Glosario (subjetivo, tan ecléctico como comprometido, flexible, supuestamente heterodoxo y sensible al debate y a razonables modificaciones)
Glosario (subjetivo, tan ecléctico como comprometido, flexible, supuestamente heterodoxo y sensible al debate y a razonables modificaciones)
Emancipación: Ver Liberación.
Enajenación: El término "enajenación" expresa el hecho, o supuesto hecho, de que alguien pueda estar, en lugar de "en sí mismo", en alguna realidad ajena a él. De esa manera, se entiende que la persona esté "enajenada". Se trata de una traducción literal de varios términos de otros idiomas que expresan el concepto de hallarse en una realidad ajena. Hay que decir que, en el campo filosófico, se ha utilizado con frecuencia otros términos, como es el caso de "alienación" o de la expresión "estar alienado". Tiene su lógica, si tenemos en cuenta la etimología de la palabra: el vocabo alius, que significa "otro", "diferente". Por lo tanto, en origen estar o hallarse alienado es estar o hallarse en "otro", entendiendo por este "otro" algo ajeno. El Diccionario de Filosofía, de Ferrater Mora, prefiere el término alienación en sentido técnico, dando la razón de que así se distingue del uso de "enajenación" como locura. Me referiré al término "alienación", aunque luego con Fromm recuperaré el uso de "enajenación", según las traducciones de sus textos que tengo.
Hegel, en Fenomenología del Espíritu, se refiere a "la conciencia de sí como naturaleza dividida", aludiendo a un "alma alienada" que es la conciencia infeliz. Para Hegel, la conciencia puede experimentarse como separada de la realidad a la cual pertenece, por lo que se produce un sentimiento de desgarramiento y desunión, un sentimiento de alejamiento, alienación, enajenamiento y desposesión. El término alienación alude a la mencionada "des-unión", "separación (de sí)" y "alejamiento (de sí)". Hegel pensaba que la conciencia no puede persistir de manera indefinida en el estado de desunión y desgarramiento, por lo que procedía finalmente a una reunión y una (re)apropiación. En sentido hegeliano, la alienación es una forma de alteración.
Sin embargo, en un sentido muy general, la alienación o enajenación puede entenderse como un estado en el cual una realidad se halla fuera de sí, en contraposición al ser en sí. El ser en sí tendría que ver con un estado de la libertad en sentido positivo, no como liberación de algo, sino como liberación para sí mismo, como autorrealización. El concepto hegeliano de la alienación influyó, como es evidente, en Marx. Sin embargo, el sentido que Hegel le daba era excesivamente metafísico, espiritual y abstracto para el autor de El Capital. Marx se interesó por el aspecto concreto y humano de la alienación, y trató en primer lugar el problema insertado en la cultura. Influido por Feurbach, lo trató luego en un sentido natural-social, pero particularmente importante resulta la alienación del hombre en el trabajo para Marx. Según el alemán, la separación entre el productor y la propiedad de sus condiciones de trabajo constituye un proceso que transforma en capital los medios de producción y a la vez transforma a los productores en asalariados. Según esta visión, es necesario liberar al hombre de la esclavitud originada por el trabajo que no le pertenece (sería el "plus" del trabajo) gracias a una apropiación del trabajo, y así el hombre cesará en su estado de alienación y alcanzará la libertad (que coincide con esa apropiación).
Se han dado varias interpretaciones de la idea de alienación en Marx, destacando sobre todo dos: la subjetiva y la objetiva. La primera interpreta la alienación desde un punto de vista individual, potenciada por una visión de Marx más "humanista" o "existencial", pero la más extendida ha sido la segunda aludiendo al ser humano en general (o al trabajador), que se hallaría alienado respecto a sus productos debido a los mecanismos que gobiernan la sociedad (producidos y desarrollados, bien de manera autónomo, bien para beneficio de una clase, o de ambas maneras a la vez). Fromm, y otros autores, insisten en los aspectos más humanistas de la visión de Marx, interpretando la liberación en sentido amplio (incluso en esta visión más objetiva). En cualquier caso, puede decirse que en el sistema de Marx, en sentido general, se llama enajenación al estado del hombre en que sus "propios actos se convierten para él en una fuerza extraña, situada sobre él y contra él, en vez de ser gobernada por él".
La alienación puede interpretarse también desde otros puntos de vista, como son el sicológico, el existencial o incluso uno de carácter más general. Incluso en el aspecto sicológico, la alienación aparece como una separación, o sentimiento de separación, del hombre respecto a su trabajo. En cualquier caso, estamos hablando de un concepto amplio que tiene mucho que ver con lo económico y lo sicológico, aunque resulte difícil reducirlo a uno de estos factores. En estudios sociológicos del comportamiento de grupos, se emplea el concepto de alienación para designar el grado de desarraigo de un grupo respecto a otro. Por ejemplo, la alineación de los jóvenes respeto a los adultos, o la de un grupo oprimido respecto a un grupo opresor. En esos estudios, son un factor importante las instituciones sociales, tanto las reconocidos legalmente, como las manifestadas a través de costumbres, usos, formas lingüisticas, etc.
Fromm, en Psicoanálisis de la sociedad contemporánea, elige el concepto de enajenación (insistiré en la sinonimia con "alienación") como punto central desde el que analiza el carácter social contemporáneo. Como ya he insistido en otros textos, el gran efecto del capitalismo sobre la personalidad sería el fenómeno de la enajenación. Tal y como la define Fromm, la enajenación es un modo de experiencia en que la persona se siente a sí misma como un extraño. No se siente a sí misma como centro de su mundo, la persona enajenada no es creadora de sus propios actos; muy al contrario, sus actos y las consecuencias de los mismos se han convertido en amos suyos e incluso es posible que los idolatre. Es más, Fromm quiere observar un sentido mucho más antiguo al aquí expuesto sobre enajenación o alienación, y lo hace coincidir con lo que los antiguos denominaban "idolatría". Las religiones acaban convirtiéndose en idolatría, al igual que el culto sumiso a un jefe político o al Estado. Los jefes y los Estados son lo que son, en gran medida, por el consentimiento de los gobernados; acaban convirtiéndose en ídolos, si el individuo proyecta en ellos todas sus potencialidades y los adora, esperando inconscientemente recuperar parte de esas potencias mediante la sumisión y la adoración.
Del mismo modo, la idolatría o enajenación puede producirse, no solo en relación con otro persona, también en relación con uno mismo. La persona que se somete a sus pasiones irracionales, como es el ansia de poder o de riqueza, se convierte en esclava de un impulso parcial que actúa en ella, que se proyecta en objetivos externos y por el cual está "poseída". En todos estos casos, las acciones de la persona no son suyas, aunque exista la ilusión de hacer lo que quiere, se ve arrastrada por fuerzas independientes de ella que actúan contra su voluntad. Tal y como define Fromm el proceso de enajenación, "el hombre no se siente a sí mismo como portador activo de sus propias capacidades y riquezas, sino como una 'cosa' empobrecida que depende de poderes exteriores a él y en los que ha proyectado sus sustancia vital". La enajenación es un fenómeno que varia de una cultura a otra a lo largo de la historia, tanto en aspecto específicos, como en la amplitud e integridad del fenómeno. Fromm considera que el proceso se ha intensificado en la sociedad contemporánea, paralelo al desarrollo tecnológico y a la evolución del capitalismo, el hombre ha creado un mundo de cosas producidas por él como no se ha dado nunca antes, y ha construido un mecanismo social complicado para administrar el mecanismo técnico por él realizado. El hombre, enajenado de sí mismo, se enfrenta a sus propias fuerzas encarnadas e cosas que él mismo ha creado. Ver Erich Fromm.
Estado.
Estado (en la Historia).