Lo público no es privativo de los gobiernos

 

Estamos asistiendo en los últimos meses a una espiral de agresión económica y social con la excusa de acabar con una crisis que nosotros no hemos generado y de la que se nos culpabiliza.

Si alguna culpa hemos tenido ha sido creernos lo que el sistema nos ha enseñado desde pequeños, creernos que debíamos ser consumidores, que debíamos ser personas que vivíamos para trabajar, que debíamos ser personas que teníamos que trabajar para conseguir tener un sitio propio donde vivir, que debíamos ser personas que mediante el trabajo conseguiríamos el dinero suficiente para poder cambiar el coche por otro mejor, para poder cambiar el móvil por uno de nueva generación, para poder tener aire acondicionado en casa que nos evitase el frío del invierno y el calor del verano porque compramos unas casas mal construidas y con materiales que no son capaces de utilizar la energía del sol que era gratuita, para comprarnos ropa constantemente porque las cosas no tienen que durar, para consumir productos envasados en plástico y tener que reciclar porque no somos capaces de reutilizar, de haber participado de unos sistemas políticos que han generado unas castas de corruptos y vividores que han utilizado lo público como algo propio, dilapidándolo y malversándolo. Tenemos la culpa de ser elementos disciplinados del sistema económico.

Cuando han querido las grandes corporaciones industriales y financieras han generado una crisis de la que nos culpabilizan a todos por haber vivido por encima de nuestras posibilidades. Esto que hemos escuchado millones de veces en los últimos tiempos es una de las mentiras más grandes jamás dicha en la historia de la humanidad, ya que lo único que hemos hecho es vivir como nos han dicho que debíamos vivir.

Todos sabemos que esa crisis ha sido generada por las corporaciones financieras e industriales, con la complicidad de los gobiernos que han utilizado el dinero de todos, el dinero de nuestros impuestos, para crear infraestructuras destinadas al enriquecimiento de esas corporaciones, hemos llegado a una situación de endeudamiento público no asumible por parte del Estado o la sociedad; pero los culpables somos todos nosotros ya que esas grandes corporaciones mundiales no tienen unos responsables visibles y además “son las que están haciendo todo lo posible por el avance constante de la humanidad”. De nuevo la mentira se viste de verdad.

La mentira nos ha envuelto a todos y, como “no nos pueden contar la verdad”, siguen haciendo de la mentira virtud y nos venden que la deuda pública es pagable y que para pagarla tenemos que prescindir de todo lo público porque no es productivo y al no serlo no lo podemos mantener.


¿Qué es lo público?

Este planteamiento de lo público es algo maniqueo, equivocado e interesado cuya única pretensión es favorecer los intereses privados empresariales para que se queden con la gestión y el negocio de todos los servicios públicos. Al mismo tiempo tener un concepto de lo público como algo que pertenece al gobierno que está al frente de un Estado es otra equivocación en la que no nos debemos dejar involucrar.

Lo público es algo que pertenece a todos sin excepción y por tanto la decisión sobre ello pertenece a todas las personas que forman la comunidad, ya sea esta local, regional o mundial.

Desde otro punto de vista no podemos defender lo público gestionado por el gobierno de un Estado, por el ayuntamiento de un municipio, por el gobierno de una región o por un posible gobierno mundial, donde unos cuantos toman las decisiones por el resto.

Desde este punto de vista lo público es lo que pertenece a la comunidad y es la comunidad en sus conjunto la que decide sobre ello.

Lo público no tiene que ser más o menos productivo, más o menos rentable porque está al servicio de toda la comunidad y con que sea bueno para una minoría dentro de esta comunidad ya es productivo y ya es rentable.

Lo público no puede ser visto como un negocio puesto que no lo es, lo público es para dar servicio y nada más. Lo que hay que exigirle a lo público es que sea eficaz, que solucione los problemas para los que ha sido creado u organizado, sólo con eso debe ser suficiente ya que la comunidad se sentirá satisfecha.

No podemos entender lo público como un trabajo privativo personal e intransferible ya que no puede pertenecer a nadie en exclusiva, de la misma manera que lo público no es propiedad de un gobierno, tampoco lo público puede ser propiedad de ninguna persona (funcionario) que realice su labor en alguna esfera de lo público ya que, como he dicho antes, lo público pertenece a toda la comunidad y es toda la comunidad quien debe tomar las decisiones sobre su gestión y sobre su desarrollo.

Si entendemos lo público desde este punto de vista podemos establecer las condiciones para crear un sistema público antagónico al sistema público estatal y que nos sirva de alternativa a ese sistema público cuando el Estado colapse, como pretende el neoliberalismo imperante, que pretende destruir el Estado como garante de servicios públicos esenciales, para crear una sociedad controlada por la economía y por el mercado. En esa sociedad el Estado sólo tendrá el papel de gendarme de la propiedad privada y de los intereses económicos de los sectores propietarios, dejando el resto de servicios en manos privadas para que sean un negocio más, sin control y sin cortapisas para desarrollar sus prácticas mercantiles.


¿Tenemos una alternativa?

Visto esto así, podríamos desarrollar un sector público paralelo con la contribución de todos, tanto económica como personal, que abarque a todas las personas que formamos la comunidad y no exclusivamente a los que contribuyan a ello. Esto supondría practicar una objeción de conciencia hacia la contribución a las arcas del Estado para ser contribuyentes de ese sector público que estamos creando y que será gestionado por toda la comunidad, se trataría de una revolución interna, intestina, que dejaría sin sentido tener un Estado con gobernantes y gobernados, donde unos viven del esfuerzo de otros que lo único que hacen es contribuir y, al final, tener que pagarlo por todos aquellos que han contribuido a crearlo.

Hoy ya podría hacerse si nos unimos en comunidades donde los que trabajamos pasamos parte de nuestro salario para crear alternativas de trabajo y de servicios y que desde la comunidad se garanticen las necesidades básicas y prioritarias de todos los que nos integremos en el sistema, se trata de tener una práctica acorde con lo que pretendemos conseguir, una práctica que pueda servir de ejemplo a todo el mundo para ver que es posible otra realidad diferente a la que nos dicen que es la única y mejor. Se trata de plantear alternativas prácticas para poder tener el engranaje en marcha cuando nos dejen totalmente desposeídos por el sistema económico capitalista que es antihumano, antipersonas y enemigo de la libertad de los humanos y de la vida en felicidad y armonía.

¿Está esto reñido con el anarquismo?


Manuel Vicent

Publicado en el número 307 del periódico anarquista Tierra y libertad (febrero de 2014)