Archivo de la categoría: Anarquismo en la actualidad

Pedagogía hacker, pedagogía de la autogestión. ¿Qué es la pedagogía hacker?

Es más fácil decir lo que no es. La pedagogía hacker no es un manual sobre el uso «correcto» de la tecnología. No es un método para aprender a convertirse en un hacker. Ni siquiera es un manifiesto programático. Llevamos casi diez años utilizando esta expresión para describir lo que hacemos de una manera evocadora. El libro Pedagogía hacker se presenta como una colección, un relato, una selección de nuestras motivaciones y actividades para repensar nuestra relación con las tecnologías, en particular las digitales. Las motivaciones son propuestas sencillas para todas las personas que quieran experimentar diferentes relaciones con las tecnologías, mientras que las actividades se han desarrollado especialmente para aquellos que tienen responsabilidades hacia los demás y los grupos: educadores, profesores, padres, formadores, organizadores. El objetivo siempre es intentar aumentar el grado de autogestión, individual y colectiva, jugando con algunas máquinas y sistemas que sentimos similares. Para practicar la autogestión se necesita poder: el poder de hacer, el poder de entender, el poder de cambiar las propias relaciones, el poder de abandonar los sistemas tóxicos, empezando por el GAFAM (acrónimo de Google, Apple, Facebook, Amazon, Microsoft).

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¿Nuevos casos de corrupción? ¡Qué extraño!

Podría decir que la corrupción es inherente al poder, sobre todo a nivel moral, pero temo generalizar en exceso. Podría decir que la corrupción es inherente al Estado y ya la evidencia empírica me ayuda bastante. Podría decir, de forma obvia, que el sistema capitalista es eminentemente corrupto y… ¡qué queréis que os diga! ¿Estoy diciendo que todos los políticos y grandes detentadores del capital roban?, obviamente no; al menos, maticemos, al menos no lo son por lo que se entiende por latrocinio de forma ilegal (el otro, el legal, me temo que es mucho más dañino). Lo que sí digo es que, desde esa transacción tan maravillosa hacia la democracia hace casi 50 años, no ha habido ninguna fuerza política parlamentaria que haya denunciado claramente, y mucho menos combatido, la corrupción. Es posible que la misma, pasada además por casi cuatro décadas de cruenta dictadura, sea una herencia histórica, pero como mayor motivo para desenmascarar los entresijos corruptos del sistema rompiendo con el pasado. Y esto no lo va a hacer ningún partido en el poder, ni clase dirigente alguna. Como parece que en este inefable país no tenemos ni un asomo de memoria histórica, y gran parte de la población es sumamente manejable en función de cuáles sean nuestras simpatías políticas, pues alguien se echa las manos a la cabeza con los nuevos casos de corrupción del gobierno (comisiones y financiaciones ilegales, ¡qué sorpresa!). Oxigenemos el cerebro y hagamos un poquito de historia. Cuando el falsario e inicuo Felipe González llega al poder en 1982 anuncia medidas contra la corrupción de los que le precedieron, algo de las que por supuesto nunca se supo demasiado como de tantas otras promesas vacías. Dejaremos hoy un lado todas las cabronadas que los supuestos socialistas hicieron en el poder, aunque mencionaremos brevemente para los que quieran seguir pensado que fue una creación de la derecha, la reconversión industrial, la entrada en juego de las multinacionales y el comienzo de las privatizaciones de bienes públicos, y vamos a centrarnos en la corrupción (aunque, por supuesto, todo esté relacionado).

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Apropiaciones indebidas

Los primeros usos en castellano de la palabra libertario como sinónimo de anarquista pueden rastrearse en la prensa peninsular de la última década del siglo XIX. El 20 de marzo de 1892, La Correspondencia de España publicó una nota firmada por R. Blasco y titulada «Conversación con un anarquista» en la que se mencionaba una agrupación parisina llamada «los Libertarios». Es muy posible que existan apariciones anteriores en periódicos o, quizás, en traducciones. Al parecer, el primer diccionario en castellano que consigna el término es el Nuevo diccionario enciclopédico ilustrado de la lengua castellana de Miguel de Toro y Gómez, publicado en 1901: «Libertario: Partidario de la libertad absoluta, anarquista».

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Creyentes, agnósticos y… ¡lúcidos ateos!

Ya he dicho en otras ocasiones que, de (muy) joven, pecados de juventud, fui un fervoroso creyente político. No en el sentido estrictamente religioso, pero viene a ser una cosa muy parecida para el asunto que nos ocupa. En mi caso concreto, terriblemente escorado a la izquierda en mis años mozos, la creencia consistía en confiar en el sistema electoral para cambiar las cosas (a mejor, se entiende). Tengo que decir, dejando a un lado todo asomo de modestia, que ello no me hizo caer en ninguna suerte de papanatismo, ni abrazar dogma alguno (cosas, con frecuencia, sumamente equiparables). A pesar de eso, como a todo creyente de cualquier pelaje y nivel, me otorgaba una dosis nada desdeñable de tranquilidad existencial, que ahora ni tengo ni busco. La cuestión es que, con los años, mi ateísmo político se ha ido incrementando sin que, y aquí es donde empiezo a hablar un idioma desconocido para gran parte del personal, me haya convertido en una especie de pasota ni en un sinvergüenza (al menos, no para una determinada visión de las cosas alejada de la reacción). En lugar de este último y despectivo apelativo, iba a emplear el de «cínico» en su acepción más vulgar, pero tengamos un respeto por esta escuela de filósofos, nada carentes de vergüenza en el peor sentido, y sí excéntricos y escépticos sobre las convenciones sociales. Sí, también soy orgullosamente cínico en ese sentido.

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El anarcosindicalismo frente a los malos tiempos

Ha llegado pues el momento de concretar y definir el sindicalismo
de nuestro tiempo situándolo en la posición exacta que le
corresponde frente a su adversario el capitalismo.”
Pierre Besnard, Los sindicatos obreros y la revolución social, 1930.

Cuando finalizó la Segunda Guerra Mundial, el anarcosindicalismo era poco menos que una reliquia histórica, testimonio de los mejores días de un proletariado orgulloso y ajeno a la normativa de la sociedad capitalista. Su reaparición en el Estado español durante los pasados años setenta fue consecuencia del desarrollo durante el tardofranquismo de un movimiento obrero autónomo, que se organizaba en asambleas, nombraba delegados con mandato imperativo y empleaba piquetes para informar y defenderse. Ignorando toda la legislación antilaboral de la dictadura, ejercía sus derechos mediante la acción directa, la ocupación de fábricas, los piquetes de extensión y la huelga salvaje. A pesar de todo, la contraofensiva conjunta del Estado, los partidos políticos y el empresariado, mediante elecciones sindicales, logró imponer un nuevo sindicalismo de concertación vertical que heredó tanto las estructuras laboralistas del franquismo, como su función neutralizadora e inmovilista. Precisamente, con el fin de evitar que las centrales burocráticas legalizadas, apoyadas por la patronal y los partidos, acapararan y usurparan la representación de la clase obrera, la mayoría del movimiento asambleario se organizó en sindicatos independientes, parte de los cuales adoptaron las tácticas y los fines de la ideología anarcosindicalista. Las causas del fracaso de esta jugada estratégica habría que buscarlas en el trabajo de zapa de las susodichas centrales, en la reconstrucción fallida de la CNT y, sobre todo, en el propio proletariado.

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Editorial de Redes Libertarias núm.3

En esta época posmoderna de individualismo y cambios, de caos sobrevenido, de aparente desorden mundial, de desmoronamiento de la verdad y los valores universales absolutos, ya no es ninguna novedad que la democracia parlamentaria esté degenerando hasta el extremo de dejar paso a que en este primer tercio del siglo XXI la autocracia gobierne en algunos de los países más desarrollados del mundo. Quizá más exactamente, la autocracia de los plutócratas. Milmillonarios que se nos presentan como libertadores y que rápidamente muestran su verdadera cara autoritaria y despiadada.

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Como resolvía la Revolución el tema de los menores no acompañados

LA REVOLUCIÓN QUE SE PUSO EN MARCHA a partir del 19 de julio de 1936 atendió muchas necesidades poco conocidas y que forman parte de lo que hoy denominamos «cuidados» colectivos.

Tiempo habrá para hablar de las colonias que la CNT-FAI y Mujeres Libres pusieron en marcha y lo que estas colonias supusieron desde el punto de vista revolucionario. Cuando se afirma que otros mundos son posibles, lo son porque lo fueron y, además, en plena Guerra Civil, es decir, en las peores condiciones posibles.

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La gestión de las catástrofes y la posibilidad autogestionaria

Recientemente, ha habido una huelga general en el País Valenciano, comunidad regional de este indescriptible Reino de España, que se ha descrito como convocada específicamente «contra Mazón». Y es posible que así sea. No obstante, los libertarios por lo general, aunque se hayan sumido a la jornada, de manera lógica trataron de incluir su mensaje en pro de la autogestión. Desconozco si con otro tipo de administración gobernando la comunidad (un pequeño Estado, al fin y al cabo) la cosa hubiera sido muy diferente, y es cierto que la actitud del todavía presidente comunitario fue repulsiva e irresponsable antes y durante la catástrofe. Ignoro también el grado de responsabilidad en la gestión que pudo tener la administración central de este inefable país (el Estado, vamos), que alguna seguro que tiene. Sea como fuere, ante el desastre de la gestión central y jerarquizada, yo insistiría en la posibilidad autogestionaria frente a cualquier sospecha de, meramente, ser contra un gobierno en concreto (o, aún peor, contra un fulano en concreto, como si quitando un gobernante y poniendo a otro se solucionaran todo los males). Resulta comprensible la indignación ante actitud chulesca y manifiestamente autoritaria de algunos gobernantes, especialmente de la derecha, pero los males del sistema no se reducen a ellos, a pulir un poco las formas para que todo luego, más o menos, siga igual.

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Feria del Libro Anarquista de los Balcanes: En la era de las renuncias y la política de la muerte, la autoorganización emerge desde abajo

La 17ª Feria del Libro Anarquista de los Balcanes se celebró en Tesalónica entre el 15 y el 18 de mayo, con gran éxito, tanto por las numerosas participaciones de colectivos de todas las regiones balcánicas y europeas y de toda Grecia, como por los debates, los contactos establecidos y llevar a cabo acciones y posturas comunes.

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El concepto de libertad en las ideas anarquistas

La libertad es, para la filosofía anarquista, su tema central; de ahí que se haya dado en llamar libertaria. Para el anarquismo, la libertad constituye una conquista vital y social; la cuestión no es tanto que el ser humano sea libre de forma innata, sino que precisamente encuentra los caminos para ejercer su libertad porque es la característica primordial de su existencia. Seguir leyendo El concepto de libertad en las ideas anarquistas