Vigencia del pensamiento de Camillo Berneri
Frank Mintz
Vigencia del pensamiento de Camillo Berneri
Frank Mintz
Ya pasó la época en que vivió Camillo Berneri (crisis capitalista de 1929, luchas sociales en España y actividades clandestinas antimussolinianas). A Berneri se lo tiene encerrado en el panteón de la lucha antifascista italiana y de la revolución española de 1936-1939. Y así lo mantuvieron los compañeros del MIL al publicar artículos suyos de crítica a la CNT gubernamental en el periódico en italiano Guerra de classe que él animaba en Barcelona.
Pero Berneri abordó de lleno todas las discusiones sobre cuestiones clave del movimiento libertario. Parte de los problemas que planteó (comunalismo libertario, federalismo, organización de los grupos, participación electoral, obrero-idolatría) no son ya novedosos, otros siguen en vilo.
Los intelectuales libertarios poco se interesan en Berneri. Noam Chomsky no lo cita en sus Notas sobre el anarquismo, ni Bookchin se inspiró en él. Spinoza y Proudhon guían a Daniel Colson en Lyon; Bakunin, la FORA y a veces Witgenstein a Eduardo Colombo en París; Foucault y Mujeres Libres a Margareth Rago en Sâo Paulo. Y estos amigos aportan indiscutiblemente. Como tiendo a quedarme con Bakunin, Kropotkin, Camus, sobre todo porque me exasperan los sabios actuales (por ejemplo, Zizoj Slavoj1 y antes Gramsci, Sartre y Foucault) que pretenden tratar del poder sin valerse de los aportes anarquistas, es lógico que yo aprecie a Berneri.
Mi interés por Berneri empezó a inicios de los 60 con la traducción al francés de algunos textos suyos relativos a la revolución española de 1936-1939. Escaseaban los textos en francés sobre el tema fuera de los de Gaston Leval en italiano y de Peirats en castellano. Era necesario redactar un esbozo biográfico a partir de la poca documentación de un grupo anarcocomunista francés, Noir et Rouge, en 1962-1963. Afortunadamente, si bien había pocos archivos internacionales, se encontraba una joya: el libro Pensieri e Battaglie (pensamientos y batallas), edición póstuma de textos de Berneri, publicado en París en 1938 por sus amigos y su viuda, Giovanna Berneri.
Me golpeó (hasta hoy día) la inquietud, el malestar de Camillo Berneri de cara a la tradición anarquista y a la par una profunda entrega. Podía ser que fuera lo que yo sentía en ese momento y acaso otros ahora intuyen la misma sensación. Significativos son dos extractos de cartas privadas a Luigi Fabbri, 43 años, cuando Berneri tenía 33. Y significativa es la aproximación entre ambos.
Fabbri ya había trazado una parte del camino crítico de Berneri: “Sobre todo nos hemos resignado a ser las víctimas de todos los locos, de todos los estrafalarios, de todos los exagerados que con el pretexto de la lógica han pretendido no sólo justificar todo lo que los burgueses hallan indecoroso y repugnante, sino impedir y demoler cada obra de reconstrucción que los otros compañeros intentaban, colocando adelante constantemente el espectro de la incoherencia con las ideas2.”
Por eso, sin duda alguna, hubo entre Fabbri y Berneri un trato íntimo, como hacia un hermano mayor de parte de Camillo. De ahí el hablar sin pelillos en la lengua, al pan pan y al vino vino.
Yo me habría dedicado a una obra cultural, a la cual me lleva un lado de mi temperamento, si tuviera la convicción de tener una inteligencia excepcional. Sé que no la tengo, y no tengo la voluntad tenaz que permitiría compensar, en muchos campos, el talento. Desde hace muchos años escribo ensayos, que nunca publiqué, y que destruí, en gran parte, sobre psicología, pedagogía, etc., pero son muy poca cosa. Lo curioso es que de un lado me siento empujado a la política militante, del otro, en el campo cultural, los estudios preferidos son o de una muy particular erudición (me perdí tanto tiempo en cosas grotescas: psicología zoológica, telepatía, etc.) o terriblemente abstractas (tengo un ladrillo, como material, sobre el finalismo). Nace de eso un malestar general. Cuando soy estudioso no soy revolucionario, y entonces me vienen remordimientos. Ahora, sin embargo, estoy dando una dirección a mis estudios3.
Naturalmente, tengo bronca de mí mismo, y me cubro de insultos y a menudo estoy asqueado por mi actividad erudita, y por ceder demasiado a mis egoísmos culturales. (...). Cuando salga [de una condena a nueve meses de cárcel en Francia], fundaré una revistita mía, en la que expondré todas mis ideas. Y así, finalmente, sabré qué soy. Ya no comprendo nada. Cuanto más leo nuestra prensa más me parece soñar4. Tú sabes que no puedo nada con este no estar de acuerdo mío con casi nadie. Tengo la cabeza hecha así y dudas sobre si conseguiré cambiármela. Pero tú y contigo Bertoni, Malatesta, etc., tenéis razón de continuar la tradición ideológica, que responde a cierta mentalidad y tiene su función. En cuanto al sindicalismo, creo que es el único terreno sobre el que podremos construir algo, aunque no pueda aceptar los liberados [funzionari sindacali] y vea no pocos daños y peligros en el anarcosindicalismo en la práctica. Si pego duro al individualismo es porque, pese a ser la corriente individualista de poca importancia numérica, ha logrado influenciar a casi todo el movimiento. Casi todos los anarquistas, a mi parecer, son individualistas, optimistas y doctrinarios. Afortunadamente, nuestra religión es más bella que las otras y esto la justifica y me hace soportar sus dogmas y sus tomistas, y creo que quedaré siempre, si bien refunfuñando y mordiendo, un buen creyente. Mi sueño es suscitar el examen de una gran serie de problemas, luego, recogiendo las observaciones críticas, los añadidos, las soluciones, etc., de quienes intervengan, llegar a un programa hacia 1932 o 1933, presentable como programa de un grupo de anarquistas, que dejan vivir en paz a los demás pero que desean ir por su propio camino5.
En Francia la revolución es remota y ciertas actitudes diletantes se explican. Pero allí donde hay un mundo que abatir y un mundo que reconstruir, como en España, cualquier especialización educacionista, higienista, libero-amorista que sea, es grotesca.6
La modernidad de Berneri es haber intuido el desfase entre el militantismo y las inclinaciones personales, intentando compaginar las dos facetas. Y esto, sin necesidad de pensadores situacionistas y otros críticos de la vida cotidiana que permanecen en la contemplación o tienden a predicar la destrucción, que termina por justificar la cotidianidad del mismo capitalismo.
Otra modernidad, de hecho una reacción de militante que aplica la lucha de clases, aclarada por una cita a continuación, es no soportar la yuxtaposición de múltiples tendencias supuestamente prioritarias o tan importantes unas como otras, “de todos los locos, de todos los estrafalarios, de todos los exagerados” que enumeraba Fabbri.
Otro rasgo de modernidad es el reconocimiento de rasgos momificados “religión (…) sus dogmas y sus tomistas, (…) un buen creyente” que empapan, anquilosan, encorsetan el movimiento anarquista. La difícil síntesis que se comenta luego entre principios fundadores y creadores y principios criticos e iconoclastas.
De paso se puede observar que Berneri tras haber condenado a los plataformistas del grupo de Nestor Majnó y de Piotr Archinov7, integra también el rechazo del individualismo8 y la adopción de un programa, fundamentos de la propuesta plataformista, con la responsabilidad en el cumplimiento de las decisiones acordadas (una perogrullada de la vida corriente que algunos ingenuos –o mal informados como Malatesta- redujeron a la disciplina militar).
Y Berneri proclama la necesidad de separarse de estos lastres “de todos los locos”, porque es preciso estar con los oprimidos, luchar con ellos, actuar y ser eficaz contra la explotación social. Y la orientación era el anarcosindicalismo que Berneri presentó en un artículo el mismo año, con más vigor y violencia crítica que en las cartas a Fabbri.
Con el anarcosindicalismo, el anarquismo sale del esnobismo, del cerebralismo onanista, del individualismo egoísta, del nihilismo exacerbado y desesperado. Allí es donde el movimiento anarquista tiene raíces en el movimiento sindical, una participación amplia y seria en la lucha de clase, allí presenta un todo organizado, una vitalidad, una madurez, en suma, que compensa las deformaciones y las insuficiencias doctrinales y tácticas.
Si el movimiento anarquista ruso no estuvo a la altura de la situación fue, esencialmente, por no estar unificado por un esfuerzo común simultáneo apto para reducir o poner de lado las disensiones metafísicas o de detalle9. Allí donde el movimiento anarquista vive fuera de la órbita sindical, aparecen las mismas señales de desorientación, los mismos fenómenos de bizantinismo y de diletantismo, los mismos síntomas de un verdadero y propio marasmo o de una muy lenta convalecencia10.
El anarcosindicalismo venía a ser un elemento purificador, un tamiz contra las escorias de la torre de marfil y del inmovilismo de algunos sedicentes anarquistas.
[Octubre 1930 a propósito de la derrota de la organización sindical en argentina ante el golpe militar, dejando aparte que la FORA nunca fue anarcosindicalista11] La crisis del anarcosindicalismo sin embargo existe, incluso prescindiendo de sus derrotas en el terreno de la lucha. Pero es la crisis del anarquismo, de todo el anarquismo.
La confianza excesiva en las masas ha parado y desviado la función de patrulla de vanguardia de los anarquistas, que se dejaron acunar por la ilusión de que el “pueblo” podía rebelarse, sin una serie de factores preparatorios de una atmósfera revolucionaria. Esta confianza excesiva es un reflejo de optimismo entusiasta populista en algunos, pero en muchos otros, en casi todos tiene su raíz en la inmoralidad de no sentir profundamente la belleza de luchar por principios (…) La sobrevaloración del hecho económico, de la conquista material es el pecado de todo el anarquismo, que gradualista en el ámbito sindical, “comunista” a toda costa en el terreno sociológico, no sabe enfrentar los problemas del revisionismo.
Encerrado en la intransigencia absoluta frente a la vida politica, el anarquismo “puro” está fuera del tiempo y del espacio, una ideología categórica, una religión y una secta. Fuera de la vida parlamentaria, fuera de la de las administraciones municipales y provinciales, no ha sabido ni querido llevar luchas concretas, suscitando, de vez en cuando, consensos; no ha sabido agitar problemas interesando a gran parte de los ciudadanos. (…) De una infinidad de batallas el movimiento anarquista se apartó, siempre alucinado por la visión de la “Ciudad del Sol”, siempre perdido en la repetición de sus dogmas, siempre encerrado en su propaganda estrictamente ideológica.
Por reacción, algunos anarquistas fueron conducidos al anarcosindicalismo, por la necesidad no sólo de participar en la vida de las masas, sino también por tener experiencias personales.
El ámbito sindical se ha convertido en el único campo que permite una actividad concreta. ¿De quién es la culpa de las exageraciones, de las unilateralidades, de las deformaciones del anarcosindicalismo, sino de quienes nunca quisieron dar al movimiento anarquista un espacio más amplio, un dinamismo más complejo, una multiplicidad de frentes y de batallas?
El periódico de París podría hacerse en Nueva York, y casi nada cambiaría. En este fenómeno se ve uno de los mayores índices de la crisis del anarquismo “puro”12.
Sin saberlo, repetía los mismos acentos que Kropotkin unos 33 años antes (a propósito de grupos ingleses y franceses):
Todo el movimiento obrero ha caído en manos de los políticos, que lo ahogan, como ya ahogaron el primero de mayo revolucionario. ¿Por qué? Porque los anarquistas somos muy pocos, y lo que pasa es que los que están se apartan del movimiento obrero, incluso cuando los obreros no se apartan de nosotros, y en lugar de ir hacia ellos; hasta en las huelgas, algunos encuentran “very anarchistic” no unirse a los huelguistas, y continúan trabajando. Mantienen la pureza de los principios, quedando fuera, no interviniendo en ningún asunto social, lo que no supone ningún merito ni ninguna ventaja. Hay que mantener los principios trabajando con los demás, en medio de los otros13.
Berneri nunca cayó en una idolatría del movimiento anarcosindicalista español, e hizo críticas atinadas (que efectivamente fueron seguidas durante la revolución, por lo menos con Durruti en Aragón, sin duda más por sensatez que por la influencia de Berneri):
Yo decía a los delegados españoles que había que considerar el anticlericalismo defendido por la CNT y muchos elementos de la FAI como no anarquista, torpe y loco, y que uno de los factores de éxito de las corrientes fascistas españolas era dicho anticlericalismo. Tenía bajo los ojos un texto de deliberación redactado por los anarquistas españoles en que se predicaba la prohibición de las prácticas de los cultos, si bien tolerando los sentimientos interiores (como si estos sentimientos no fueran totalmente libres bajo el talón de Mussolini, como bajo los de Hitler y Stalin). El anticlericalismo toma a menudo el carácter de la Inquisición... racionalista. Un anticlericalismo no liberal, cualquiera sea su color vanguardista, resulta fascista. No sólo fascista, sino poco inteligente. [Y Berneri da una cita de Malatesta de 1890 sobre los autores de atentados] es el furor morboso de los místicos sanguinarios, es el holocausto sanguinario sobre el altar de dios o de una ideología, lo que viene a ser igual, o Torquemada o Robespierre14.
Otra crítica de Berneri no fue tenida en cuenta en España sobre el oportunismo y la podredumbre del imperialismo soviético:
[A propósito de los acuerdos económicos de 1933 entre Alemania y la URSS] Los dirigentes del partido comunista alemán han demostrado una ceguera politica espantosa, pero ésta equivale a la estupidez de toda la plana mayor de la Internacional comunista. (…) La Internacional comunista traicionó en China y en Alemania a la revolución mundial. Y en lugar de reconocer sus propios errores enormes sigue tocando el bombo y acusando de “alarmismo” y “derrotismo” a cuantos no traicionaron y dejaron la Causa. La dictadura de Londres sobre la I Internacional llevó en 1872 a la escisión. La dictadura de Moscú sobre la III Internacional lleva a la ruina15.
Gran parte de las ideas críticas de Berneri parecen escritas hoy y siguen siendo una acusación permanente de nuestra insuficiencia militante frente a las presiones de la realidad. La prioridad para ser eficaz, el compromiso duradero, la sensatez son brújulas que aplicó Berneri. Entre la letra de los principios de una época pasada y la esencia de los mismos aplicada a la realidad, Berneri no vaciló y fue a la acción. Nunca cayó en la dejación de la colaboración gubernamental ni en la facilidad de “tirar por la borda” los principios, como se leía en la prensa confederal de 1937-1938 bajo la pluma de Mariano R. Vázquez, Horacio M. Prieto y Helmut Rudiger.
Acaso Berneri fue demasiado exigente para consigo mismo, demasiado sincero de cara a las circunstancias, porque basta hojear las revistas culturales del movimiento libertario de España en que él mismo colaboró para dar a veces con textos repetitivos de poca monta o con un vago sentido emancipador, frutos de la cultura por la cultura.
La inquietud de Berneri, su anhelo de ver presentes, mayoritarias, nuestras conductas e ideas en la sociedad continúan vigentes. La estimulación, el cuestionamiento y la duda permanentes chocan con aportaciones principales estables (antiestatalismo, rechazo de la explotación, negativa de alianzas estables con fuerzas burguesas), con aplicaciones claudicantes durante la Segunda República española y la revolución de 1936-1939, para no hablar del período de los dos bloques imperialistas.
La realidad moldeada, formateada por el capitalismo casi nunca nos favorece. Las experiencias de generaciones proletarias quedan barridas por dictaduras y sepultadas por democracias (Argentina, España, Rusia). Los explotados manipulados cada vez más por las ciencias psicológicas y mediáticas aceptan seguir sendas por desiertos, oyen embelesados a profetas políticos o religiosos, practican el consumismo y el deslumbramiento pueril.
Toneladas de paciencia, de reacciones astutas son necesarias para que la prédica liberadora no sea contraproducente, para no caer en actitudes que ya denunciaba Berneri de “furor morboso de los místicos sanguinarios”.
De ahí que tanto en los años 1930 como ahora, gran parte de los problemas que obsesionaban a Berneri sigan en vilo, discutidos, marginados o envueltos en la rutina de la militancia por una difícil permanencia, en un entorno tenso y a menudo peligroso (por ejemplo, Colombia, Rusia).
Otro motivo de modernidad de Berneri es su final. En su muerte, sí, persiste el esquema criminal de la policía secreta de un Estado que viene deteniendo y asesinando a militantes disidentes en diferentes países, con el apoyo de la burguesía supuestamente nacionalista, como lo vemos hoy por hoy con la CIA en varios países europeos, árabes y africanos, como fue con el GPU marxista-leninista y su alianza con las burguesías catalana, vasca y del resto del territorio republicano.
Este artículo fue publicado por primera vez en Germinal. Revista de Estudios Libertarios núm.3 (abril de 2007)
1.- Ideología, un mapa de la cuestión, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires 2003 [Mapping ideology, 1994].
2.- Luigi Fabbri, L’Organizzazione anarchica [Informe presentado al Congreso Anarquista Italiano de Roma (16-20 de junio de 1907) y al Congreso Anarquista Internacional de Amsterdam (24-31 de agosto de 1907)], Génova 1971, p.13.
3.- Septiembre 1929, a Luigi Fabbri, refugiado en Montevideo, Pensieri e Battaglie, p.91-93.
4.- Ver la cita dada con la fuente en la nota 6.
5.- Julio 1930, ídem, p.92-93.
6.- Ídem, p.132.
7.- “Hay que salir del romanticismo. Ver las masas, diré, en perspectiva. No hay el pueblo homogéneo, sino muchedumbres, variadas, separadas en categorías. No hay voluntad revolucionaria de las masas sino momentos revolucionarios en que las masas son una enorme palanca.
Estar con el pueblo es fácil si hay que gritar: ‘¡Viva!, ¡Abajo!, ¡Adelante!, ¡Viva la revolución!’ o si sólo se trata de pelear. Pero viene el momento en que todos preguntan: ‘¿Qué hacemos?’ Hay que tener una respuesta. No para hacer jefes sino para que la muchedumbre no se los cree.
‘Táctica única’ significa táctica uniforme y continua. La Plataforma tiende a la ‘táctica única’ por simplificación del problema de la acción anarquista en el seno de la revolución. Si queremos llegar a una revisión potencial de nuestra fuerza revolucionaria no despreciable, debemos limpiar el terreno de los apriorismos ideológicos y del cómodo aplazamiento para el día siguiente de las soluciones de los problemas tácticos y reconstructivos. Digo reconstructivo porque el mayor peligro de detenimiento y de desviación de la revolución está en la tendencia conservadora de las masas.”
8.- “[…] prevemos que muchos representantes del así llamado individualismo y del anarquismo caótico nos atacarán, con espuma en la boca, acusándonos de quebrar los principios anarquistas. Sin embargo, sabemos lo que los elementos individualistas y caóticos entienden por el nombre de ‘principios anarquistas’: incoherencia, desidia e irresponsabilidad, que provocaron en nuestro movimiento heridas casi incurables. En contra de ellos, estamos luchando con toda nuestra energía y pasión.” Traducción inédita de la Plataforma a partir del ruso, preparada para un estudio de la OSL de 2005 en Buenos Aires.
9.- Es efectivamente el juicio que hacían en la URSS en 1918 los compañeros de Nabat; texto en ruso y en castellano en www.fondation-besnard.org, y que publicó en 1922 Anatol Gorelik; ver la traducción de Alexandre Skirda, incansable anarquista ruso-francés, en Les anarchistes dans la révolution russe, París 1973 [reed. París 2000, como Les anarchistes russes (les soviets et la révolution de 1917)].
10.- “Anarcosindicalismo”: Pietrogrado 1917 Barcellona 1937 : scritti scelti di Camillo Berneri, edición de Pier Carlo Masini y Alberto Sorti, 1964, p.110-111.
11.- La FORA (Federación Obrera Regional Argentina) era una organización anarquista obrera, foco de gestas magníficas hasta 1922. Pero la FORA tuvo la pretensión de aplicar por la fuerza la integración a los grupos que estaban fuera de ella (atentados contra el periódico Pampa Libre en agosto de 1924 –un muerto y cuatro heridos, uno discapacitado de por vida, Jacobo Prince-, protesta ante el movimiento anarquista internacional de Gaston Leval y Anatol Gorelik en La Antorcha). Actitudes y hechos (sin hablar de la campaña contra Di Giovanni y Ascaso y Durruti en La Protesta, órgano paralelo no integrado en la organización sindical) que se silencian en la Historia de la FORA de Abad de Santillán.
12.- Ancora sull’anarco-sindacalismo: fallimento o crisi? [Otra vez sobre el anarcosindalismo: ¿fracaso o crisis?], octubre de 1930, Pietrogrado 1917…, op. cit., p.128-130.
13.- Carta en ruso de 1897, P.A. Kropotkin i ego utchenie [Kropotkin y su enseñanza], Chicago 1931; traducida en P. Kropotkin: La Moral, Madrid 2003.
14.- Camillo Berneri, Œuvres choisies, París 1988, p.145-146
15.- “Mosca e Berlino”: Studi Sociali, Montevideo, 10 de septiembre de 1933; Pietrogrado 1917…, op. cit., p.138-139.