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Feminismo y Anarquismo en Brasil: diseño desde la experiencia

1 Proyecto y práctica anarquista en el siglo XIX

Habitualmente, cuando hablamos de perspectivas revolucionarias teóricas que desean el socialismo, encontramos, casi siempre, cierto purismo esencialista en sus fundamentos. Diferente es la fundación del proyecto y de la práctica anarquista que posee su fundamento en la perspectiva ética de la realidad, lo que hace que la doctrina anarquista no se limite a una simple proyección de una realidad futura. Si así fuese, su futuro sería el resultado de una base moral fija capaz por sí sola de impulsar el socialismo libertario, y ese no es el caso de la construcción del anarquismo. Por el contrario, el aspecto embrionario de la perspectiva libertaria anarquista se encuentra en un aspecto importante de la Ilustración, es decir, cuando la inédita posibilidad de movilidad social hizo que, al menos teóricamente, todo y cualquier individuo fuese admitido como sujeto de razón. Eso significó que, a partir de ese momento histórico, cualquier individuo es capaz de pensar racionalmente y, por consiguiente, es capaz de hacer un discurso sobre sí y un discurso sobre el mundo. En ese contexto el anarquismo culmina también en una concepción radical de la existencia, pues su premisa concreta es la de que el ser humano en cuanto sujeto es capaz de pensar radicalmente su condición de vida, y a su vez, criticarla y transformarla. Por lo tanto, el anarquismo se trata de un proyecto forjado en las condiciones y experiencias concretas de vida de los sujetos en el mundo, y no bajo condiciones abstractas e hipotéticas de la realidad. En su origen, su obstinación libertaria no es delegada al «otro», al contrario, los anarquistas y las anarquistas se comprenden en cuanto sujetos en lucha contra una jerarquía coercitiva que aliena tanto el poder del sujeto, como el poder del pueblo y que, por consiguiente, crea barreras a la emancipación y la consolidación del poder popular que es, entre tanto, inminente todo el tiempo.

Esta jerarquía coercitiva puede ser comprendida como la expresión de la relación de control y obediencia que jerarquiza las diferencias que constituyen el colectivo, como raza, clase y género, y que se lleva a cabo en lo que podemos llamar «cadena de opresiones». En ese sentido, el anarquismo se trata de un proyecto que cuestiona la idea de naturaleza humana construida a la luz de abordajes teóricos, como he dicho anteriormente, esencialistas y puristas de la realidad política y social, como, por ejemplo, la base ontológica y moral contractualista del tipo hobbesiana, contraria, absolutamente a la perspectiva libertaria.

El cuestionamiento libertario se da, justamente, en pro de la reflexión crítica y permanente acerca de las contradicciones del mundo, reforzando, así, una perspectiva enraizada en una dimensión materialista de lo real. Por eso, el anarquismo no es un proyecto estético. Eso quiere decir que existir en el mundo de acuerdo con su propósito, no es algo que se realiza expresándose apenas estéticamente. Por lo tanto, la doctrina y la práctica anarquista no resultan de un «estilo de vida» o de un puro «activismo». La concepción anarquista es muy diferente, sobre todo, es ética y se funda en al menos dos elementos importantes para la comprensión de la realidad. Estos elementos nos ayudarán a tejer un breve comentario sobre la relación entre anarquismo y feminismo enfocándonos en las experiencias de las luchas brasileras en el inicio del siglo XX. Tales elementos, a saber, son: el poder y el clasismo.

La especificidad de la presencia de estos elementos en la historia del anarquismo es que ambos son concebidos de forma inédita y radical. La singularidad del primer elemento es que para los anarquistas el poder no existe solo como dominación, sino que es algo presente y expresado por todo individuo, entre tanto constantemente alienado por las opresiones que sufre. La peculiaridad del segundo elemento es que su comprensión clasista se opone a la idea habitual de naturaleza humana antes citada, ofreciendo así, una perspectiva también clasista de dicha naturaleza. Esto es importante, puesto que en su proyecto existen dos aspectos fundamentales que se desprenden de su abordaje original y revolucionario. El primer aspecto se refiere al hecho de que la perspectiva anarquista de emancipación es individual y colectiva. Eso significa que ésta –la emancipación– no sucede solo en la dimensión privada, sino también en la dimensión pública del sujeto en sociedad. El segundo, es que, sin embargo, la responsabilidad del sujeto es colectiva, pero además no deja de ser individual, y eso significa que ésta es, en verdad, una autorresponsabilidad contra las opresiones. En ese contexto es importante decir que esos aspectos deben ser comprendidos dentro de un universo de contradicciones en los que, a veces, somos también nuestro propio enemigo, ya que todos estamos sometidos cotidianamente a la tutela de las instituciones, y a su vez, a sus demandas, sus valores y sus conceptos.

2 Genealogía del feminismo y el anarquismo en Brasil

A partir de ahí, se esboza el horizonte de la revolución socialista por la perspectiva libertaria y la perspectiva feminista anarquista de emancipación social. Su característica central es que su télos, o sea, su finalidad, no aparecerá en el horizonte sin ninguna mediación: la jerarquía coercitiva –que mantiene las contradicciones y opresiones y jerarquiza las diferencias entre raza, clase y género– sólo será efectivamente derribada por la práctica cotidiana de los principios anarquistas. Principios como lo anticlerical, antimilitarista, anticapitalista, antinacionalista, acción directa, autoorganización y antiautoritarismo. Son esos principios los que forjan para las anarquistas la perspectiva libertaria de lucha. Los principios anarquistas, por lo tanto, tienen como finalidad la destrucción de la jerarquía coercitiva fundada en la idea del poder en tanto dominación. En ese sentido no se puede apostar por el activismo de uno u otro sujeto que detente el protagonismo y el saber en el proceso revolucionario; como anarquistas, no se está ni al frente ni atrás, sino que se camina al lado de los de abajo.

Manifestación en São Paulo durante la Huelga General de 1917. Fuente: Arquivo Edgar Leuenroth | Unicamp

Se destaca en ese universo de principios el sindicalismo revolucionario en Brasil, una concepción forjada en 1906 y que contribuyó a la construcción de la primera huelga general brasilera en 1917. En ella, cerca de 70.000 personas, entre hombres, mujeres, niños y niñas, se movilizaron inicialmente en la ciudad de São Paulo por mejores condiciones de vida y de trabajo. Para que se tenga una dimensión de la grandeza de esa histórica movilización, debemos resaltar que la población de São Paulo era de 400.000 habitantes en esa época. La huelga llevada a cabo por la fuerte influencia de los anarquistas fue una de las mayores expresiones de movilización obrera de la historia de la ciudad de São Paulo y tuvo consecuencias en los movimientos insurreccionales anarquistas en Río de Janeiro y en Rio Grande do Sul. El epicentro de la huelga se dio en el Cotonifício Crespi –una industria textil en el barrio de Mooca en São Paulo– con la paralización de cerca de 400 personas, en su mayoría mujeres, niños y niñas, que tenía como pauta mejores salarios y el fin del trabajo nocturno.

Opuesto al sindicalismo reformista y jerárquico (conocido en Brasil como «sindicalismo amarillo»), el sindicalismo revolucionario buscó crear e impulsar una cultura de clase, por medio de la construcción de un espacio de aproximación entre los trabajadores que no buscaran tercerizar la lucha. En ese sentido, tal perspectiva libertaria que tenía como finalidad construir tanto una noción revolucionaria, como referencias de organizaciones capaces de comprender el sindicalismo en las relaciones de lucha de clase, es decir, comprenderlo desde dentro del lugar de trabajo, con sus especificidades y contradicciones, y no en un espacio físico único y restrictivo como el de una sede. Por el contrario, la concepción del sindicalismo revolucionario estructurado por los anarquistas en este momento no partió de la escisión de la clase trabajadora, o sea, no tomó «partido», sino que antes buscó comprender y partir por encima de todo de lo real (el ámbito de lo concreto), teniendo, por un lado, a los trabajadores organizados como un todo, y por otro, teniendo la perspectiva revolucionaria que comprende que la clase dominante en una fuerza de dominación que aliena el poder de los trabajadores. Se observa que, tal subordinación alienante en la actualidad, muchas veces, es impuesta por la burocracia sindical a los movimientos y sectores de oposición; práctica que culmina en la concepción de la base movilizada como «carne de cañón», y en consecuencia hipotecando principios y priorizando un partido.

Manifestación en São Paulo durante la Huelga General de 1917. Fuente: Arquivo Edgar Leuenroth | Unicamp

Dentro de la perspectiva anarquista de autorresponsabilidad, mencionada arriba, que conecta la dimensión privada y pública, individual y colectiva, las mujeres anarquistas en Brasil tuvieron, desde el inicio, una gran contribución en la identificación de lo femenino en el campo de la heteronomía y en la constitución del pensamiento feminista como autónomo, es decir, como un pensamiento no tutelado, y crítico con la idea de una «naturaleza humana» a la cual no conseguimos destituir. Ellas impulsaron huelgas por medio de métodos y principios preconizados por anarquistas históricos y se destacaron por eso. En medio de una clase obrera absolutamente diversa –oriunda de los procesos de la abolición de la esclavitud, inmigración, de la guerra y de la ilegalidad y marginalidad que componían el espacio urbano– en la lucha forjada en la esperanza de una vida mejor, las mujeres anarquistas obtuvieron protagonismo en Brasil. Además de sus exigencias de mejores condiciones de trabajo, reducción de jornada y la revuelta contra los salarios desiguales, también se involucraron en cuestiones de religión, control de la natalidad, educación y emancipación intelectual de la mujer; las mujeres estaban sometidas a una jornada de trabajo regular de casi 16 horas e impregnadas de mutilaciones.

A veces, con nombres de hombres, pseudónimos, o firmando apenas con sus iniciales, tanto por causa de la represión, como de la dominación masculina en los ambientes públicos y privados, escribieron en la prensa anarquista reflexionando sobre cuestiones propias y sobre el horizonte libertario y revolucionario. A veces tratadas como locas e histéricas, el hecho es que este horizonte libertario, y por lo tanto, contrario a la generalidad mítica construida sobre la mujer, impulsó la perspectiva de género como producida en el campo de la cultura, y no como dato biológico o destino, fruto de la historicidad y de la temporalidad, o sea, de la situación de la mujer y sus propias temáticas.

Debido a las anarquistas, el «tema de la mujer» fue asignado a la vida política y no a la vida natural, que la destituía de su propio cuerpo. Eso fue importante, pues impulsó la perspectiva feminista como un movimiento contextualizado; contexto de opresión, sexismo y explotación. Por consiguiente, el feminismo anarquista y libertario en Brasil fue acuñado como un proyecto ético‐político, radical y revolucionario, por la admisión de la necesidad de independencia física y material –independencia de la triada lavadero/cocina/y cama– que mantenía a la mujer dependiente del hombre y en la condición de sierva sexual de él. Esa condición de dominación era históricamente ejercida tanto por la iglesia, como por el Estado, que controlaban la mente y el cuerpo de la mujer por el casamiento, por la natalidad impuesta, por su domesticación, sea como madre de familia, empleada, enfermera, doméstica, etc. Las anarquistas en Brasil percibieron desde siempre esa relación de dominación por parte de la iglesia y del Estado sobre los trabajadores, pero, sobre todo, sobre la mujer, y por eso cualquier revolución, y cualquier proceso revolucionario, pasa, para las anarquistas, necesariamente, por la liberación de la mujer y de lo femenino. En el periódico anarquista, lanzado en la ciudad de São Paulo en 1917, llamado A Plebe, la colaboradora y militante anarquista Theresa Escobar escribió:

(…) Transformemos los conventos y templos en talleres profesionales y saquemos a esa panda de criminales (curas y monjas), esos asesinos de la libertad de conciencia para cualquier lugar adonde no puedan hacer mal y en cambio sean útiles a sus semejantes. Basta de infamias, basta de tolerancias. Llegó el momento de arrancar a la mujer de la esclavitud impuesta por el egoísmo nefasto de los verdaderos vampiros sociales. ¡Ya llegará el día en que ser cristiano será tan ridículo cuanto oprobioso poseer fama de ladrón! No está muy lejos, amigos, basta sólo un poco de audacia y mas constancia y mucha ayuda de las patriotas conscientes. ¡Viva la libertad y muera el clero! («¡Es el ideal anhelado!» Escobar, A Plebe, São Paulo, 22 de marzo de 1919, año II, número V citado en Mendes, 2021, p. 270).

La postura anticlerical era común entre varias anarquistas que escribían en periódicos como A Plebe. Para ellas, la crítica a la Iglesia Católica era tan importante como la crítica necesaria a los políticos y al gobierno republicano. Un nombre importante en ese tipo de crítica fue el de Isabel Cerruti, militante anarquista ítalo-brasilera. Firmando sus textos como Iza Rutt, afirmaba que «lo que los curas hacían era engañar a los operarios y hacerlos confiar en que la solución para su vida sufrida de altas jornadas y bajos salarios estaba en el cristianismo» (Mendes, 2021, p.277). De ese modo, Isabel Cerruti denunciaba la postura de obediencia impuesta por el catolicismo bajo el pretexto de alcanzar el reino de los cielos mientras no había por lo mismo incentivo para la lucha diaria contra la explotación. Otro nombre importante de la postura anticlerical anarquista era el de Maria Lacerda de Moura, nacida en Minas Gerais, falleció en 1945 en la ciudad de Río de Janeiro, ella escribió: «[…] casada, soltera o viuda, la mujer es esclava del salario, del padre, del marido, patrón, director espiritual o la sociedad» (Leite, 1984, p.102 citado en Mendes, 2021, p. 246). Aún de acuerdo con la perspectiva feminista de la escritora y anarquista:

Mientras no pensemos, en vano intentaremos romper los grillos para nuestra independencia individual; la mujer es esclava; dependiente del salario, del hombre, de su capital. Así es imposible la liberación. Su cerebro fue considerado infantil por el egoísmo masculino de los ancestros. […] La brasilera ardiente, altiva, inteligente, idealista, generosa, en un impulso final, por entre los relámpagos de la conciencia adormecida, percibirá. Y su dedicación elocuente completará la obra magnífica. Nos faltan escuelas. Nos faltan educadores en la acepción más amplia de la expresión. Hay que hacerlos nacer de este mismo pueblo– he aquí lo necesario. (Moura, 1922, citado en Leite, 1984, p.20).

Maria Lacerda de Moura, pionera en el antifascismo y anarcofeminismo en Brasil, escribió La mujer es una degenerada, libro originalmente publicado en 1924.
Foto: Reprodução.

En ese sentido, para Maria Lacerda de Moura, la iniciativa anticlerical aliada a la educación racional y científica, tanto para los hombres como para las mujeres, era por excelencia el principal instrumento para la libertad. La escritora denunciaba que el modelo escolar de la época era el gran enemigo en la construcción de una civilización libre, y de ese modo, era en buena parte responsable por perpetuar la esclavitud femenina. (Moura, citado en Leite, 1984, pp. 79 e 81). Por eso, la educación femenina y la emancipación intelectual de las mujeres era tan importante como la emancipación política para la liberación total y la construcción de la autonomía de hecho. Sobre el feminismo blanco y burgués de la época, ella realiza el siguiente diagnóstico:

Llegué a la conclusión de que el medio es asociarse, no es la unión de las mujeres por la defensa de sus derechos, que ellas confunden con cosas antiguas y complicidades reaccionarias. Al hablar de derechos sólo se les ocurre el voto, lo cual debería haber sido reivindicado hace cien años atrás… Ahora, ya no es más de votos que precisamos y sí de derribar el sistema hipócrita, carcomido, de las representaciones parlamentarias escogidas por los pseudorepresentantes del pueblo, bajo la carátula mentirosa del sufragio, una burla como todas las burlas de nuestros sistemas gubernamentales, una superstición como tantas otras supersticiones arcaicas. (Moura, citado en Mendes, 2021, p. 248).

3 La experiencia como base del feminismo anarquista

Finalizando este artículo, es importante reiterar que es posible observar por medio de las experiencias y de los escritos de inicios del siglo XX en Brasil que la perspectiva de las mujeres anarquistas, en la medida en que estaban implicadas en un proyecto ético político‐revolucionario, parte de una determinada realidad concreta, realidad que atraviesa las cuestiones de clase, raza y género. Por lo tanto, esa mirada enfatiza el carácter constitutivo de lo femenino y del feminismo en el socialismo libertario. Por eso, actualmente se tiene la comprensión, por medio de esa concepción libertaria, de que no basta en una organización política solo con la expropiación de un espacio físico para las mujeres –una secretaría de la mujer o algo de ese tipo–, sino que se debe valorar el intercambio de saberes y experiencias entre los trabajadores y las trabajadoras como práctica cotidiana, o sea, como principio para la emancipación y liberación total. De lo contrario, se refuerza solo la dualidad tradicional entre cuerpo y pensamiento en que es delegado exclusivamente al hombre el lugar del pensamiento y a la mujer el del cuerpo –cuerpo este para ser admirado, tratado como accesorio, como cosa, y ubicado en un espacio físico– sustentando, de esa manera, la creencia de que la mujer es incapaz de pensar racionalmente, condenándola, inclusive frente a su presencia, a la ausencia en la cotidianidad. Perspectiva esta, que mantiene la lógica y el lugar de dominación en el que se existe sobre el otro y no con el otro, tampoco como el otro en sus diferencias.

“Espaço Maria Antônia Soares e Maria Angelina Soares” es un espacio político libertario localizado en el centro de la ciudad de São Paulo que sirve de base para eventos y actividades de inserción social de los movimientos y organizaciones políticas desde 2022. Las hermanas Soares que dan nombre al espacio construyeron un legado anarquista por medio de sus escritos y de sus registros de acción directa. Ellas publicaron en periódicos de São Paulo, Río de Janeiro, Rio Grande do Sul y Argentina. Fuente: Reprodução/Instagram.

El análisis de coyuntura forjado por las anarquistas, desde siempre en la comprensión de la práctica de los principios –como la autoorganización, la acción directa, la postura anticlerical, anticapitalista, antirracista, y de apoyo mutuo y solidaridad de clase– permite la construcción de un proyecto revolucionario capaz de efectivizar una vida bajo la óptica del socialismo libertario. Por consiguiente, es por la condición específica de la mujer trabajadora como se estructura la relación de dominación, pero también como estructurante del proceso revolucionario, que se sustenta en la perspectiva feminista anarquista, sobre todo comprometida para que no se aleje a los trabajadores y las trabajadoras de la revolución y de la liberación tanto individual, como colectiva.

Eloísa Benvenutti de Andrade
Traducción Diana Cordero
Eloísa Benvenutti de Andrade es filósofa, militante anarquista y sindicalista brasilera. Doctora en Filosofia de la Universidad Federal de São Paulo y profesora de la Facultad Cásper Líbero y de la Red Pública Estatal de São Paulo.

Publicado en Redes Libertarias núm.1
https://redeslibertarias.com/2024/07/16/feminismo-y-anarquismo-en-brasil-diseno-desde-la-experiencia/

Bibliografía:

Corrêa, Felipe, Bandeira Negra: Rediscutindo o Anarquismo. Curitiba, Editora Prismas, 2015

Corrêa, Felipe, «Anarquismo, poder, classe e transformação social». Em Debat, Florianópolis, 8, (jul‐dic, 2012), pp. 69‐89.

Escobar,Theresa, «¡Es el ideal anhelado!» A Plebe, São Paulo, marzo de 1919.

Leite, Miriam, Outra face do feminismo: Maria Lacerda de Moura. SP: Ática, 1984. ‐Mendes, Samanta, «As mulheres anarquistas no Brasil (1900‐1930): entre os esquecimentos e as resistências». Revista Espaço Acadêmico, 210, (nov. 2018 a), pp. 63‐75.

Leite, Miriam, Anarquismo e Feminismo: As mulheres libertárias no Brasil (1900‐ 1930). Editora Prismas, pp.173‐ 205, 2018b.

Leite, Miriam, Companheiras: Mulheres Anarquistas em São Paulo (1889‐1930). São Paulo: Editora Faísca, 2021. Moura, Maria Lacerda de, A mulher é uma degenerada.

São Paulo. Tenda de livros, 2018.

Ekintza Zuzena, Revista Libertaria. Bilbao

Redes Libertarias es un colectivo de afinidad unidas por las ideas libertarias y anarquistas. Nuestro objetivo es la expansión y agitación creativa de dichas ideas a través de nuestra revista/web (Redes Libertarias). Pretendemos también contactar con otros colectivos, bien sean revistas, ateneos, centros sociales, editoriales, webs, radios libres, librerías, bibliotecas, etc., para insertarnos en el rizomático ámbito anarquista y libertario y tejer redes de afinidad. Nuestra propuesta es sencilla: comunicarnos, intercambiar propuestas y avanzar en los debates sobre temas que nos atañen.


Contesta a unas preguntas de Redes Libertarias: EKINTZA ZUZENA, Revista Libertaria. Bilbao

¿Cómo y cuándo surgió vuestra revista?

Ekintza Zuzena nació en 1988 como portavoz del grupo anarquista Iraun, un colectivo activista formado básicamente por gente joven, muy animosa, pero con poca experiencia militante y escasa formación política. que desarrolló fundamentalmente una tarea propagandista y de agitación. En 1990, tras un debate interno sobre el sentido del trabajo realizado, Iraun decidió autodisolverse y constituirse únicamente como grupo editor. Esta decisión supuso una apuesta por profundizar en la reflexión y el desarrollo teórico, así como por acercarse a las luchas sociales, con una perspectiva crítica y no vanguardista. En este momento se establece la filosofía editorial y de funcionamiento que ha perdurado en lo fundamental hasta el momento presente.

La revista surgió en el contexto social y político que marca la Euskal Herria de los años 80, donde existía una notable conflictividad social heredada del franquismo y que no se debilita más que parcial y sectorialmente con la llegada de la llamada «transición democrática». Junto a luchas que provienen de esta época histórica (obrera, vecinal, antinuclear, nacional, armada), surgen nuevas y vigorosas expresiones políticas y culturales, ligadas principalmente a un sector juvenil relativamente amplio (la generación del «baby boom») que busca un nuevo protagonismo social. Grupos musicales, radios libres, gaztetxes, fanzines, colectivos antimilitaristas, juveniles, etc. son algunas de estas expresiones de rebeldía, que se debaten entre la espontaneidad y el mimetismo con el entorno. A esta potente influencia se suma igualmente la del anarquismo clásico, con su imagen heroica y el atractivo vital de sus valores.

El fanzine es la forma que toman en buena medida las publicaciones que –como Ekintza Zuzena– surgen en este periodo histórico. No es solo una referencia estética más o menos común, sino fundamentalmente una filosofía de funcionamiento y expresión que incide en el «hazlo tú mismo», en una voluntad de comunicación directa que abarca aspectos culturales y políticos. En este sentido, y aunque su denominación «oficial» sea la de «revista» y la estética se haya alejado mucho de la de sus inicios, Ekintza Zuzena se sigue asumiendo heredera de esta forma de entender la comunicación.

¿Qué objetivos os marcasteis al fundar la revista y si pensáis que se han cumplido?

En el surgimiento de la revista hubo un alto componente de espontaneísmo y a la vez de una inercia política que marcaba la época. Se consideraba hasta cierto punto «natural» que cada grupo contase con su propio medio, pero detrás de ello no había un gran proceso de reflexión. Fue el propio devenir del colectivo y  de la publicación el que fue forjando una reflexión más profunda sobre la función del medio. En este sentido, podríamos definir algunas características que constituyen el proyecto comunicativo de Ekintza Zuzena:

  • Configuración no como portavoz de un grupo político, sino como colectivo editor. Los miembros de la revista participan o no en diferentes luchas sociales y utilizan la revista para confluir y plasmar determinadas inquietudes políticas. Organizativamente se promueve un funcionamiento autónomo, sin dependencia jerárquica respecto a ninguna organización.
  • Adscripción a la tradición libertaria, como fuente ética y organizativa, aunque tratando de aportar una visión abierta y no dogmática.
  • Apertura crítica hacia las luchas sociales y los debates en diversos movimientos antiautoritarios.
  • Intento de servir como un espacio de reflexión e indagación sobre las inquietudes propias y los acontecimientos que nos rodean.
  • Esfuerzo voluntarista y no profesionalizado. Organización informal e impacto social «difuso». No hay una apuesta por generar organización en torno a una(s) línea(s) concreta, sino una práctica de «siembra de semilla» difícilmente cuantificable y valorable en términos prácticos.
  • Enfoque (auto)crítico e inconformismo sistemáticos. Cuestionamiento de las inercias militantes.
  • Expresión de temáticas y puntos de vista que no aparecen o aparecen marginalmente en otros espacios.
  • Apuesta por la creación de un medio de calidad, con elementos que mejoren su atractivo (esfuerzo de rigurosidad y elaboración temática, diseño, humor…).
  • Énfasis (siempre complejo y contradictorio) en la coherencia del trabajo político, dando tanta importancia al contenido de la revista como al proceso de elaboración, que se pretende horizontal y asambleario.
  • No aceptación de publicidad comercial ni de subvenciones institucionales.
  • Distribución por canales alternativos, en base al propio trabajo de los integrantes del colectivo y del apoyo de distribuidoras alternativas, ateneos, centros sociales librería, personas individuales, etc.

¿Qué acciones son prioritarias en vuestra actividad?

La prioridad de nuestra actividad de la revista es que cada vez que salga a la calle sea porque tenga algo que decir, que sea fruto de una inquietud y una necesidad individual y colectiva y no de una inercia, es decir, que la publicación no se convierta en un fin en sí misma.

¿Quiénes son las personas o colectivos destinatarios de vuestras actividades? ¿Mantenéis contacto activo con dichos destinatarios?

En principio, aunque no hay una limitación a priori del público receptor, por las propias características y limitaciones del proyecto (no profesionalidad, precariedad económica, condicionamientos personales, etc.) el foco se pone en buena medida en espacios militantes o culturales relacionados con el ámbito antiautoritario (centros sociales, librerías asociativas, asociaciones culturales, sindicales, ateneos, etc.). En la medida de lo posible, se trata de mantener un contacto, una red relacional, con los espacios en los que se distribuye la revista, además de con las personas que individualmente apoyan al proyecto, bien mediante la distribución o la suscripción.

¿Qué medios de difusión de vuestra revista usáis (web, redes sociales, etc.)?

Nuestro colectivo apuesta prioritariamente por la distribución en papel, aunque dispone también de una página web donde se suben periódicamente los contenidos publicados en la revista. No hacemos uso de otro tipo de redes sociales en internet.

¿Cuál es vuestra valoración de la propuesta de Redes Libertarias de intentar tejer «redes de afinidad» en el ámbito libertario y anarquista?

Toda iniciativa que de forma honesta y constructiva trate de intentar tejer redes en el espacio libertario-anarquista es bienvenida y es de agradecer el esfuerzo por trabajar por crear espacios de afinidad y de comunicación sincera, abierta y respetuosa.

¿Os gustaría colaborar y en qué grado con Redes Libertarias?

Todo lo que sea apoyar espacios de conocimiento mutuo es interesante. En este sentido, Redes Libertarias puede contribuir a ello. Por nuestra parte, estamos abiertos a colaborar, aunque en función de las propuestas concretas y de las limitaciones individuales y colectivas que caracterizan proyectos como el nuestro.

Hacednos un resumen de la idiosincrasia de vuestra revista: tipo de artículos, importancia de las imágenes e ilustraciones, secciones si las hay, dosieres si los hacéis, etc.

La revista trata de ser un espacio abierto, inquieto, crítico y no dogmático. Por sus características (en los últimos años se edita una vez al año aproximadamente) se priorizan los contenidos reflexivos y analíticos, con un carácter más “atemporal”. Los temas tratados son variados: políticos, sociales, económicos, culturales, etc. Dentro de estas temáticas, siempre le hemos dado especial atención a cuestiones como los análisis de coyuntura, la crítica antidesarrollista, la represión y el control social o temas relacionados con la organización o el funcionamiento colectivo. Salvo humor, reseñas de libros o literatura, no hay secciones específicas, aunque los contenidos se estructuran tratando de darles una coherencia interna. El aspecto estético es importante. Aparte de presentar una portada-contraportada atractiva y a todo color, se trata de ofrecer una maquetación interior igualmente atrayente en lo gráfico, aunque condicionada por el tipo de textos publicados, que suelen ser de tamaño medio-largo. Habitualmente editamos dosieres temáticos dentro de la publicación o cuadernillos que acompañan a la misma, donde se vuelcan textos que por su extensión exceden el espacio disponible o a los que se les quiere dar una visibilidad especial.

¿Queréis añadir algo más?

Solo agradeceros el interés que habéis mostrado por el trabajo que realizamos y enviaros mucho ánimo y nuestros mejores deseos.

https://www.nodo50.org/ekintza/

De autarquía, autonomía y anarquía: sobre la dominación

En el núcleo de la política hay una práctica anárquica del disenso democrático (Simon Critchley, La demanda infinita)

En un artículo reciente sobre la necesaria renovación del anarquismo para afrontar los retos del siglo XXI («Anarco-sindicalismo: el orden de los factores»), terminaba diciendo: «En la búsqueda de ese Grial que se replantea el inicio de la experiencia en el orden de los factores (su arkhé-ología) figuran pensadores del mundo de la academia y de los movimientos sociales como Daniel Colson, Todd May, Saul Newman, Reiner Schürmann o nuestro amigo Tomás Ibáñez con su nuevo libro Anarquismo no fundacional. Postanarquistas de condición (Hakim Bey dixit) que pretenden un nomadismo libertario de largo aliento reseteando la anarquía». Propuestas de «rupturas epistemológicas» que, frente a lo que era habitual en el revisionismo marxista, hechas desde el confesionalismo militante, ahora surgen en los márgenes de la ideología. Muchos de los nombres citados no proceden de la cantera anarquista. Los hay que sí lo son, como el profesor Ibáñez que además es un referente histórico por su pictograma sinecista de la A circulada (nuestro Banksy del 68), pero la mayoría se declara orgullosamente no anarquista y sin embargo contribuye a su innovación intelectual. Un cierto cambio de paradigma que ofrece garantía de apertura de mente y espíritu crítico, precisamente cuando el ecosistema anarquista corre el riesgo de adulteración polisémica por la embestida ultraliberal promocionada como «anarcocapitalista» (https://elpais.com/eps/2024-01-13/la-palabra-anarcocapitalismo.html) y «libertaria».

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Antipoliticismo anarquista

Hace pocos días intentaba distanciarme del concepto «libertario» y «anarquista» que utiliza la extrema derecha con un desparpajo cabreante. Traté de enmarcarlo en nuestra genealogía, que nos ha costado sangre y fuego (sin querer ponerme transcendente ni intensa), nunca con afán de propiedad. El anarquismo es movimiento y lejos de mí la idea de que haya conceptos o ideas inamovibles y graníticas, pero tampoco soy partidaria de la volatilidad y lo «líquido» (que decía Bauman) porque detrás nuestro existen experiencias, personas, propósitos y emociones que nos enraízan a un proyecto que continúa vivo, cambiando y adaptándose a los nuevos tiempos.

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Redes Libertarias núm.1 – Editorial

A pesar de ser una revista semestral, desgraciadamente, sigue siendo actualidad la llamada guerra de Gaza. Mal llamada guerra porque en una guerra se enfrentan ejércitos y en este caso se ha convertido en una escalada más de la violencia ejercida por el estado sionista de Israel contra la población palestina que comenzó en 1948 con el impulso de los países colonizadores.

Desde hace varios meses estamos asistiendo a la exaltación de la barbarie y a la demostración de que el juego de poderes está por encima del respeto a los derechos humanos. No podemos permanecer impasibles mientras se ejerza violencia contra los pueblos.

Desde la sociedad civil se han organizado manifestaciones y concentraciones desde el inicio de estos nuevos ataques de Israel a Gaza. No obstante, la actitud de los gobiernos no varía y siguen dando apoyo al gobierno israelí a pesar de reconocer que los ataques israelíes son una atrocidad y están asesinando a personas inocentes. En las últimas semanas se han producido acampadas en universidades de todo el mundo, y también en España, denunciando el genocidio y pidiendo el fin de cooperación con el Estado de Israel.

Da igual que se bombardeen ciudades, hospitales como campos de concentración, el gobierno israelí emite órdenes al ejército sin someterse a ninguna de las exigencias que las leyes internacionales establecen de amparo a la población civil. USA y otros países venden armas a Israel con las que seguirán matando a palestinos y palestinas hasta el exterminio.

No deberíamos asistir a esta guerra ni a ninguna otra. Porque hay muchas más guerras en el mundo, desde la guerra de Ucrania a las distintas guerras que sufren las poblaciones africanas, como la violencia provocada en distintos lugares de América. Y todo ello envuelto en un conflicto de intereses mercantilistas de las empresas armamentísticas. Por principios, el movimiento libertario no puede admitir la violencia contra la población civil y, además, considera innecesarios los ejércitos.

Es tan grande nuestra indignación que por ello hemos elegido la ilustración de Carlota Ribs sobre Palestina para la portada del número 1 de Redes Libertarias. Sus rasgos marcan el dolor y sufrimiento de las víctimas palestinas. Así, con esta denuncia, abordamos nuestro número 1 recogiendo las mismas secciones que pusimos en marcha en el núm 0. En este nuevo número abordamos una reflexión sobre la visión de la guerra desde el anarquismo realizando un análisis de cuál ha sido la relación de los seres humanos con la violencia desde los inicios de la humanidad. También nos informan de la situación de otros países como Argentina o Brasil y nos hablan de un ejemplo de escuela rural y las dificultades para llevar a cabo el proyecto de educación pública y alternativa adaptada al medio.

En este número 1 se explican los inicios del anarquismo en España y cómo se vivió en aquellas épocas. En otro artículo nos cuentan cómo se desarrolló el Consejo de Aragón durante la guerra española. También, fruto del estudio y la investigación, nos presentan una demostración de la participación de otras mujeres en la revista Mujeres Libres que no son conocidas ni reconocidas.

En la sección de Cultura se recogen todas las artes. Poesía, escultura, exposiciones, cómic. Demostrando que a través del arte se pueden reivindicar derechos y la revolución.

Pintada en Úbeda. Foto: Jacinto Ceacero

Seguimos presentando reseñas sobre libros y películas que consideramos interesantes dar a conocer y, por ello, compartimos. En la sección de Pensamiento recogemos una reflexión sobre los mitos del anarquismo, una bonita historia sobre la abuela anarquista que no sabía que era anarquista y un llamado a la filosofía para niños y niñas con las líneas libertarias como referente.

La temática del feminismo en este número recoge un análisis del feminismo y el anarquismo en Brasil con un recorrido histórico y analítico de cómo se entiende al otro lado del océano el mundo anarcofeminista. Siguiendo con los principios del anarquismo en otro artículo se reflexiona sobre la inoperancia del derecho penal como solución y se aboga más por un derecho restitutivo y no punitivo para acabar con la violencia machista y en una reflexión sobre la lucha feminista se hace un recorrido por los distintos conceptos que recogen el abc del día a día de las mujeres.

Esperamos que esté nuevo número os resulte interesante y genere ideas de debate entre nuestros lectores y nuestras lectoras.

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Modernidad versus posmodernidad: la tensión anarquista

No resulta tan fácil, a pesar de lo que nos han enseñado, establecer los límites de las diferentes etapas históricas; una de las señas de identidad de la modernidad es el de la racionalidad científica y, aunque suele hablarse de su inicio en la Ilustración del siglo XVIII, ya empezó a forjarse en la Europa del siglo XV con el descubrimiento de la imprenta, de las artes navegatorias y del Nuevo Mundo(1). La modernidad, y la racionalidad científica con la idea de la objetividad, resultan impensables sin la representación gracias al libro impreso; por lo tanto, la ideología moderna cree que es posible trasladar el plano de lo real al plano del conocimiento de forma fiel y fiable. Otros rasgos de la modernidad es la confianza exacerbada en la razón y el progreso(2), la pretensión universal de los valores, la autonomía del sujeto, un humanismo que considera existe cierta naturaleza humana o, muy importante para la construcción de la comunidad política, el surgimiento del individualismo (los vínculos sociales se fundamentarán ahora en los derechos e intereses de los individuos). La modernidad, no cabe duda, constituye un proceso secularizador con adelantos evidentes que apartan el oscurantismo religioso. Pero, con la anunciada muerte del concepto de Dios no se destruye el trono, valga la metáfora, y en él se acaban asentando otros principios absolutos: la Razón, la Verdad, los Valores… Valga esta última aseveración para abrir boca sobre la controversia establecida por la posmodernidad donde se vincula la modernidad con otra forma de absolutismo.

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Al Ladro! Anarchismo e filosofia

El pasado 2 de febrero, Catherine Malabou, filósofa y feminista francesa, presentó en el Centro studi libertari la edición italiana – Al ladro! Anarchismo e filosofía, Elèuthera, 2024- de Au voleur!: Anarchisme et philosophie (PUF, 2022). En la presentación del libro le acompañaron Tomás Ibáñez, activista y pensador anarquista, Salvo Vaccaro, filósofo y pensador anarquista, y Donatella Di Cesare, filósofa, ensayista y columnista.

Redes Libertarias os irá ofreciendo semanalmente las distintas intervenciones en la presentación del libro, comenzando, como es lógico, con la intervención de Catherine Malabou, a la que seguirán las intervenciones de Tomás Ibáñez, Salvo Vaccaro y Donatella Di Cesare, que no pudo participar presencialmente en el acto de presentación.

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“Ni dios, ni patrón, ni marido”

La participación de las mujeres en la cultura impresa anarquista a escala internacional fue imprescindible para la extraordinaria difusión de la prensa y producción editorial del movimiento libertario, desde finales del siglo XIX hasta principios del XX. Fueron mujeres que desafiaron las normas de clase y de género, mujeres que crearon proyectos editoriales y colecciones, editaron periódicos y folletos, tradujeron textos políticos y literarios. “Su participación se rastrea en las primeras planas y en las portadas, pero también en los talleres y las imprentas, y en las calles, distribuyendo publicaciones o cobrando suscripciones”. Así recibe la exposición ‘Moldeadoras de la idea: mujeres en la cultura impresa anarquista’, que, en las propias palabras de sus curadoras, “recupera ese trabajo intelectual y manual muchas veces invisibilizado, para recordar y homenajear a todas aquellas que llevaron a letra de molde las ideas de la revolución, la emancipación, la fraternidad y la igualdad, y que imaginaron un mundo absolutamente diferente del que conocían”.

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La A en un círculo. Pequeño dossier para disipar dudas sobre su origen

Podemos explorar e investigar exhaustivamente todos los archivos, retroceder en el tiempo tanto como nos sea posible y recorrer todos los continentes que, sin embargo, la realidad seguiría siendo tozuda: antes de abril de 1964, nunca una A en un círculo simbolizó la anarquía y el anarquismo.

Ningún cartel, ninguna inscripción mural, ni rastro alguno. No obstante, esta ausencia no encierra ningún misterio. Es tan simple como que dicho símbolo anarquista no podía existir antes de ser concebido, lo cual aconteció precisamente en abril de 1964.

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El espeluznante peligro anarquista (y, ojo, nihilista)

Habitualmente, los ácratas nos lamentamos sobremanera de que las anarquistas son las ideas y prácticas sobre las que se han vertido mayores falsedades, y visto lo visto es posible que no lo suficiente. El caso es que uno, propenso a la indignación y presto a dar batalla a poco que se presente, se niega a acostumbrarse a esos numerosos embustes arrojados de manera continua sobre la historia de un movimiento que ha buscado, desde sus inicios, eso tan bello que es la conciliación entre la emancipación individual y la colectiva. Si embargo, por lo que veremos a continuación, esa ignominia no se reduce el pasado y es algo que al parecer llega hasta estos, si cabe, todavía mayores confusos tiempos en los que el sistema globalizado busca enemigos una y otra vez para mantener al personal distraído y temeroso. No me preguntéis por qué, pero recientemente cayó en mis manos un ejemplar de El Mundo, es posible que el rey de los diarios mendaces en este inefable país llamado Reino de España. El caso es que una entrevista a doble página de un fulano anglosajón, director de algo descrito como un think tank (sea lo que sea eso), provoca que un escalofrío recorra mi cuerpo, indecisa mi pobre persona al no saber muy bien a qué emoción corresponde, al ser titulada de la siguiente manera: «Temo un ataque cíber o biológico de un grupo terrorista anarquista».

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