Se atribuye a Marx, pero el concepto de la lucha de clases como motor histórico, al parecer y como tantos otros factores, ya se había bosquejado con anterioridad al ínclito autor de El capital. Sea como fuere, qué diablos ha quedado hoy, en esta época que tantos denominan posmoderna, de ese conflicto entre poseídos y desposeídos. Vamos a dejar a un lado el llamado materialismo histórico, es decir, todo ese rollo de desarrollo de las fuerzas productivas, que serían las determinantes de las clases sociales, el cual llevaría paulatinamente al progreso, se pasaría del capitalismo al socialismo dictadura del proletariado mediante para, finalmente, llegar a la sociedad comunista. Sin negar la importancia filosófica de Marx (y de Engels), aunque extremadamente crítico con la praxis política a la que dio lugar su pensamiento, hay que decir que me resulta difícil creer que, a día de hoy, todavía haya quien crea de manera rígida en esa visión finalista de la historia (pero, haberlos haylos, y siguen descifrando el jeroglífico marxista para encontrar alguna esperanza en no sé muy bien qué). Algunos sesudos consideran que el marxismo no contenía exactamente una visión teleológica de la historia (signifique lo que signifique eso), pero uno no puede pensar en un heredero mejor de la escatología cristiana: promesas de un paraíso final, que no llega, ni en esta vida ni en la otra.
Uno, claro, se queda con los anarquistas que, aceptando por supuesto la existencia y el conflicto entre clases, su lucha contra toda forma de opresión (no solo la económica) les hizo tener una visión más amplia, pragmática y, si queremos llamarla así, también realista. Donde unos aseguraban que sería el proletariado el sujeto revolucionario protagonista de la sociedad futura, los libertarios aseguraban que había que dar voz a todos los oprimidos (incluidos los que algunos llamaban desclasados). De acuerdo, pero eso era en el desarrollo de la modernidad, que algunos consideran periclitada (yo, no necesariamente), vemos qué ocurre en la aparentemente desesperanzada sociedad posmoderna. Creo que en la mayor parte del imaginario colectivo, contaminado por las visiones liberales más mezquinas, desgraciadamente, no hay apenas cabida para dicha confrontación entre clases. Y no me refiero a intelectualoides visiones de desarrollo histórico, sino a lo que observamos en el día a día en los llamados, de forma harto irónica, países avanzados; una ingente clase media o gris, con múltiples problemas, pero con la ilusión de una vida acomodada y aspirante incluso a subir un poquito en el escalafón social, a la que no extraña demasiado que haya personas tiradas en las calles provenientes del tercer y cuarto mundo (el segundo, creo que quedó ya en el recuerdo).
Pero, tengamos fe y esperanza (perdón por la retórica religiosa). A los anarquistas, y estoy seguro de que somos más de los que pensamos, no sé muy bien si seguimos creyendo en la lucha de clases (noción contaminada, efectivamente, por la visión marxista), pero nos repugna ver a otro ser humano pasando necesidad y quiero pensar que trabajamos por una sociedad, aceptando su diversidad (sobre todo, que no esté uniformada en su mezquindad), en la que ese sentimiento esté todo lo extendido posible. Hoy por hoy, hay toda suerte de justificaciones al ver que alguien esté durmiendo en la urbe entre cartones o se mira hacia otro lado cuando tantas personas se juegan la vida cruzando fronteras buscando una vida mejor. En otras palabras, se acepta de una manera u otra las peores taras en la humanidad como irresolubles o tal vez se piensa todavía en esa ilusión del progreso como algo abstracto. La realidad es que hay gente que, en estos momentos, está sufriendo y muriendo por causas que son perfectamente solucionables si la ética no estuviera totalmente distanciada de la política y la economía; al capitalismo, que se ha señalado como el principal perpetrador de la división de clases sociales, se unen en connivencia los intereses de la clase política dirigente. Todo clases y más clases para mantenernos a las personas atomizadas sin un verdadero sentimiento fraternal y solidario. Pero, seguiremos trabajando para que emerja algo mejor, y el ser humano ha demostrado en ocasiones tener rasgos auténticamente loables, frente a toda esa capa actual de ruindad y mediocridad. Llamémosle como queramos.
Juan Cáspar
https://exabruptospoliticos.wordpress.com/2024/09/29/que-fue-de-la-lucha-de-clases/