Manuel Sirvent Romero:

Un militante del anarquismo español (Memorias 1889-1948)

[Edición de Joël Delhom, con la colaboración de Pierre-Luc Abramson y Melodía Sirvent]

(Fundación Anselmo Lorenzo, Madrid 2012) 417 páginas.

Pocas veces tendrá el lector entre sus manos un libro tan completo como este. Comenzando por la propia edición. Las de memorias suelen ser frecuentes. Como también que, si el personaje se considera digno de tal molestia, algún profesor se preocupe porque llegue al público. En todo caso, más allá de los círculos propios, no suele ser lo habitual cuando se trata de memorias de anarquistas. Desde el siglo XIX la desconfianza entre el mundo ácrata y la academia ha sido recíproca. Por eso es de destacar que los cuadernos del destacado cenetista y faísta Manuel Sirvent se conozcan por la aportación que ha hecho Joël Delhom, profesor en la universidad bretona de Lorient. Aunque parezca un hecho anecdótico no lo es. La aparición de cometas fugaces que iluminen el habitualmente oscuro firmamento universitario hay que destacarlas.

El trabajo es excelentemente meticuloso y, sobre todo, enriquecedor. Hasta tal punto es así que el resultado final sobrepasa el interés particular para llegar a uno más general. Es decir, que no sólo va a interesar a quien busque al personaje de Sirvent, o al anarcosindicalismo valenciano o catalán, sino que también sirve de modelo para cualquier otro empeño de estas características. Son varias las razones para que sea así. En primer lugar porque el libro no ha sido inicio y fin de un corto camino, el de la edición. Por el contrario, es el resultado de la confluencia de varios y de mayor recorrido. Hay que remontarse veinte años antes –al revés que el título de la novela de Dumas padre- para que se dieran los primeros pasos: el encuentro entre Melodía Sirvent y Pierre-Luc Abramson. De él nacería un primer trabajo sobre parte de los escritos del eldense: la tesina que su nieta realizó.

Después entraría Joël Delhom, y con él, una nueva perspectiva: el análisis de los textos a la luz de los más recientes debates sobre la literatura memorialística en la doble perspectiva de método analítico como recurso documental. El resultado es una introducción de setenta apretadas páginas que proporcionan al lector unas herramientas preciosas para que la lectura de los cuadernos de Sirvent se convierta tanto en una emocionante inmersión en una historia de vida como en un jugoso estudio de historia contemporánea española. Esta última desde una perspectiva que, como en tantas otras, la historiografía española no se ha mostrado especialmente activa. Al contrario que en otros lugares, como Francia o los Estados Unidos, las memorias no sólo no se han utilizado con frecuencia sino que se han desdeñado sin apenas dedicarle atención a la metodología que permitiría su mejor aprovechamiento. Eso sí, como vivimos en una sociedad clasista, no es lo mismo un texto de Manuel Azaña, por ejemplo, que este de Manuel Sirvent. ¡Hasta ahí podíamos llegar!

Una actitud que se ha agudizado en el caso del mundo anarquista español. Cuando éste, como subraya Delhom, ha desarrollado a lo largo de su historia una abundante tradición de escritura de su historia. De forma que como también indica, entre 1979 y 2006 apenas se pueden encontrar ediciones críticas universitarias de estos materiales. No es un caso excepcional. Recientemente el mundo académico ha despreciado el movimiento cívico-histórico que conocemos como “Memoria Histórica” hasta fechas no muy lejanas. Lo ha hecho obligado por la pérdida de un nicho curricular, la necesidad de “hacer caja” y la presión social que no entendía tal retraimiento. Aún así, en la mayoría de los casos, la perspectiva desde la que lo hace es más bien la del “historiador sepulturero” que la del científico social preocupado por la explotación de nuevos discursos y perspectivas y su papel en la sociedad. En su deriva autista todavía hay historiadores que descalifican los trabajos surgidos allende sus fortalezas como de impropios, poco profesionales o, máximo descrédito, de surgidos de ordenadores de “historiadores militantes”. Seguramente piensan de verdad que es una prerrogativa otorgada por vivir en el limbo historiográfico desde el que imparten lecciones de verdad científica.

No sé si Joël Delhom, profesor universitario, considerará una valoración aconsejable de su trabajo que lo considere como perteneciente a la historia militante. Por mi parte no puedo entenderlo de otra manera. La edición milita con la historia –no se puede menos que recordar a Marc Bloch- y con el mundo en el que vive. En el primer caso con su ejemplar estudio introductorio. En el segundo, por poner a disposición de quien quiera un material imprescindible para el conocimiento de la historia contemporánea hispana. En la “Introducción” apenas queda algún aspecto sin tratar: estado de la cuestión, relación entre memoria colectiva e individual, presentación del autor y análisis de su texto. En segundo lugar, el texto de Sirvent, además de corregido, está ilustrado con más de 400 notas. Su valor no reside en su número sino en su contenido que conjuga erudición (también hace falta) e intención de proporcionar al lector instrumentos para una lectura más “jugosa”.

Delhom demuestra conocimiento y manejo de las herramientas historiográficas. Además, a pesar de su pertenencia a la academia (siempre hay excepciones que confirman las reglas), también apuesta por la militancia. Los tiempos no están para nadar entre aguas. La ofensiva reaccionaria no se limita a una brutal acumulación de capital mediante el aumento del robo social. También ocupa un lugar importante la subordinación de la sociedad mediante la ignorancia y todos sus terribles subproductos. No es que se busque que tenga un pensamiento débil sino que se aspira a que no tenga ninguno. A que crea que fuera de las tinieblas en las que vive sólo existe la nada. Hasta el “caos” está integrado, bajo la forma que se considere: terrorismo, deslegitimaciones, ninguneos, etc. Por eso es indispensable tomar partido. La “neutralidad” sólo puede ser maldecida como ya dijo el poeta.

Seguro que este libro tiene fallos, que puede ser mejorable. Bienvenido sea así. Los círculos por más perfectos que se crean no pueden cerrarse nunca. En este caso el trabajo de Joël Delhom así lo demuestra. De nuevo, bienvenido sea.


José Luis Gutiérrez Molina

Esta recensión fue publicada en Germinal. Revista de Estudios Libertarios núm.10 (julio-diciembre de 2012)