antigua Grecia (algo sobre lo que habría mucho que hablar) en un pequeño texto titulado Los cínicos griegos como preludio anarquista (suplemento Babelia, de El País, 30 de octubre)). Pues bien, no hay mucho que decir sobre la traducción que realiza de la vieja palabra en griego, an-arché, como "desorden". No vamos a negar, como es lógico, que la palabra tenga un sentido negativo, anterior a la formación del anarquismo como sistema político. Ahora, no sabemos cómo describir a un tipo que pretende escribir sobre la Grecia de la Antigúedad, y pase por el alto el arché , noción fundamental en la historia de la filosofía. La traducción habitual de "autoridad" o "gobierno", aludiendo al anarquismo actual, podía haber sido lo más lógico; pero es que la definición clásica, como "principio" u "origen", también podría haber quedado estupendamente si lo que queremos es realizar algún intento de indagación filosófica. En otro más que desafortunado artículo en El País, Alfonso Domingo parece establecer una conexión entre La Revista Blanca y, nada menos, que el Ajoblanco de la Transición, pasando durante el franquismo por la editorial Ruedo Ibérico. La Revista Blanca, que vio la luz en 1898 con inequívoco carácter anarquista, acogió en sus dos etapas, hasta el comienzo de la Guerra Civil, a los mejores escritores libertarios. Si algo ha caracterizado al movimiento libertario a lo largo de la historia es la edición de numerosas publicaciones, reflejo de su vitalidad, y aunque La Revista Blanca no estuvo estrictamente vinculada a ningún grupo u organización, solo es posible establecer una conexión histórica con las cabeceras que se ocupan de la divulgación y/o del estudio dentro del anarquismo. Por poner un par de ejemplos en la actualidad, el periódico Tierra y libertad, cabecera decana del anarquismo español (nacida en 1888), utilizada luego para un semanario de La Revista Blanca en su primera etapa y que, posteriormente, aparecería vinculado a la Federación Anarquista Ibérica con diferentes periodicidades, incluida la época de la dictadura franquista y retomada en la Transición hasta hoy (que aparece puntualmente cada mes); en el caso de una revista de características científicas, Germinal. Revista de estudios libertarios tiene una periodicidad semestral editada por un heterogéneo Consejo de Redacción y avalada por un prestigioso Comité Científico, pero indudablemente vinculada al movimiento libertario. Insisto, si hay que reconocer un legado de La Revista Blanca, solo puede hacerse dentro del movimiento anarquista con sus múltiples publicaciones. Es posible que Ajoblanco tuviera en sus orígenes algunas características libertarias, pero estas simplificaciones que insisten en relegar al anarquismo al pasado resultan algo más que irritantes.El mismo día en que se publicó el anterior texto en el diario de Prisa, el 30 de octubre, aparece otro artículo del inefable Antonio Elorza. En él, afirma que gracias al centenario de la CNT se ha reavivado el interés por la historia del anarquismo español, que según su delirante visión se habría apagado después de estar muy vivo en el tardofranquismo; eso sí, aclara, este nuevo interés solo se produce "hasta cierto punto". Antonio (anteriormente conocido como Andoni, en lo que debía ser una etapa de transición ideológica) nos recuerda que en realidad son 140 años de anarquismo en españa, ni uno más ni uno menos, cuando el "bakuninismo" se impuso al "republicanismo" dentro del movimiento obrero. Esta nueva simplificación resulta en invitar a la confusión desde el principio, y que alguien me explique lo que me parece a mí una nueva justificación del presente con elementos del pasado, adaptando términos históricos de forma más bien revisionista. Si acudimos a una obra clave como Historia del anarcosindicalismo español, de Juan Gómez Casas, podemos leer que las aspiraciones e ideología del obrerismo español, hasta la llegada de Fanelli en 1868, estaban influidas por las ideas de Saint-Simon, Fourier y Cabet, en los primeros tiempos, y por el federalismo de Pi y Margall posteriormente (con lo cual se filtra, obviamente, la influencia de Proudhon)). Es posible que pueda considerarse en el siglo XIX el republicanismo federal, propio de un Pi y Margall que defendería no obstante un Estado interventor, como cercano a un anarquismo que todavía tendría que encontrar su horizonte y concretar sus propuestas. Sin embargo, el verdadero antagonismo no fue entre anarquismo y republicanismo en el seno del movimiento obrero, y en la Primera Internacional, como es bien conocido. La antinomia se produjo entre dos visiones sociopolíticas, y de la vida en general en mi opinión, contrapuestas. Aclararé, una vez más, que el antipoliticismo del movimiento anarquista es mejor definido como oposición a la vía parlamentaria (considerada como propia de clases privilegiadas y pervertidora de cualquier partido que se considere "obrero"). Hoy, podemos hablar de otorgar un horizonte más amplio a la política más allá de la mera gestión de un Estado. Del mismo modo, hablar sin más de "república" y "republicanismo" significa poco más en este país que portar una bandera tricolor y dar colorido a una manifestación. La república es una forma de Estado, nada más, aunque en su momento trajera la ilusión de modernizar un país atrasado y de cierta justicia social; aunque pueda hablarse de ciertas características históricas dentro del republicanismo, me parece que poco de ello queda en la actualidad. ¿Pudo vincularse históricamente "republicanismo" con "federalismo"?, es posible, aunque me temo que la herencia que pueda quedar hoy en día está condicionada por la estrategia política del partido de rigor, dentro de un sistema político y económico para el cual la forma de Estado le es prácticamente indiferente. Elorza dedica gran parte de su texto a elogiar el reciente libro de su correligionario en el arte de historiar, Julián Casanova. Esta obra, denominada Tierra y libertad. Cien años de anarquismo en España, título que es calificado nada menos que de "emblemático" (que debe ser para este hombre un antónimo de "original"), está compuesta por varios ensayos de diferentes autores. Dejaremos para otra ocasión el análisis de esta obra, aunque, dadas las firmas, no invita precisamente al optimismo libertario. Al contrario del libro coordinado por Casanova, Elorza echa pestes de la también reciente edición en castellano de La revolución libertaria, obra de Heleno Saña ya publicada hace unos años en alemán. No debe gustarle al antiguo militante comunista, actual historiador con aspiraciones de estrella mediática, que se recuerde el enfrentamiento entre anarquistas revolucionarios y comunistas contrarrevolucionarios (es curioso, la palabra "estalinistas" no es utilizada en la reseña; tampoco "totalitarios", que tan arbitrariamente emplea cuando le apetece) en el conflicto español. Al autor de lo que quiere ser una recensión no le gustan las "historias sagradas", y desconocemos a qué diablos se refiere con ello; ¿maniqueísmo, tal vez?, ¿simplificaciones?, mejor no hablemos de ello, Sr. Elorza. La verdad, ahora apetece mucho revisar la obra de Heleno Saña.Seguimos echando un vistazo a lo que dicen ciertos gurús de la historia en los medios. En un chat del 3 de noviembre en El País, Julián Casanova afirma "el anarquismo desapareció como movimiento de masas" y, ante una pregunta en la que se le recuerda que numerosos colectivos y personas apoyan las tesis anarquistas en la actualidad, responde que si está o no muerto en el presente deben demostrarlo los propios anarquistas. Vamos, que para el Sr. Casanova los libertarios actuales no dan señales de vida. A pesar de las dificultades, de una sociedad cada vez más compleja y de la progresiva concentración de medios en escasas manos, la actividad de los anarquistas sigue siendo sorprendente, las evidencias lo demuestran. Recordaremos, una vez más, que la coherencia de los anarquistas demanda que los medios y propuestas para trabajar partan de sus propios militantes, por si cabía alguna duda. Los militantes, como es natural, suelen ser personas de la clase trabajadora, por lo que en una sociedad bastante inmovilista y acomodaticia como es la española, con la explotación miserable que han conllevado las sucesivas reformas laborales, sigue siendo sorprendente la actividad de los libertarios. No tenemos los medios de los que dispone el Sr. Casanova para llegar a la gente, pero seguimos buscando encarecidamente despertar conciencias. No hay peor ciego que el que no quiere ver, es lo que demuestra esa respuesta despectiva, cuando este "historiador oficial" podría al menos valorar de alguna manera las actividades que se siguen llevando a cabo dentro del anarquismo.Más adelante, cuando se le pregunta sobre las posibilidades del anarquismo en el futuro, Casanova asegura que hay un discurso anarquista que parte de Bakunin, frente al poder y las tecnocracias, que podría utilizarse para "mejorar la democracia", pero nadie está dispuesto a dirigir el vehículo para transmitir esas ideas y ponerlas en marcha. Más de lo mismo, bonitas y ambiguas palabras para relegar el anarquismo al pasado. Hay muchos elementos valiosos en la tradición anarquista, pero difícilmente el poder político asumirá algo que vaya contra su propia naturaleza. Por otra parte, recordaré una vez más que las propuestas anarquistas no se circunscriben únicamente a la cuestión política, por lo que la retórica habitual sobre "mejoras democráticas" resultan más bien en no decir nada. Los cambios que desean los anarquistas requieren individuos conscientes y activos capaces de decidir sobre los asuntos que afectan a sus vidas, no pueden traducirse nunca en un sistema político basado en la delegación de nuestras potencialidades y actos, y en uno económico fundamentado en la explotación del hombre por el hombre.Otro asunto que aparece en el chat es la utilización del término "libertarios" para ciertos grupos derechistas como el Tea Party. Culpar al propio anarquismo de esa cuestión, como dice el clásico por "tener las espaldas muy anchas", es claramente crear confusión. Esos grupos, habitualmente muy reaccionarios, ni siquiera creen en la supresión del Estado, y si a veces utilizan esa crítica es para asegurar otro tipo de privilegios para minorias. El anarquismo combate cualquier forma de dominación en cualquier ámbito, quiere crear la cohesión social en base a la solidaridad y vincular la ética a cualquier actividad humana, si aquellos que dicen querer la supresión del poder político lo hacen para fundar poco menos que la esclavitud económica, poco más se puede decir sobre el asunto. Yo sería tajante sobre este asunto, la cuestión e indignación surge a raíz de un comentario del reciente Premio Nobel de Literatura, Vargas Llosa (¡qué gran escritor, y qué despropósito como analista político!), en el que asegura que el Tea Party, tras una fachada reaccionaria, esconde "algo libertario". Por favor, al menos, un correcto uso del castellano.Casanova insiste también el el tópico de la creación de la Federación Anarquista Ibérica como guardiana de "pureza anarquista" y en una supuesta amenaza por parte de sindicalismo (denominado como reformista). De nuevo me remito a una imprescindible obra de Juan Gómez Casas, Historia de la FAI, en la que recuerda los imprescindibles matices de este supuesto enfrentamiento que éldesea denominar mejor entre anarquismo y treintismo (cree más exacto no mencionar a la FAI), sin caer en reduccionismos y valorando los diferentes puntos de vista, pero recordando que todos ellos eran anarcosindicalistas (apolíticos y críticos con aquellas fuerzas de izquierda que participaban en el sistema). La excepción a esta situación podría ser Ángel Pestaña, un hombre que mostraba una tendencia hacia el sindicalismo político, pero solo un nombre en aquella situación. Según recuerda Gómez Casas, para los militantes cenetistas no había posturas ideológicas contrarias en aquel conflicto, solo tácticas diferentes para un mismo discurso. Resulta más que curioso que Casanova afirme que la FAI ya no existe, cuando son diversos grupos faístas los responsables de la continua reedición de Historia de la FAI, de Juan Gómez Casas, una obra imprescindible dentro de la historia del anarquismo.Me agrada mucho que son los participantes en ese chat, los que establecen un vínculo entre el anarquismo "histórico" y el actual. La falacia de que el anarquismo desapareció por la modernización y el desarrollo, el fracaso del socialismo de Estado, el papel que la socialdemocracia juega en acabar con ese otro mito que es el Estado del bienestar, todo ello revitaliza las posiciones ácratas y su demanda de una auténtica justicia social.Para terminar este pequeño recorrido por algunos despropósitos, publicados en la prensa generalista, sobre historia y anarquismo, veamos uno esta vez de Público, que aspira a estar a la izquierda del diario de Prisa. Se publica el 1 de noviembre con el título "Anarquismo y CNT" y está firmado por José Luis Ledesma, autor de unos de los trabajos que componen el mencionado libro coordinado por Casanova, por lo que nos echamos a temblar. En lo que son ya lugares comunes, por un lado, se reconoce un legado moral, por otro, se acaba vinculando de un modo u otro el movimiento libertario a la violencia y se deja clara la derrota histórica y también su pertenencia al pasado. Respecto a la historia libertaria, se siguen publicando numerosas obras importantes a las que se puede acudir huyendo de todo reduccionismo y de toda justificación. En ideas transformadoras, el anarquismo constituye la más alta aspiración de la humanidad, la vinculación entre la ética y la política, la búsqueda de la emancipación individual y social en todos los ámbitos de desenvolvimiento humano, algo sin parangón en ningún otro movimiento sociopolítico. Por ello, el pensamiento y la acción anarquistas son intemporales, aprendemos del pasado, reconocemos errores y buscamos un mayor horizonte con nuevos vigores. Parafraseando a una amiga mía, estudiosa del pensamiento libertario, allá donde exista dignidad y amor por la libertad, surgirá una y otra vez. Se aprende del pasado, se mira siempre a un futuro mejor que pueden construir los seres humanos.

José María Fernández. Paniagua

Artículo publicado en el periódico anarquista Tierra y libertad núm.269 (diciembre de 2009)