Este mes volvemos a hablar de las personas que huyen de la guerra y la pobreza tratando de llegar a la fortaleza Europa. Contraponiendo a un presente de redadas racistas continuas, de abarrotados Centros de Internamiento de Extranjeros, de blindaje de fronteras y a un xenófobo Hogar Social Madrid tomando un nuevo edificio a los pocos días de ser desalojados/as para continuar con su difusión del odio al extranjero disfrazándolo de solidaridad con los/as nacionales, creemos que hay que mostrar la otra cara de la moneda: personas organizándose para hacer algo menos duro el exilio político o económico.
Por eso, hablaremos en estas páginas de iniciativas solidarias como la Red de acogida creada en Madrid o los proyectos de apoyo a los/as refugiados en territorio francés, aprovechando para contextualizar el conflicto sirio.
Porque, como expresan, y demuestran, los/as participantes de la Asamblea de la Okupa de Alojamiento para Refugiados ateniense, “estando al lado de los refugiados políticos y económicos, y teniendo como arma la solidaridad en la práctica, resistimos a la política migratoria inhumana de Europa”.
A pesar de que estamos/as hartos/as de tanto alarmismo social, de tantas gilipolleces patrióticas como: “que le den trabajo a los/as de aquí”, de tanto espectáculo mediático con reporteros/as fotografiando la desesperación, la rabia y la impotencia en primer plano o de ver repetida una y otra vez la imagen del niño ahogado en la orilla, estaba claro que no podíamos pasar por alto el tema del éxodo sirio. Con este artículo pretendemos dar una pequeña pincelada de cómo se ha llegado a esta situación y cuál es el papel que han jugado distintos gobiernos en este conflicto.
Entre 2006 y 2011 la población siria tuvo que hacer frente a una gran sequía, que tuvo una duración y unas características nunca vistas. Cerca del 85% del ganado murió y los cultivos fueron marchitándose con la misma rapidez con la que iba aumentando la desesperación y la migración de la población rural a las ciudades. Cerca de un millón de campesinos/as perdieron sus granjas y se vieron obligados/as a aglomerarse en ciudades superpobladas, como por ejemplo, Daraa. La superpoblación trajo problemas de abastecimiento, especialmente de agua, provocando tensiones entre la población, que sumadas a las iniciativas represivas del gobierno de Bashar al-Assad serán el desencadenante de una de las guerras civiles más politizada internacionalmente de los últimos tiempos.
El gobierno de Al-Assad no tomó ningún tipo de medidas para intentar aliviar estas situaciones extremas de subsistencia, sino todo lo contrario, empezó a conceder derechos sobre la perforación de pozos petrolíferos a gobiernos afines como moneda de cambio por otro tipo de favores políticos. Así que un grupo de adolescentes expresó su frustración con una pintada en un muro de una céntrica plaza de Daraa, a finales de febrero del 2011, en la que se podía leer: “las personas quieren derrocar al régimen”. La policía secreta arrestó a los quince muchachos, quienes fueron golpeados y torturados brutalmente. La mayoría de los/as jóvenes provenían de familias más o menos prominentes de Daraa, lo que hizo que sus familiares marcharan hasta la casa del gobernador, donde la policía los reprimió. Sin embargo, la protesta continuó por el resto de la ciudad. De pronto, como si una chispa hubiera saltado, los/as sirios/as de otras ciudades empezaron a apoyar a “los niños de Daraa” y se sucedieron enfrentamientos en ciudades tan notables como Alepo y Damasco. El conflicto armado acababa de comenzar.
A río revuelto ganancia de pescadores
Un conflicto armado no es otra cosa que la posibilidad de sacar tajada (sea del tipo que sea) para todos aquellos gobiernos imperialistas que por su situación en el panorama político-económico internacional pueden escalar posiciones, así nos encontramos en el “terreno de juego” a Estados Unidos, Turquía y Rusia principalmente. Digamos que ante la rebelión civil, Estados Unidos vio una magnífica oportunidad para liquidar el régimen de al-Assad y empezó a subvencionar la rebelión de los/as insurgentes, esto es, venta directa de armas y envío de mercenarios/as extranjeros/as. Una de las más significativas fue el envío de más de 20.000 integrantes saudís de Al-Qaeda, que, dicho sea de paso, fueron entrenados durante meses por las fuerzas especiales de Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña.
Los grupúsculos de Al-Qaeda en Siria son la principal herramienta de los Estados Unidos, pero estas olas de yihadistas se han ido estrellando una y otra vez contra las rocas del ejército sirio, quien a su vez, también pasa al ataque y bombardea a diestro y siniestro la geografía siria, más allá de los reductos en los que se sabe se albergan los/as combatientes yihadistas. Para aclarar la situación podríamos decir que EEUU entrenó a sus propios enemigos y ahora, claro está, éstos/as no le van a seguir el juego, han pasado de seguir las directrices de los Estados Unidos y se han empeñado en crear e ir avanzando en la construcción del Estado Islámico. Conclusión: Estados Unidos ha financiado y dotado de armas a terroristas cuyo objetivo último no es el derrocamiento del régimen de al-Assad (pacto que tenían con el gobierno del premio Nobel de la paz, Barack Obama) sino la construcción de otro gobierno imperialista llamado Estado Islámico. Ante esto EEUU no ha tenido más remedio que colaborar con las milicias de protección popular kurdas para hacer frente común ante el yihadismo.
El papel de Turquía es bien distinto. Empezó sin ganas de mojarse mucho en este conflicto y de todos/as es sabido su colaboracionismo con el Estado Islámico y la opresión sistemática dirigida contra la población kurda. En este sentido podríamos decir que EEUU y Turquía tenían posiciones antagónicas en este conflicto. Sin embargo, al ejecutivo islamista “moderado” de Turquía no le ha quedado más remedio que unirse a la coalición antiyihadista después de que un atentado matase a 32 personas, en el mes de julio, en la localidad turca de Suruç y de que, tres días más tarde, posiciones del Estado Islámico abriesen fuego contra un puesto militar fronterizo entre Turquía y Siria.
Por último, Vladimir Putin ha bombardeado recientemente posiciones del ejército islámico. Siria tiene una posición geopolítica estupenda para que Rusia pueda proyectar su poder sobre el Mediterráneo y entiende que si la población está huyendo de Siria no es por las condiciones que imponía el corrupto y autoritario gobierno de al-Assad, sino por el avance del Ejército Islámico. Este razonamiento no es compartido por Estados Unidos, sin embargo la actual situación requiere de la fuerza rusa y Putin ha entrado en el juego con una amplia sonrisa, ya que permitirá usar la crisis de los/as refugiados/as para a empezar a sacar a Moscú del aislamiento que le tenían impuesto por el conflicto ucraniano.
Red de Acogida, cuando la solidaridad es la ternura de los pueblos.
El drama humanitario que producen las guerras tiene como una de sus múltiples consecuencias los desplazamientos forzosos de las personas que habitan los territorios en guerra. Quienes tienen suerte y consiguen salir, lo hacen como pueden y si se tienen que jugar la vida, se la jugarán.
Los/as refugiados/as que huyen no saben muy bien qué les deparará el camino hasta su destino, por ello y para hacer de la solidaridad una realidad, personas por toda Europa se están organizando para apoyarles en su trayecto. Aquí en Madrid se ha creado una Red de Acogida, creada de forma abierta y participativa una noche en la Plaza de Agustín Lara de Lavapiés, donde decenas de personas se juntaron para ver cómo podían ayudar. A los días de crearse la Red ya tocó ponerla en funcionamiento, los/as primeros/as refugiados/as llegaban a la estación de Méndez Álvaro. En la estación de una forma un tanto espontánea, un tanto precaria, pero con gran voluntad por parte de quienes allí estaban para solidarizarse se ha creado una pequeña infraestructura para la acogida.
La estación ha cedido una sala que hace de “cuartelillo”, el Samur Social acompaña a la Red y hay creadas distintas comisiones para repartir las tareas: Acogida, transporte, traducción o logística. En cuanto llega un autobús con refugiados/as el grupo de acogida sale con pancartas informativas mientras las traductoras permiten una comunicación más fluida, se les ofrece comida, el Samur Social atiende las necesidades y se pone en marcha el proceso para dotarles de un espacio donde alojarse el tiempo que dure su estancia. Hay que tener en cuenta que todos/as vienen con su permiso de asilo y que han hecho un viaje desde Siria hasta Melilla, por toda la costa Mediterránea, y que para ellos España es una parada transitoria hasta su objetivo, que es Alemania.
En un primer momento este alojamiento se estaba haciendo de forma altruista por parte de hogares solidarios, hasta que la Red decidió que esta no era la mejor opción para los/as refugiados/as, ya que los mantendría dispersos y más aislados. Por tanto se decidió no acoger a nadie más para presionar al Ayuntamiento y que pusiera medios. Ahora los/as están redirigiendo a tres espacios distintos, corriendo a cuenta del Ayuntamiento. Es interesante comprobar, una vez más, las inmensas contradicciones ante las que el nuevo ayuntamiento se muestra incapaz de cumplir lo que promete, anteponiendo su política comunicativa y propagandística a la resolución material de los problemas a los que se enfrenta. El Ayuntamiento desplegó desde su balcón una pancarta muy bonita que decía “Refugees Welcome”, pero toda la Red de Acogida se ha creado y ha funcionado a pesar del Ayuntamiento. En momentos en los que se necesitan soluciones, y no buenas intenciones, la autoorganización popular pasa por encima del propio ayuntamiento.
Una vez resuelto este trámite de llegada, recogida, atención y alojamiento, queda por preguntarse qué futuro les depara a estas personas, con intención de llegar a un sitio, Alemania, donde no se tiene muy claro si les van a dejar quedarse, y aun más complicado se les pondrá la situación cuando se haga efectivo el reparto de refugiados/as por territorio europeo. Si Alemania, por ejemplo, se ha comprometido a dar asilo a 15.000 personas, pero han llegado 20.000 ¿Qué pasará? ¿Presenciaremos desplazamientos forzosos de refugiados/as por toda Europa? Desde luego, este drama no ha hecho más que comenzar.