MUJERES LIBRES ANARQUISMO

Anarquistas Editoras — Mujeres Libres: de la edición a la revolución

Laura Vicente

El libro, Anarquistas editoras. Biografías políticas en femenino, coordinado por María Migueláñez Martínez y Lucía Campanella, está publicado por la editorial Comares (2025).

El contenido del libro está dividido en dos partes: la primera, titulada «Mujeres en el circuito editorial anarquista» y la segunda parte, «Redes editoriales en femenino». En total hay once contribuciones de diversos autores y autoras.

El contenido de estas contribuciones trata de recuperar el papel de las mujeres en la cultura impresa anarquista. Centrado en figuras o grupos, el libro revela sus trayectorias y la manera en que asumieron tareas editoriales en el marco de la militancia política.

En Redes Libertarias publicamos dos capítulos completos, el de nuestro colaborador Jordi Maíz Chacón: «A la vera del gigante: la militancia de Sofía Ananiev», incluido en la primera parte. Y el capítulo de la integrante del colectivo y redacción de Redes Libertarias, Laura Vicente: «Mujeres Libres: de la edición a la revolución», incluido en la segunda parte.

Al hacer clic en la portada de Editoras Anarquistas que aparece en nuestra web, puedes comprar el libro de la editorial o descargarlo en formato PDF. Asimismo, al final de esta entrada puedes descargar el capítulo en formato PDF o EPUB.»


El título de este capítulo tiene una razón de ser: Mujeres Libres nació como proyecto para editar una revista, aquellas mujeres tenían un plan a desarrollar de cara al futuro, pero el futuro se les echó encima y la revolución les estalló en plena cara. La idea del pasaje de la edición a la revolución es atractiva, especialmente si lo pensamos, ya que este libro tiene un foco específico en la labor editorial, desde la perspectiva de cómo impactó la circunstancia revolucionaria en las actividades de edición del grupo Mujeres Libres.

Pese a que sus compañeros no contaban con el protagonismo revolucionario de ellas, salvo como meras comparsas, las mujeres libertarias y anarquistas pusieron en marcha su propia revolución. Es decir, desarrollaron una revolución dentro de otra revolución, dentro de la denominada «revolución libertaria». Sostengo, por tanto, que llevaron a cabo una auténtica revolución feminista y anarquista. No asaltaron los cie-los como dijo Lenin, ellas no tomaron el poder, pero cambiaron la vida.

LA EDICIÓN DE MUJERES LIBRES Y SU PROYECTO

Desde el último tercio del siglo xix, cuando arraigó el anarquismo en España, existía una división que tendemos a olvidar: la frontera entre la escritura y la oralidad. La escritura marcaba una diferencia de clase: se abría una brecha entre hablantes y escribientes, iletrados y letrados. No dominar la lectura y la escritura era percibido por las clases trabajadoras como una carencia. Hombres y mujeres anarquistas batallaron para llenar ese vacío partiendo, muchas veces, de una formación académica mediocre y básica o a través del autodidactismo. Había anarquistas que sabían leer y escribir, pero su mundo era el oral, quizás por ello daban tanta importancia a la palabra escrita (en forma de artículo, poema, obra de teatro, novela, etc.) como semilla de rebelión que, si se extendía, podía acabar con la opresión.

El anarquismo otorgaba en su discurso una importancia central a la cultura y a la capacitación (que desbancaba al término educación) como instrumentos clave de su proyecto emancipador. Aspectos instructivos y formativos aparecían como elementos imprescindibles del proceso de transformación individual y colectivo. Esta emancipación de las clases trabajadoras debía lograrse autogestionando su propia formación, capacitándose para dirigir sus luchas sin ninguna intervención externa a ellas mismas.1 No era rara la proliferación de escritores y, a mucha distancia, escritoras dentro del mundo ácrata, así como la fundación de periódicos y revistas, de vida efímera muchos de ellos, pero que constituía un elemento clave de su idiosincrasia. Donde había anarquistas había periódicos y, por tanto, obreros y obreras «ilustradas». Escritura, saber y revolución quedaron unidos en unas ideas que hacían de la capacitación el componente indispensable para llegar a la revolución. De hecho, actuaban como «educadores del pueblo» a través de iniciativas como la creación de escuelas, de ateneos, del ingente esfuerzo editorial y de edición de periódicos o de la apuesta por la creación de literatura obrerista o teatro social.2

Por tanto, la difusión de las ideas y la cultura ácrata se apoyó siempre de una manera central en sus publicaciones. La edición de periódicos, revistas, folletos y libros era una parte esencial de la acción militante y una actividad fundamental de sindicatos, grupos, ateneos, etc. Como señala Javier Navarro, los periódicos y revistas desempeñaron funciones básicas tanto de cara al exterior (propaganda y movilización, vehículo de información alternativo al lenguaje y la prensa burgueses, divulgación de la cultura anarquista y formación de las clases trabajadoras) como al interior del movimiento anarquista y sindical (red de comunicación, información e intercambio, herramienta de articulación y soporte organizativos, expresión de grupos y tendencias, etc.).3

Durante la II República (1931-1939), la propaganda anarquista dispuso de centenares de publicaciones en toda España, pero fue a partir de julio de 1936, en plena etapa de revolución y de guerra, cuando la edición de publicaciones se multiplicó enormemente: diarios, revistas, boletines de todas las organizaciones libertarias, de fábricas colectivizadas, de columnas de milicianos, de agrupaciones artísticas, etc.4 Y entre esta auténtica explosión de publicaciones: Mujeres Libres, una revista muy especial por estar hecha por mujeres, tradicionalmente excluidas de la palabra escrita.

Pero en la aparición de Mujeres Libres incidió otro hecho: las mujeres libertarias y anarquistas sintieron la necesidad de «estar» juntas y separadas de los hombres del movimiento libertario. Participando de este deseo estuvieron tres mujeres, apoyadas en muchas otras, conocedoras de intentos anteriores, cuyas brasas trataron de avivar para intentarlo de nuevo. Estas mujeres no copiaron los intentos anteriores, sino que innovaron bajo otras formas y se atrevieron a inventar algo tan original como lo que admiraban de las mujeres del pasado sobre algunas bases similares: construir desde abajo, creando comunidad femenina y autoorganización.

Estas tres mujeres, Mercedes Comaposada Guillén, Amparo Poch Gascón y Lucía Sánchez Saornil, tenían un plan a conseguir a través de la edición de una revista. Dijo una de ellas: «Éramos un reducido número de compañeras, militantes en el campo anarquista, las que pretendíamos echar sobre nuestros hombros esta gigantesca tarea que no teníamos la pretensión de terminar, pero cuya iniciación ya nos parecía un paso considerable […]».5

Tres mujeres unidas por el azar, de procedencias distintas, que confluyeron en Madrid, pertrechadas de una visión clarividente sobre la necesidad de emancipar a las mujeres obreras. La revista arrancó gracias al entusiasmo, la formación cultural de las tres mujeres fundadoras y su conocimiento de la actividad periodística, con el apoyo de muchas mujeres anónimas que colaboraron en diversas tareas. Asumir la creación y el sostenimiento de una revista las obligó a unas prácticas que para muchas eran poco comunes: recaudar dinero, administrar, diseñar, buscar repartidores/as, reclamar pagos, traducir textos, etc. Estas tareas las condujeron al espacio público y, por tanto, al acceso a la palabra escrita con voz propia.

Los hombres tenían acceso al espacio público (incluso los iletrados) y a las palabras a través de las consignas en las manifestaciones y las huelgas, la asistencia a mítines y conferencias, la presencia en reuniones sindicales, etc. Las mujeres, sin embargo, tenían un acceso más limitado. Pero no poder hablar no significaba no tener voz. Su contexto era el de la oralidad, en el que el nivel de representación del mundo no está separado de la existencia, es decir, de las vivencias personales. En la oralidad apenas existe el pensamiento abstracto. Como ya hemos señalado, el mundo de la oralidad era propio de las clases populares. El acceso a la palabra de las mujeres se producía especialmente en el espacio doméstico, privado, o en el espacio próximo: la barriada, el pueblo (mercados, fuentes, lavaderos, etc.). Pero ahí las palabras eran menospreciadas y desvalorizadas. Hablaban de «cosas de mujeres», consideradas intrascendentes pese a que se referían a un área fundamental para la vida: los cuidados.

La revista rompe con esta dinámica y fue para las mujeres de este proyecto un acceso a las palabras hablando con voz propia, sin interferencias masculinas. Fue «encender» las palabras de las mujeres. Dice Walter Benjamin que solo de los desesperados puede venir la esperanza. La revista fue para las mujeres de este proyecto una transmutación de la carne herida, desesperada, en palabras que significaron el derecho de participar en el logos, en lo simbólico. Enseguida se dieron cuenta de que la fuerza de las palabras se producía cuando prolongaban un cuerpo y lo enunciaban. Rechazaron las palabras separadas del cuerpo y por eso es una revista con ideas, pero escasamente ideologizada. Solo así la desesperación, de la que habla Benjamin, puede transformarse en esperanza. Romper una genealogía de mujeres silenciadas no era nada fácil, ellas renunciaron conscientemente a la victimización y, en un contexto de Guerra Civil, nombraron a través de las palabras sus problemas, sus deseos, sus tristezas, su discriminación, sus sueños y sus temores.

La experiencia de la revista Mujeres Libres nos muestra métodos con los que las mujeres compartieron sus vidas con otras desde la escritura: institutos de Mujeres Libres, alocuciones de radio, teatro callejero, conferencias y debates, visitas al frente, etc. Las mujeres cambiaron a través de las palabras: escribiendo, leyendo, conversando y escuchando a otras, así como participando activamente en la organización Mujeres Libres y en las diversas actividades políticas y sociales que llevaron a cabo.6

REVISTA CULTURAL EN TIEMPOS DE PAZ (MAYO-JULIO 1936)

En mayo de 1936 nació Mujeres Libres, una revista con claro contenido feminista y anarquista, que permitió superar el papel secundario de las tradicionales «páginas de la mujer» en las publicaciones ácratas.7 La revista era el primer paso de un plan de actuación para establecer, en palabras de Lucía Sánchez, «una red de cordialidad a través de las mujeres de toda España». Si la revista continuaba, «en torno a ella quisiéramos crear grupos de simpatizantes».8 8 Sánchez era consciente de que no era nada fácil que las organizaciones de mujeres fueran estables en el tiempo, puesto que debía conocer algunos de los intentos anteriores.9 También era consciente de que la base para construir una organización sólida era el apoyo entre las mujeres y el reconocimiento de autoridad mutua, de ahí esa fórmula de la «red de cordialidad». La revista, por tanto, era un paso previo para fortalecer grupos de mujeres a su alrededor que, en un momento determinado, fueran la base para una organización que luchara por la emancipación femenina y de clase. La cordialidad era una apuesta política por el entendimiento como punto de partida para una vivencia corporal cercana y amable entre las componentes del proyecto.

Mujeres Libres rechazó con claridad cualquier colaboración escrita de los hombres, se buscaba que las mujeres hicieran por sí mismas lo que no habían hecho o no les habían dejado hacer y que lo hicieran «desde la propia experiencia y acorde con una sensibilidad específica».10 Afirmaban que los hombres no lograban dar con el tono preciso, con la sensibilidad que ellas buscaban para la revista, querían dar su propia respuesta a la dominación de clase y patriarcal que sufrían. Pese a este planteamiento, al no disponer de recursos humanos suficientes, tuvieron que pedir ayuda a los hombres en algunos aspectos organizativos.

Se conservan trece números, los tres primeros con un formato de 21,5 x 28 cm e idéntica portada que se reservaba para el nombre de la revista con el subtítulo: «Cultura y Documentación Social». Le acompañaba el sumario con el listado de artículos y los nombres de algunas autoras. Otras se mantuvieron en el anonimato o firmaron con iniciales o seudónimos. Los editoriales aparecieron sin firma. Pero todo cambió al estallar la guerra, en cuyo contexto se publicaron los diez números siguientes con las tres componentes de la redacción en fuga desde Madrid hacia Valencia y, finalmente, a Barcelona, desde donde atravesaron la frontera con Francia en marzo de 1939.

Las impulsoras de Mujeres Libres contaron con pocos apoyos y tuvieron dificultades en la organización de la revista. Como estructura de distribución trazaron una red de corresponsalías administrativas y de reparto de paquetes, a través de la cual hacían llegar la propaganda de la revista, los boletines de suscripción y los propios ejemplares, se hacía la recaudación y envío de dinero, se controlaba la petición de ejemplares y la devolución de los no vendidos, etc.

Para la distribución y la propaganda inicial hicieron uso de las diversas publicaciones periódicas del entorno libertario. Sin embargo, el resultado fue frustrante porque no hubo apenas colaboración por parte de algunos periódicos a los que se dirigieron, como Solidaridad Obrera, Tierra y Libertad, Campo Libre, Tiempos Nuevos, etc. Especiales dificultades se produjeron en la provincia de Barcelona, «algo más que pasividad», señalaron sus impulsoras.11 Por este motivo se pusieron en contacto con Diego Abad de Santillán, con la idea de resolver el problema de distribución. A esta solicitud les contestó Lola Iturbe, persona clave en la solución de los problemas en Barcelona. La distribución se hizo, finalmente, a través de los vendedores de Tierra y Libertad y Tiempos Nuevos.12

La revista nació con vocación cultural, no de lucha, puesto que el propósito era capacitar con ideas y razonamientos humanitarios a las mujeres que se podían aproximar al entorno de la revista hasta captarlas como simpatizantes. La capacitación estaba presente en los editoriales, adjudicados a Lucía Sánchez, y a través de una serie de temas fijos que, en algunos casos, se convirtieron en secciones, acordes con su propósito cultural: trabajo y sindicalismo; salud, sexualidad, maternidad e infancia; cultura; educación; conflictos internacionales; y feminismo.

Las tres redactoras se repartieron áreas temáticas desde el primer número: Lucía Sánchez se ocupó de temas de trabajo y sindicalismo, siendo la redactora de la sección anónima: «Jornadas de lucha»; Amparo Poch del área de salud, sexualidad, maternidad e infancia, redactora de «Sanatorio de optimismo»; y Mercedes Comaposada se ocupó de cultura, redactora de «Cinema valorable», «Libros» y «Estética del vestir». Las tres redactoras no podían abarcar más temas, quedando educación, un tema relevante en su plan de actuación, sin responsable. Antonia Maymón escribió un artículo sobre pedagogía en el primer número. Era la persona adecuada por su formación, pero quizás su edad (55 años) y su trabajo en Beniaján (Murcia) no la animaron a hacerse cargo de la sección. Julia M. Carrillo escribió en el segundo número un artículo sobre coeducación, pero no volvió a firmar ningún artículo más en la revista. El tema del feminismo empapaba todas las secciones, puesto que se escribían desde esa perspectiva, aunque hubo algunos artículos y editoriales que entraban en el tema de manera más directa.

PERIÓDICO DE COMBATE EN TIEMPOS DE GUERRA (AGOSTO 1936-OTOÑO 1938)

El golpe de Estado, la Revolución y la Guerra Civil marcaron un cambio sustancial del contenido de la revista, al pasar de ser cultural a ser un periódico de combate. El conflicto bélico dio el protagonismo a los hombres armados en el frente, pero, a la vez, la Guerra Civil y las transformaciones revolucionarias otorgaron una gran importancia a la retaguardia en la que las mujeres tuvieron gran protagonismo: «Si la guerra resta brazos a la producción, a las actividades ciudadanas, miles de brazos de mujer se disponen a substituirlos».13

El conflicto bélico y la Revolución influyeron de manera decisiva en la revista. Se dejó de lado el plan a largo plazo, concebido por las redactoras de Mujeres Libres, para pasar a constituir, en septiembre, la organización del mismo nombre. La captación y capacitación de las mujeres tenía que acelerarse porque los acontecimientos apremiaban, por ello la revista se convirtió en un medio de agitación y combate. En este contexto, se publicaron diez números, los nueve números que van del cinco al trece (el cuatro fue un pasquín) se editaron entre septiembre de 1936 y otoño de 1938, en formato periódico, 35 x 50 cm, salvo pequeñas variantes en los dos primeros números de esta etapa.14 Otra importante novedad fue la mano del genial artista Baltasar Lobo, compañero de Mercedes Comaposada, y con él, hermosos dibujos de mujeres de gran tamaño y muchas de ellas en color, dotando a la revista de un destacado valor artístico. También fue significativo el uso de numerosas fotografías, entre las cuales sabemos que estaban algunas de las que hizo la fotógrafa húngara Käthe Partos (más conocida como Kati Horna)15 y los Pérez de Rozas (el padre Carlos y sus dos hijos, Pepe Luís y Carlos). En conjunto, fue una revista de cuidada presentación, con una composición tipográfica estudiada y una maquetación artística llena de pequeños detalles en forma de dibujos y filigranas con diseños vanguardistas.

Mujeres Libres no tuvo periodicidad mensual excepto los tres primeros números, su publicación fue irregular al igual que el número de páginas (solo se paginaron los números anteriores a la guerra). Además de las dificultades que imponía la guerra, Mujeres Libres no recibía el apoyo económico necesario para la publicación debido a las tensiones con el Movimiento Libertario. Sara Berenguer afirmaba, en el momento de máxima tensión entre ambos organismos,16 que el Comité Nacional de CNT «nos ha concedido recientemente una subvención que nos permitirá reanudar la publicación de nuestra revista».17 Berenguer se refería al número trece de la revista que apareció en otoño de 1938 (probablemente en noviembre), siete meses después de aparecer el número doce. Durante esta etapa, cambió el contenido y el formato, como ya hemos señalado, se editaba cuando se podía, del número cinco al nueve se redujo considerablemente el número de páginas con un máximo de diez. La mayoría de los artículos eran anónimos. A partir del número once, la revista amplió contenidos, páginas y volvieron a incluir sumarios con los títulos de los artículos, aunque sin paginación.

La redacción y administración estuvo en Madrid18 hasta el número cinco, que se publicó a finales de septiembre de 1936.19 En el número seis, publicado entre diciembre del 36 y enero del 37, no figuró el comité de redacción, tampoco las direcciones de administración. La impresión de la revista pasó a realizarla la cooperativa obrera de Artes Gráficas, Avant20, en Barcelona, por acuerdo de la Conferencia de constitución de la Federación Nacional de Mujeres Libres (agosto 1937), ya que era más fácil superar el problema de abastecimiento de papel que en Madrid. En los números siete y ocho (marzo y mayo de 1937) apareció de nuevo el nombre de las tres redactoras, dos teléfonos y dos direcciones de administración en Madrid y Barcelona.21 A partir del número nueve (junio de 1937), se cambió la dirección de la administración, ubicada definitivamente en Barcelona hasta el último número.22

Mujeres Libres, vinculada a la organización, fue objeto de debate en la Conferencia Nacional de constitución de la Federación Nacional de Mujeres Libres, celebrada en el local social de la Agrupación de Valencia. En su tercera sesión, se planteó la necesidad de la unificación de la propaganda y las agrupaciones de Barcelona propusieron que además de la revista,

que debe conservar su tono alto y su carácter doctrinal se vaya a la mayor brevedad, a la edición de una revista semanal, o mejor un periódico de lucha; de tono popular, que sirva de órgano de agitación y enfoque los problemas actuales de una manera clara y sencilla accesible a la mentalidad más rudimentaria, a fin de que la voz de Mujeres Libres llegue a todas las mujeres de Iberia.23

Se acordó que este periódico de «tono popular» fuera un semanario y cuyo título fuera Luchadoras. Igual que este semanario, quedó en proyecto la propuesta de editar un periódico para niños que apareciera como hoja anexa a Mujeres Libres para tratar la problemática infantil.

Esta propuesta nos señala que Mujeres Libres se consideraba excesivamente intelectual y compleja para las posibles lectoras con una formación rudimentaria. No fue posible esta propuesta de mantener dos publicaciones, pero el tono de Mujeres Libres sí derivó hacia un periódico de lucha más que cultural. Así mismo, se hizo referencia en la Conferencia a las dificultades que se habían tenido que vencer para atender económicamente la edición de Mujeres Libres. No obstante, consideraron que la prensa debía ser autosuficiente y para ello «es preciso crear en todos los Comités Locales las respectivas Comisiones con sus equipos de vendedoras de nuestros periódicos y folletos», puesto que consideraron que tan importante era vender la prensa que escribirla y que, para que las energías fueran bien aprovechadas, se debían utilizar las diversas aptitudes de las compañeras, «no puede haber función desdeñada».

En la Conferencia se abordaron otros temas relacionados con la propaganda como la dimensión oral, no solo escrita, y se habló de distinguir «las distintas calidades de oradoras a fin de hacer la selección oportuna que nos permita preparar con urgencia un cuadro de propagandistas» preparadas a través de cursillos. Se propuso también estudiar las posibilidades de cada Agrupación para crear Bibliotecas Circulantes para la propagación de la cultura que Barcelona ya había ensayado. Así mismo, las agrupaciones barcelonesas propusieron que se montaran kioscos de venta de toda la prensa y literatura afín a sus ideas siguiendo el modelo del primer kiosco establecido en las Ramblas de Barcelona.

Hay algo indudable y es que la Guerra Civil y la Revolución trastocaron completamente la revista, tanto sus áreas temáticas como las responsables que las habían asumido. Las tres redactoras vivieron una modificación importante de sus vidas y de sus responsabilidades organizativas, las tres marcharon pronto de Madrid y no volvieron a reunirse hasta el último año del conflicto bélico en Barcelona.

Mercedes Comaposada fue la primera que marchó de Madrid a Barcelona (septiembre de 1936). Ella fue la responsable de que la revista siguiera saliendo a la calle con la ayuda de Consuelo Berges. Sin embargo, no firmó ni un solo texto y la sección de cultura, que ella había asumido antes de la guerra, subsistió como área temática pero desbordada por más temas que los inicialmente previstos (hubo un solo texto con el título «Libros» que recordaba una parte de su sección anterior).24 Lucía Sánchez se dedicó intensamente a la constitución y consolidación de la organización Mujeres Libres y a otros organismos como el organismo humanitario, Solidaridad Internacional Antifascista (SIA). Solo firmó poemas en esta etapa. Fue Amparo Poch, pese a sus responsabilidades políticas en el Gobierno de Largo Caballero25, entre noviembre de 1936 y mayo de 1937, la que mantuvo la prolongación de una de las pocas secciones anteriores al conflicto bélico: «Sanatorio de optimismo», presente en todos los números entre el siete y el trece, excepto en el ocho (quizás porque en ese número publicó tres poemas). Ella mantuvo una continuidad en su participación en Mujeres Libres superando claramente a las otras dos redactoras en cuanto a textos firmados.

De las cinco áreas temáticas de la primera etapa (trabajo y sindicalismo; salud, sexualidad, maternidad e infancia; cultura; educación; conflictos internacionales), desapareció la última, manteniéndose las otras cuatro. El área de cultura se articuló, en parte, alrededor de la sección anónima (posiblemente escrita por Comaposada), «Palabra y letra de la revolución», que se publicó entre los números siete y once. El área de educación existió con la sección: «Niños», que condujo Florentina (Carmen Conde), entre los números ocho y doce. Las otras dos áreas temáticas: trabajo y sindicalismo, y, salud, sexualidad, maternidad e infancia, no tuvieron una sección particular, ni autoras únicas.

Aparecieron tres áreas temáticas nuevas al compás de los acontecimientos: guerra, revolución, e información sobre la organización Mujeres Libres, esta última con una sección anónima titulada: «Actividades de las Agrupaciones Mujeres Libres», que apareció con continuidad entre los números ocho y trece. Como en la primera etapa, era difícil hablar de una sección sobre feminismo porque casi todos los artículos estaban empapados de estas ideas, pero algunos artículos tenían el objetivo concreto de definir el pensar feminista de la organización y de sus actividades. Si el feminismo empapaba la mayor parte de los contenidos, la Revolución y, especialmente, la guerra (era muy frecuente que ambos temas fueran unidos en los artículos, poemas y relatos), impregnaron el contenido del periódico.

En los números anteriores a la Guerra Civil, gran parte de los artículos los escribieron las tres redactoras (de un total de treinta y nueve artículos, dieciséis correspondieron a las tres redactoras), pero fueron creando red y dando lugar a un amplio grupo de colaboradoras (cuarenta mujeres firmaron textos en los trece números).

Entre las colaboradoras destacaron nueve mujeres que firmaron tres o más artículos acreditados en los trece números: las tres redactoras y Consuelo Berges Rábago, que no escribió, pero se dedicó a tareas de edición durante la guerra ayudando a Mercedes. Ambas debían estar detrás de una parte de los artículos anónimos de la revista. Las cinco colaboradoras restantes fueron: Carmen Conde, Lola Iturbe, Áurea Cuadrado, Pilar Granjel y Etta Federn (ni Conde ni Iturbe formaban parte de Mujeres Libres, aunque Iturbe sí era anarquista). Si tenemos en cuenta a estas nueve mujeres más involucradas en la revista, observamos una

alianza entre mujeres con títulos académicos y mujeres sin ellos. Entre las primeras, se encontraban cinco. Carmen Conde, Pilar Granjel, Consuelo Berges y Amparo Poch eran maestras, esta última con doble titulación (Magisterio y Medicina). Etta Federn era licenciada en Lenguas Germánicas y Filología. Las otras cuatro mujeres no tenían título universitario, pero estaban bastante formadas a través del autodidactismo. Tres eran obreras: Lola Iturbe y Áurea Cuadrado, del Sindicato del Vestido; Lucía Sánchez Sarnoil, telefonista. La cuarta, Mercedes Comaposada, estaba vinculada a las profesiones liberales. Además, estaban las colaboradoras que no escribían y que se dedicaban a otras tareas.

LA REVOLUCIÓN DE MUJERES LIBRES A TRAVÉS DE LA PALABRA Y LA AGENCIA

En la historia hay momentos de quietud y momentos en que sopla un huracán, no en todos los lugares ni en todas las épocas se producen esos momentos de agitación a la vez. El tiempo de quietud es cuantitativo, homogéneo y vacío, mientras que el tiempo acelerado es tiempo de condensación como ocurre, por ejemplo, en las jornadas revolucionarias de 1936. Walter Benjamin denominaba el tiempo huracanado como tiempo cualitativo, gozoso, no mesurable, no instrumental, ni utilitario.26

Cuando se produjo en España el golpe de Estado se rompió de forma intempestiva el tiempo «normal» de la existencia, el tiempo de la dominación. Este imponía sus ritmos, fijaba el ritmo del trabajo, el de los cuidados, el de la reproducción, el de los comicios, el orden de la adquisición de conocimientos y diplomas, etc. Todos los testimonios de aquellos primeros días tras el golpe de Estado mostraban a las gentes que los vivían, expectantes, inquietas, aceleradas, tensas, excitadas, con miedo, confusas, nerviosas, etc. En definitiva, la subjetividad de la población se expresaba a través de la incorporación de emociones y sentimientos que expresaban los pensamientos y percepciones ante un hecho que todo el mundo sabía que era crucial.

El tiempo capitalista saltó por los aires: no se trabajaba ni en el medio rural ni en el urbano, en algunos casos porque se declaró huelga general, pero en la mayoría de los casos la gente no acudió a trabajar, muchos trenes estaban interrumpidos, muchas tiendas estaban cerradas, también muchas fábricas, tierras de labor sin trabajar, etc.

Como ya sabemos, esta ruptura del tiempo capitalista provocó que se trastocaran los planes de la revista. Se produjo el paso de las palabras a la agencia, de la edición a la revolución. La revista continuó saliendo a la calle cuando se podía, sus objetivos se lograron porque la organización de mujeres se creó ya en septiembre de 1936 y la emancipación se convirtió en un proceso real a desarrollar.

El 19 de julio de 1936 se puso en marcha una Revolución Libertaria allí donde la CNT tenía una presencia mayoritaria. Para entender el papel de las mujeres es necesario intervenir en la red de saberes y de representaciones que constituye la Revolución que conocemos. Estamos ante una revolución modelizada, es decir, una revolución pautada por el modelo de sociedad que aspira a construir la utopía (el comunismo libertario en el caso del movimiento libertario). El modelo de sociedad que se aspira a construir condiciona los pasos que se dan, puesto que es más importante la teoría, donde radican los principios, que la práctica, que se sometió a la teoría y que inspiró tres actuaciones: los Comités, las Milicias y las Colectividades. Esta revolución es la más conocida, pero no la única, puesto que ellas impulsaron «otra» revolución en clave femenina.

AQUELLAS MUJERES QUE REVOLUCIONARON LA VIDA

Para ellas también hubo un tiempo de ruptura, pero, aunque las mujeres estuvieron preocupadas, inquietas y nerviosas como podían estar ellos, siguieron aportando el soporte logístico, la alimentación, la contención emocional y sexual a los hombres. Mientras ellos luchaban, hablaban, decidían, las mujeres estaban concentradas en el mantenimiento de la vida, a costa muchas veces de la palabra, de la visibilidad. Pensemos que cuando se cerraron las tiendas, se interrumpió el trabajo o la comunicación por tren, ellas siguieron asumiendo que era cosa suya seguir cubriendo las necesidades básicas de la familia (propia y colectiva). Hoy les llamamos cuidados, entendidos en sentido amplio como gestión de la vida, es decir, todo lo necesario para que la vida funcione. No están en el centro de la economía capitalista sino invisibilizados, tradicionalmente realizados de manera gratuita por las mujeres. Solo por obligación, y con claras resistencias, las mujeres fueron incorporadas a la producción, para sustituir a los hombres que iban al frente de batalla.

La revolución modelizada contó poco con ellas, las mujeres fueron «apartadas» de los espacios en los que los hombres llevaban a cabo la revolución, especialmente en el frente de batalla a través de las milicias, y en los Comités. Sin embargo, las mujeres habían tomado la palabra y no renunciaron a ella, de ahí la importancia de la revista en este proceso.

Existió una revolución «sin modelo» preexistente, sin equipaje, una revolución que dejó que las prácticas se desarrollaran sin apelar a unos principios que las dirigieran. La práctica, a partir de ella misma, elabora su propia justificación y construye sus propios principios que serán tan múltiples como la propia multiplicidad de las situaciones vividas. Los criterios para actuar, para escribir y para pensar solo provenían de las situaciones y de las prácticas de la propia vida cotidiana y estaban ligadas a su modo de vida. La revista era una prueba de estos criterios.

Esta otra manera de hacer la revolución nos ha permitido observar aspectos que han pasado desapercibidos para la historiografía condicionada por esa revolución «con modelo», que determina la lectura de los testimonios, de las fuentes escritas, etc. Un ejemplo de estos aspectos invisibilizados fue la actuación en la Maternidad y Expósitos de Barcelona27 que, con el inicio de la Guerra Civil, pasó a ser dirigida por la Federación Local de la CNT de Barcelona. Áurea Cuadrado fue nombrada directora de dicha institución en octubre de 1936.

Cuadrado, desde el sentido común28 y las ideas libertarias que la guiaban, impulsó una auténtica revolución con la desaparición de la idea de pecado en las madres solteras que fue sustituida por una ética basada en los valores positivos de la sexualidad. La defensa de la «maternidad consciente», que implicaba que las mujeres podían decidir libremente cuándo y cuántos hijos/hijas querían tener, suponía el uso de anticonceptivos y, en última instancia, del aborto. Desculpabilizar a las madres solteras, tanto en la línea editorial de la revista como en su actuación, fue una revolución de cuerpos y voces.

El caso de la Maternidad es solo un ejemplo de la agencia revolucionaria de quienes participaron en lo que podemos llamar el «momento de las mujeres» que vivió un distanciamiento del concepto heroico y patriarcal de revolución. Su renuncia a la heroicidad las obligó a reinventarlo todo. Así aparece de forma manifiesta en muchos textos de Mujeres Libres.

A modo de resumen, presento aquí lo que considero fueron sus principales acciones. Primeramente, practicaron formas de lucha no violenta, donde se exaltaba la vida en lugar de la muerte, formas de lucha que podían ser escenarios de felicidad también, como lo atestiguan muchas personas que vivieron la revolución de 1936. No escondían la vulnerabilidad, puesto que la consideraron su mayor tesoro. Experimentaron formas de lucha que no se agotaron en eternos y cansados debates especulando sobre una perspectiva ideológica singular y totalizante, sino que pensaron desde la multiplicidad y desde una complejidad de ideas y de organización abierta y siempre incompleta.29

En segundo lugar, practicaron la «escucha» de lo que estaba sucediendo, no de lo que debía suceder según el modelo prefijado y trataron de comprender las potencias de la situación e impulsarlas centrándose en resolver problemas allí donde estaban. Su enfoque fue práctico y pretendía ser eficaz, poniendo el cuerpo en lo que hacían. Su revolución empezó en las guarderías, en los comedores colectivos, en las maternidades, entre las personas refugiadas, entre los niños y niñas huérfanas, entre las prostitutas, temas siempre presentes en la revista.

Además, practicaron la prefiguración política, un modo de acción experimental, que no dependía de principios, desdibujaba los límites entre medios y fines y se concentraba en el presente y la posibilidad de transformarlo. Era el presente de la acción directa. Lo que se trataba de alcanzar ya no era «el otro mundo» sino el «mundo otro», es decir, «la vida otra»,30 otra manera de estar en el mundo.31

Finalmente, inventaron otras relaciones posibles con la política emancipadora, descubrieron que para la emancipación no se trataba de ganar en una correlación de fuerzas ni en suplantar modos de gobierno, sino de inventar, experimentar y explorar las capacidades individuales y colectivas de quienes se emancipaban. Pretendieron construir otra representación, otros saberes basados en esa peculiar revolución en la que era clave capturar la singularidad de cada uno de los acontecimientos, pluralizar las perspectivas y construir un calidoscopio de verdades precarias capaces de mantenerse leales a la singularidad de las experiencias.

No les resultó fácil decir exactamente cómo comenzó el proceso de emancipación colectivo que vivieron, pero sintieron la vibración que produce en los cuerpos que son atravesados por dicho proceso. Algunas expresaron con palabras la energía mágica de la resistencia y de la lucha.32 Una de estas mujeres, Concha Liaño, escribió con 76 años desde Venezuela una carta a Sara Berenguer donde afirmaba:

Porque es un hecho real que mi reloj «cronológico» se paró al salir para Francia. Si no fuera por esos recuerdos que son el telón de fondo de mi vida, no sé qué hubiera sido de mí.

Creo que fuimos privilegiados, a pesar de la derrota: al menos tuvimos una etapa en la cual, sabíamos para que vivíamos.33

Se ha dicho que las mujeres estuvieron «ausentes» de la revolución, pero no es cierto, las mujeres «estaban» en la revolución, se ocupaban de la vida, las alegrías, la cotidianidad; conocían las necesidades, las penurias, los talentos y debilidades de la comunidad. La guerra no las paralizó, ellas estuvieron en lo que venía aconteciendo, estaban levantando una revolución poco aparente, silenciosa, sin heroicidad, una revolución de la existencia que fue dejando su huella en Mujeres Libres. Las guerras han producido crisis de cuidados y han revelado que eran los únicos realmente útiles a la hora de salvar vidas, contener emocionalidades y construir sentidos colectivos.34

Su revolución queda demostrada por el cambio que experimentaron las vidas de las mujeres (y de los hombres), esa revolución sin utopía, sin brújula, haciendo el camino al andar, sin la autoridad de un arribo a meta obligatoria. Sin sociedad de llegada35. No era raro que sus trayectorias vitales quedaran marcadas por esa experiencia de cambio real de su existencia.

CONCLUSIONES

Las anarquistas en la década de 1930 fueron tejiendo un plan que pretendía el uso de las palabras desde una sensibilidad propia como mujeres, sin interferencias masculinas, para ello consideraron que era oportuno crear una revista. Esta tenía que ser un instrumento para la capacitación y la captación y, a la vez, un medio para crear núcleos de mujeres alrededor de la revista en vistas a la creación de una organización de clase y de género que luchara por la emancipación. Todo ello desde la cordialidad.

Este proyecto tenía un fundamento de ideas muy básico, pero con muy poca ideología. Cuando la Revolución estalló, como consecuencia del golpe de Estado y el inicio de la Guerra Civil, las mujeres no tenían un plan revolucionario que llevar a cabo y partieron de su manera de entender el mundo desde el cuerpo, desde la experiencia. Cambiar el mundo, revolucionarlo, era una cuestión de práctica, no de teoría basada en principios ideológicos y un plan de actuación previo alejado del cotidiano. Ellas actuaron al contrario. Partieron de las prácticas. Los principios nunca fueron planteados como inmutables ni absolutos, sino contingentes e inmanentes a las prácticas. Y así fue su revolución, una revolución de la existencia que quedó bien reflejada en la revista.


Ver tambien Capítulo 2 – A la vera delgigante: la militancia de Sofía Ananiev

  1. Civantos Urrutia, Alejandro, «Redes impresoras en femenino», en Lucía Campanella, María Migueláñez y Jordi Maíz (eds.), Moldeadoras de la idea: mujeres en la cultura impresa anarquista, Madrid, Fundación Anselmo Lorenzo, 2024, p. 31. ↩︎
  2. Navarro Navarro, Javier, «Los educadores del pueblo y la “revolución interior”. La cultura anarquista en España», en Julián Casanova (coord.), Tierra y Libertad. Cien años de anarquismo en España, Barcelona, Crítica, 2010, p. 193. ↩︎
    Ibidem, p. 206. ↩︎
  3. Ibidem, p. 206. ↩︎
  4. Aisa, Ferran, La cultura anarquista a Catalunya, Barcelona, Edicions de 1984, 2006, p. 312. ↩︎
  5. Sánchez Saornil, Lucía, «La mujer en la Guerra y en la Revolución. La agrupación Mujeres Libres», CNT, 531, 30 de enero de 1937, en Antonia Fontanillas y Pau Martínez (intr. y sel.), Lucía Sánchez Saornil. Poeta, periodista y fundadora de Mujeres Libres, Madrid, LaMalatesta, 2014, pp. 151-158. ↩︎
  6. Los estudios más destacados sobre Mujeres Libres son: Ackelsberg, Martha A., Mujeres Libres. El anarquismo y la lucha por la emancipación de las mujeres, Barcelona, Virus, 2000, 2.ª ed. Nash, Mary, Mujeres Libres: España, 1936-1939, Barcelona, Tusquets. Vicente, Laura, La revolución de las palabras. La revista Mujeres Libres, Granada, Comares, 2020. ↩︎
  7. Nash, Mary, «Libertarias y anarcofeminismo», en Casanova, Tierra y Libertad…, op. cit., p. 159. ↩︎
  8. Carta de Lucía Sánchez a Josefa Tena, una activista libertaria de Mérida con la que mantenía correspondencia relacionada con la revista, 10 de julio de 1936, cit. en Montero Barrado, Jesús María, Anarcofeminismo en España. La revista Mujeres Libres antes de la Guerra Civil, Madrid, Fundación Anselmo Lorenzo, 2013, p. 116. ↩︎
  9. En especial, los realizados por Teresa Claramunt desde la I Internacional. ↩︎
  10. Montero Barrado, Anarcofeminismo en España…, op. cit., pp. 72-73. ↩︎
  11. Ibidem, p. 65. ↩︎
  12. Ibidem, pp. 65-66. ↩︎
  13. Editorial sin título, Mujeres Libres, Barcelona, 6, semana 21 de la Revolución, diciembre de 1936. ↩︎
  14. El número 5 salió en septiembre de 1936; el número 6, en diciembre de 1936; el número 7, en marzo de 1937; el número 8, en mayo de 1937; el número 9, en junio de 1937; el número 10, en julio de 1937; el número 11, en noviembre de 1937 (sin referencia cronológica, agosto/noviembre de 1937, más factible noviembre, pues refiere que hace un año de la muerte de Durruti); el número 12, en mayo de 1938 y el número 13, en otoño de 1938. ↩︎
  15. Käthe Partos, originaria de Budapest, llegó a Barcelona a principios de 1937 con su marido Paul. Trabajó en la ciudad hasta junio del mismo año, en la nueva agencia de fotografía de la Oficina de Propaganda Exterior de la CNT/FAI. En 1939, emigró a México con su segundo marido, José Horna. En Nelles, Dieter, et al., Antifascistas alemanes en Barcelona (1933-1939), Barcelona, Virus, 2019, pp. 187-188, se señala que sus fotos más emblemáticas se publicaron en Mujeres Libres. ↩︎
  16. Ese momento de gran tensión se produjo cuando Mujeres Libres quiso presentar un informe al Pleno que el Movimiento Libertario celebró en Barcelona del 16 al 30 de octubre de 1938 pidiendo incorporarse como cuarta rama de dicho movimiento. El Pleno negó la entrada de las representantes de Mujeres Libres (solo se aceptó la presencia de Emma Goldman como observadora) hasta el último día, en el que una representación de Mujeres Libres presentó dicho informe. Lo explica Sara Berenguer en Vvaa, Mujeres Libres. Luchadoras Libertarias, Madrid, Fundación Anselmo Lorenzo, 1999, pp. 149-153. ↩︎
  17. Ibidem, p. 152. ↩︎
  18. En la revista constaba que la redacción y administración estaba en el Paseo de Santa María de la Cabeza 26 y que lo editaba Gráficas Nacional en la calle Abascal 4 de Madrid. ↩︎
  19. En el número 4 no había referencia alguna a la redacción, administración ni imprenta. En el número 5, día 65 de la Revolución, sin más fecha, no aparece la redacción, ni administración y tan solo aparece la imprenta que sigue en la misma dirección madrileña. ↩︎
  20. Esta cooperativa estaba ubicada en Cortes Catalanas, número 719. ↩︎
  21. Las dos direcciones que aparecieron como administración de la revista fueron: Barcelona, Unión 7 y Madrid, Pi y Margall, 14. En el número 13 no apareció ninguna referencia a la cooperativa de Artes Gráficas Avant (tampoco apareció en el número 10). ↩︎
  22. La dirección de administración que consta era: Plaza Cataluña, número 4 y un teléfono. En el número 12 apareció Fotografía Barguño como empresa colectivizada. ↩︎
  23. Las actas de la Conferencia Nacional las editó CGT con motivo del 80 Aniversario de la Federación Nacional de Mujeres Libres. ↩︎
  24. «Libros», Mujeres Libres, Barcelona, 6, semana 21 de la revolución, diciembre de 1936. ↩︎
  25. Amparo Poch fue nombrada por Federica Montseny, ministra de Sanidad y Asistencia Social, consejera médica al frente del Consejo Nacional de Asistencia Social (diciembre 1936-junio 1937). ↩︎
  26. Traverso, Enzo, Revolución. Una historia intelectual, Madrid, Akal, 2022, p. 431. ↩︎
  27. Sobre esta institución es muy relevante: Cuadrado, Áurea, «Nuestra labor en la casa de Maternidad de Barcelona», Mujeres Libres, Barcelona, 7, VIII mes de la Revolución, marzo de 1937. ↩︎
  28. El sentido común es aquello que aparece vivible y habitable para los cuerpos, la producción del sentido común requiere un tiempo largo que no reposa en un análisis consciente de los hechos. A través del sentido común el actuar es posible y es ese actuar el que le confiere la potencia. Este concepto es trabajado por Benasayag, Miguel y Bastien Cany, Experiencia y sentido común. Repensar la separación que impuso la Modernidad, Buenos Aires, Prometeo, 2022. ↩︎
  29. Galindo, María, Feminismo bastardo, Houston, Canal Press-Mantis Narrativa, 2021, pp. 90-91, 101. ↩︎
  30. Malabou, Catherine, ¡Al Ladrón! Anarquismo y filosofía, Argentina-España, La Cebra-Palinodia- Kaxilda, 2023, p. 224. ↩︎
  31. Ibáñez, Tomás, Anarquismo no fundacional. Afrontando la dominación en el siglo xxi, Barcelona, Gedisa, 2024. ↩︎
  32. Algunas reflexiones sobre la revolución proceden de Preciado, Paul B., Dysphoria mundo, Barcelona, Anagrama, 2022. ↩︎
  33. Esta carta forma parte del archivo personal Laura Vicente. ↩︎
  34. Galindo, Feminismo bastardo…, op. cit., p. 237. ↩︎
  35. Segato, Rita, Escenas de un pensamiento incómodo: Género, Violencia y Cultura en una óptica decolonial, Buenos Aires, Prometeo, 2023, p. 80. ↩︎

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