Hoy, nos recuerda El Roto, con ese humor sin par que deja una sonrisa helada a los que tengan un mínimo de conciencia, que la lucha de clases en la actualidad enfrenta a pobres contra pobres. Creo que fue un anarquista de la primera hornada, es decir, antes de un siglo XX plagado de un desastre tras otro, el que dijo que los partidarios de la corriente socialista de Estado, de la conquista del poder, acabarían logrando que la mayor parte de las personas odiaran el concepto de «comunismo». Desgraciadamente, fueron palabras premonitorias ante lo que sería un régimen totalitario tras otro, con la legitimidad moral de, presuntamente, acabar con las diferencias de clase. He de decir que, yo mismo, aunque nunca me definiría como anticomunista, ya que es algo que conlleva connotaciones repugnantemente reaccionarias, siento una precaución extrema ante las banderas rojas. No obstante, incidir en esto es visto por cierta izquierda como hacerle el juego a la reacción. O blanco o negro, rojo o azul. Yo sigo prefiriendo el negro. En cualquier caso, un lenguaje añejo y maniqueo por parte de gente que, con toda su buena intención si quieren, acaba siendo inequívocamente reaccionaria al insistir en modelo fracasados que no conducen ni por asomo a la tierra prometida. En otras palabras, el comunismo, el supuesto socialismo de Estado convertido en una inmoral praxis totalitaria ha sido una puta mierda. No, como afirmó Marx, los trabajadores no se vuelven inevitablemente revolucionarios y, mucho menos, a hostias.
En fin, no sigamos haciendo el juego a la derecha y volvamos a la lucha de clases, concepto primordial en Marx (aunque, no el único y tampoco el primero en hablar de ello). Uno, que es un recalcitrante nihilista con ciertos tic libertarios y, agárrense ustedes, incluso socialistas (¡benditas sean las contradicciones!), no deja de hacerse preguntas sobre el concepto de marras. Si la visión marxista, falló estrepitosamente al anunciar el inevitable advenimiento del socialismo (esto es, la hipótetica sociedad sin clases), qué diablos nos queda hoy de ello. ¿Está la lucha de clases asumida en las sociedades (pos)modernas como aseguran algunos? ¿Es posible el antagonismo de clase cuando, dicen (no lo digo yo), no existe ya ni la clase obrera? ¿Se trabaja al menos por reducir la pobreza y las carestías de los más menestorosos? A esta última pregunta, respóndase ustedes. Respecto a que la lucha de clases forma parte, más o menos, hoy del sistema capitalista globalizado. En fin. Digamos que este modelo económico, que sufrimos hoy en día, claro que trabaja por el antagonismo de clase, pero a favor de forma permanente y puede que progresiva.
El viejo antagonismo de clases pareció convertirse en España hace escasos años, gracias a nuevos actores políticos, en una lucha contra la casta: los de abajo contra los de arriba. No está nada mal expresado, aunque nada original si somos sinceros, mis amigos anarquistas llevan insistiendo en ello al menos siglo y medio, aunque de una forma más amplia y con unos medios bien diferentes. Es lo que tiene combatir de verdad la dominación, además de la explotación. Dejemos a los ácratas para otro momento y concretemos en los nuevos luchadores contra el sistema de castas. Pablo Iglesias, en realidad un marxista-leninista de toda la vida, fue uno de los principales artífices de la creación de una nueva fuerza política, sin etiquetas ideológicas, y con un nuevo lenguaje distanciado de los tópicos izquiedistas, que supo seducir a gran parte de la ciudadanía. Por supuesto, más recientemente al acariciar el poder, Podemos ya ha dado ciertos giros semánticos situándose más cerca de la socialdemocracia que del socialismo real. ¿Qué tiene todo esto que ver con la lucha de clases? En mi nada modesta opinión, poco o nada. La socialdemocracia, la cara amable del capitalismo, que llevamos sufriendo ya mucho tiempo, resulta otra falacia más y no un mal menor. Como diran ustedes que qué exagerado y radical, hablemos de ejemplos concretos. Hace escasos ideas, me llegó un lamento directo por parte de colectivos que combaten la pobreza acerca de la administración en el ayutamiento de Ahora Madrid, ese conglomerado de fuerzas progresistas, donde hay interés por el tema, pero donde se acaba pasando de puntillas por el asunto. Y hablamos de gente que debería tener más sensibilidad social que la derecha, que tiene la suerte de no tener que disimular. Esto, sobre la lucha contra la pobreza, mejor no hablar ya de la sociedad sin clases.