Cuando en mayo de 2011 un grito recorrió todas las tierras que van desde el Mediterráneo, hasta el Atlántico y desde los Pirineos y el Cantábrico hasta el sur de la Península Ibérica, un grito promulgado por cientos de miles de gargantas: “¡Que no, que no, que no nos representan, que no!” Un aire de cambio pareció inundarlo todo, en las plazas, asambleas abiertas regidas por la democracia directa, sin representantes, cada persona con voz y voto en las decisiones comunes, acuerdos tomados por unanimidad, por consenso, sin humillar a nadie, sin pasar rodillos, escuchando a todos, aprendiendo de todos.
La gente del pueblo estaba despertando, estaba denunciando las tramas políticas y económicas que nos habían llevado a la crisis económica que teníamos encima, estaba experimentando cosas nuevas, para ellos, que eran viejas en la historia de nuestra península. Estaban escondidas en esa historia que no se nos quiere enseñar y que se nos oculta, por estar unida a una forma de vida que rechaza a los políticos profesionales, al sistema económico de libre mercado y de explotación del hombre por el hombre, al poder, a la opresión, a los partidos únicos, a la guerra, a la religión y a las Iglesias por ser un opio para el pueblo, a la enseñanza sistémica, a la marginación, al racismo, al sexismo, a la explotación del planeta, a… se nos oculta la parte de la historia que hace referencia a la influencia del anarquismo en la península. A nadie le interesa recordarlo, todos lo quieren olvidar, el revisionismo histórico de la dictadura primero, sus sucesores “disfrazados de demócratas” después se han encargado de ello y casi lo consiguen. Pero el gen humano de la libertad y la rebeldía siempre aflora, está latente, se calma pero siempre aflora.
Afloró en mayo de 2011 y les pareció peligroso a los que nos gobiernan en el mundo, a los poderes económicos y financieros. Desde ese momento pusieron todo su aparato de propaganda y manipulación para intentar acabar con ese aire puro que salía de las plazas. Unas plazas que no creían en líderes ni en representantes, que buscaban una democracia real, directa, sin intermediarios que acabase con toda la injusticia que se está viviendo en el mundo.
En busca de ilusionistas
Desde entonces empezaron a buscar sustitutos a todos los políticos que eran sus marionetas, tenían que cambiar los personajes, tenían que sustituir a los que ya habían sido señalados como corruptos e ineficaces por otros que todavía no lo estuviesen.
Buscaron y encontraron, encontraron a gentes jóvenes, que habían sido de los que defendían en las plazas o desde fuera de ellas el gobierno de los preparados, el gobierno de la élite, es así como se fijaron en Pablo Iglesias y le facilitaron el acceso a los medios de comunicación de masas para divulgar su discurso que parecía ser aire limpio entre tanta corrupción.
Nació un nuevo partido al que llamaron Podemos, y el fenómeno se les escapó de las manos ya que podía desbancar a los partidos tradicionales y convertirse en partido gobernante. Había que mitigar los efectos ya que si triunfaban sin oposición real, podían ser un peligro, había que constituir una estructura de partido que fuese controlable, a ello se prestaron Pablo Iglesias, Monedero y Errejón, este sería el principio del fin de Podemos; primero apartarían a Monedero porque mantenía una posición más radical y después empezarían a olvidarse de todo lo que se defendía en las plazas del 15M. Acabarían sucumbiendo al espejismo de la victoria electoral de Syriza en Grecia, se creyeron que con ella aseguraban su futura victoria en España, pero se ahorcaron con su propia soga cuando Syriza sucumbió a las presiones del capitalismo mundial, olvidándose de lo que habían prometido a sus votantes en Grecia.
A partir de ahí Podemos se está hundiendo y los poderes financieros y económicos han decidido buscarle un sustituto con aire de renovación y modernidad, pero por la derecha, por donde ellos quieren. Un sustituto que no hace asco al neoliberalismo, que no cuestiona, para nada, el sistema económico imperante en el mundo y que no quiere remover los cimientos de la Constitución ni la democracia española. Un maniquí, que maquillará y hará la cirugía estética al sistema para que las oligarquías económicas continúen campando a sus anchas. Este personaje es Albert Rivera, una cara nueva, joven, y versado en la dialéctica discursiva de la política norteamericana y de la educación y la sociedad de los EE UU. Es la cara amable de la derecha, la cara de una derecha menos casposa que la que conocemos aquí y que es heredera de los que ganaron la Guerra Civil y que no van a reconocer nunca que el régimen franquista fue un nido de asesinos fascistas. El problema es que esa cara nueva lleva detrás un discurso y un pensamiento más peligroso que el del propio Partido Popular, es un discurso muy populista que está muy ligado al discurso del fascismo español, al discurso joseantoniano, al discurso falangista; se quita a las caras ligadas con el régimen franquista y se les sustituye por caras nuevas que llevan el discurso de camisas viejas. Unos piensan que Rivera solucionará el problema catalán, por ser catalán; esto es una simpleza tan grande como pensar que solo un presidente del gobierno rico y con acciones en grandes empresas nos podría sacar de la crisis porque sabe como hay que desenvolverse en el capitalismo.
Volvemos a estar como hace 40 años, volvemos a pensar que los partidos nuevos, nos van sacar del régimen que se hunde y nos solucionaran los problemas definitivamente, no hemos aprendido que lo único que quieren todos ellos es gobernar para sustituir a la casta antigua para convertirse, ellos, en nueva casta.
Nadie nos liberará a los trabajadores, a las clases populares, de vivir en esta sociedad consumista, en la que somos imprescindibles, y en la que debemos ser simples engranajes que se pongan en movimiento cuando a los dirigentes económicos les interese.
Pensar que un niño mimado que se viste de Massimo Dutti, como Rivera, nos sacará del hoyo, es tan ingenuo como pensar que la Volkswagen repartirá sus beneficios entre los que han sido engañados con sus coches fraudulentos, es tan ingenuo como pensar que los bancos dejaran de ejecutar los desahucios por impago de los préstamos hipotecarios; es tan ingenuo como…
Un producto de laboratorio que fue gestado desde que durante sus años universitarios comenzó a mostrar mucho interés por la política y representó a la Universitat Ramon Llull (URL) en una liga de equipos de debate por toda España, que acabó ganando y que le permitió perfeccionar su capacidad de oratoria. Ha sido preparado, educado y formado para hacer creer que dice lo que la gente quiere, pero se sabe y está estudiado científicamente que todos estos fenómenos salidos de estos centros de oratoria están fabricados para engañar a los demás como cualquier vulgar charlatán de feria, cuya misión es mantener obnubilados a los votantes que pierde el Partido Popular, debido a sus tramas corruptas, y a todos esos que se creen que son clase media.
Esa misma clase media que fue la que encumbró a Hitler al poder en Alemania y a Mussolini en Italia; peligroso, muy peligroso.
Lo que tenemos por delante
El 20 de diciembre hay elecciones y esperan que el triunfo se lo disputen dos partidos de la casta antigua PP y PSOE, y dos partidos de la casta nueva Podemos y Ciudadanos.
El problema que tenemos delante las personas vuelve a ser el de siempre, se nos pide que aceptemos el sistema político implantado y que votemos a unos partidos que no tienen en su contenido, ni en su continente, unas propuestas de cambio real que nos favorezca en contra de los intereses de las grandes corporaciones económicas que controlan las dinámicas políticas y económicas mundiales.
Se está intentando regenerar el sistema “democrático” capitalista para que no haya movimientos que puedan poner en jaque el sistema económico y social.
Se quiere que los ciudadanos ratifiquemos, como cada cuatro años, un sistema político que garantice el supuesto derecho del mundo financiero y económico a seguir haciendo lo que quieran en el planeta.
Si analizamos a los partidos que parecen tener posibilidades de éxito en las elecciones nos podemos encontrar:
Un PP que se ha plegado desde siempre a los intereses de los más poderosos, porque ello les beneficia directamente, ya que son miembros de esas élites económicas que viven del trabajo de los asalariados. Para ello no les importa tomar decisiones traumáticas para los trabajadores, favoreciendo trabajos de carácter temporal, mal pagados, que garanticen los beneficios empresariales a costa de los gastos salariales, sin aplicar sus postulados de libre concurrencia en el mercado que les haga competir por la calidad de sus productos con otras empresas. Para ellos las empresas tienen que obtener, siempre, beneficios y para ello hay que cambiar las leyes para impedir que los trabajadores puedan mantener unos derechos que pueden ir en contra de los intereses empresariales, al obligarles al reparto de sus beneficios más equitativamente entre los inversores (capitalistas) y los productores (trabajadores). Para ellos los trabajadores son unos parásitos que chupan la sangre (el dinero) de los capitalistas que son los que arriesgan el dinero. Nunca se plantean que sin los trabajadores, los capitalistas nunca conseguirían productos para poder amasar sus fortunas.
Además es un partido que está acostumbrado a vivir del dinero de esos capitalistas que les apoyan con donaciones que les garanticen el reparto del dinero público, a través de las obras públicas del Estado. Así se ha fraguado la corrupción en este país que, como todos sabemos, está metida en el ADN de este sistema democrático, con todo lo que se sabe sobre la corrupción del PP, no se puede entender que los trabajadores, ni por un solo momento, estén pensando en seguir votándolos.
Si hablamos del PSOE, no podemos por más que decir que ha dejado de ser un partido obrero desde hace muchos años, recordemos que sin ellos las reconversiones industriales (cierres de empresas), que exigió la Unión Europea para la adhesión española, no hubieran sido posibles. Les dio igual dejar sin trabajo a millones de personas, sin estructura industrial productiva que les garantizase el trabajo, en definitiva optaron por aliarse con los capitalistas olvidándose de los obreros. Lo de socialista también lo han perdido pues en sus planteamientos no hay nada que pretenda llevarnos a una economía de carácter socialista, ya que han aceptado, como mal menor, el libre mercado globalizado y, por tanto, están favoreciendo los intereses de las grandes corporaciones multinacionales. La corrupción no les diferencia del anterior partido. Lo único que les diferencia de los del PP es que en política social, de vez en cuando, sacan alguna ley que parece favorecer a los sectores que sufren marginación social, pero nunca son leyes que puedan favorecer a los trabajadores de una forma clara en contra de las imposiciones que marcan las grandes empresas multinacionales. Es así como sacan leyes que pueden parecer muy avanzadas, ley del matrimonio entre personas del mismo sexo, ley que garantice la cobertura de operaciones de cambio de sexo para aquellas personas que así lo necesiten, etc., si bien es todo un avance, sólo se plantea para evitar otras cosas necesarias. Lo que no se han planteado son políticas sociales que garanticen soluciones a problemas sanitarios que afectan a la totalidad de la población, por ejemplo la implantación bucal pública para todas las personas que lo necesiten, su planteamiento es pura mercadotecnia, legislan sobre cosas muy efectistas y no lo hacen sobre aquello que podría ir en contra de los intereses de las grandes corporaciones mundiales, es así como dicen que son progresistas y no retrógrados. Lo cierto es que nunca se han planteado hacer políticas que garanticen el reparto de los beneficios económicos que igualen a trabajadores y capitalistas; para ellos el sistema económico debe mantenerse y, por tanto, la situación de explotación que estamos viviendo, sus hechos lo demuestran.
Si entramos a ver a Ciudadanos, sólo nos encontramos con la marca blanca del PP, marca blanca porque en economía plantean lo mismo que sus padres (PP), quieren que sigamos dentro del sistema de economía globalizada que garantice los beneficios empresariales a costa de los salarios de los trabajadores, no plantean la libre concurrencia de las empresas, ya que están dispuesto a mantener sus prebendas con la excusa de garantizar el trabajo, aunque este sea cada vez más precario, volátil y mal pagado. Su aparición ha sido promovida porque era necesaria para garantizar tener una formación de derechas que fuese el sustituto del PP si este se hunde debido a las tramas de corrupción que le han podrido hasta lo más hondo de sus raíces. Es un partido que sigue defendiendo los mismos postulados antidemocráticos del PP de no condenar la dictadura franquista o de mantener el reconocimiento a los asesinos de la dictadura, para ellos todo eso es pasado y no debe hacer perder el tiempo. Algunos plantean que son la solución al “problema catalán”, la verdad es que no se puede saber cómo, ya que sus planteamientos son los mismos o más radicales que los de PP. Igual alguien piensa que con la cara impoluta de Rivera se puede conseguir arreglar un problema que no tiene nada que ver con que Rivera sea nacido en Cataluña, igual alguien piensa que si hay un catalán en la Presidencia del Gobierno de España, lo pueda ser también de la Generalitat y así ya no existe el problema: esta es la política ficción que los ilusionistas venden como algo real. Rivera es producto de la sociedad capitalista globalizada, su formación y su evolución le delatan y, por tanto, nunca hará hada que ponga en cuestión los derechos y los intereses de los grandes capitales y las grandes corporaciones que nos mantienen dominados y que controlan las políticas de todos los gobiernos del mundo. En definitiva Ciudadanos es un partido que presentándose de centro, lleva detrás una política de extrema derecha en lo político y en lo social, son los nuevos representantes del capitalismo destructor, y por eso nos lo presentan joven, bien vestido y santificado. Que no nos confunda la estética y analicemos el fondo que es donde está el peligro.
Los de Podemos nos fueron presentados como la gran esperanza del pueblo, de la izquierda, de la sociedad que quería el cambio, político y social, pero sólo fue la presentación sólo fue la estética. Una estética rompedora con lo tradicional, un líder con coleta, no muy agraciado, que viste con ropa de grandes superficies comerciales, como todos los que no podemos permitirnos otra cosa, que hablaba diciendo grandes verdades contra aquellos que siempre creen tenerla, por ser los voceros del capitalismo en los medios de comunicación social, en definitiva la joven esperanza del pueblo trabajador. Fue aupado por los medios de comunicación de masas porque, al mismo tiempo, hundía al partido de la oposición en un momento que se pretendía salvar al PP, hostigado por los graves casos de corrupción que estaban deteriorando su imagen.
Con el empuje que le están dando al niño bonito de Ciudadanos, Podemos se está acomodando en posiciones socialdemócratas, ¿dónde están los planteamientos de no pagar la deuda? ¿Dónde la salida de la Unión Europea? ¿Dónde la salida de la OTAN? ¿Dónde la Renta Básica Universal? ¿Dónde…?
En estos momentos tenemos un partido que pretende gobernar aunque sea olvidándose de todo lo que decían haber recogido de las plazas, han fichado a un antiguo militar del Estado Mayor de la Defensa para no salir de la OTAN, pretenden una limosna básica en lugar de la Renta Básica; quieren rebajar la jornada laboral a 35 horas, cosa que no sirve para nada ya que si se reduce la jornada hay que hacerlo más, hasta las 30 horas semanales, para conseguir que se pueda hacer un turno más de trabajo en las diferentes empresas o comercios; están tomando decisiones desde la cúspide del Partido pasando de las decisiones de las bases, en definitiva se ha convertido en el aprendiz de los de la casta.
Por cierto, que nadie piense que otros partidos que se presenten a las elecciones el día 20 de diciembre harán algo diferente a estos, el discurso puede ser muy radical, pero sólo porque saben que no tienen posibilidades. En el momento que se vean capaces de poder tocar poder harán exactamente lo mismo que los anteriores.
El sistema no se puede cambiar participando en las elecciones que él mismo propone, el sistema no pone herramientas a disposición de las personas para que puedan destruirlo. En este país sabemos que el franquismo no puso herramientas en manos de los políticos del régimen y los posteriores para que acabaran con él y le pudiesen pedir cuentas. Les facilitó el camino de un cambio que no pusiese en jaque el sistema, ni los intereses de los poderosos, contribuyeron a hacer una ley de amnistía que, si bien liberaba a los que habían sido perseguidos por los franquistas en su lucha por la libertad, sirvió para que no se pudiesen pedir responsabilidades a los carniceros del régimen anterior. Sabiendo esto ¿qué podemos esperar de los que pretenden hacer cambios desde dentro?
¿Qué hacemos?
Este panorama nos demuestra que el sistema ha hecho lo mismo que hizo en Grecia y que ya comentaba Carlotta Pedrazzini en su artículo “La austeridad ha muerto ¡Viva la austeridad!” (Ver Tierra y Libertad 329, de octubre de este año) “A pesar de las intenciones ‘revolucionarias’ del gobierno de Syriza, cuanto ha sucedido en Grecia no ha sido más que un cambio ‘gatopardesco’ (cambiarlo todo para que todo siga igual), finalizado con la aceptación y el compromiso por parte del gobierno de Atenas de las directrices económicas (y políticas) impuestas por la Troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo, Fondo Monetario Internacional)”.
Pues bien, más de lo mismo encontramos en España con la aparición de los nuevos partidos de la casta. Aquí han hecho aparecer nuevos partidos para hacer renacer esperanzas a muchos que ya no creían en el sistema democrático del neoliberalismo.
Estamos asistiendo a un fenómeno que nos puede retrotraer 30 años, con personas que esperan, al igual que muchos lo esperaban del PSOE entonces, que los nuevos partidos arreglen la situación. Es una esperanza vana ya que en los últimos meses estos partidos han demostrado que no quieren hacer quebrar el sistema sino sustentarlo y mantenerlo para no perder sus esperanzas de poder ser el relevo de los viejos partidos y para ello aceptan y aceptarán todo lo que les impongan los poderes económicos.
Es hora de ver claro y mostrar, más que nunca, nuestra oposición a participar en un sistema que nos garantiza la marginalidad, la opresión y la sumisión a los poderosos del mundo.
No nos sirve el sistema democrático capitalista, no podemos seguir pensando que formamos parte de una clase media inexistente, tenemos que darnos cuenta de que somos trabajadores, que somos los imprescindibles para que todo siga funcionando, que somos los que podemos hacer que todo cambie, que somos los que negándonos a participar en sus elecciones les haremos entrar el miedo en el cuerpo; somos los que tenemos que recuperar la calle y las plazas para gritar en contra de la opresión del sistema económico imperante; somos los que no podemos confiar en gobiernos que por mantenerse en el poder aceptan todas las imposiciones del FMI, el Banco Central Europeo, el Banco Mundial y la Comisión Europea; somos los que debemos crear redes de apoyo mutuo que formen un sistema económico alternativo que pueda sustituir al sistema neoliberal; somos la mayoría de la población desposeída de los medios de producción; somos personas que buscamos un mundo nuevo donde no existan ni fronteras, ni dioses, ni amos; somos seres humanos con los derechos que como tales tenemos y no podemos renunciar a ninguno de ellos aunque nos lo digan los voceros del sistema en cada elección que hagan.
Debemos tomar la iniciativa y decir que no participaremos, ni seremos cómplices, de sus iniciativas parlamentarias para asentar los intereses de los poderes económicos en la sombra.
Estamos en contra de la corrupción del sistema económico, político y social y no nos creemos que la justicia, ni los políticos estén haciendo nada por acabar con ella.
No podemos seguir dejándonos engañar por los charlatanes que pretenden vendernos modelos que no sirven para solventar los problemas que tenemos, es hora de decir basta de jugar con nuestras vidas y con las vidas de nuestros hijos por los intereses de los poderosos del mundo que no llegan a ser más del 1 por ciento de la población mundial.
Para acabar con esta época de oscuridad, de opresión, de imposición tenemos que recurrir de nuevo al poeta y decir cada vez más alto:
¡A galopar,
a galopar,
hasta enterrarlos en el mar!
Aunque como alternativa a las elecciones del próximo 20 de diciembre tendríamos que cambiar la estrofa y cantar frente a los colegios electorales, en vez de depositar el voto:
¡A galopar,
a galopar,
hasta botarlos a la mar!
Por la anarquía, contra la injusticia.
Manuel Vicent
Publicado en Tierra y libertad núm.329 (diciembre 2015)