Especificidad del anarquismo español. Organizaciones y grupos anarquistas en el cambio del siglo XIX al XX

Pere Gabriel, profesor de la Universidad de Barcelona (Transcripción de su ponencia en el Congreso 75 aniversario de la FAI, celebrado en Guadalajara en 2002)

 

Empieza su exposición estableciendo una hipótesis o valoraciones iniciales. Reconoce que existe en la historiografía española un desconocimiento de la historia del anarquismo en cuanto a tal aunque aclara que ha existido en los últimos tiempo cierto esfuerzo, más en el campo anarcosindicalista, por parte de los historiadores de su generación; aunque este esfuerzo peca de estar muy centrado en los años 30 con cierta fascinación por el anarquismo individualista de lectura francesa (da nombres como Dolors Marín, Francisco Javier Navarro, Xavier Díez, Paco Madrid...). Gabriel pretende abordar la línea anarquista específica de los años 80 del siglo XIX; esto sin confundirlo con su habitat habitual que es el sindical y obrero, fijándonos en lo que pueda tener de anarquismo de manera concreta. Otra observación que hace el ponente es la minimización que se ha hecho entre el anarquismo español y el cosmopolita o europeo; considera que el anarquismo en España formaba parte del polo difusor del europeo, un anarquismo con mayor voluntad canónica y ortodoxa (sic); se trata de una temática con mucho tramo por recorrer y que poco se ha avanzado en los últimos años. Como tercera cuestión cree Gabriel que sería importante tener en cuenta análisis con datos precisos de las características sociológicas de los grupos anarquistas españoles teniendo en cuenta la equiparación con sus equivalentes europeos; no se diferencian mucho, a juicio del ponente, en cuanto a la composición más o menos obrera, profesiones liberales o intelectualidad. La cuarta cuestión es la peculiaridad, manifiesta la rotundidad de su tesis Gabriel, un tanto retórica además, en el aspecto de que el anarquismo español no es peculiar sino que esta peculiaridad, particularidad y excepcional hay que buscarla, no en el movimiento anarquista, sino en el sindicalista o para ser más preciso en el mantenimiento, a lo largo del tiempo, de una cultura sindical revolucionaria de influencia anarcosindicalista; Gabriel pide permiso para jugar con las siglas y afirma que lo excepcional en los años 20 y 30 fue la CNT y no la FAI y del mismo modo en el cambio de siglo lo particular fue la Federación Regional de Sociedades Obreras de Resistencia (o Pactos de Solidaridad y Unión), Solidaridad Obrera catalana a principios de siglo y la primera CNT y mucho menos los primeros intentos de organización anarquista en España o las polémicas abiertas de la organización o no organización de los grupos anarquistas en la región española; en otra dirección también, no fue tampoco tan peculiar la problemática del terrorismo anarquista; pide Gabriel que se le entienda bien cuando dice que el anarquismo hispano no presenta mayores peculiaridades que la simplemente derivada de la adaptación a unas condiciones locales y un espacio determinada, está claro que ningún movimiento social escapa a la especificidad de su territorio y de su entorno humano pero supone estar todos de acuerdo en que ahora y aquí no se trata de comentar este aspecto. A partir de estas cuatro consideración hay que plantearse y llevar el debate sobre cuando se puede empezar a considerar que aparecen los grupos anarquistas en España. Gabriel considera que esta aparición se encuentra en relación a la conversión de la Federación de Trabajadores de la Región Española en Federación de Resistencia al Capital y, sobretodo, en relación a la propuesta de creación de la Organización Anarquista de la Región Española en 1878, según el modelo organizado por el grupo de El Productor de Barcelona; considera Gabriel muy importante explicar en qué consistía este modelo del El Productor, a finales del siglo XIX, que pretendía liberar el anarquismo y el grupo revolucionaria -la vanguardia consciente liberal, si se quiere- del duro y estrecho fardo de la estructura sindical, dar alas en definitiva al anarquismo por su lado pero compaginándolo con un modelo de vertebración sindical, esto es lo que se llamó pactos de solidaridad y unión, cosa poco explicada aún; el discurso ideológico de El Productor tiende a justificar las propuestas de romper con un esquema de central sindical y romper, por tanto, con un esquema de dirección precisa y homogénea de este movimiento sindical, romper con la tradición de la FRE y la FTRE, sustituirlo por una aceptación de que el movimiento sindical tiene su dinámica propia y que no hace falta crear centrales sindicales y proponer con campañas y propaganda concreta la posibilidad de vertebrar el movimiento a partir de estas movilizaciones, a partir de estos llamamientos a la movilización; este intento se justifica con un discurso de base anarquista, se trataría de romper los elementos de autoridad y jerarquía dentro del movimiento sindical y, por lo tanto, los anarquistas no colaborarían en la centralización de un movimiento sindical y, al contrario, aplaudirían la posibilidad de que se establezcan relaciones libres y autónomas entre los grupos de trabajadores. Gabriel considera que, siendo cierto este discurso, existe algo tan o más importante, se trata de aceptar la realidad localista fracturada del mundo obrero y trabajador de la España de aquel tiempo; es una propuesta muy adecuada a la realidad política, social, económica que está marcando el régimen de la restauración borbónica en España; se trata, además, de aceptar la imposibilidad real de atacar frontalmente a la restauración desde una propuesta de central sindical, como de alguna manera se había tratado de hacer desde las ideas de la FRE (I Internacional) y de su continuadora, la FTRE; aceptar esta realidad esta realidad localizada y fracturada del mundo económico en España y aceptar la relación de fuerzas frente al régimen de la Restauración, todo ello sin renunciar a actuaciones generales que, merced a las actuaciones generales mencionadas anteriormente, consiguen vertebrar en la práctica, en la acción, en la movilización al movimiento obrero en toda España; insiste Gabriel en que se trata de una propuesta mucho más compleja de lo que aparece en los libros de historia. Acepta que la existencia de grupos se confunden con las propias fases constitucionales del anarquismo en España; desde la recepción de la lectura bakuninista de la I Internacional, con la Alianza de la Democracia Socialista y los múltiples núcleos de la misma, hasta toda la problemática de los grupos y cuadros de defensa en la clandestinidad forzada en 1870 -cuando se origina la FTRE- y, sobre todo, en ese período entre 1874 y 1880; está claro que existen realidades de grupos desde este momento y cita varios ejemplos: a mediados de abril de 1882 en Barcelona hay una conferencia secreta que firma como AIT Grupos de Barcelona u otro ejemplo con la redacción de nuevos estatutos y la creación de una comisión ejecutiva para la administración y acción revolucionaria o el grupo de los desheredados en Andalucía que se oponen a la FTRE pública y que mantienen unos ciertos planteamientos de clandestinidad y acción revolucionaria y que tendrían una continuación en la Organización Revolucionaria de Anarquistas. Está claro que existían grupos antes del modelo propuesto por El Productor pero, ahora bien, estos grupos en la práctica, en el contexto que se producen, aparecen inscritos en las disputas en relación al juego sindical y no escapan al marco sindicalista y obrerista del internacionalismo bakuninista que ha primado en España; considera Gabriel que el bakuninismo en España tenía un alto contenido sindicalista y obrerista. Por lo tanto, afirma Gabriel, existían estos grupos pero no está tan claro que se les pudiera denominar anarquistas. Hay que tener en cuenta el carácter grupal de la vida política y de los movimientos sociales europeos y muy en especial en España; es por eso que hay que ir despacio y con precisión a la hora de calificar a un grupo como anarquista y máxime cuando no existe una configuración delimitada del propio pensamiento anarquista; considera el ponente que esta configuración se produciría en la década de los 80 y tendrían un colofón con la propuesta del grupo de El Productor; en resumen, esta configuración del pensamiento anarquista no se puede ver separada de la aparición de los grupos anarquistas. Esta configuración del anarquismo en España no es un hecho aislado sino que se produce en un contexto dentro del mismo espacio de la configuración del anarquismo europeo; es decir, se produce en un contexto de discusión con lo que se ha convenido en llamar anarquismo cosmopolita y cita Gabriel Le Revolté de Ginebra en 1885, Le Revolté de París, Kropotkin, Reclus, Malatesta... se producen un contacto y un debate con todo este tipo de reflexiones e insiste Gabriel en que se debería poner al lado de estos grandes nombres internacionales los nombres más locales y, para empezar, el mismo nombre de El Productor, El Socialista de Sevilla, el periódico de La Idea Libre o Anarquía de Madrid y un largo etcétera; se puede trata de una segunda división pero que está en la misma liga, no es algo separado. Por tanto, en relación al esfuerzo por delimitar una dinámica propia y unas fronteras más o menos específicas del anarquismo, piensa que fueron muchos más importantes estos grupos propagandistas creados a finales de los 80 y que son ellos los que mantienen estas relaciones cada vez más estrecha con el anarquismo central o cosmopolita y que son esos grupos los que empiezan a diferenciarse de manera más clara del simple grupo sindical, revolucionario o no, pero sindical y societario anterior; fueron grupos, los de mayor impacto, dedicados a la prensa y a la labor editorial, fueros grupos de algún modo dedicados a la creación cultural y está claro que la prensa es el gran instrumento articulador de estos grupos en Madrid, Barcelona y muchos otros lugares; los grupos son instrumentos claves del autodidactismo, referido siempre a los obreros de la época, del publicismo y de la socialización de la cultura.

Relación de los grupos anarquistas españoles con el anarquismo cosmopolita
Gabriel quiere destacar o dar alguna indicación de como estos grupos anarquistas mantienen un intento de relación con el anarquismo central europeo. La debilidad económica del anarquismo español que impidió que hubiera muchos delegados en los congresos europeos ha ocultado una voluntad y una realidad del anarquismo hispano de intervenir de alguna forma en esos circuitos canónicos del anarquismo internacional. De hecho, existía una mayor mirada al internacionalismo anarquista que a la realidad concreta española, un poco como sucede propiamente en el anarquismo central y, es por eso, que hay que calificarlo de cosmopolita. Sin entrar excesivamente en detalles, existen una evidencia de presencia española en el congreso de Verviers de 1877, en el de Londres de 1881, en las conferencias anarquistas que acompañan los primeros congresos de la II Internacional en el 89, 91 y el 96, en Chicago en 1893, en el Congreso Revolucionario de París de 1900 y no hay muchos más reuniones y congresos internacionales que estos con lo cual están presentes en todos los que se plantean. También habrá otro aspecto que será el de la participación, también activa, del anarquismo hispano en los debates de la época sobre las posibilidades, conveniencias o no de crear organismos del anarquismo internacional, de crear internacionales anarquistas; el anarquismo hispano participa por lo tanto en todos esos debates, desde la Alianza Anarquista Internacional o la Federación Internacional que intenta crear Cipriani, pasando por el llamamiento a Pedro de Niza de Malatesta o lo que sigue al congreso anarquista del 96 que se intenta crear una comisión provisional internacional anarquista o la Federación Comunista Revolucionaria que promueven los estudiantes revolucionarios de París en 1900... es decir, existen e manera constante esta participación con un matiz importante que es la buena relación que va a existir con Malatesta, incluso más que con Kropotkin, otra cuestión será que desde un punto de vista ideológico y revolucionario será el hecho de que Kropotkin es más genéricamente influyente pero teniendo en cuenta las actuaciones y las estrategia será Malatesta el referente en estos años; Malatesta apuesta por alguna forma estable de organización anarquista, con los distintos matices que va elaborado a través del tiempo, mientras que Kropotkin está más de acuerdo con unos vínculos más personales o de grupos pero sin superestructuras. Continúa Gabriel con el sesgo que hay en la historiografía al destacar el peso sindicalista y esconder la dinámica más propia del anarquismo y hay, por lo tanto, una interpretación que no le parece correcta y es considerar que a partir del Congreso de Amsterdam de 1907 existirá un triunfo del anarcosindicalismo dentro del movimiento anarquista debido a la fuerza que tendrá el sindicalismo, dejando de lado la desvinculación anterior de uno y otro movimiento; Gabriel considera que ello no es cierto sobretodo viendo los debates del propio Congreso del Amsterdam y las resoluciones; hay un primer tema que se justificaba para verificar esa opinión del triunfo del anarcosindicalismo que es el de la huelga general y política pero existen también otra serie de temas de discusión: anarquismo y organización, antimilitarismo y táctica anarquista, educación integral, asociacionismo productivo y anarquía, la revolución rusa, literatura moderna y anarquía, la lengua universal, el anarquismo y la religión, el anarquismo como forma de vida, el anarquismo y el intelectual... todo esto se discute en Amsterdam alejado del simple debate sindicato/anarquismo y superando el mismo; se puede decir que en Amsterdam gana la tesis de Malatesta, no ganan las posturas del sindicalismo revolucionario y en España la versión que se da de la resolución del Congreso, desde Tierra y Libertad a Madrid, en la versión de Malatesta directamente crítica con las posturas anarcosindicalistas de Monato; aún habría otra razón y es que cuando se trata de vislumbrar el futuro a partir del Congreso será un intento, frustrado al final, de crear una Internacional Anarquista y dicho de otra manera, para reforzar más lo que plantea Gabriel, desde Tierra y Libertad en España hasta el francés Boletín Internacional Anarquista, en 1908 y 1910, que reúne a grupos anarquistas (y no sindicatos) se critica claramente las esperanzas la CNT y que ponen dirigentes anarcosindicalistas de la Solidaridad Obrera de crear una Internacional Sindical Revolucionaria alternativa a la II Internacional, se critica el intento de ir a Londres para intentar crear esta Internacional; como punto final insiste el ponente en una cuestión que se ha confundido mucho y es que, como Malatesta defiende, algunos anarquistas consideren que hay que ir al sindicato a trabajar, a hacer propaganda, que crean que los sindicatos son un espacio de propaganda (alguien dirá de instrumentalización) donde el anarquista explicará sus convicciones y análisis a los obreros pero el anarconsindicalismo no es eso, el anarcosindicalismo es creer que en una estrategia revolucionaria anarquista el sindicato es una pieza esencial y en este segundo aspecto ni Malatesta, ni los anarquistas de Tierra y Liberta, ni muchos otros anarquistas del momento lo creen por lo que hay que ser precisos en este punto.
El anarquismo español de principios de siglo, con sus equivalentes franceses y europeos en general, no solo está entrando en contacto con el anarquismo internacional sino también, por ejemplo, con el antimilitarismo al igual que otros movimientos y con el mismo tipo de problemas. Además, entra en contacto, tenuamente, con el anarquismo individualista renovado del siglo XX o con el regeneracionismo neo-malthusiano de base francesa. Y se pueden añadir más temas, si se hace una lista de las grandes campañas internacionales de la época, en las cuales participa el anarquismo internacional junto al español, nos damos cuenta de que el peso de las campañas generales por la situación española es central; todo el mundo puede pensar en la campaña de protesta por las atrocidades de Montjuich pero la lista es larguísima, cuando el grupo de El Producto lanza una campaña de revisión del proceso de La Mano Negra, no eso en España donde se hace o sobre Ferrer i Guardia, no solo en 1909, sino en 1906. Para terminar con este punto, insiste Gabriel en que ciudades españolas, no solo Barcelona, se están convirtiendo en refugio de anarquistas internacionales y en las fuertes relaciones personales entre dirigentes, Kropotkin y Malatesta con relaciones epistolares muy clares, hasta la relación muy estrecha establecido entre el grupo de La Revista Blanca y el ... de Tiempos Nuevos o la presencia significativa de artículos de dirigentes españoles de esta prensa de fuera... está hablando de la época del cambio de siglo.
Gabriel resume lo dicho hasta este punto diciendo que la relación del anarquismo español con el internacional se produce fundamentalmente a través de dos mecanismos: un circuitos internacional de revistas y grupos editoriales del que forman parte los grupos españoles y, por otro lado, otro camino muy importante es el forjado nomalismo migratorio de la militancia anarquista que amplia y consolida este fin; en este circuito destaca sobre todo París-Londrés pero también un juego entre Marsella, Barcelona, Buenos Aires, Montevideo, Nueva York... se establece un circuito de ciudades muy significativo en esta dirección. Está claro que, situados a principios de siglo, el anarquismo hispano como gran parte del europeo se ha intelectualizado, lo cual no quiere decir que sean todos profesiones liberales e intelectuales sino que el anarquismo como tal juega la carta de la reflexión intelectual, del análisis teórico y del discurso doctrinal mucho más que del juego sindical; el protagonismo, por lo tanto, del publicismo, del mundo de la revistas y del editorialismo es muy alto, los propagandistas son gente de pluma que pretende convertir en central su actividad como propagandista, escritor o periodista y pretende vivir de ello. En este contexto los maestros son fundamentales y, por lo tanto, lo que llamamos educación racionalista y laica será el gran vivero de la teorización, la difusión cultural y el publicismo anarquista, más allá del apoyo económico, en ocasiones precario, que recibe de la organización sindical. Se conocen los debates abiertos entre un anarquismo más individualista, avocado a la práctica de experiencias comunales propias -falansterianos, comunalistas... como se les quiera llamar- o el debate respecto a un anarquismo más ortodoxo avocado a la difusión cultural, de la presión cerca del movimiento obrero o un anarquismo más directamente intervencionista que será el que llegará a triunfar en los años 20 -en 1927 con la trabazón respecto a la CNT-; se conoce en definitiva el debate sobre si el anarquismo se basta a sí mismo o necesita al obrero o al sindicato. Para Gabriel lo importante es que este publicismo anarquista con maestros laicos, con aspirantes a escritores, periodistas, es este mundo el que dará homogeneidad al anarquismo español justamente a través de su relación y participación del anarquismo cosmopolita más internacional.

Sobre la pretendida peculiaridad del anarquismo hispano
El anarquismo forma parte y entra en las discusiones del anarquismo internacional de su época. Cree Gabriel que faltan trabajos en esta dirección pero por lo que sabe y, como decía al principio, no parece haber muchas diferencias respecto a la procedencia social de los propagandistas en uno u otro lugar. Una mayoría de personas, del campo o la ciudad, pero pasados por el mundo obrero y autodidacta urbano. Otra cuestión diferentes es el sindicalismo, aquí se mantiene la fuerza sindical propia sin parangón, por ejemplo, con los intentos del anarcosindicalismo francés o italiano en el supuesto de que existiese la debilidad de otros anarcosindicalismo como el alemán, el británico o, incluso, el de EE.UU. ¿Por qué esta diferenciación? Considera Gabriel que lo que debe explicarse es la incapacidad del Estado español por ampliar sus bases y abrir espacios efectivos a la participación del movimientos obreros en la participación del juego político burgués, en la dinámica del mundo social burgués, evidentemente. Lo que debemos explicarnos, en ese sentido, es el fracaso de la UGT y su proyecto de sindicalismo de presión legislativa y de gestión para copar la totalidad del sindicalismo español. Lo que debemos explicarnos, en definitiva, es la persistencia del anarcosindicalismo. Gabriel hace su valoración, ya planteada en 1979, y lee un texto al respecto: “la configuración inicial del anarquismo en España ha de situarse en el llamado sexenio revolucionaria de 1868 y 1873 en estrecha relación con la organización obrera de inspiración internacionalista; sus antecedentes más inmediatos nos remiten a la influencia de Proudhon y del pensamiento socialista anterior. Se han dado muchas explicaciones del porqué de su implantación y lo que es, quizá, más significativo su perdurable influencia en la españa de los siglos XIX y XX. Se trata de una cuestión difícil que no está resuelta, en cualquier caso hemos de destacar algunas interpretaciones que, en general, tienden a insertar la problemática del anarquismo dentro de la evolución política global del país y su desarrollo económico y social (interpretación alejada de la exclusivamente racial y folclórica que sigue existiendo)............... Además, se explicaría por el papel de la propia estructura de la industria catalana con un elevado grado de dispersión y de pequeñas empresas como decía Javier Vilar. En todas partes, el anarquismo fue una fuerza revolucionaria que supo conjugar un milenarismo campesino con el sueño artesanal de una vuelta atrás en los primeros estadios de desarrollo de una revolución industrial y España, en el siglo XIX y buena parte del XX, habría sido precisamente una sociedad básicamente campesina, atrasada, con algunos núcleos e intentos de incipiente desarrollo industrial. Por último, podría añadirse, sin alguna explícita contradicción con lo anterior, un nuevo factor señalado con especial intensidad como es el papel del Federalismo como reacción al Estado centralista.”. Gabriel afirma que, evidentemente, ha llovido mucho desde entonces pero, primero, piensa que el esquema de las interpretaciones no se ha alterado en demasía, los términos del debate parecen, en el fondo, repetirse -desindustrialización, agrarismo, milenarismo...- pero, ahora bien, Gabriel parte del último punto, piensa que cualquier valoración sobre la persistencia del anarquismo y, sobre todo, del anarcosindicalismo debe contemplar de lo que representa la construcción y caracterización del Estado liberal burgués en España y es por aquí donde encontraremos diferencias sustantivas en relación a otros países europeos, los Estados que formar, por decirlo así, la primera corona del capitalismo europeo y ante eso lanzar tres cuestiones importantes: la primera es que a principios del siglo XX, bien que mal, todos los Estados de la Europa Occidental se ven impelidos a abrir las puertas, a abrir sus políticas a nuevos sectores sociales, a mayor cantidad de sectores de la población, es decir, a abrir las puertas a una realidad más amplia que no las estrictas élites oligárquicas que habían mandado y se habían reservado el poder a lo largo del siglo XIX, la apertura se produce tanto en el acceso de grupos radical-democráticos como de unos nuevos y renovados partidos social-demócratas evidentemente reformistas; segundo, empieza en este mismo cambio de siglo la generalización de un reformismo social de carácter legislativo inicialmente que, en algunos lugares, significa realmente el inicio de un intervencionismo estatal precursor de los llamados Estados de bienestar y permite, de algún modo, el acceso de determinadas estructuras del movimiento obrero a espacios institucionales con algún poder -insiste en este movimiento obrero sea reformista-, en algunos lugares esta política es real, es decir, con resultados efectivos aunque solo sea el dotar de reconocimiento y espacio de maniobra a determinados líderes y sectores del organismo militante, en otros lugares se trata solo de una maniobrabilidad legislativa y aparece lleno de prevenciones, cortapisas como en el caso de España; tercera cuestión, no deberíamos ignorar que el reformismo social, si es efectivo, si es real, es decir, si consigue realmente reformas beneficiosas para la situación de los obreros, significa unos reales costes económicos que alguien ha de soportar, el tema no debe verse desligado, por lo tanto, del nivel de desarrollo económico del capitalismo y, en el fondo, este mismo nivel y la propia capacidad del sistema de ampliar el nivel real del mundo del trabajo, de los sectores populares, tienen ya en aquellas primeras décadas del siglo XX algo que ver con la capacidad de explotación capitalista a nivel mundial, desde la famosa cuestión del intercambio desigual alrededor de la distinta valoración de las materias primas respecto de los productos manufacturados y elaborados hasta las perspectiva de una inversión productiva y especulativa de los capitales británicos, aquello que antes se llamaba imperialismo y que ahora, en una fase más completa, se llama globalización o mundialización capitalista -recalca el hecho de que la globalización vaya acompañada del término capitalista-. Con esto quiere decir que si alguien puede estudiar el hecho de que, efectivamente, la situación del mundo obrero en Inglaterra mejora principios de los años 20 -y no a mediados del siglo XIX- y que en estos años existe en el Reino Unido una participación significativa de los sindicatos en los espacios de poder del Estado, también es verdad que empieza a existir una política de prevención social, etc, etc... esto es debido a que el desarrollo del capitalismo británico, con fuertes dósis de imperialismo, lo va a permitir.

Conclusión
De alguna forma, lo que señala Gabriel es que en este tipo de Estados donde el reformismo ha conseguido beneficios concretos y reales para la situación laboral y económica de los trabajadores, ¿qué le pasa al anarquismo y al anarcosindicalismo en estos países?. En el fondo, en estos países el anarcosindicalismo o bien aparece como una manifestación de los desajustes económicos, laborales provocados por el mismo reformismo y por la misma situación económica, o bien, con mayor alcance, aparece como la manifestación de una protesta, con múltiples efectos, del crecimiento del propio papel del Estado, los múltiples efectos en relación con las estructuras de dependencia generadas por estas tensiones, de esta presencia social del Estado, de sus instituciones y sus hombres cada vez más cerca dentro de la vida del obrero. Ahora bien, su papel dentro de esta tendencia sera el mantener la fuerza de un cierto sindicalismo de resistencia y reivindicación a las formulas imperantes o mayoritarias más reformistas como ocurre en Inglaterra y Alemania en los años 20 y principios de los 30 donde el anarcosindicalismo será más dado la reivindicación, a la resistencia. En otra dirección, ¿qué le pasaría al anarquismo más concretamente?; que, cada vez más, aparece como una conciencia crítica y el núcleo impulsor de unas prácticas y experiencias alternativas desde tipo moral, ética hasta relaciones personales, etc. Eso sí, en un caso y en otro, empieza a ser clara la conciencia de minoría incluso de puede decir que presumen de dicha conciencia. Gabriel insiste en que la persistencia del sindicalismo de influencia anarcosindicalista en España tiene mucho que ver con lo que ha expuesto con las grandes limitaciones del reformismo social lanzado por el Estado producto, sin duda, de los muchos límites de un determinado desarrollo del capitalismo español. Haciendo un salto en el tiempo, cuando el Estado y el capitalismo español están el llamado primer mundo, con capacidad de reformismo, de aprovecharse de la explotación del tercer mundo, no sería difícil encontrar en el mundo libertario actual aquellas dos manifestaciones que plantea como básicas de un sindicalismo de reivindicación y confrontación por un lado así como la preocupación de encontrar espacios de movilización alternativos, los llamados movimientos sociales y, seguramente, con mucha conciencia de minoría.

Ante una pregunta del público, Pere Gabriel considera que el también esta de acuerdo en que la tradición de una cultura obrera con contenidos federales es muy importantes para explicar la persistencia del anarquismo, eso también lo cree. Pero aclara que esa cultura obrera de manifiesta de manera muy compleja a través de la interrelación de fenómenos como librepensamiento, federalismo republicano, radicalismo democrático o como el propio anarquismo que forma parte clarísimamente de este conglomerado y que esto no sería una simple manifestación de anarquismo sino una manifestación un poco más compleja. Aclara que el ha intentado explicar el fenómeno por el lado de la capacidad integradora o no del Estado, no solo por la capacidad legislativa del mismo sino por la capacidad de integrar a sectores significativos del movimiento obrero. Pero no quiere el ponente quedarse ahí y considera que ello también tiene que ver con las explotaciones de carácter económico capitalista y, por otro lado, el ejemplo de los países nórdicos (ejemplo puesto en la pregunta) cuando se inicia el debate entre socialdemócratas y anarcosindicalistas empezando a decrecer éstos últimos, los países escandinavos sacan partido del juego internacional no solamente de su capacidad de materias primas sino de meterlas en el circuitos internacional a través de productos elaborados. Quiere Gabriel que quede claro que con lo que está exponiendo no pretende minimizar en absoluto los factores ideológicos aunque precisa que se trata más de cultura política que de ideología, de sistema de valores; por ejemplo, un tema muy importante en la persistencia de una cultura obrera hasta los años 50 del siglo XX, toda la problemática alrededor de que se ha llamado economía moral, un tema fundamental que forma parte de esta cultura obrera, aunque esta economía moral no es solo de los anarquistas e incluso es más de los anarcosindicalistas que de los anarquistas al mismo nivel que otras fórmulas como cooperativismo u otras. Insiste en rebajar el exceso de economicismo en su exposición.

Ante la pregunta del porqué de la falta de espacio político en España del comunismo, Gabriel señala primera que una de las primeras etapas del bolchevismo en el sindicalismo revolucionario en contra de esa visión de ver solo a los partidos comunistas como escisiones de los socialistas; también están presentes sectores de lo que ha sido el sindicalismo revolucionario. El debate de los comunistas y su mayor o menor presencia lo atribuye Gabriel a una doble razón en el caso español: por un lado a que existe el anarcosindicalismo que ocupa el espacio que quisieran ocupar unos determinados bolchevique sin decir, obviamente, lo mismo y con mayor tradición e implantación; ya en los años 3o cuando empieza el bandazo de los comunistas y su partido empieza a jugar la carta de la responsabilidad, de la implicación con el Estado, en este caso ya está el señor Largo Caballero, es decir, juega con cartas muy marcadas en el caso español.

Hay una pregunta respecto a la trabazón que Gabriel recuerda que trató de definirla anteriormente de forma rápida como un intervencionismo anarquista en las sindicatos. Respecto al sindicalismo puro, señala que la inmensa mayoría estaba de acuerdo en los años 30 en que había que mantener relación con la CNT. Si actualmente existiera una CNT importantísimo todos los anarquistas estarían de acuerdo en hacer alguna cosa ahí dentro. Con esto quiere indicar que en el debate sobre si el sindicalismo se basta a sí mismo esconde forma distintas de presencia de anarquista dentro de la CNT cada una con sus razones y discursos.
Vuelve a insistir en el hecho en que sectores significativos del sindicalismo revolucionario son los que forman la primera etapa de los partidos comunistas en muchos países del mundo.

Gabriel es el que lanza una pregunta al público sobre si todo el mundo está tan de acuerdo con eso de que el anarquismo va por su lado y tiene una dinámica propia en el cambio de siglo. Existe una tendencia a presentar a los anarquistas muy entremezclados con el sindicalismo. Gabriel considera que es importante estudiar el anarquismo con su propia dinámica aunque es obvio que se mueve en un habitat obrero muy importante. Paco Madrid, entre el público, señala la falta de teóricos anarquistas en el panorama español, a excepción de Ricardo Mella -Gabriel no se muestra muy de acuerdo-, aunque sí han sido los españoles grandes intérpretes de las ideas de fuera poniéndolas, además, en práctica.