Glosario (subjetivo, tan ecléctico como comprometido, flexible, supuestamente heterodoxo y sensible al debate y a razonables modificaciones)
Glosario (subjetivo, tan ecléctico como comprometido, flexible, supuestamente heterodoxo y sensible al debate y a razonables modificaciones)
Acción directa: Solución directa de los problemas sociales, sin intermediarios ni delegación en nadie, actuando directamente contra el problema que se trate. Forma de intervenir en la vida pública sin tener en cuenta a las instituciones (una forma de saltarse la burocracia); la huelga sería el mejor ejemplo en sus diferentes formas: de empresa, de sector, regional, general, o la huelga general revolucionaria. Dicho de una forma más genérica, la acción directa es la aplicación de la libertad, usada para resistir la opresión aquí y ahora, además de un instrumento fundamental para construir la sociedad libre que reclaman los anarquistas ayudando a crear la necesaria mentalidad individual y las condiciones sociales en las que la libertad florece.
Alienación: Ver Enajenación.
Anarquismo cristiano o tolstoiano: una tendencia más de la tradición anarquista -aunque con poco peso específico-, basada especialmente en las ideas filosóficas, próximas al cristianismo, de León Tolstoi. Tuvo cierto peso en Rusia en los círculos del escritor y no parece que tuviera expansión más allá de las fronteras del imperio zarista ni continuidad temporal.
Anarquismo individualista: Los anarquistas para los que prevalece esta tendencia, consideran la individualidad como la célula, el núcleo y el punto de partida de toda sociedad anarquista. La tensión del anarquista individualista frente al conjunto social, obviamente, se mantiene constante en la tradición libertaria y existe el substrato de lo pernicioso y restrictivo de la vida en sociedad que tiene su origen en Max Stirner y su concepción del "unico" o "egoísta" según el cual cada ser humano posee un valor específico por sí mismo y solo alcanza su máximo desarrollo sin ningún tipo de coacción, pactando con otros "egoístas" solo cuando lo considere útil o necesario. Stirner no se consideró anarquista, aunque sí es del gusto de los libertarios gracias a que consideraba esos valores inherentes a todas y cada una de las personas. El francés Émile Armand, heredero por otra parte del pensamiento stirneriano, sí es netamente anarquista por lo que diferencia la sociedad autoritaria, de naturaleza estatista y gubernamental, de aquella que respete la autonomía, integridad e inviolabilidad de cada individualidad como base de las relaciones humanas. Curiosamente, el concepto de lo revolucionario se mantiene difuso en la historia del individualismo ya que la transformación profunda de la persona será obra de la educación, de una evolución que parte de la reflexión y de la experiencia.
Ver artículo: "La filosofía individualista: una tensión necesaria en la herencia libertaria"
Ver definición de "El individualismo anarquista", de Émile Armand para la Encyclopédie Anarchiste.
Anarquismo sin adjetivos: En 1890, en el periódico Anarquista francés La Revolte, que dirigía Jean Grave, se produjo una polémica, en la que unos propiciaban el mutualismo y otros el colectivismo; un español, Fernando Tarrida de Mármol envió una carta a La Revolte exponiendo como el movimiento español interpretaba el desarrollo y desenvolvimiento de una sociedad que llega al anarquismo: "pues no somos quienes para marcarles lo que han de hacer otros, ellos crearán a su mejor conveniencia la forma de organizar sus vidas". Es lo que se llamó "anarquismo sin adjetivos".
Anomia: Anomia significa, etimológicamente, ausencia de ley. Anómico tiene el sentido de "alegal", y no hay que confundirlo con algo "ilegal" (contrario a la ley). Parece ser que la palabra "anomia" (o "anomía", como aparece en algunas ocasiones) se forma por analogía con otras en las que interviene la misma formación originaria del griego: "autonomía" (ley propia), "heteronomía" (ley ajena), "teonomía" (ley divina), "eleuteronomía" (ley de la libertad)... André Ladande considera dos usos del término "anomia": uno procedente de Guyau, en su Esbozo de una moral sin obligación ni sanción, según el cual vendría a ser la "ausencia de ley fija" y se distancia del concepto kantiano de autonomía; en otro sentido, procedente de Durkheim (uno de los padres de la sociología moderna, junto a Weber y Marx), sería anomia un estado de "desarreglo" y de falta de coordinación. El mismo Durkheim considera en su obra el "trabajo anómico" como una de las formas de la división de trabajo anormal y el "suicido anómico" resultaría de una falta de organización. Efectivamente, los dos sentidos filosóficos de la palabra "anomia", originados en Guyau y en Durkheim, parecen contraponerse en gran medida, aunque no deja de haber puntos en común. Guyau le da predominancia a los aspectos positivos de la anomia, la vinculó al pluralismo, a la libertad de elección, al dominio de la razón e incluso a la autonomía individual tal y como él la entendía (alejada de la categoría universal kantiana). Guyau era un indudable heredero del pensamiento de la llustración y creía en un progreso que liberara a los seres humanos de todo dogma y toda tradición. Como puntos coincidentes, Durkheim, al igual que Guyau, realiza una crítica al utilitarismo inglés, a la consideración del ser humano como una abstracción y en su negación de la existencia de principios morales universales. Este autor realizará un giro estrictamente positivo a la sociología, oponiéndose a Comte y a todo intento de convertir la investigación sociológica en una deducción a partir de leyes universales, apostando por el método científico y la búsqueda de leyes que surjan de las expresiones concretas de las relaciones entre los diversos grupos sociales (nunca leyes universales). Queda claro que el anarquismo no es, ni ha sido, ningún tipo de anomia (en el sentido más amplio del término). El anarquismo tiene sus reglas, su moralidad, y lo que propicia es la autonomia social e individual (con la complejidad que tiene dar un sentido defintiivo a dicho concepto, estrechamente vinculado a una libertad responsable y solidaria). El deseo de los libertarios o anarquistas ha sido siempre, muy al contrario de cualquier deseo de erradicar toda norma, asentar una correcta práctica social, unos "buenos hábitos". Aunque no me gusten demasiado las frases lapidarias, la conocida frase "la anarquía es la más alta expresión del orden (creo que de Reclus) lo dice todo en la cuestión del deseo de establecer una sociedad justa basada en normas propias (nunca, en el sentido "jurídico" de leyes que manen del Estado, hablamos en tal caso de "heteronomía"). La anarquía, tal como la propicia el anarquismo, supone la institucionalización (con toda la flexibilidad y crítica que se quiera) de normas libertarias en la sociedad, la concreción de justicia, libertad e igualdad en la práctica social mediante esas instituciones libertarias (en las cuáles existirá una radicalización del federalismo, con autonomía de grupos e individuos). Anarquismo no es sinónimo de "ausencia de normas", como no lo es de una organización ni de una estructura social (es más, puede entenderse como una profundización o potenciación de "lo social"). El paradigma estatal supone que se vean las normas sociales como imposiciones, y no como formas de relacionarnos con los demás profundizando en la libertad y en la moral. Es tal vez un problema de terminología, si ley (jurídica) es sinónimo de imposición (Estado) y obediencia (jerarquía), la norma en una sociedad libertaria está estrechamente vinculada a la interacción con los demás, a la práctica social, y a una justicia y a un derecho que solo cobran auténtico sentido en dicha praxis.
Autogestión: En términos estrictos, se puede considerar sinónimo de autodeterminación o autogobierno al apelar a una gestión libre de toda coacción externa; en la cuestión social, se trata de la gestión independiente de un grupo, o colectividad de individuos, unidos voluntariamente para realizar un fin común; en el campo político o económico, se alude al sistema de organización laboral-productivo basado en la gestión directa y autónoma de los propios trabajadores. El movimiento libertario ha sido el que ha propiciado con mayor vehemencia y confianza el principio autogestionario y es por eso que en un sistema de estas características las exigencias objetivas de la sociedad han de estar equilibradas por las necesidades subjetivas de cada individuo.