Esta noche tuve un sueño. Estaba la Amalia, la directora de alasbarricadas, en una reunión de gente desconocida, unos veinticuatro, pegando voces como siempre, sin que entendiese ni una palabra de lo que estaba diciendo, en una habitación sin ventanas ni puertas, pintada de negro, a la luz de una vela puesta sobre una calavera. Amalia se vino a mí con un montón de papeles y me dio instrucciones incomprensibles, urgiéndome todos ellos a hacer algo que no entendía ni el que lo había escrito. Horrorizado eché a correr, chocando contra la pared y abriendo un agujero con la forma de mi silueta. Una pesadilla. Me levanté confuso, hasta que leyendo la prensa gratuita lo entendí: ya tenemos Gobierno de Progreso. Ya podemos esperar sentados el cambio social hasta las próximas elecciones.
Y es que a mí, a mí cuando me dicen los seres humanos, que los y las anarquistas pensamos pamplinas y que hay que ser realistas, es que me entra la risa. Ahí va, que ningún cagao se huele. Resulta que unos tipos y tipas que no dicen más que tonterías y mentiras, y que posponen una y otra vez la llegada de la utopía capitalista, época dorada en que todos seremos ricos, dispondremos de energía barata y limpia, los hogares serán confortables, el trabajo cómodo, y el sexo voluntario, limpio y gratuito, esos son los realistas. ¿Y en cambio que futuro inminente nos muestran? Uno en el que el planeta se calienta, la crisis se hace morrocotuda y perpetua, y el mar sube y sube dejando en la costa millones de toneladas de bolsitas de plástico llenas de mierda de perro. Guau. Eso es, una porquería.
Así que conviene recordar una vez más, en qué consiste nuestra irrealidad. Los y las anarquistas descubrimos hace un par de siglos, que la dominación es previa a la acumulación de riqueza. O sea, que el que unos hombres dominasen lo sobrenatural, el clima, la caza, los rebaños, la guerra, las mujeres, la tierra, los cereales… Es lo que hace que poco a poco se vaya formando un entramado en que poder y capital se hacen omnipotentes, y nos joden a base de bien. Nuestra propuesta es deshacer ese enredo y crear una sociedad sin poder ni dominación, o dicho de otro modo menos radical, una sociedad en la que el poder esté distribuido de manera igualitaria, uniforme, equitativa, y nadie tenga demasiado. Porque si alimentamos el Poder, la riqueza seguirá acumulándose en manos de los ricos. Para llegar a esa sociedad sin mando ni obediencia, denunciamos todo lo que implique acumulación de poder político, económico, o de cualquier otro tipo, explicando bondadosamente, que hay que destruirlo. Y cuando nos contestan que esa propuesta no es una alternativa, yo les pregunto que si es que son imbéciles, porque defender un sistema en el que la gente en lugar de hacer lo que quiere, hace lo que no quiere, y mantener la acumulación de riqueza y poder en manos de élites que están liando la de dios, y que nunca tendrán bastante, eso sí que no es una alternativa. De hecho, mirad a quienes están ahora mismo en el Gobierno: una banda de pijos y de trepas, eso es, el realismo monárquico, socialdemócrata y comunista, apoyado por los republicanos, a cambio de una mesa paritaria.
Toma castaña.
A la vista está, que los ricos, poderosos, o con ganas de serlo, defienden ferozmente sus intereses: amenazan, obstaculizan, escamotean, mienten, roban, zancadillean, traicionan, apuñalan, envenenan y llegado el caso, matan: eso sí que es realismo. Así que quienes defiendan el realismo y la monarquía, por favor, que tomen ejemplo de ellos y al menos, den un buen espectáculo. Que las masas se aburren.
De acuerdo totalmente, pero… ¿cuál es el camino? Resistir al tsunami de «realidad», descarado sistema de transferencia de rentas vertical (de abajo a arriba, claro), alienación, banalidad, caos consumista, estupidez… es agotador y uno va perdiendo energías y termina deseando que pase de largo y lo olviden…