Un corazón muy grande, en un mundo sin corazón, por un mundo nuevo
Un corazón muy grande, en un mundo sin corazón, por un mundo nuevo
Me cuesta tener que escribir estas palabras para rememorar a un gran compañero que nos ha dejado huérfanos, Vicente Villanova, Vicente “el de Foyos”, Vicente “el Pelos”.
Por cualquiera de estos apelativos era conocido por todos y todos ellos eran cariñosos porque eran los nombres que le habíamos dado en diferentes momentos. El compañero Vicente nos dejó el pasado 14 de marzo pero sólo físicamente porque sus ideas, su forma de ser, su solidaridad, su integridad, su bondad, su vigor, su buen humor, su sinceridad, su lealtad, siempre estarán presenten en nuestros corazones.
Hablar de Vicente en pasado me resulta altamente difícil, tanto como dejar de pensar que ya no podremos hacer los largos viajes juntos, yo casi siempre de copiloto (ya que era muy difícil quitarle el volante a Vicente), hablándole para que no se durmiese, hablándole para conocernos mejor, hablándole para intercambiar pareceres sobre temas que habíamos debatido en las incontables reuniones, que habíamos hablado en los numerosísimos actos a las que asistimos en más de 30 años.
Comentando cosas de la vida, de la familia, del trabajo, de la CNT, de la FAI, de la política, disgustados unas veces, contentos otras, animosos en ocasiones, desanimados en otras; toda una vida militante por los caminos de la península o del exterior de la misma.
Recuerdo las veces que intentamos convencerle, después de una reunión interminable en cualquier punto de la geografía, para quedarnos a dormir antes de emprender viaje y no lo conseguíamos porque era cabezón y no quería; no quería porque Vicente además del gran amor que sentía por su familia ideológica, también lo sentía por su familia e intentaba llegar lo más pronto posible a su casa para poder estar con su compañera Rafa, sus hijas Vida y Olga y su hijo David, con el tiempo se unieron los nietos. Esta es la dura vida de un militante, de un luchador, de una persona que llevaba un mundo nuevo en su corazón y que intentaba sembrar con el ejemplo.
La verdad es que su ejemplo ha sembrado y nos debe servir a todos para fortalecernos y hacernos construir unas organizaciones que a través del diálogo, la discusión, el acuerdo y el consenso (la unanimidad anarquista), y no con la imposición, la votación y la pelea nos ayude a construir ese mundo nuevo en el que quede desterrada la injusticia, la tiranía, la desigualdad y el enfrenamiento entre los seres vivos.
En 1990 Vicente, después de más de 30 años de militancia, fue elegido secretario general de la CNT en su VII Congreso celebrado en Bilbao, fue un momento duro porque la responsabilidad era máxima y creo que Vicente nos demostró a todos cómo se puede encabezar una organización sindical sin estridencias, sin derroches y en perfecto hermanamiento; creo que de todo ello deberíamos haber aprendido los que posteriormente hemos accedido a cargos de responsabilidad. A cada uno de nosotros nos toca reflexionar si lo conseguimos o no.
Vicente fue un hombre sencillo y sin afán de protagonismo, eso lo puedo corroborar, pero mejor que yo lo puede hacer su trayectoria.
Años después sería miembro del Comité Peninsular de la FAI y de la misma forma que en la CNT nos demostró, con su personalidad, cómo debemos comportarnos entre compañeros, ese es el mayor valor que podemos sacar de nuestro compañero y creo que no es pequeño ni baladí.
No puedo reflejar en unas pocas líneas, ni en un periódico entero, lo que ha sido toda la trayectoria militante de Vicente, pero me basta con que recordemos a nuestro compañero, a nuestro hermano, a nuestros padre, a nuestro amigo como una persona con un gran corazón, como un luchador incansable, como un revolucionario, como hombre íntegro, como un idealista, como un gran cenetista y como lo que era, un gran anarquista.
No hace falta decir más, no puedo decir menos: nos ha dejado Vicente que nació en plena Revolución española, que supo lo que era el exilio y que vivió por expandir y volver a conseguir que esa revolución de los años 30 pudiese hacerse de nuevo realidad. Vicente llevaba el ejemplo de esa revolución en su sangre, le corría por sus venas y le llegaba hasta su cerebro que le ordenaba decir palabras que hacían presente el pasado y soñar con un futuro donde la anarquía se alzase como la más alta demostración del orden natural de los seres humanos; a nosotros nos toca recoger el testigo y hacer posible que ese futuro sea un presente cercano.
Vicente era ese hombre que no hacía discriminación entre la CNT, las Juventudes Libertarias o la FAI, había militado en todas ellas y se consideraba integrante de todas porque consideraba que todas tenían una misma finalidad, la anarquía, la más alta expresión del orden y de la libertad integral de los seres humanos.
Compañeros, en memoria de nuestro Vicente Villanova Gardó: por la CNT, por la FAI, por la anarquía siempre.
Manuel Vicent
Publicado en el número 309 del periódico anarquista Tierra y libertad (abril de 2014)