El movimiento anarquista en Cuba
El movimiento anarquista en Cuba
El movimiento anarquista en Cuba fue importante y hegemónico durante varias décadas; a pesar de lo que sostiene la historiografía oficial, encontramos otro lugar donde las ideas libertarias tuvieron un papel predominante frente a los que insisten en que solo en España sucedió y como hecho excepcional.
A finales de la década de 1870, existía ya en Cuba un movimiento obrero bien organizado de carácter anarquista influido por España; se trata de una fuerza precursora en la isla de la lucha de clases, la organización sindical, el antirracismo y los derechos de la mujer, según el historiador Frank Fernández. En la década de los 80, del siglo XIX, se habían creado ya varias publicaciones ácratas como El Obrero (1883) o El Productor (1887). En ese momento, el proletariado en Cuba estaba dividido en dos: los llamados unionistas, controlados por los patronos, y los anarquistas, una poderosa escuela socialista; insistimos en que el anarquismo era la principal fuerza revolucionaria, tal y como está documentado. Si apenas se hablaba de Marx y Engels, los grandes pensadores anarquistas eran muy conocidos entre los obreros cubanos y españoles trabajadores en las tabaquerías. El primer congreso obrero en Cuba se produjo en 1887; en los acuerdos del mismo puede comprobarse las adelantadas ideas de los anarquistas cuando combaten por la igualdad entre blancos y negros en un contexto profundamente racista. Es gracias a esa influencia ácrata en el movimiento obrero que se producen grandes logros laborales y sociales. En 1888, se forma otra combativa asociación obrera, la Alianza, que lleva a cabo notables acciones, dentro y fuera de Cuba (al sur de Estados Unidos, hay enclaves industriales del trabajo que también recogen la influencia anarquista); la gran bandera libertaria es la fraternidad universal, por encima de las razas y la naciones. Otra organización que propició el Congreso fue la Federación de Trabajadores de Cuba, que puede considerarse la primera asamblea de obreros en Cuba reunidos de forma permanente para llevar a cabo sus aspiraciones sociales. La exitosa huelga de los obreros del gremio tabacalero, iniciada en octubre de 1887, tuvo el paraguas protector de la Federación, la Alianza y El Productor.
En 1890, se celebra el 1 de mayo por primera vez en Cuba, como un gran acto masivo y público de desafío a los patronos; fue un largo desfile de obreros, blancos y negros, cubanos y españoles, hombres y mujeres, todos unidos respondiendo al ideal libertario de fraternidad. Se aprovechó aquel acto para lanzar una severa crítica al sistema colonial español con sus abusos laborales y morales. Durante la Guerra de Independencia Cubana, los anarquistas comprendieron que no podían mantenerse divididos de las fuerzas separatistas, ya que el integrismo español pretendía usar a los ácratas para fragmentar la oposición al colonialismo; por supuesto, eso no implicó la renuncia a ningún ideal ni a la transformación revolucionaria.
Las promesas de cambios sociales sostenidas por Martí desaparecen con su muerte prematura en 1895 en combate contra las tropas españolas. En aquel proceso bélico de lucha por la independencia, los anarquistas estuvieron divididos: algunos se convirtieron en combatientes y otros fueron contrarios a la guerra civil, aunque no hubo división radical entre las dos posturas y, en general, los ácratas colaboraron con los separatistas de un modo u otro. No obstante, hay que hacer hincapié en la fuerza de los principios anarquistas, según los cuales, ni la guerra civil ni la posterior república independiente llevarían a la verdadera libertad social; muchos otros países servían como ejemplo y en ellos se continuaba persiguiendo al movimiento anarquista. Era la primera vez que se discutió en el anarquismo, a nivel internacional, sobre la conveniencia o no de participar en una guerra de independencia; en España, la crueldad de la guerra y la política de Cánovas del Castillo propició una gran tensión social en la que los anarquistas tuvieron un papel principal; las víctimas ácratas en Montjuic y los horrores coloniales en Cuba y Filipinas, empujaron al anarquista Angiolillo a asesinar a Cánovas en agosto de 1897. Su sucesor fue Mateo Sagasta, que decretó una autonomía para Cuba, algo que no satisfizo a nadie, lo que fue aprovechado por los Estados Unidos para iniciar una guerra contra España; aquello desembocó en la derrota y pérdida de sus colonias por parte del gobierno español. El separatismo cubano fue también finalmente derrotado, ya que Cuba pasó de la autonomía tuteada por España al proteccionismo económico norteamericano.
En 1899, los anarquistas se reorganizaron bajo la Alianza de Trabajadores, objeto muy pronto de la represión estatal; en septiembre de ese mismo año, también nace una nueva organización obrera, la Liga General de Trabajadores, con importante influencia libertaria a pesar de tener un perfil moderado. En febrero de 1900, el gran pensador y escritor anarquista Errico Malatesta fue a Cuba para dar conferencias y entrevistas para diversas publicaciones; muy pronto, dicha gira será también reprimida por las autoridades. A su regreso a Estados Unidos, Malatesta escribirá un artículo en el que dará su visión sobre Cuba, recordando que el problema social continúa en la república e instando a los compañeros a que tomen "su puesto entre los elementos más adelantados (…) luchar por la emancipación integral de la humanidad". A comienzos del siglo XX, efectivamente, los anarquistas siguieron criticando injustas situaciones sociales y laborales que persistían; en torno a 1902, junto a otras organizaciones sindicales, los anarquistas intentan organizar la industria del azúcar, principal en Cuba, pero los propietarios responden incluso con asesinatos. El panorama social en aquellos años no podía ser más frustrante; igual que en España, liberales y conservadores se alternaban en el poder y ninguno de ellos tenía la más mínima conciencia social. La única diferencia era que, mientras los conservadores perseguían sin más a los anarquistas, los sectores más progresistas del Partido Liberal trataban de atraerlos con pequeños favores para manipularlos.
Como es lógico, los anarquistas intentarán también en Cuba incidir en la educación para preparar la futura revolución social y como alternativa a las escuelas católicas y estatales; uno de los modelos será la pedagogía de la Escuela Moderna de Francisco Ferrer, como puede verse en manifiestos publicados en 1908 en las publicaciones ¡Tierra! y La Voz del Dependiente.
En 1917, se inicia en la Isla un periodo dictatorial con grandes convulsiones sociales; el local anarquista más notable de aquella época fue el Centro Obrero de La Habana, desde el que se planificaron en los años siguiente todo tipo de huelgas, boicots y actividades. En 1920, con cierta calma social iniciada, hubo un Congreso ácrata en la Habana donde se acuerda la formación de una Confederación Nacional de Trabajo; en ese momento, los ácratas siguen estando a la cabeza del movimiento obrero en Cuba. La etapa más constructiva del anarquismo en Cuba se inicia en ese momento, con un gobierno moderado en el poder: proliferan las publicaciones liberarías, se editan libros y folletos, se crean ateneos, centros obreros y clubes naturistas; los anarquistas, en aquellos años, son los primeros que, sin muchos medios y con total autonomía, organizan, agrupan y orientan a la mayor parte de los trabajadores del campo y la ciudad en un esfuerzo sin parangón en la historia de Cuba. Merece la pena destacar el nombre de Alfredo López, de filiación netamente anarquista, figura que emerge del Congreso de 1920 y, desgraciadamente, tiene su fin en 1926 al ser asesinado. López es uno de los promotores de la creación de la Federación Obrera de La Habana (FOH), en 1921, que no está formado exclusivamente por sindicatos anarquistas, pero sí son los más numerosos y las ideas libertarias son las de mayor influencia; a pesar de contar con la oposición de algunos anarquistas, partidarios de una organización netamente anarcosindicalista, en general se terminaron aceptado las posturas unitarias de Alfredo López.
En 1925, se celebrará el Segundo Congreso Nacional Obrero (febrero) y el tercero en agosto; en este último se decide la creación de la Confederación Nacional Obrera Cubana (CNOC), la cual reúne a todos los sindicatos, hermandades, uniones, gremios y asociaciones proletarias de Cuba; la influencia del anarcosindicalismo en el Congreso es innegable. En las Actas del Congreso de la Fundación de la CNOC estuvieron los acuerdos del rechazo a la acción electoral, la demanda de las ocho horas, el derecho a huelga y el profundo deseo de no burocratizar la organización; por primera vez en la historia de Cuba, una mujer es nombrada presidenta, Juana María Acosta.
El triunfo electoral del Partido Liberal, al frente del cual estaba Gerardo Machado, inició una crisis de las ideas anarcosindicalistas en Cuba. El muy autoritario Machado fue consciente de que la CNOC era un obstáculo para sus objetivos políticos, por lo que estimuló a los elementos más reformistas de la organización obrera, mientras que el ala más progresista de los liberales desapareció por completo. Se inició una fuerte política de desprestigio y represión sobre los anarquistas, como no había conocido la Isla en su historia sindical; no se hizo esperar la respuesta de los elementos más radicales dentro del anarquismo contra Machado, incluyendo el intento de magnicidio, creándose grupos de acción y fundando la Federación de Grupos Anarquistas de Cuba (FGAC). La dictadura de Machado tiene su fin en 1933 debido a un serie de factores políticos, no sin antes llevar a cabo criminales actos represivos; en aquella caída, tuvieron un papel protagonista los anarquistas, atrincherados en la FOH. La FGAC denunciará después mediante un manifiesto la deriva colaboracionista de la CNOC, en la que los comunistas tuvieron un papel importante.
Después de la dictadura de Machado, los anarquistas no quedan en una buena posición, ya que sus más esforzadores activistas y orientadores habían sido víctimas de la represión estatal. Así, cuando en septiembre de 1933 se produce un golpe de estado, contra un gobierno provisional cimentado por los Estados Unidos que había sustituido al de Machado, los anarquistas se encuentran en un estado preorganizativo. El nuevo es un gobierno de perfil izquierdista y presuntamente revolucionario; el desafío que lanzaron a la embajada norteamericana, junto a su política intervencionista, supuso que no durará más de 100 días. Ante de eso, había promulgado una ley que afectaría notablemente al movimiento anarquista; por la misma, los patronos no podían emplear a más del 50% de trabajadores extranjeros, por lo que muchos militantes libertarios tuvieron que abandonar el país y trasladarse a España, lugar donde les esperaría la cruenta Guerra Civil. En Cuba, los comunistas comenzaban a influir sobre la clase obrera y lanzaban todo tipo de infundios sobre los anarquistas; entre ellos, las acusaciones de ser agentes al servicio de los Estados Unidos, e incluso tildándoles de fascistas, algo que antecederá a las acusaciones que vendrán tras el triunfo de la revolución de Castro. Por su parte, Fulgencio Batista se estaba convirtiendo en el protagonista del régimen, ayudado por los Estados Unidos, por la burguesía y por el capitalismo en general; se estableció una dictadura a la que, por supuesto, se opusieron los anarquistas a pesar de que la situación para ellos no supusiera una gran diferencia. Hay quien menciona cierta dificultad, en el movimiento anarquista, para hacer entender a la nueva generación con los veteranos supervivientes de tan convulsos tiempos, los cuales se habían atrincherado en la Federación de Grupos Anarquistas de Cuba; los jóvenes, por su parte, fundaron en La Habana la Juventud Libertaria de Cuba.
En 1936, al comenzar la Guerra Civil Española, los anarquistas cubanos crean en La Habana la Solidaridad Internacional Antifascista para ayudar a la CNT y la FAI; la solidaridad con los españoles, a pesar de la depresión económica en la Isla, fue considerable y muchos libertarios cubanos acudieron a luchar en el conflicto español. Con la derrota republicana, muchos de los supervivientes fueron repatriados a Cuba, los cuales fueron objeto de la solidaridad de los compañeros cubanos gracias a un notable esfuerzo solidario. Cabe destacar que Cuba fue un lugar que sirvió de trampolín para ubicar en el continente a los anarquistas exilados, desde Chicago a Buenos Aires.
A partir del comienzo de la década de los 40, los anarquistas se esforzarán a nivel organizativo y se fundarán grupos de acción entre estudiantes y obreros deseosos de paliar la influencia comunista. A partir de 1947, se produce un nuevo renacer libertario y en La Habana se publican algunos boletines de propaganda e información firmados por la Federación de Juventudes Libertarias de Cuba, así como un Boletín de la subdelegación de la CNT de España. Gracias al prestigio y honestidad de los militantes anarcosindicalistas se logra influir sobre el sindicalismo oficial, orientando a numerosos sectores como los de transportes, gastronomía, construcción o plantas eléctricas. Los anarquistas del interior de la Isla crean las Asociaciones Campesinas para que los lugareños más humildes, sin tierra ni recursos, se organicen; ya tiempo atrás, los ácratas habían establecido exitosamente colectividades agrícolas libres en el sur de Oriente.
Un documento importante que salió del mencionado Segundo Congreso de la ALC, en 1948, se publicó ese mismo año en forma de folleto con una serie de dictámenes; se contemplaba en el mismo la creación de una sociedad libertaria en Cuba, apelando a todos los sectores económicos y sindicales, se declaraba el movimiento anticapitalista y antiimperialista (aludiendo, tanto a EEUU, como a la URSS), y se arremetía contra los comunistas de perfil estalinista y contra la Iglesia Católica. Un Tercer Congreso se produjo en marzo de 1950 con la intención de influir definitivamente sobre el movimiento obrero y despojarle de toda deriva burocrática e influencia sectaria; a pesar de querer también orientar la independencia del sindicalismo oficial, representado por Confederación de Trabajadores de Cuba, se trata de crear otra organización independiente, algo que fracasó debido a los numerosos obstáculos reformistas, comunistas y gubernamentales. Merece la pena destacar en aquellos tiempos una publicación anarquista iniciada en abril de 1950, Estudios, Mensuario de Cultura, editada en La Habana; se trataba de una revista moderna con excelente contenido. Por su parte, se continuaba editando El Libertario desde la década anterior, en formato periodístico, el cual se clausuraría oficialmente en abril de 1952.
Los intereses norteamericanos y los de la burguesía cubana se consideran en peligro en aquellos momentos y ya no ven a Batista como un aliado, por lo que financiarán al resistente movimiento castrista; el historiador Frank Fernandez considera que, a pesar de la propaganda posterior, la violencia armada contra Batista de Castro nunca tuvo una base obrera y campesina, sino que fue en gran medida obra del capitalismo y de la burguesía. El Partido Comunista empieza a negociar con elementos afines entre los guerrilleros, para hacerlo posteriormente con el propio Castro; éste, pronto firmará en Caracas un pacto con toda la oposición, mientras dice mantener un programa de justicia social y reformismo político al estilo de la Constitución de 1940. En 1958, Batista ya no podía contender a los rebeldes y huyó de Cuba; comenzará otra etapa para la Isla y para el movimiento anarquista.
Recordemos el mencionado folleto Proyecciones libertarias, donde ya se advertía sobre la figura de Castro y su afán desmedido de poder. Los libertarios desconfiaban de Fidel, pero no así la burguesía los políticos y la embajada estadounidense, que esperaban poder manipularle a su gusto. Muy pronto, se creó un gobierno que sentó las bases para la posterior represión; los llamados Tribunales Revolucionarios llevaron a cabo juicios sumarísimos y restablecieron la pena de muerte, llevada a la práctica también por motivos políticos. A pesar de que los elementos anarcosindicalistas serían pronto apartados del movimiento obrero, publicaciones libertarias como Solidaridad Gastronómica y El Libertario se mostraron en un primer momento cautos e incluso favorables hacia el gobierno revolucionario. No obstante, la Asociación Libertaria de Cuba dejó claras sus reticencias hacia el nuevo panorama político y denunciarán la pérdida de autonomía del movimiento obrero y la progresiva influencia del Partido Comunista, que paradójicamente había gozada de privilegios en la dictadura de Batista. Merece la pena nombrar el caso de uno de los barbudos protagonistas de la triunfante insurrección contra Batista, Camino Cienfuegos, hijo de un antiguo anarquista, que desapareció muy pronto en un accidente de aviación en octubre de 1959. La carismática figura de Camilo fue utilizada por el régimen de Castro haciendo creer al anarquismo internacional que era un militante libertario; existen evidencias de que nada tenía que ver Cienfuegos con el anarquismo y que fue una mera artimaña para atraerse las simpatías del movimiento libertario.
Conscientes del desastre de la deriva autoritaria del régimen castrista, los anarquistas, en 1960 realizaron una Declaración de Principios llevada a cabo por la Agrupación Sindicalista Libertaria (siglas que escondían, por miedo a la represión, a la Asociación Libertaria de Cuba) en la que se atacaba al Estado de todas las formas posibles, al centralismo agrario propuesto por la Reforma Agraria Gubernamental, así como al nacionalismo, al militarismo y al imperialismo. Los anarquistas hacían énfasis una vez más en la libertad individual (como base para la libertad colectiva), en el federalismo y en la educación libre. Era un sincero y feroz ataque ideológico a la llamada Revolución Cubana, y las acusaciones a sus autores de estar a sueldo de los Estados Unidos no tardaron en llegar. Después de aquello, el anarquismo y el anarcosindicalismo no pudieron ejercerse al erradicarse la libertad de prensa y no poder hacerse propaganda de las ideas. Pocos militantes quedaron en Cuba, sufriendo un miserable despotismo. A mediados de 1960 comenzó el éxodo de los anarquistas hacia Estados Unidos, país elegido numerosas veces por aquellos perseguidos que lo consideraban un lugar con oportunidad de ganarse el sustento y también por su cercanía para proseguir la lucha. En el verano de 1961, se constituyó en Nueva York el Movimiento Libertario Cubano en el Exilio (MLCE); paralelamente, nació en Miami otro grupo similar. Por otra parte, en agosto de 1961 se publicó en Santiago de Chile un panfleto firmado por la Federación Anarquista Internacional con el nombre de Manifiesto de los anarquistas de Chile sobre la Revolución Cubana ante los imperialismos yanqui y ruso, que tuvo una pobre distribución y sufrió el boicoteo marxista; en él se denunciaba el castrismo por primera vez a nivel hemisférico y seguía la misma línea del publicado en La Habana por los libertarios.
Respecto al interior de la Isla, Cuba Libertaria es el boletín del Grupo de Apoyo a los Libertarios y Sindicalistas Independientes en Cuba (GALSIC), cuyo primer número aparece en febrero de 2004. El GALSIC es un grupo informal, sin una estructura organizativa permanente, que tiene la intención de coordinar de forma puntual para difundir iniciativas e información en apoyo de los libertarios y los sindicalistas cubanos en su lucha contra el régimen dictatorial de los Castro. Octavio Alberola, el veterano anarquista, es uno de los activos promotores de esta iniciativa; él considera que existe una disidencia mayoritaria en Cuba no vinculada con los Estados Unidos, a pesar de no tener presencia mediática, tanto por intereses del régimen cubano como del gobierno estadounidense. El sindicalismo independiente en Cuba sabe que tiene una ardua tarea, primero por la lucha contra el gobierno cubano, luego por combatir mañana contra la implantación del capitalismo cubano muy probablemente aliado con las mafias burocráticas que actualmente detentan el poder en la isla. Como es lógico, el sistema totalitario imposibilita la cuantificación real de los grupos anarquistas en Cuba, los contactos con el exterior son mínimos debido a la feroz represión y a los escasos medios, pero a buen seguro que existirá un nuevo auge tras el fin del régimen autoritario.
Capi Vidal
Fuentes:
Carlos M. Estefanía, "España y el anarquismo en Cuba".
Carlos M. Estefanía, "Los anarquistas cubanos a fines del siglo XIX: los libertarios y la guerra del 95".
Cuba Libertaria. Boletín del Grupo de Apoyo a los LIbertarios y al Sindicalismo Independiente en Cuba. http://www.nodo50.org/ellibertario/cubalibertaria.html
Entrevista con Octavio Alberola sobre la perspectiva antiautoritaria en Cuba. http://www.nodo50.org/ellibertario/descargas/entrevista_alberola.doc
Entrevista al Movimiento Libertario Cuban en el Exilio. http://www.alasbarricadas.org/noticias/node/7980
Frank Fernández, El anarquismo en Cuba (Fundación Anselmo Lorenzo, Madrid 2000).
Frank Fernández, "Los precursores del Primero de Mayo. La primera jornada, La Habana 1890", en Germinal. Revista de Estudios Libertarios núm.8 (octubre 2009).