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Primero de Mayo: no nos resignemos, no les legitimemos, ¡luchemos!

“Si nosotros calláramos hablarían hasta las piedras. Todos los días niños son sacrificados, mujeres perecen a fuerza de trabajar y hombres mueren lentamente por rudas faenas, y no he visto leyes que castiguen estos crímenes.”
(Michael Schwab, condenado a cadena perpetua)

La importancia histórica de la celebración del Primero de Mayo para todos los trabajadores a nivel internacional radica en la conmemoración de la huelga convocada en EE UU el 1 de mayo de 1886 por la jornada de 8 horas. Las jornadas en EE UU entonces eran de 14 y 16 horas en condiciones miserables e insoportables tanto para hombres como para mujeres y niños. Aun estableciendo el presidente Andrew Johnson la Ley Ingersoll, por la que se implantan las 8 horas, 19 estados sancionaron leyes de trabajo con jornadas entre 8 y 10 horas con cláusulas que podían extenderla hasta las 14 horas. Vista la triquiñuela, miles de trabajadores se lanzaron a la huelga, paralizaron fábricas en multitud de ciudades industriales (Detroit, Nueva York, Cincinnati, Louisville, Chicago, etc.). En Chicago, la huelga continuó el día 2. Muchas empresas despidieron trabajadores por la jornada de huelga, por lo que en las empresas los mítines y protestas contra los despidos y los esquiroles se sucedían. En la empresa Mc Cormick, donde tuvo lugar un mitin dirigido a más de 6.000 obreros, unos centenares se presentaron ante la empresa para recriminarle su actitud, lo que tuvo como consecuencia que la policía les asaltase, provocando disturbios, asesinando a seis personas e hiriendo a decenas. El día 3 de mayo la huelga continuaba en Chicago, con miles de trabajadores en huelga. El día 4 se convocó una manifestación y mitin pacíficos en la plaza Haymarket de Chicago, con el miedo ante otra violenta intervención policial. La policía comenzó a disolver la movilización por la fuerza, hasta que estalló una bomba, y la policía volvió a sembrar el terror asesinando e hiriendo a centenares de personas.

“Habéis hallado en mi casa un revólver y una bandera roja. Habéis probado que organicé asociaciones obreras, que he trabajado por la reducción de horas de trabajo, que he hecho cuanto he podido por volver a publicar el Arbeiter Zeitung: he ahí mis delitos”.
(Oscar W. Neebe, condenado a 15 años de prisión)

El 5 de mayo comenzó la caza de brujas y la represión: se cerraron periódicos obreros, se asaltaron casas particulares y se prohibieron los mítines. Se asesinó a varios trabajadores, se detuvo a 8 anarquistas pertenecientes a la IWPA (Asociación Internacional del Pueblo Trabajador), entre otras cientos de personas pertenecientes a asociaciones obreras. Los medios de comunicación, los cuales ya criticaron y descalificaron con insultos a los huelguistas, comenzaron una campaña de criminalización contra toda organización obrera que se plantease la superación del capitalismo, lanzando proclamas de ejecución y exigiendo un juicio sumario por parte de la Corte Suprema responsabilizando a los 8 anarquistas. El juicio, calificado como farsa y declarado nulo siete años después, al igual que el montaje posterior contra los anarquistas Sacco y Vanzetti, hizo que se les declarase culpables, sin ningún tipo de prueba, de ser enemigos de la sociedad y del orden establecido.
Se condenó a prisión a:
-Samuel Fielden (de 39 años, obrero textil, condenado a cadena perpetua)
-Oscar Neebe (de 36 años, vendedor, condenado a quince años de trabajos forzados)
-Michael Schwab (de 33 años, tipógrafo, condenado a cadena perpetua)
Se ejecutó en la horca a:
-George Engel (de 50 años, tipógrafo)
-Adolf Fischer (de 30 años, periodista)
-Albert Parsons (de 39 años, periodista)
-August Vincent Theodore Spies (de 31 años, periodista)
-Louis Lingg (de 22 años, carpintero, se suicidó en la celda)

 

La represión actual

“La sociedad actual solo vive por medio de la represión y nosotros aconsejamos una revolución social contra este sistema de fuerza. Si voy a ser ahorcado por mis ideas anarquistas, está bien, mátenme”.
(Albert Parsons, ahorcado en 1887)

El 28 de noviembre de 2013, la policía detuvo a 19 personas de varios movimientos políticos de izquierdas y libertarios acusados de un ataque contra el local de una asociación fascista en la facultad de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid. La edición de un libro, diversos panfletos y el uso de software no comercial y seguro se han utilizado como prueba para la detención de 11 personas acusadas de pertenecer a una organización terrorista cuyo objetivo final es “la lucha revolucionaria contra el Estado”. Se ha detenido hace muy poco a otros tantos anarquistas acusados otra vez de lucha terrorista, aprovechando para destrozar varios centros ocupados autogestionados en todo el territorio español. Al igual que en 1886, el Estado, para salvaguardarse y protegerse, necesita de cabezas de turco para culpabilizarlos de los males generados por el capitalismo, infundir miedo a través de los medios de información a los trabajadores y fortalecer los lazos de aquellas personas que respaldan el uso de la violencia institucional para mantener la paz social y el orden, para que la sangría contra los trabajadores pueda continuar. Y es el miedo y el escarnio la mejor forma de asegurar que los trabajadores sigamos arrastrándonos ante los empresarios para realizar infinitas jornadas laborales en régimen de absoluta precariedad por un salario irrisorio, mientras políticos y empresarios siguen riéndose de nosotros y parasitando de nuestro sudor. ¿Cuántos empresarios en verdad cumplen los términos pactados en un contrato de trabajo sin conseguir concesiones adicionales a su favor? ¿Cuántas nóminas realmente están bien realizadas? ¿Cuándo asaltará la policía la sede de la patronal y de aquellos que en su insaciable sed de codicia se aprovechan de la dependencia económica y la necesidad de los trabajadores?

 

El montaje periodístico

“Me acusan de despreciar la ley y el orden. ¿Y qué significan la ley y el orden? Sus representantes son los policías, y entre estos hay muchos ladrones”.
(Louis Lingg, condenado a muerte en 1886)

En la última operación policial, conocida como Operación Piñata, la prensa española sacó a la luz toda la eminente caspa de la que podía hacer gala. No es de extrañar, dado que los medios de información en este país no son independientes ni democráticos, sino que pertenecen a grandes empresas, las cuales tienen participaciones de otras tantas, por lo que la información siempre será cercenada, manipulada y dirigida hacia el interés de fortalecer el Estado, el sistema económico capitalista y los mismos medios. No sería de extrañar que un día cualquiera nos encontrásemos con las portadas de todos los periódicos con publicidad del Banco Santander. Tampoco es de extrañar que cuando existen montajes policiales, la prensa atribuya a los detenidos los actos como si hubiesen sido ya juzgados y condenados, como si no existiese la presunción de inocencia, sino solamente para cuando es imputado algún político en algún escándalo de corrupción (cosa que ya se ve normal, lógica y con la que no es necesario montar un circo mediático, no así para los anarquistas). Así, con titulares como “anarcoterroristas” (adjudicando el estatus de terrorismo al anarquismo), o afirmando que los anarquistas se financian con huchas como ETA en las Herriko (forzando y adjudicando su imposible relación con el anarquismo, muy característico de la política periodística de “todo es ETA” en este país), se pretende meter miedo a todas las personas organizadas en movimientos sociales autónomos, asamblearios y alejados del parlamentarismo, para desmovilizar, justificar la Ley Mordaza, facilitar un mayor control sobre la población e imponer sus definiciones de moralidad y normas sociales.

 

Año 2015 electoral

“Yo, que había sido político de buena fe, abominé la política y las elecciones y aun comprendí que todos los partidos estaban degradados y que los mismos demócratas socialistas caían en la corrupción más completa”.
(George Engel, ahorcado en 1887)

En un año en el que se prevé la celebración de elecciones tanto municipales como autonómicas y generales, buscar un enemigo y practicar la política del miedo es necesario para que la población acuda a las urnas para renovar y legitimar las instituciones del Estado.
En lo referente a lo social, hemos sido testigos estos últimos años del desmoronamiento del Estado del bienestar (garantía de servicios para promover los derechos sociales a toda la población por parte del Estado), que en su momento se implantó después de la Segunda Guerra Mundial con el objetivo de desmovilizar a la clase trabajadora y hacerla más dependiente de las instituciones del Estado. Así, todos los partidos políticos, del color que sean y la tendencia que sean, han sido partícipes de la privatización y la mercantilización de los servicios públicos para que puedan especular con ellos todas aquellas empresas que tengan tratos con los partidos o los financien, como se ha demostrado recientemente. Es una consecuencia lógica de la ideología neoliberal que busca la liberalización de la economía, el libre comercio y la reducción de la intervención estatal a favor del sector privado. En este país está pasando a un papel cada vez más central en la gestión de los servicios públicos, tanto por parte de empresas privadas como de la Iglesia y organizaciones afines.

La evolución económica del capitalismo en este país ha supuesto la deslocalización de la mayor parte de la economía a países en los que la mano de obra es más barata y los derechos laborales de los trabajadores son menores y más precarios, y el desarrollo de diferentes reformas laborales que han flexibilizado y mercantilizado el mercado de trabajo. Por ello, la economía de muchos países de Europa ha pasado a depender del sector servicios, y del desarrollo de una nueva y compleja industria tecnológica cuyos trabajadores requieren de más conocimientos y cualificación. Así, una gran parte de la clase trabajadora se encuentran sumida en la exclusión social o en la constante precariedad laboral, por lo que el arraigo del desarrollo a través del trabajo ha desaparecido en la –así llamada por sociólogos varios– nueva clase social de los “precariados”, con bajos ingresos, dependencia de subsidios y ayudas familiares y falta de desarrollo personal. Así, dividiendo a los trabajadores en estratos y subclases en base al poder adquisitivo y otorgando estatus diferentes a través de los medios de comunicación, se repite la misiva de divide y vencerás.

“Yo creo que el Estado, donde una clase vive a expensas del trabajo de otra clase, está próximo a desaparecer y dejará paso a una sociedad libre, la asociación voluntaria o la hermandad universal”.
(August Spies, ahorcado en 1887)

La burguesía necesita de nosotros, de los trabajadores, y de nuestra mano obra para existir. Con el fin del feudalismo la nueva clase de comerciantes sustituyó a la nobleza. Necesitó de las masas de trabajadores para que su revolución fuese a buen puerto. Actualmente, siguen sirviéndose de la estructura del Estado para sostener el sistema económico capitalista. El único valor que tienen las elecciones en la democracia representativa no es más que el de legitimar la existencia del Estado, que el Estado tenga el monopolio de la violencia y de que necesitemos que nos gobiernen y dirijan nuestras vidas. Así, los partidos y los sindicatos verticales son ejes del mismo engranaje que sostiene la maquinaria capitalista. Si nos piden que votemos, no es más que para engrasar este engranaje de leyes y decretos, para que la maquinaria de explotación contra los trabajadores continúe.

Los partidos políticos, se declaren de izquierdas, derechas, centro, etc., ponen como base de la organización social el Estado, la ley y el derecho a explotar el trabajo de la mayoría a través de la propiedad, para así sumir en la pobreza material y mental a miles de personas. El Estado es la completa negación de la justicia humana en todos los ámbitos y sentidos y una forma de dividirnos a todos los explotados, ya que la situación de miseria que se vive en España, también se vive en la totalidad de Estados que existen en el planeta. Todos los partidos van a obedecer las directrices internacionales emanadas de EE UU, la UE, el FMI y la OTAN, por lo que se continuará legitimando y apoyando la sangría de personas en Oriente Medio y la política de guerra perpetua que llevan a cabo los aliados de EE UU.

La única justicia del Estado es el supremo interés de la auto-preservación y de regular todos los aspectos de la vida humana en interés de las grandes corporaciones empresariales.
Y no es solo en el ámbito estatal donde se sigue viendo truncada la voluntad del pueblo, sino también en las elecciones municipales. Aun siendo una política más cercana y más vinculada a nuestro día a día, los representantes elegidos siguen sirviendo a los intereses de su propia clase social y de su propio mundo, lejos de los intereses de los trabajadores. Los mejores ejemplos los tenemos en las recientes huelgas de limpieza viaria y jardines de Madrid Río, donde la gestión del Ayuntamiento de Madrid se ha dirigido a recortar presupuestos, despedir trabajadores y favorecer a las contratas de limpieza.

 

La historia se vuelve a repetir

“Llegará un tiempo en que sobre las ruinas de la corrupción se levantará la esplendorosa mañana de un mundo emancipado, libre de todas las maldades”.
(Samuel Fielden, condenado a cadena perpetua)

Al igual que en 1886 con los encausados en Chicago, en 1927 con Sacco y Vanzetti, en 1922 en Italia con el triunfo fascista, en 1939 con los encarcelamientos, deportaciones o asesinatos en España después del triunfo fascista, o al igual que en la Alemania nazi o en la España de la transición y la reforma política, o en cualquier Estado en cualquier momento histórico, aquellas personas que luchan por la superación del Estado y sus instituciones y el capitalismo son ejecutadas o condenadas. Los métodos siguen siendo muy similares a lo largo de la historia del Estado moderno: montajes policiales contra activistas, sobre todo si existe un evento de envergadura (huelgas generales, toma de los medios de producción por los trabajadores, o procesos políticos como elecciones, etc.), y montajes periodísticos donde se adjudica el estatus de criminales a los señalados, mostrarle a las personas cuáles son las normas sociales, y reforzar la vigilancia de todo aquello que pueda dar cierto morbo para ganar audiencia.

Pero esto no ocurre solo en movimientos políticos libertarios o de izquierdas cuya meta sea la superación del sistema económico y político vigente, sino que ocurre con todas aquellas personas en situación social desfavorecida. Por ejemplo, los inmigrantes, que se utilizan como chivos expiatorios a los que culpar del paro, de la delincuencia o la droga en los barrios. Los medios para reprimirles (redadas racistas, aislamiento en CIE, deportación o asesinato, como se sigue haciendo en EE UU o en las vallas de Melilla) son el máximo exponente de un sistema económico y político inhumano que vela por los intereses de esa pequeña élite que acapara la mayor parte de la riqueza del planeta.

“Si he de ser ahorcado por mi amor a la libertad, a la igualdad y a la fraternidad, entonces no tengo nada que objetar. Si la muerte es la pena a nuestra ardiente pasión por la libertad de la especie humana, entonces disponed de mi vida”.
(Adolf Fischer, ahorcado en 1887)

Es por ello que el Primero de Mayo no es para el folclore, ni para darse un paseo con los amigos en una mañana o una tarde soleada. Es un día para reivindicar y recordar a aquellos que fueron asesinados por defender derechos como la jornada de 8 horas y el asociacionismo obrero. Es un día para pensar, y para trabajar en pos de la construcción, sobre las futuras ruinas del Estado y el capitalismo, de una federación económica libre fundada desde abajo a través del trabajo y la igualdad para todas las personas, y con el máximo respeto por la naturaleza y el planeta. Y es por eso que todos los días deben ser Primero de Mayo. Construyamos la autogestión. Por la anarquía.

Grupo Tierra

Publicado en el periódico Tierra y libertad núm.322 (mayo 2015).

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