Rafael Uzcátegui:
Venezuela: la revolución como espectáculo. Una crítica anarquista al gobierno bolivariano
(El Libertario, La Cucaracha Ilustrada, Libros de Anarres, Tierra de Fuego, La Malatesta, Caracas 2010) 304 páginas.
El libro de Rafael Uzcátegui supone una contribución novedosa a este debate, planteando una visión crítica alternativa sobre la “Revolución bolivariana” desde una perspectiva libertaria, radicalmente diferente a las apuntadas. Una crítica que rehuyendo el panfleto fácil se sustenta en un profundo rigor intelectual, apoyando el autor sus valoraciones en una amplia y detallada exposición de datos e informaciones procedentes de distintas fuentes (desde estadísticas y documentos muy diversos, todos referenciados, a entrevistas realizadas por el propio autor). Y todo ello sin renunciar a un estilo ágil y ameno, que hace muy atractiva la lectura del texto.
La hipótesis de partida del libro es la siguiente: la llamada “Revolución bolivariana” ha devenido en un “espectáculo” –en el sentido que Guy Debord otorgó a este concepto– para el auditorio global, pero sin lograr mejoras estructurales en la vida cotidiana de la población. Una premisa sin duda provocadora, que el autor desarrolla en tres grandes capítulos. Así, en primer lugar aborda los fundamentos del “socialismo” petrolero venezolano, planteando dos grandes críticas: por una parte, el impacto ecológico de un modelo de desarrollo basado en las industrias extractivas, especialmente sobre las condiciones de vida de las poblaciones afectadas (como es el caso de algunas comunidades indígenas). Por otra parte, las contradicciones manifiestas entre el discurso oficial para la galería –inflado de retórica anticapitalista y antiimperialista– y la práctica real del gobierno venezolano, que no ha dudado en ofrecer todas las ventajas posibles para que las grandes empresas petroleras transnacionales puedan seguir desarrollando y ampliando sus negocios (y beneficios). Como botón de muestra, resulta esclarecedor el análisis sobre el peso que tiene en Venezuela una empresa como Chevron, ¡hasta el punto de ejercer como mediador “neutral” entre los gobiernos (presuntamente) enemigos de Chávez y Uribe¡
El segundo capítulo ofrece una panorámica de la vida cotidiana en Venezuela. Lejos de todo tremendismo, y reconociendo incluso algunos avances específicos, el autor analiza críticamente diversos ámbitos como la violencia, la represión policial, los conflictos laborales o el desarrollo de las políticas sociales (las denominadas misiones). Un análisis donde se pone claramente de relieve la distancia entre los dichos y los hechos, y que reafirma por tanto la dimensión de espectáculo del modelo bolivariano.
La tercera parte aborda el papel de los movimientos sociales en Vezuela y su relación, de autonomía o subordinación, respecto del gobierno y las instituciones oficiales. Una cuestión que se ha planteado también en otros países latinoamericanos con gobiernos “progresistas” –como Bolivia, Brasil, Ecuador, Uruguay y Argentina– y donde el autor resalta los mecanismos de cooptación de los movimientos sociales ensayados por el gobierno, en paralelo a los esfuerzos para ocultar, criminalizar y reprimir cualquier atisbo de movimiento crítico que desde abajo plantee una alternativa anticapitalista al proyecto bolivariano.
En suma, el trabajo de Rafael Uzcátegui aporta elementos de reflexión que permiten una valoración en mayor profundidad de un proceso tan complejo como es la “Revolución bolivariana”. Y ello lo hace especialmente valioso tanto para el debate en la propia Venezuela, como para el que se plantea entre la “izquierda” política y social internacional, que normalmente suele rechazar cualquier crítica a la figura de Chávez asimilándola sin distinción a la derecha golpista.
Esta postura no es por lo demás novedosa, ya que el apoyo sin fisuras a los procesos “revolucionarios” en los países del Tercer Mundo ha sido una constante de los movimientos de solidaridad internacional, especialmente los de ámbito europeo. Conviene resaltar sin embargo que la solidaridad incondicional es un resabio estalinista, que una mínima valoración rigurosa de la experiencia histórica aconseja desechar de una vez, planteando en su lugar la solidaridad crítica con los procesos de cambio social que puedan desarrollarse en otras latitudes (y desde luego en la propia…). Y es que, como señalara Daniel Bensaid, “la solidaridad internacionalista se distingue de la caridad cristiana. No implica la subordinación culpabilizada ante las víctimas. Exige, al contrario, la igualdad y el respeto mutuo. La libertad de crítica es su condición" (Fragmentos Descreídos, Icaria, Barcelona 2010).
El libro de Rafael Uzcátegui constituye sin duda un hito en esta línea de reflexión crítica, y solo cabe para finalizar agradecer el esfuerzo conjunto realizado por cinco editoriales de Venezuela, Argentina y España para su publicación.
Fernando Rocha Sánchez
Esta recensión fue publicada por primera vez en Germinal. Revista de Estudios Libertarios núm.10 (enero-junio 2012)