Cristina Escrivà Moscardó:

Los Institutos para Obreros. Un hermoso sueño republicano

(L'Eixam, Tabernes Blanques 2008) 312 páginas.

Los Institutos para Obreros, 1936-1939. Guía didáctica

(L'Eixam, Barcelona 2009) 96 páginas.

El Internado-Escuela “Durruti” 1937-1939

(L'Eixam, Tabernes Blanques 2011) 335 páginas.

Con una clara voluntad didáctica, Cristina Escrivà Moscardó viene desarrollando una diversificada trayectoria en el campo de la investigación y divulgación de la memoria histórica, educativa y de género. El resultado de su actividad investigadora suele ser expresado, tanto en un formato escrito, como audiovisual o de exposición, sin excluir la publicación digital abierta.

Vinculada a la Asociación Cultural Instituto Obrero ha publicado, entre otros: La ciutat dels sabuts (2007); La Paz es nuestra, 30 mujeres de un infinito (2007); Passeig urbà de Peset a Timoteo (2007); Arrels de Fang (2010); La Escuela Iluminada (2010); Els Horts Solidaris (2011); De las negras bombas a las doradas naranjas. Colonias escolares 1936-1939, en coautoría con el documentalista Rafael Maestre Marín, colaborador habitual en la obra de esta autora. Entre los audiovisuales: Estudiar en Guerra (2007); Botánico Jesuitas, un paisaje compartido (2008); Tiempo de República (2009); La Infancia Evacuada. Colonias escolares: 1936-1939 (2010) y Testimonios del Internado-Escuela Durruti (2011), que vienen a ilustrar en cierta medida, la obra escrita.

Además de las obras ya mencionadas, Los Institutos para Obreros. Un hermoso sueño republicano. (2008), Los Institutos para Obreros, 1936-1939. Guía didáctica (2009) y El Internado-Escuela “Durruti” 1937-1939 (2011) son el objeto de nuestra atención en estas líneas.

La investigación histórico-pedagógica en torno a los años treinta del pasado siglo pasa habitualmente por lugares comunes, como las célebres Misiones Pedagógicas, la Residencia de Estudiantes o la Institución Libre de Enseñanza (ILE), en general. A fuerza de esa reiteración se estaban quedando en el cajón del olvido interesantísimas experiencias y realidades que, unas veces dentro de la enseñanza reglada y otras veces en la enseñanza no reglada, tenían a los trabajadores como protagonistas, no como meros destinatarios. En ese conjunto se hallaban las Escuelas Racionalistas, los Ateneos Libertarios, los Institutos para Obreros, los Internados, Colonias, Formación Profesional, etc., en distinto grado de desarrollo, según los avatares de la contienda civil.

Los Institutos para Obreros. Un hermoso sueño republicano es una obra que contribuyó en 2008 a sacar de las profundidades a la superficie un modelo de institución de Segunda Enseñanza que, compartiendo una parte del espíritu iluminista y krausista de los docentes de la ILE, fue más allá cuando en su desarrollo se encontró en intersección con las organizaciones obreras (CNT, UGT, Juventudes…) que, dominando las calles y la transformación social de aquellos días, se habían dotado de estructuras educativas al margen del sistema de instrucción nacional, al servicio de trabajadores y trabajadoras de diferentes edades, dado que no tenían la oportunidad de participar en una enseñanza reglada. Una primaria con acceso ya complicado para los trabajadores y trabajadoras que comenzaban a trabajar a edad temprana y que no podían (o no querían) pagar una cuota, muchas veces a instituciones religiosas, hacía de la Segunda Enseñanza un asunto para élites.

Comienza la autora ofreciendo una cronología 1936-1939, en parte basada en fuentes orales, pasando después a detallar el origen y características de los Institutos para Obreros (IO), si bien casi toda la obra pivota en torno al IO de Valencia, sirviendo éste como un ejemplo del modelo general de IO.

Debido a la diferente realidad bélica e institucional en cada punto geográfico, el hecho de que el IO de Valencia fuera el primero permite ver mejor su proceso educativo a lo largo de su breve -pero intenso- tiempo de vida. El tiempo de los otros IO sería aún más breve, si bien su interés cualitativo no tiene por qué ser menor a la hora de hacer proyecciones hacia el futuro en cuanto a su influencia y eficacia educativa. En esas proyecciones, se sitúa en el mero terreno de la especulación del lector –que no de la autora- si estos IO se hubieran dirigido hacia modelos autoritarios al uso como los soviéticos o, bien, hacia otros más autogestionarios.

Volviendo al libro, quizás uno de los factores más decisivos para que el IO de Valencia quede destacado en esta obra haya sido la ventura de contar con el acceso a las fuentes orales y documentales relacionadas con la Asociación Cultural Instituto Obrero de Valencia (ACIO), cuyos miembros han mantenido vivos sus recuerdos, contacto y documentos, a lo largo de más de setenta años. Esta singular asociación con la cual colabora la autora es un auténtico tesoro que constituye en sí un resultado educativo, un resultado educativo que no ha necesitado un estudio longitudinal para conocer la eficacia e influencia diferidas de un IO.

Además del IO de Valencia, se dedican varias páginas al IO de Sabadell, de Barcelona y de Madrid. Le siguen casi cuarenta páginas de documentos gráficos. Estos documentos gráficos abarcan desde fotografías, hasta reproducciones de cuadernos de apuntes, carteles, portadas de los libros utilizados, certificados de notas, de vacunación, solicitudes de ingreso, carnets, fichas de inscripción, artículos de prensa… que son necesarios para hacerse una idea de la dinámica del centro.

Según el campo de conocimiento de cada cual, un tipo de documento gráfico tendrá más significado que otro. Desde el punto de vista histórico-pedagógico, las fotografías, junto con el certificado de notas, los apuntes y los textos que se estudiaban permiten hacerse una idea bastante exacta del modelo de enseñanza y el alto nivel, tanto de los contenidos, como del alumnado, así como del nivel científico del profesorado. Formando parte de exposición del mismo nombre en el ACIO, estos y otros documentos, unos reproducidos y otros auténticos, consiguen elevar aún más, si cabe, la conexión emocional entre sus protagonistas y los lectores/espectadores.

Las fotografías que se presentan fueron tomadas, en su mayoría, por Walter Reuter y Luis Vidal. Walter Reuter (1906-2005), reconocido maestro alemán del fotoperiodismo, se exilió en 1930 huyendo del nazismo. Llegó a España en 1933, conoció a familias adineradas del sur de España y entabló amistad con intelectuales destacados como García Lorca, acercándose a las Misiones Pedagógicas y a las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU) de Málaga. Por otro lado, siguiendo los movimientos republicanos, desarrolló gran cantidad de trabajos en Valencia y Barcelona, entre ellos destacan los que realizó en 1937 sobre el IO de Valencia y su exposición en 1938, en Barcelona,“El arte al servicio del pueblo”. Numerosos trabajos con los niños y refugiados de la guerra como protagonistas, en su andadura como corresponsal de guerra gráfico. Después de pasar por un campo de concentración, viviría el resto de su vida en México. Forma parte del grupo de “fotógrafos de la Guerra Civil”, como Capa o Seymour.

Luis Vidal Corella (1900-1959), fotógrafo de prensa perteneciente a una saga de fotógrafos valencianos, realizó sus trabajos sobre el IO entre 1937 y marzo de 1938. Compañero de los fotógrafos más importantes de su tiempo como Centelles, Lázaro, Alfonso… Luis Vidal fue uno de los periodistas gráficos que más se interesó por los IO, plasmando diferentes momentos de su desarrollo. Sus fotografías para la prensa republicana constituyen una interesantísima crónica histórica. Depurado por el franquismo, volvió a trabajar años después como reportero gráfico para el diario Levante. Es el autor de excelentes documentos gráficos de la ciudad de Valencia.

Hay que destacar la sensible selección de fotografías con una proporción necesaria para la visibilidad de la realidad avanzada de las mujeres del IO, además de un capítulo específicamente centrado en las Mujeres.

Dedica la autora algunas páginas a lo que pudo ser y no fue: Los Institutos Obreros frustrados, como el de Alcoy, y El final de los Institutos Obreros.

Desde el punto de vista de la memoria histórica, el capítulo El Instituto Obrero (1975-2008) describe la evolución del grupo embrionario de la ACIO en la reconstrucción y reivindicación de un pasado histórico-pedagógico.

Se incluye en la obra una selección de Normativa relacionada, lo que demuestra, una vez más, la vocación pedagógica de la misma. El interesante capítulo Profesores en el recuerdo, nos habla de la labor de memoria histórica de antiguos alumnos, como Agustín Colomer, pero también de la talla o características del profesorado: Rioja (Universidad Central e I. San Isidro), Portillo (I. Calderón de la Barca), Enrique Moliner (hermano de María Moliner), el lingüista Samuel Gili Gaya, el pedagogo Núñez de Arenas, los artistas Penagos y Juan Renau (hermano de Josep Renau) y muchos otros nombres a cual más interesante en el campo de la enseñanza, el arte o el deporte. De algunos otros únicamente se conoce un nombre que la autora sitúa en cuadros de profesores del IO de Sabadell, de Barcelona y de Valencia.

El capítulo Documentos (1937-2005) incluye unos treinta textos de diferente extensión, la mayoría de ellos, artículos periodísticos de diferentes fechas.

Finalmente se completa este libro con Bibliografía, Textos en catalán, traducción del texto de la autora al catalán y un DVD que contiene una presentación de 5’ 43’’ de imágenes semejantes a las ofrecidas en el texto, con un fondo musical.

Con una mayor especificidad pedagógica, Cristina Escrivá es también la autora de una obra complementaria de Institutos para Obreros. Un hermoso sueño republicano, se trata de la Guía didáctica. Los Institutos para Obreros. 1936-1939.

En palabras de José Soriano, de la ACIO, no es una guía didáctica al uso. Presenta el aspecto de un cuaderno de trabajo de 96 páginas, con veintiséis núcleos temáticos, una serie de anexos y un CD. Se trata, básicamente de formular cuestiones a partir de materiales que se aportan, desde carteles, fotografías, citas bibliográficas, fichas… Son sugerencias que permiten ser utilizadas de manera abierta o con otra combinación, diferente a la que propone la autora. No están encuadradas en ningún nivel educativo concreto, e incluso podrían ser de utilidad en educación no formal.

Como ejemplos de núcleos de actividades tenemos: Guerra y cultura, Institutos para Obreros, Características, Requisitos, Organizaciones, Contenidos o Mujeres. En los Anexos se ofrecen Inventarios de siglas, Glosario, Índice onomástico, Textos recomendados, Para saber más , Reproducción de carteles, Cuestionario de entrevista de historia oral…. Se acompaña de un CD en castellano y valenciano, con una Presentación, un Guión de contenidos y un Archivo multimedia.

En último lugar, el otro texto de Cristina Escrivá que queremos comentar es el titulado El Internado-Escuela “Durruti” 1937-1939 publicado este año.

Es la culminación de un proyecto cuyas líneas se adivinaban en otras obras, como las que acabamos de comentar sobre los Institutos para Obreros.

Comienza por reproducir una inscripción mural del Internado Durruti: “Durruti arriesgó su vida y la perdió para que vosotros, jóvenes, podáis ser los hombres libres del mañana”.

Esta publicación ha sido impulsada -de nuevo- por la Asociación Cultural Instituto Obrero, que partiendo de la transmisión oral, pretende enlazar esos testimonios con datos y documentos históricos.

Surgió la idea a partir de las importantes referencias aportadas por Francisco Ramírez, alumno del IO de Valencia, que primero había asistido al Internado Durruti, previo al Instituto Obrero de Valencia.

Si bien la relación de documentos y hechos es novedosa, el texto está en alto grado basado en Los Institutos para Obreros. Quedan abiertas líneas para seguir profundizando sobre el acceso al Instituto Obrero de Barcelona y al Instituto Obrero de Madrid, desde la Escuela de Guerra de Sarriá y el Instituto Ferrer, respectivamente.

Como las otras obras, ha sido posible gracias a la subvención del Ministerio de la Presidencia. El libro consta realmente de pocos capítulos de redacción, como son: Capacitación de los jóvenes libertarios en la Revolución, Del Instituto Obrero al Internado ‘Durruti”, Durruti: el hombre, o El Internado-Escuela “Durruti”. El 70 por 100 del paginado de esta obra está dedicada a los datos y reproducción de documentos en sí, como son: la Relación de alumnos y alumnas, Documentos gráficos o Apéndice documental.

Sin entrar en la utilidad para la investigación histórica de la profusa reproducción de este tipo de documentos, cual son los “avales” de tipología reiterativa, desde el punto de vista del comentario histórico-pedagógico, es -a nuestro juicio- poco útil, aunque demuestre la exhaustiva labor de recopilación realizada en la investigación.

Dentro de la constante pedagógica en la obra de Cristina Escrivá, la autora nos lleva, por un lado a una propuesta de Recorrido urbano: del ‘Durruti’ al ‘Obrero’. Direcciones y, por otro lado, nos transporta del siglo XX al XXI cuando ha hecho accesible este texto que nos ocupa, en la red, en formato digital, en línea con el interés siempre demostrado por esta autora de combinar y complementar los diferentes formatos de presentación de la información obtenida a través de su investigación.

Se cierra el libro con una poesía de Sara Berenguer y con una colaboración externa sobre los Comités de Defensa Confederales, cuyo autor es Juan J. Alcalde, si bien no se visualiza bien su encardinación con el conjunto de la obra.

De plena actualidad hoy el tema de la enseñanza y los trabajadores, por el ataque generalizado a la enseñanza pública, echando la vista atrás, con textos como el que tenemos en nuestras manos concluimos que los trabajadores han tenido que vencer muchas barreras para desarrollar su propio proyecto educativo.

La importancia militante que la CNT y el mundo libertario dan a la educación es tal que queda demostrado por el hecho de que una y otra vez restablecen sus proyectos, aunque sean perseguidos o aunque signifique quitarse el pan de la boca.

En ese sentido, el capítulo dedicado a La capacitación de los jóvenes libertarios en la revolución, consigue sintetizar bastante bien el abanico de posibilidades exploradas.

Las historias de instituciones singulares como la Escuela Politécnica Confederal de Estudios Elementales de Barcelona, el Instituto Ferrer, el Bachillerato Confederal, la Escuela Politécnica con su Escuela Aeronáutica, Automovilística y Veterinaria, y mucho más extendidas como las Escuelas Racionalistas en Ateneos Libertarios, son la prueba de su fe en la capacidad de las personas para transformarse a sí mismas y a la sociedad, superándose por bien de la justicia y la humanidad.

Se menciona el Ateneo del madrileño barrio de Pacífico, pero se podrían citar muchos otros como el peculiar Ateneo Libertario del Puente de Toledo (Madrid), con su Escuela Racionalista; la relación de algunos de sus miembros con el Instituto Ferrer o el Bachillerato Confederal; el hecho de que mantuviera su red social en el franquismo y que volviera a funcionar otra vez hasta los años 90, nos habla de esa fuerte convicción que mencionábamos, que queda meridianamente clara en el texto de Escrivá, aunque con otros ejemplos, ya que, lamentablemente, la falta de datos y de interés de los investigadores habrá enterrado para siempre ciertos aspectos de lo que fue la vida cotidiana de una revolución en marcha.

Este destacable capítulo es útil además, para desmontar una falsa memoria que se está construyendo sobre lo que es o ha sido la diversidad de las prácticas educativas libertarias.

Finalmente, conmueve el mero hecho de imaginar que, en plena guerra, se abriera paso una corriente tan ilusionante y convencida de la capacidad transformadora de la educación al servicio de una élite de la clase trabajadora, tanto como para emitir el Decreto de la República, de 21 de noviembre de 1936, de creación del Bachillerato abreviado y posterior Orden de 10 de marzo de 1937 que lo desarrollaba, creando y regulando los Institutos para Obreros, del mismo modo que se creó el Internado-Escuela Durruti.

Entiéndase que esa élite de jóvenes de 15 a 28 años, esos casi 900 alumnos y alumnas que estudiaron en los IO, fueron propuestos primero por sus organizaciones. Fueron sus compañeros los que depositaron en ellos o ellas la responsabilidad y la confianza de representar bien, tanto al sindicato, por ejemplo, como a la clase obrera, en general. Después tuvieron que superar las pruebas de acceso en un tiempo record (algunos, apenas sabían leer y escribir, meses antes de superar la prueba) y todo ello pudo ser posible gracias a su motivación para el logro, a su conciencia de clase y a otro factor: si bien carecían de acreditaciones de formación reglada, tenían una buena base educativa que había sido facilitada por un entorno asociativo y revolucionario, un espíritu colectivista y autogestionario, en las antípodas del proteccionismo, paternalismo, individualismo, desclasamiento y, por qué no decirlo, delegacionismo en que se están criando los jóvenes de clase trabajadora de hoy en nuestro país. Había una concepción de que todo lo que se vive es una oportunidad educativa y se aprovechaba, en la familia, en el trabajo, en el sindicato, en el ocio...

Una de las finalidades educativas de los IO era formar a los que tendrían que ayudar en una sociedad mejor, más igualitaria, mientras que hoy consideramos un éxito educativo que nuestros jóvenes de clase trabajadora “se adapten a las reglas del mercado”, es decir, que no se reconozcan como trabajadores, que se identifiquen con la ideología de sus explotadores y que se planteen objetivos únicamente individualistas en su educación: todo el entorno a su servicio, mientras estudian, y ellos al servicio del capital, en cuanto terminan de estudiar. Esa es la “hoja de ruta” que les damos.

Sirva a los que somos educadores sacar lección de las historias/historia contenidas en estos libros aquí reseñados, para revisar nuestro trabajo cotidiano.


Ana Sigüenza

Esta recensión fue publicada en Germinal. Revista de Estudios Libertarios núm.9 (enero-febrero de 2012)