Nombres en la Historia

 

Luigi Fabbri (1877-1935)

"La anarquía, en el significado más amplio de la palabra, es realizable siempre, con diversidad de grado, y se realiza tanto más cuanto menos se contenta uno con la realidad ya adquirida", así se expresaba Luigi Fabbri para tratar de alentar a las personas de su entorno en un pésimo momento, después del primer gran conflicto bélico en el siglo XX. Fabbri (1877-1935), como tantos anarquistas, tuvo múltiples facetas a lo largo de su vida para contribuir al ideal, principalmente la de escritor y educador, además de ser un incansable militante; fue un habitual colaborador de la prensa anarquista en Europa y, también más tarde, en Sudamérica: director de Umanitá Nova, coeditor de L'Agitazione, colaborador de Universitá popolare…. Muy joven, conoció las prisiones italianas, en las cuales pasará muchos años. En diversos momentos de su vida, se negó a asumir el papel de líder revolucionario manteniéndose con ello fiel a sus ideas libertarias. A partir de 1922, con el ascenso del fascismo en Italia, la situación para los anarquistas fue muy complicada; en 1926, se obligó a los docentes a jurar fidelidad al régimen fascista y Fabbri, como profesor de escuela primaria, se negó, algo que le obligó al exilio a Francia. Tras ser expulsado también de país galo y pasar por Bélgica, se dispuso a partir para Sudamérica. En Argentina, se dedicó sobre todo a la actividad periodística, en el periódico anarquista La Protesta, aunque también siguió ejerciendo de profesor. En septiembre de 1930, un golpe militar llevó a la dictadura en Argentina y toda actividad obrera fue prohibida, especialmente la anarquista, por lo que las instalaciones de La Protesta fueron clausuradas y destruido su material. Fabbri partió hacia Uruguay, donde pasará los últimos años de su vida.

Los que le conocieron, pensaban que Luigi Fabbri encarnaba permanentemente el ideal de justicia y libertad en la esfera íntima de su vida. Aquellos que vivieron junto a él, difícilmente pudieron considerar la anarquía simplemente como un bello ideal, ya que la vieron en acción. Tal como decía Luce, su hija, la pasión por la libertad de Fabbri estaba originada en un profundo respeto por la personalidad humana. En su faceta de profesor, jamás llevó a cabo propaganda alguna y confiaba en que la mejor labor educadora era crear la atmósfera adecuada para que los chavales fueran formando por sí solos su mundo interior sin aceptar nunca las ideas prefabricadas. En la escuela decía palabras como estas: "No creáis nunca ciegamente en las palabras del maestro, en las afirmaciones de un solo libro. Escuchad, comparad las diversas opiniones y llegad a conclusiones propias". El anarquismo de Fabbri, como no podía ser de otra manera, era profundamente humanista al defender, tanto la libertad política como la justicia económica, tanto el patrimonio cultural producto de la historia como el esfuerzo individual ante el peligro de la opresión estatal. La forma de observar la historia de este anarquista era como un desarrollo permanente, un impulso del espíritu humano hacia su liberación. A pesar de vivir hechos tan convulsos en su tiempo, como fueron los grandes conflictos bélicos y el fascismo, Fabbri siguió teniendo una confianza inquebrantable en la labor educadora y trató de ser coherente hasta el final.

Un de sus obra más influyentes es Revolución no es dictadura, en la que plasma la visión revolucionaria anarquista y denuncia toda forma de Estado, aunque adopte esa supuesta intención transformadora. La verdadera liberación solo puede ser llevada a cabo por individuos y organizaciones libres de los deberes y los intereses de cualquier forma opresora. De igual modo, Fabbri defiende la coherencia clásica anarquista entre medios y fines: "Del sistema que se adopte para la defensa de la revolución dependerá en gran parte la suerte de la revolución". La autogestión por parte del pueblo es imprescindible con el fin de evita la administración por parte de una élite, algo que será forzosamente contrarrevolucionario. Revolución no es dictadura es otra obra clave para comprender la apuesta revolucionaria del anarquismo.

Otro texto importante de Fabbri lo constituye Influencias burguesas sobre el anarquismo, cuya primera edición data de 1918; en esta obra se echa por tierra la pobre y distorsionada visión que del anarquismo suele tener la burguesía. Cuando se da una excesiva importancia a los actos heroicos de un individuo, también en el ámbito anarquista, se recoge para Fabbri la gran relevancia que las ideas burguesas conceden a ciertas personas en detrimento del ambiente social; del mismo modo ocurre cuando hablamos de actos de violencia o de rebeldía. Fabbri, como resulta evidente, alude en concreto a la las grandes titulares que la prensa burguesa dedicaba a cualquier atentado, que rápidamente era atribuido a los anarquistas. Esta reflexión, realizada hace casi un siglo, merece ser trasladada a nuestro tiempo, en el que los medios tecnológicos permiten la difusión de cualquier noticia de forma inmediata y sin verificar; por supuesto, los grandes centros mediáticos de comunicación de masas siguen estando al servicio de intereses muy concretos. Con toda una revolución tecnológica, para nada puesta al servicio de fines humanistas, cada vez cuesta más que las personas estén en contacto con una realidad concreta y fiable.

La realidad es que, aún hoy, se sigue vinculando en gran medida anarquismo con marginalidad y violencia, si no con inmadurez y utopismo. La verdad es que, tal y como dijo Luigi Fabbri, y trato de encarnar en su propia vida, no hay ninguna vinculación entre anarquismo y violencia: "La anarquía es un conjunto de doctrinas sociales que tienen por fundamento común la eliminación de la autoridad coactiva del hombre sobre el hombre". En cuanto al resto de atributos despectivos, ahí se encuentra la innumerable obra vital, moral e intelectual de tantas personas y tantos movimientos anarquistas. Con todos los errores, fracasos y derrotas que se quiera, y sin ningún ánimo de idealizar ninguna realidad, es una tarea del pasado que merece ser esclarecida con el fin de que en el futuro se siga aportando una importante obra constructiva.

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