V de Vendetta, las llamas de la anarquía

 
El británico Alan Moore es uno de los más prestigiosos escritores de cómic de los últimos años; su popularidad ha aumentado con las ya tres versiones cinematográficas que han "sufrido" tres de sus obras, y su prestigio aumenta al comparar la indudable calidad y el rigor de la obra escrita con la banalidad de las adaptaciones al celuloide. En el caso de la obra que ocupa estas líneas, con versión fílmica de reciente factura, Moore ha reiterado su rechazo e indignación desde que leyó una primera versión del guión.
Corría el año 1981, cuando Moore comenzó la elaboración de "V de vendetta" durante unas vacaciones en la isla de Wight. Viendo a su hijita Amber de pocos meses y observando un negro futuro para ella en la fría y miserable Inglaterra ultra-conservadora de Margareth Thatcher, empezó a concebir la idea de un cercano gobierno fascista para su país y de un misterioso terrorista enmascarado que sacudirá a los miembros de una sociedad oprimida para hacerles conscientes de que ellos son los único dueños de su destino -más adelante, veremos que el nombre de "destino" es importante en nuestra fascinante historia-. Años más tarde, y comprobando que los mismos conservadores se afianzaban en el poder, el escritor británico manifestará que fue excesivamente melodramático al suponer que haría falta algo como un conflicto nuclear para llevar a Inglaterra hacia el fascismo, tal y como se relata en el prólogo de la historia.
El año en que se sitúa el comienzo de "V de vendetta" es 1997, después de la crisis que ha provocado su participación en una Tercera Guerra Mundial, un partido fascista se ha hecho con el poder en Inglaterra junto a las grandes corporaciones, se han construido campos de concentración donde se ha recluido a las minorías, y se controla al ciudadano gracias a cámaras de vídeo colocadas por doquier en un Estado totalitario y corporativo edificado a modo de un terrorífico cuerpo humano donde en lo más alto de la pirámide encontramos al "cerebro", que toma las decisiones, los "ojos" vigilan, las "orejas" escuchan, la "nariz" investiga y los "dedos" actúan, represiva e inexorablemente, en consecuencia, sin olvidar a la "boca" que funciona a modo de ministerio de propaganda; una seductora voz conocida como "destino" informa por radio a los ciudadanos de la realidad que deben conocer. Al comienzo de nuestro relato, un misterioso sujeto de rostro oculto -parece que el disfraz que viste imita a Guy Fawkes, personaje que en el siglo XVII trató de volar el parlamento británico y asesinar al rey, muy apropiado el modelo cuando conozcamos el desarrollo de los acontecimientos- salva a una joven prostituta, a punto de ser violada por unos servidores del "orden", y la convertirá en su pupila; muy pronto, comenzarán una serie de selectivos asesinatos y atentados terroristas. Sin embargo, el enmascarado no se comportará como un terrorista convencional, no exigirá demandas ni concesiones. Sus acciones buscan aparentemente una fascinante venganza, como indica el título, pero su verdadero objetivo será socavar los cimientos del poder -incluido el religioso, en un episodio impagable donde denuncia la hipocresía y manipulación del clero y transgrede heréticamente el ritual católico- y crear un clima subversivo que desembocará en la anarquía. Las influencias de "V" parecen claras: las utopías negativas de escritores como Orwell, Huxley o Bradbury, el horror nazi-fascista de la primera mitad del siglo XX así como los Estados totalitarios generados por el socialismo autoritario, personajes de ficción enmascarados que luchan contra los poderosos...
La historia que se narra en "V de vendetta" fue publicada originariamente por entregas; es así que, como señaló el propio Moore, es necesario contemplar la obra globalmente para comprender ciertos elementos que pueden parecer extraños en los primeros episodios, y admirar la increíble coherencia de una narración que funciona como un mecanismo de relojería. Recuerdo algunas críticas levemente negativas indicando su exceso de retórica, pero para mí la obra tiene el tono adecuado dado el enigmático histrión que la protagoniza, ese enmascarado que se hace llamar "V" -uve de venganza, uve de victoria- y cuya identidad será solo una especie de macguffin -térmio acuñado por el genial cineasta Alfred Hitchcock-, una excusa argumental para impulsar hacia adelante la historia.
Yo conservo una entrañable edición de la obra, publicada en diez entregas allá por finales de los años 80 y que trató de respetar su inicial concepción, máxime cuando la editorial inglesa que inició su publicación cerró al poco tiempo de iniciarse la misma y provocó una discontinuidad que duraría varios años. Se puede adquirir fácilmente una reciente edición, de tapa dura, en un solo volumen y que, para mí, perdería gran parte del encanto y de la fascinación que me produjo, y que aún conservo cada vez que vuelvo a revisar la obra, aquel entretenidísimo serial que posee una compleja, seductora y audaz reflexión política. No obstante, recomiendo su lectura sea como fuere, y que trate de hacerse con reposo y profundidad, saboreando cada viñeta y cada texto, alejada de los fuegos de artificio que puede producir su adaptación al celuloide.


La adaptación cinematográfica

Me había propuesto no dar demasiado protagonismo a la gran producción cinematográfica que adapta nuestra historia. Sin embargo, dado el respeto que tiene a la mayor parte de los códigos presentes en el cómic, me decido a hacer una pequeña valoración. Todo lo positivo, y que le da una gran fuerza, que hay en la pantalla ya estaba presente en la obra escrita; esta vez -comparando con las dos adaptaciones anteriores de Moore-, no se ha banalizado el argumento con vistas a hacer un producto lo más comercial posible, está todo lo que puede tener de controvertido y valiente -mucho más en el mundo post-11 S de los último años donde el poder se fortalece con la excusa del peligro terrorista-, no se sacrifica sino que se pone al servicio de la coherencia final. Ha habido una gran polémica con Moore -supongo que harto de lo que habían hecho anteriormente con su obra, tenía todos los prejuicios del mundo y rechazó la adaptación- y su nombre no aparece en los créditos. El film se nutre de un gran reparto -poderosa voz la de Hugo Weaving, si había imaginado una voz para "V" sería ésta-, de una buena puesta en escena -el supuesto futuro donde ha triunfado el fascismo no es formalmente un mundo muy alejado del nuestro- y de una realización que no busca la espectacularidad a cualquier precio ni convierte al personaje en un superhéroe. Paradójicamente, y como ya sospechaba, la palabra "anarquía" solo se menciona una vez, en una especie de guiño irónico en la que un delincuente menciona el famoso título de la canción de los Sex Pixtols; no obstante, ello no me molestó demasiado, el espíritu del cómic "V de vendetta" está presente en la película.

José María Fernández. Paniagua

(Artículo publicado en el periódico anarquista Tierra y libertad núm.214 (septiembre de 2006)