La anarquía en acción de Colin Ward

 

Acción directa en la vida cotidiana

La descentralización y el orden espontáneo

La solidaridad y horizontalidad como formas de cohesión social

Colin Ward reclamaba a los estudios sobre el comportamiento humano y las relaciones sociales una atención a esos momentos en que la sociedad se mantiene unida solo por la consolidación de la solidaridad humana, sin poder político ni autoridad coercitiva, con la intención de descubrir qué tipos de situaciones previas se precisan para aumentar la espontaneidad social, la participación y, en suma, la libertad. Ward señalaba que esos momentos sin policía serán interesantes de estudio al menos para los criminalistas, y sin embargo se encuentran ausentes en los textos de sicología social o de historia. Para escarbar en ellos, es necesario recurrir a testimonios personales de los directamente implicados. Es posible que se trate del reflejo de los prejuicios acerca de la transformación social y una adhesión a los valores y al orden social inherentes a la democracia burguesa liberal. Técnicas de organización y de control, del tipo que fuere, suelen ser utilizadas para reforzar la autoridad de los que las controlan, y acaban limitando la experiencia libre y espontánea de nuevas formas sociales.

John Comerford, al que mencionamos en un texto anterior a propósito del experimento de Peckham, afirmó que existía una costumbre por el liderazgo artificial, por lo que resultaba difícil que se descubriese que los dirigentes no necesitan entrenamiento ni nombramiento. Cuando las circunstancias lo requieren, de manera espontánea surgen los hombres más capacitados. En el experimento, los observadores científicos observaron a miembros libres convertidos de manera instintiva, no oficialmente, en un dirigente que afrontaba las necesidades de una ocasión determinada. Estos líderes aparecían y desaparecían según lo requería el flujo del Centro. Ni eran nombrados, ni eran derrocados de manera consciente. El resto de la comunidad seguía al dirigente mientras su gestión fuera beneficiosa, de manera voluntaria y sin que se consideraran en deuda con él, no existía ningún trauma en ninguna fase del proceso.

Traemos a colación esta cita de Bakunin: "Recibo y doy; así es la vida humana. Cada uno dirige y es dirigido a su vez. Por lo tanto, no existe autoridad fija y constante, sino un continuo intercambio de autoridad y subordinación mutuas, temporales y, por encima de todo, voluntarias". Cuánto hay que aprender de estas palabras todavía, acerca del concepto de autoridad que propone el anarquismo, que nunca niega la gestión y el liderazgo, siempre que todos los miembros sean conscientes y se sientan partícipes del proceso. Se niega el mando jerárquico, autoritario, privilegiado y permanente, y se opone un concepto de autoridad revolucionario, si se quiere, con consecuencias no del todo estudiadas en la organización del trabajo. En esta línea, el siguiente planteamiento corresponde a Wilhelm Reich: "¿En qué principio se basaría nuestra organización, si no hubiesen votos, ni directivos, ni subjefes, ni secretarios, ni presidentes, ni vicepresidentes...". El mismo Reich responde: "Lo que nos mantenía unidos era nuestro trabajo, nuestras mutuas interdependencias en este trabajo, nuestros intereses objetivos en un problema gigantesco, con muchas ramificaciones especializadas. No había solicitado colaboradores. Venían por sí solos. Se quedaban, o se iban, cuando el trabajo ya no les sostenía. No formábamos un grupo político ni preparábamos un grupo de acción... Cada uno contribuía de acuerdo con su interés en el trabajo […] Existían, por lo tanto, intereses objetivos de trabajo biológico y funciones de trabajo capaces de regular la colaboración humana. El trabajo ejemplar organiza sus sistemas de funcionamiento orgánica y espontáneamente, aunque sólo sea gradualmente, a tientas y equivocándose a menudo. En cambio, las organizaciones políticas, con sus "campañas" y "plataformas", actúan sin ningún tipo de conexión con los deberes y problemas de la vida cotidiana".

En otra parte de su estudio sobre la "democracia en el trabajo", Wilhelm Reich dice: "Si en una organización aparecen las enemistades personales, las intrigas y las maniobras políticas, puede uno estar seguro de que sus miembros ya no tienen puntos objetivos en común y que ya no les une un interés común de trabajo. Así como de los intereses mutuos surgen vínculos organizativos de trabajo, también se disuelven cuanto estos intereses se desvanecen, o empiezan a entrar en conflicto entre sí". La autoridad tiene su origen en la actividad, elegida de manera voluntaria con un determinado fin, y de esa autoridad deriva un cambiante y fluido cambio de liderazgo. Si un miembro está en la autoridad, será debido a un rango en alguno cadena de mando; si se es una autoridad, ello procederá de conocimientos especiales,  y si se tiene autoridad, será como consecuencia de una sabiduría especial. Los conocimientos y la sabiduría, por supuesto, no están distribuidos de acuerdo con el rango, ni serán monopolio de alguna persona en cualquier empresa. Una organización jerárquica, del tipo que fuere, no dejará tomar decisiones a las personas que se encuentran en la base a pesar de los conocimientos y sabiduría que posean (siendo esas mismas personas las que hacen funcionar la empresa); otro handicap de las jerarquizaciones organizativas es que esas personas de los estratos más bajos no tengan más motivación que la necesidad económica, sin que exista identificación alguna con la empresa para dar lugar a un mando y a una tarea común.

Ya Kropotkin señaló los males de la división del trabajo, que impedía la educación e inventiva de los trabajadores. Se pide una integración de los conocimientos, una combinación de la educación científica y de la destreza manual. No se puede decir que a comienzos del siglo XXI la situación haya mejorado, el sistema condena a gran parte de las personas a un trabajo embrutecedor, al margen de la formación que posean, y se niega su capacidad para inventar e innovar. Habría que analizar las múltiples formas existentes que impiden el desarrollo de la individualidad en los seres humanos y observar el potencial incumplido de cada uno de ellos. A la mayor parte de las personas se les empuja, y se acaban conformando en mayor o en menor medida, a una vida que no puede calificarse más que como "sobrevivir", van dando tumbos sin percibir su potencial. Ello se debe a que se reserva a una minoría la capacidad de iniciativa, de tomar decisiones y juicios. Nadie puede negar que vivimos en un sistema de privilegios en el que solo algunos pueden acabar "comprando" un tiempo de desarrollo de su individualidad, y aun así solo de manera parcial. Vivimos sometidos a las decisiones de otros, de manera constante, nuestro espacio privado constituye una falacia, la mayor parte del tiempo, o un escape. No son desdeñables los análisis realizados por los anarquistas hace décadas, más bien siguen siendo válidos en la más compleja sociedad actual. Los males señalados, correspondientes a las jerarquizaciones sociopolítica y laboral, siguen generando una población mayoritaria a la que se pide que no piense ni cree, máxime en una sociedad del espectáculo y la banalidad.

Kropotkin insistía en que la organización voluntaria y no coactiva podía proveer una compleja trama de servicios sin que intervenga autoridad alguna. El ejemplo clásico para la comprensión del principio federal anarquista ha sido siempre el del servicio postal o las líneas ferroviarias, en las que no tiene que intervenir ninguna autoridad central para que funcionen correctamente. No existen razones de peso para pensar que los grupos integrantes de federaciones complejas no puedan funcionar sobre la base de la asociación voluntaria. Todo organización piramidal, basada en la jerarquía y en la coacción, constituye un enorme fraude que ha supuesto, y continuará haciéndolo, el lavado de cerebro de generaciones de trabajadores.

La planificación social y el federalismo

Revolución sexual y educación liberadora

El trabajo enriquecedor y la comunidad del bienestar

Entendernos a nosotros, cooperar con los demás

José María Fernández Paniagua
Artículos publicados en el periódico anarquista Tierra y libertad núm.265 (Agosto 2010),

monográfico dedicado al pensamiento de Colin Ward