Diálogo imaginario (o no) entre dos conocidos: Francisco, joven profesor universitario, y Juan, barbero anarquista.
F(rancisco).- ¡Hola, Juan! ¿Qué tal? ¿Tienes tiempo de cortarme el pelo?
J(uan).- ¡Bien! ¿Y tú? Sí, siéntate, que en un momento acabo con el caballero y después vas tú.
F.- ¿Has oído lo del deshielo entre Cuba y Estados Unidos? ¡Quién sabe lo que nos acarreará!
J.- Un producto más entre la loción y el afeitado me vendría bien; con el embargo solo les puedo ofrecer a los clientes las pocas cosas de costumbre (risas). Bromas aparte, todo depende de lo que el pueblo se interese por este tipo de cambios. Después hablamos con calma, ahora está listo el caballero.
(El cliente que precedía a Francisco se marcha y ahora quedan solos en el salón).
F.- En serio, ¿qué piensas? ¿Cómo podría el pueblo cambiar o al menos controlar la situación?
(Juan hace a Francisco un gesto para que se siente en el sillón, le cubre con el peinador y comienza a cortarle el pelo a la vez que habla).
J.- Tú sabes cómo pienso; nos encontramos ante una situación en la que como el pueblo siga pensando “con el régimen de Castro o bajo el imperialismo yanqui” nos arriesgamos a ser espectadores pasivos; se deben desarrollar métodos y conciencias no jerárquicas para contrarrestar el autoritarismo de ayer y de hoy y el posible capitalismo depredador estadounidense de mañana. Cuba tiene el peligro de volver a ser la zona de recreo de los Estados Unidos y tendría una destrucción medioambiental mayor y una decadencia cultural… es lo que yo me temo.
F.- Date cuenta de que se combate esta amenaza futura… es verdad que ahora no vivimos de nuestros sueldos y algo del dinero extra que traería el capitalismo extranjero sería una oportunidad a no desaprovechar, temo este razonamiento, tiene su lógica y, por eso, tengo miedo de que la gente caiga en el futuro en la trampa del “salario más alto cueste lo que cueste”. Imagínate a los jóvenes que hemos ido a la Universidad, todos médicos, abogados, ingenieros, etcétera, que por un sueldo mejor respecto al estatal, estaremos en nómina de las empresas estadounidenses que lo primero que harán será depredar todas las costas para el turismo, después el interior con su agricultura intensiva y quién sabe qué se inventarán para suprimir la historia de la resistencia de los cubanos frente a los españoles y a ellos mismos cuando “escaparon” hace casi sesenta años. Sí, no veo nada de bueno. Solo veo hiperexplotación, seguramente más que hoy.
J.- Pero ahora no estamos nada bien, todo lo que queda fuera del Partido Comunista Cubano está vedado y todo es burocracia, no hay igualdad ni justicia; esto es un sistema autoritario, cierto, con las situaciones bastante positivas que has citado tú: casi todos tienen formación, la brecha entre el rico y el pobre no es tan grande como antes, respecto a otros países de Latinoamérica la posibilidad de tener una casa, la menor violencia es notoria, pero para mí no tiene sentido contentarse con eso y continuar hablando de Revolución cubana y decir que el terrorismo está concentrado alrededor de Cuba mientras nosotros somos la “isla feliz”, tú sabes que no es así…
F.- Sí, sabía que pensabas así, pero en la práctica no veo alternativas…
J.- Si no las ves tú que eres joven, que estás rodeado de estudiantes ¿piensas que las voy a encontrar yo, que tengo la vida hecha? Por suerte me informo y alguna cosa hago, y he tenido manera de apreciar las iniciativas de un grupo de gente de tu edad que tienen buenas ideas… Son esos del Taller Libertario “Alfredo López”, un grupo de anarquistas que están estudiando la historia del movimiento anarquista internacional y de las cooperativas puestas en pie por los trabajadores en Cuba, organizando encuentros, debates sobre la metodología a aplicar para forjar una nueva mentalidad, que no se base en la delegación ni en el capitalismo y la explotación entre personas y sobre la naturaleza. Es un grupo mixto de mujeres y hombres, y tratan todos los temas que están incluidos en la cuestión social actual. La lucha económica, la antiautoritaria y contra el dominio en general. Antes de la revolución, los anarquistas éramos fuertes con las organizaciones sindicales, después todo ha sido desmantelado. Hoy, aunque somos menos, afrontamos temáticas que van más allá del mundo sindical y tocan varios aspectos de la vida, como las relaciones de género, la comunicación moderna, la cultura, la sociología, la ecología… El anarquismo lleva en el ADN el recurso de renovarse siempre y de contaminar y contaminarse con todo lo que es antiautoritario, por la libertad y la igualdad.
Piensa que dentro de poco, en marzo, se celebrará en Santo Domingo un primer encuentro entre grupos anarquistas del Caribe para constituir una federación y así coordinarse mejor. Pero no creas que estos grupos y la federación que tratan de crear sean una plataforma política para tomar el poder o para lanzar consignas que deban acatar las masas. No, en absoluto. Una de las características del anarquismo es la adecuación entre medios y fines, y si se pretende una sociedad de libres e iguales, donde nadie viva del esfuerzo ajeno, en las organizaciones anarquistas se prefigura este deseo. Decía Malatesta que los grupos anarquistas tenían tres tareas: propagar las ideas, agitar las conciencias y organizar la revuelta; todo con el fin de destruir el principio de autoridad. Se trata de que la revolución acabe con toda fuerza organizada que pueda constreñir al pueblo a actuar contrariamente a su voluntad. Las federaciones anarquistas sirven para coordinar las iniciativas de los grupos, no para imponer nada a nadie.
F.- Es una tarea difícil, basada en la educación de las nuevas generaciones y no me parece fácil…
J.- No es para nada fácil, pero lo más importante es luchar ahora. El camino que se emprende hoy mismo es más importante que saber o dilucidar si se podrá alguna vez conseguir una sociedad ideal o no después de diez, cincuenta o cien años. Hay que tender a ella, como tú dices, con la educación, pero también con la lucha entablada en primera persona por los directos interesados, sin que se sientan protegidos por algún otro que, después, seguramente los ayudará o no, pero perpetuará la idea de que alguien desde el poder hace las cosas por uno, por ti. Esta costumbre de la delegación tiene que ser abandonada; cierto que es difícil, pero es necesario.
F.- No descarto que en un futuro, seguramente lejano, sea posible una sociedad de “democracia directa”…
J.- ¡Anarquía!
F.- Sí, anarquía, pero yo la entiendo como sinónimo de democracia directa, o sea, como tú dices, tomando las decisiones en primera persona y haciéndose cargo de las responsabilidades libremente asumidas. En cualquier caso, no es esta la cuestión; lo que me preguntaba es si no habría sido más fácil hacer una “Cuba anarquista” diferente hace años, cuando los anarquistas erais fuertes y eran posibles tantas cooperativas que pudieran satisfacer las necesidades de la gente… No existían las grandes ciudades actuales con su enorme población. La situación era mucho más rural… En el futuro puede ser, es todo tan complejo… Ha cambiado mucho el mundo desde la época de los pensadores a que haces referencia.
J.- Está bien, concédeme una mirada al pasado para discutir de esta última observación tuya con respecto a los anarquistas como si tuviesen “razón” no solo en lo referente a “pequeñas experiencias rurales”, o sea, en lo minúsculo. Mi padre combatió en la guerra civil española de 1936-1939 y fue testigo de experiencias humanas y de solidaridad de no poca importancia en una gran ciudad como Barcelona, enteramente gestionada por los trabajadores.
F.- Sí, no duró mucho…
J.- No duró mucho porque el pueblo trabajador fue aplastado no por un enemigo sino por más de uno; nuestras compañeras y compañeros hicieron un esfuerzo sobrehumano, pero no podría haber sido de otra manera contra la burguesía, la Iglesia, la derecha e incluso los comunistas.
F.- Cierto, es difícil esbozar una sociedad diferente en un contexto de guerra.
J.- Mira este pequeño recuerdo que tengo en el cajón; me lo dio mi padre. Es una navaja de afeitar fabricada en aquella época con las letras FAI, que es la organización específica de los anarquistas en España y Portugal, la Federación Anarquista Ibérica. También se fabricó con las letras CNT, Confederación Nacional del Trabajo, la sección española de la Internacional Obrera. Ambas eran grandes organizaciones, la fuerza del proletariado español. Todavía existen. Estas navajas se fabricaban en Caldas de Estrach, una población marítima al norte de Barcelona, cercana a Mataró. Como en aquel periodo muchísimas fábricas eran colectivizadas, incluso productos como esta navaja salían de los almacenes marcadas con las siglas libertarias; mira qué bonito es el estuche rojo y negro…
Y esto es solo un pequeño ejemplo; todo era colectivizado, desde las grandes empresas hasta los restaurantes, los campos, el transporte, las industrias químicas y los espectáculos. En el campo y la ciudad había experiencias similares y ya no había amos, incluso las peluquerías, como esta en la que trabajo, podían pertenecer a los barberos, como puedes ver en esta placa rojinegra que indicaba las barberías colectivizadas, y en el cartel reproducido en esta postal. La influencia de las ideas anarquistas en el pueblo era impresionante. Pero fue un trabajo de preparación y propaganda entre el pueblo que empezó a finales del siglo XIX, es decir, bastantes décadas antes.
F.- En Cuba son ahora los del taller “López” quienes continúan con las ideas anarquistas… ¿Estudian la complejidad y la posibilidad de realización de una sociedad gestionada “por sí misma, sin autoridad”?
J.- ¡Claro! Es cierto que reflexionan sobre estas problemáticas. También observan las experiencias anteriores, tanto aquí como en España y en todo el mundo, pero siempre mirando a hoy y al futuro. Es necesario tender a una sociedad libertaria e interesarse, por ejemplo, por los tratados entre Cuba y Estados Unidos buscando salvaguardar la dignidad, defender y ampliar los derechos y las libertades, y siendo espectadores pasivos. Seguramente coordinarse en una federación del Caribe aumentará la fuerza y el apoyo recíproco entre todos los grupos que de manera consciente y voluntaria quieran formar parte. Esta fuerza servirá para contrarrestar el autoritarismo en cualquier forma que se manifieste, y también para infundir en el tejido social, con el ejemplo y la coherencia, la práctica libertaria para superar los obstáculos y las luchas. (Juan, que ha terminado de cortar el pelo a Francisco, le quita el peinador y le dice) ¡Servido!
Davide Bianco
Publicado en el periódico Tierra y libertad núm.320 (marzo 2015).