Mutilaciones religiosas

 
El pasado mes de junio, un tribunal alemán (Colonia) condenaba la circuncisión, haciendo de ella un delito penal porque “modifica de manera permanente e irreparable el cuerpo de un niño”. Esta cuestión vino motivada por el caso de un médico de cabecera que había circuncidado a un niño de cuatro años, hijo de musulmanes, que había sido llevado a urgencias por desangrarse…

Al margen del aspecto legal en lo relativo a practicar o no ese tipo de intervención, el tribunal ha ido más lejos al basarse en los derechos de los niños (convención de la ONU), y ha estimado que “el derecho de un niño a su integridad física prima sobre el de sus padres”. El tribunal ha precisado también que ese juicio no alterará en nada la libertad religiosa de los padres, y que estos podrían esperar a que el niño sea mayor para que decida por sí mismo si quiere circuncidarse o no, independientemente de su profesión religiosa.

Nada más normal ante un juicio que parece lleno de sensatez y debería sentar jurisprudencia, pero las Iglesias se han levantado como un solo hombre, considerando ese juicio como un ataque insoportable a la libertad religiosa. Para ellas, una mutilación genital no es una mutilación desde el momento en que ha sido dictada por Dios… ¡Vaya!

Y volvemos de nuevo a la unión sagrada entre judíos, musulmanes, católicos e incluso protestantes (habitualmente más discretos). Dieter Graumann, presidente del Consejo Central de Judíos en Alemania, considera ese juicio “de una gravedad sin precedentes en las prerrogativas de las comunidades religiosas”, y precisa que la circuncisión “es un elemento esencial de la religión judía, practicado desde hace miles de años por todo el mundo”.

De la misma manera, el Consejo de Musulmanes de Alemania habla de “ataque sorprendente e inadmisible al derecho de autodeterminación de los padres”.

En cuanto a la Conferencia Episcopal, consideran “extremadamente asombrosa” la decisión del Tribunal. Por último, la Sociedad para la Cooperación de Judíos y Cristianos afirmó que “criminalizar la circuncisión supone no desear que haya una vida judía en Alemania”.

Y todavía más fuerte, el rabino Pinchas Goldschmidt de Moscú no ha vacilado en caracterizar esta condena a las mutilaciones genitales de los niños como “el ataque más grave contra la vida judía en Europa desde el Holocausto”. Comparar una medida que pretende proteger la integridad física de los niños con los crímenes del nazismo roza el delirio.

Solo los médicos han apreciado el juicio, estableciendo una base legal sobre la que apoyarse respecto a la situación vivida hasta entonces. Y al 30 por ciento de los niños circuncidados en todo el mundo (cifra de la OMS), ¿cuándo se les ha pedido opinión?

Todas las religiones se han levantado contra ese “pequeño juez” que tuvo el atrevimiento de encausar la “tradición religiosa”, de pretender que un niño tiene derecho a su integridad física… Veremos, bajo la presión de estos lobbies religiosos, cuántos políticos alemanes se desvincularán del juez.

M. Seibert, portavoz de Angela Merkel, pretende que “las circuncisiones de niños no sean objeto de persecución penal”. Los socialdemócratas reclaman una ley “dirigida a proteger los rituales religiosos tradicionales”. Renate Kunst, dirigente del grupo parlamentario ecologista, expresa su proposición (¿verde y duradera?) de “garantizar las excepciones para judíos y musulmanes”.

En definitiva, reclamada por las Iglesias y apoyada por los partidos políticos, estamos ante la continuidad de las prácticas bárbaras en nombre de la sumisión a Dios y a las tradiciones oscurantistas que resultan de ello.

¿A qué esperan entonces todos los políticos de Alemania o de Europa o de todo el mundo para legislar y legitimar en nombre de una sana tradición religiosa la ablación de las niñas, el sacrificio ritual de animales? Y ya puestos, los sacrificios humanos también, puesto que los dioses vienen exigiéndolos desde hace siglos.

Guste o no a los religiosos de cualquier pelaje, la circuncisión es una violencia contra el niño, practicada tanto por los judíos como por los musulmanes, y por los católicos durante siglos. A este respecto, en el Nuevo Testamento, Lucas evoca la circuncisión de Jesucristo (2,21) y el “Santo Prepucio” fue venerado como reliquia durante la Edad Media, siendo reivindicada su posesión por varias iglesias”.

La circuncisión sigue siendo practicada por las iglesias coptas de Egipto y de Etiopía, así como por las de la Polinesia francesa e incluso las de Filipinas, país asiático de mayoría católica.

En conclusión, las religiones no son sino violencias practicadas contra mujeres y hombres en nombre de dogmas absurdos y criminales surgidos de la psicopatología.

Por una vez que un tribunal prima el respeto al ser humano, estemos satisfechos…

¡Ya es hora de que judíos, musulmanes y cristianos nos dejen el prepucio. Que dejen clítoris y vaginas de miles de mujeres víctimas de ablaciones y otros tipos de mutilaciones sexuales dirigidas a mantener la dominación patriarcal mediante el control de la sexualidad femenina!

Michel

(Le Monde libertaire)

Publicado en el número 299 del periódico anarquista Tierra y libertad (junio de 2013)