Alfonso Failla en la historia y en la leyenda (un congreso en Siracusa, Sicilia)
Alfonso Failla en la historia y en la leyenda (un congreso en Siracusa, Sicilia)
Numerosas localidades de Sicilia albergan trazas y recuerdos de una nada desdeñable presencia anarquista. Algunas han visto nacer a figuras destacadas del antifascismo de inspiración anárquica, que con el tiempo han entrado en la leyenda.
Es el caso de Siracusa, donde un sillero, Alfonso Failla, nacido el 30 de julio de 1906, es recordado periódicamente, incluso a nivel institucional, por la inasequible oposición que junto a otros jóvenes anarquistas supo desencadenar en la ciudad contra la emergente marea fascista, a mediados de los años 20; que luego prosiguió “no susceptible de arrepentimiento” (como dicen los documentos del régimen), en los lugares de confinamiento (en Ponza y Ventotene) y en Toscana, en las unidades partisanas, hasta la liberación de la ciudad de Carrara.
En la posguerra, Failla se establecía en el Norte de Italia, sin dejar de visitar frecuentemente la Isla y su ciudad natal, donde celebraba mítines apasionantes, revalidando sus grandes dotes de organizador sindical, de impulsor de multitudes y, no menos importante, de periodista. En la Federación Anarquista Italiana (FAI), creada recién acabada la guerra, Failla ha desempeñado cargos de relieve casi hasta su muerte, acaecida el 26 de enero de 1986.
A pesar de las leyendas y anécdotas que se contaban sobre su persona, el conocimiento real del acontecer histórico y político de Alfonso Faílla y del anarquismo siracusano, especialmente en los años de su formación, es todavía bastante escaso.
Para investigarlo, la Federación Anarquista Siciliana (FAS) y el Archivo Histórico de los Anarquistas Sicilianos (ASAS, que recoge objetos personales, papeles y documentos de numerosos anarquistas de la Isla) han celebrado en Siracusa el pasado 28 de octubre, un congreso histórico titulado “Alfonso Failla e l’anarchismo siracusano”, en el salón de actos de la ARCI. El congreso ha contado con la presencia de numerosos compañeros, de historiadores locales y de los ponentes Vanni Giunta, de la FAS siracusana (que ha introducido las sesiones); Gigi Di Lembo, de la Universidad de Florencia; Natale Musarra, del ASAS; Paolo Finzi y Aurora Failla (respectivamente yerno e hija de Failla, aparte de redactores de A – Rivista Anarchica) y Pippo Gurrieri, de Sicilia Libertaria. Se recibió una ulterior ponencia de Massimo Ortalli (responsable del Archivo Histórico de la FAI, donde también se conservan documentos de Failla), que no pudo acudir en persona.
Los ponentes subdividieron el período histórico estudiado en dos grandes apartados: el primero antes de la Segunda Guerra Mundial (Di Lembo y Musarra) y el segundo después (Finzi y Gurriere). Di Lembo y Finzi encuadraron históricamente la actividad y la personalidad de Failla y sus compañeros; Musarra y Gurrieri profundizaron en los aspectos más propiamente locales.
A tal propósito han surgido algunas sorpresas, relativas al período de formación del anarquismo siracusano. Sobre todo, se ha fechado la presencia anarquista en Siracusa y su provincia desde finales del siglo XIX, con el crecimiento de un sustrato socio-cultural y político capaz de acoger, tras la Primera Guerra Mundial, el desarrollo impetuoso de los futuros grupos anarquistas. Éstos se organizan en un primer momento en Lentini, Carlentini, Francofonte, Avola, en los alrededores de Noto y Ragusa, y sólo en un segundo momento en la capital. Son protagonistas militantes de gran coraje y capacidad organizativa, a la cabeza de los movimientos campesinos implicados en la ocupación de las tierras incultas y de los latifundios, perseguidos después por el fascismo y que acabaron en un inmerecido olvido (Martinez en Lentini, Ossimo en Carlentini, Di Mateo en Noto, Scatà y Sirugo en Avola, etc.).
El anarquismo en Siracusa-ciudad es de signo diferente, introducido por individualistas teóricos del tipo de Totò Di Mauro y de excombatientes, aunque individualistas, como Umberto Consiglio. Individualista es el primer grupo que se organiza, “Los hijos del Etna”, al que se adhiere el joven Failla, aunque mantiene todavía –como sus compañeros- fuertes lazos con la Cámara del Trabajo socialista. Individualista la cabecera de su periódico (Bandiera Nera, que renace con un célebre escrito de Renzo Novatore), plurisecuestrado, que intentan publicar; de signo individualista el mismo seudónimo utilizado por Failla (“Henry”) en sus primeras colaboraciones en los periódicos anarquistas del continente.
Habrá que esperar a finales de septiembre de 1921 para que de la crisis del individualismo “miedica” y confusionista de Totò Di Mauro, precipitada paradójicamente por una serie de duras cartas de Paolo Schicchi (máximo exponente del anarquismo antiorganizador), surja el grupo anarquista “Miguel Bakunin”, al que se aproximan la Biblioteca Popular “Mario Rapisardi” –gestionada por Corrado Alesio y Failla- y la Liga Estudiantil Subversiva, primer eslabón de aquella Federación Anarquista Siracusana que, creada en 1922, fue la única en Sicilia que se adhirió a la Unión Anarquista Italiana de Malatesta, aunque manteniendo relaciones amistosas y solidarias con los antiorganizadores palermitanos.
La Federación Anarquista Siracusana, al menos hasta 1925, se enfrenta a las escuadras fascistas incluso con acciones armadas, ocupando el ala izquierda del frente antifascista y sustrayendo espacio en la provincia al neonato Partido Comunista (que se organizará en la clandestinidad tras el 8 de septiembre de 1943 con elementos procedentes del anarquismo).
Umberto Consiglio tuvo en esta fase un papel de primer orden, buscando por toda la Isla adhesiones a la hipótesis de un frente único revolucionario de carácter antifascista, propugnado por los grupos siracusanos pero criticado tanto por Malatesta desde Roma como por Schicchi desde Palermo. El “aliancismo”, que se difundió rapidamente por toda la Isla, se transformó en elemento de fuerza allí donde era predominante la presencia anarquista; en factor de debilidad para los grupos aislados o clandestinos.
Se tuvo la prueba dolorosa cuando, tras la Segunda Guerra Mundial (como evidenció Pippo Gurrieri), el movimiento anarquista, incluso en la reconstrucción general, sufrió de una ambigüedad tremenda que le sustrajo con el tiempo numerosos militantes que se acercaban a los partidos y sindicatos de izquierda, donde incluso alcanzaron puestos directivos. En ese tiempo, a pesar del activismo de Failla y Consiglio (memorable la “huelga de puentes” del 48 y la movilización del Primero de Mayo y contra la masacre de Portella della Ginestre, capitaneadas por dos anarquistas), el anarquismo siracusano no consiguió reconquistar su anterior supremacía. Incluso pareció cerrarse sobre sí mismo, siguiendo la emergente propensión ombliguista y aislacionista de Consiglio (“Sobre la cima” se llamará el primer grupo de la posguerra), abonada también por la inquina contra los comunistas en la guerra de España. No es el suyo el único caso entre los veteranos del anarquismo siracusano, como ha revelado estupendamente Gigi Di Lembo, que ofreció el mayor número de combatientes sicilianos en la Revolución española (de momento identificados quince nombres).
A finales de los años 40, tanto Failla como Consiglio se trasferirán definitivamente al continente, donde ambos se implicarán en la redacción del semanario anarquista de la FAI, Umanità Nova. Su ausencia de Siracusa llevará al inevitable ocaso del grupo local.
Aunque privando a los compañeros siracusanos de sus estupendas aportaciones, ellos enriquecerán el movimiento de ámbito nacional con sus experiencias y particular humanidad, que ejercerán, no siempre con éxito, en los abundantes momentos de crisis política y de relación que tachonarán la Federación Anarquista Italiana y su órgano de prensa en los años 50 y 60.
Sostenía Failla su particular visión del movimiento anarquista como “comunidad” no sólo política, sino también amistosa, afectiva, solidaria, de la que había dado buena muestra en los largos años de confinamiento a los que le sometió el régimen fascista y en otros muchos episodios de nuestra historia. La “comunidad anárquica”, tanto real como virtual, es la quintaesencia de la visión del mundo de los anarquistas y una de sus principales modalidades de relación, si bien raramente sea objeto de análisis histórico y profundización teórica.
Y con este último augurio de Paolo Finzi, estimulante como mínimo, se clausuró el congreso de Siracusa sobre Alfonso Failla.
Publicaremos las actas dentro del año 2007.
Natale Musarra
Esta recensión fue publicada por primera vez en Germinal. Revista de Estudios Libertarios núm.3 (abril de 2007)