Archivo de la etiqueta: Movimientos sociales

La fragilidad de la apuesta cínica

El cinismo ha formado parte siempre de la política institucional de derechas y de izquierdas, porque es una herramienta necesaria para la gestión estatal. El cinismo también es imprescindible para lubricar las relaciones sociales en el Capitalismo. Entonces ¿qué implica su presencia cada vez mayor en los movimientos y luchas que se dicen anticapitalistas? ¿qué efectos tiene? Y, sobre todo, ¿cómo se podría superar la lógica cínica?

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Entrevista a Embat, organización libertaria de Catalunya

Las huellas que deja el movimiento anarquista conforman un mapa de caminos andados y también de aquéllos que están por trazarse. En esa labor presente y futura donde aún está todo por hacer, no queremos olvidarnos de un colectivo que cumplió este año su décimo aniversario: la organización libertaria Embat en Catalunya. Hace una década se abría un proceso amplio de construcción de una organización basada en el anarquismo social y en el concepto estratégico del poder popular. Queríamos hacerles una entrevista para conocer los pormenores de esta década de andadura y, sobre todo, conocer más de cerca el panorama del movimiento anarquista y sus coordinaciones en la actualidad.

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¿Otra vez a las urnas? Las elecciones parlamentarias como el Día de la Marmota

Que nuestra vía no sea explorar el camino institucional lo tenemos bien claro. Ya hemos afirmado otras ocasiones como medio alternativo que nos parece una vía completamente estéril e, incluso, contraproducente para una verdadera transformación social y política. No estamos ante nada nuevo, siempre sucede la apertura de nuevos ciclos reformistas en los regímenes bajo el capitalismo, para introducirnos en la rueda del electoralismo con perversas amenazas sobre la llegada de algo peor: el fascismo. Siempre alertando con las orejas del lobo, en un discurso reactivo completamente a contrapié, y que determina que no haya posibilidad de tejer alternativas y una agenda propia desde los movimientos sociales.

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Nueva campaña anti-okupación: Desokupa marca la agenda en Barcelona y el resto del Estado

Todos los veranos escribimos en estas páginas acerca de la campaña anti-okupación(1) que, con periodicidad anual, se da tanto en los medios como en los debates parlamentarios. Una alarma social generada por políticos que buscan arañar votos y por empresas de seguridad privada que esperan hacer caja del miedo. Sin embargo, este año la campaña de intoxicación mediática se adelantó al mes de abril. No fue consecuencia del cambio climático – aunque fue el mes de abril más caluroso de la historia de España y Portugal y el cuarto más cálido jamás registrado a nivel mundial – sino de las elecciones autonómicas y municipales que tuvieron lugar el 28 de mayo. “Las personas que okupan se ha convertido en el enemigo público interno que siempre ha necesitado el poder y donde el cuarto poder, los medios de comunicación —con la ayuda de empresarios oportunistas y grupos de extrema derecha—, han hecho gala de la teoría de la agenda setting, a base de noticias sesgadas, manipuladas y fake news, con el objetivo de sembrar el terror entre el vecindario y ganar adeptos, votos o dinero, según el caso”, explicaba Laura Solves en El Salto el 11 de mayo.

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Sin miedo, sin terror, la calle es para el pueblo. ¿Qué está pasando en Túnez?

El pasado 21 de febrero, el presidente tunecino Kaïs Saied colocó en la diana a las comunidades subsaharianas con un relato basado en la teoría racista del gran reemplazo, planteamiento nacido en el seno de la extrema derecha europea que defiende la existencia de un plan de las élites globales para sustituir a la población blanca y cristiana y destruir la cultura occidental. En esta misma línea, en su discurso, el presidente tunecino señaló a las personas migrantes provenientes, principalmente, del África occidental, “hordas de inmigrantes ilegales del África subsahariana”, como parte de una “empresa criminal […] dirigida a cambiar la composición demográfica de Túnez”, para convertirlo en un país “solo africano” que pierda su identidad árabe-musulmana. Además, acusó a dichas comunidades de ser responsables de “violencias, crímenes y actos inaceptables”.

De esta forma, cuando es el mismo Presidente del Gobierno el que erige un discurso racista que ataca frontalmente a las personas migrantes, se está implantando un escenario de impunidad que, de forma inevitable, ha derivado en continuos ataques por parte de las fuerzas de seguridad estatales, pero también por población tunecina civil, contra las personas negras. Se han producido desalojos por la fuerza de viviendas, incendios de casas, arrestos arbitrarios, robos, despidos, agresiones físicas y verbales, prohibición del uso de determinados servicios públicos como el transporte o la sanidad, etc. Pero también han tenido lugar diferentes muestras de solidaridad, desarrollándose estructuras autoorganizadas que han posibilitado la visibilización y denuncia de dicha oleada de violencia racista amparada e impulsada por el actual Gobierno, y el apoyo económico y material a aquellas personas que han sido víctimas de las razzias nocturnas, y diurnas, ofreciendo desde atención médica a alojamiento o alimentos, etc. Además, han tenido lugar manifestaciones que han servido también como altavoces contra el régimen en su totalidad.

Pero, para entender el porqué de dichas declaraciones justo en este momento, es preciso explicar la actual situación del país. Kaïs Saied, académico y jurista, ganó las elecciones de 2019 presentándose como un tecnócrata independiente, como un candidato alternativo sin vínculo con el escenario político previo surgido tras la Revolución de 2011, que ha derivado en una clase política profundamente desprestigiada por la corrupción, por las esperanzas de cambio insatisfechas y por la inalterable y precaria situación de las clases populares tras la sucesión de unos y otros gobiernos. Sin embargo, rápidamente, la imagen del candidato modernizador cuidadosamente diseñada y construida ha dado paso a la realidad que escondía dicho sujeto, junto al giro autoritario materializado en la detención de opositores, en el bloqueo de derechos y libertades políticas y en la aprobación y desarrollo de importantes cambios normativos sin el trámite parlamentario tras la suspensión de la Cámara, hay que sumar su ataque a cualquier avance en materia de igualdad, su discurso abiertamente homófobo, y la difícil situación económica agravada por una elevada inflación sobre productos básicos como los alimentos que complica aún más la realidad de las clases trabajadoras.

Por ello, sobre todo en relación a este último hecho, la estrategia puesta en marcha es la que ya se ha descrito, responsabilizar a las personas migrantes, criminalizarlas, fijarlas en el foco como chivo expiatorio, generar odio y, por tanto, división entre las propias clases populares.

Por otro lado, aunque guardando una evidente relación, las otras noticias relacionadas con Túnez que podemos leer en la prensa mayoritaria española hacen referencia a los trágicos naufragios que están teniendo lugar frente a sus costas. Si, en 2022, 580 personas fallecieron tras zarpar del país, en 2023, las cifras también resultan ser alarmantes. El 26 de marzo, la agencia EFE informaba de la muerte de 19 migrantes, el tercer naufragio mortal en 72 horas, al que habría que sumar 24 fallecidos y 62 personas en paradero desconocido. El aumento del número de naufragios no es casualidad, es fruto de la conjunción de diversas decisiones políticas. La violencia sobre las personas negras en suelo tunecino y la alianza antimigratoria sellada con el gobierno ultraderechista italiano encabezado por Meloni han tenido un efecto directo, agravando los peligros y riesgos del trayecto.

Pero, como se ha descrito, la movilización social sigue presente en Túnez, si bien el régimen pretendía usar las últimas elecciones como instrumento de legitimación, la jugada les ha salido realmente mal. Una muy elevada abstención, impulsada por grupos feministas, sindicales, rivales políticos, etc., que ha dejado las cifras de participación en números completamente ridículos, así como la movilización en la calle contra la carestía de la vida, que acabó materializada en una jornada de huelga general, contra las reformas autoritarias, contra la represión, contra los pogromos racistas, etc., esperemos que sirvan para dotar a las clases trabajadoras tunecinas y migrantes de estructuras propias y nuevas dinámicas de lucha que impulsen el cambio social pretendido por la histórica Revolución del Jazmín, responsable de alterar por completo el panorama político del Magreb a Asia Occidental.

Todo por hacer

Las mayores movilizaciones en Grecia de la última década se alzan contra la degradación de los servicios públicos

En tan solo ocho días, Grecia vivió, durante la primera quincena del pasado mes de marzo, dos huelgas generales. ¿El motivo? El martes 28 de febrero dos trenes chocaron en Tempe, provocando 57 muertes. Se trata de la mayor tragedia ferroviaria de la historia del país y ha puesto de relieve el precario estado de los servicios públicos helenos. Pese a que el Gobierno conservador de Kyriakos Mitsotakis (de Nueva Democracia) achaca la causa a “patologías crónicas”, los sindicatos del país aseguran que el deterioro se debe a más de una década de políticas de austeridad.

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Autonomía y rebelión en Cherán. El pueblo mexicano que expulsó a políticos, narcos y policía

Se cumplen doce años desde que un pequeño pueblo de catorce mil habitantes y su comunidad indígena organizaran un grito de rabia en la meseta michoacana, México. El 15 de abril de 2011 pusieron fin a la violencia estatal, a las extorsiones, los secuestros, las violaciones y asesinatos. Y es que ya desde comienzos del siglo XXI, el pueblo indígena purépecha de ese territorio, tuvo que hacer frente al narcotráfico que comenzaba a controlar y dominar completamente la región, abriéndose un conflicto social con terribles consecuencias para el municipio de Cherán. Sometidos a una situación descontrolada de continuada extorsión, estos grupos narcotraficantes actuaban con la connivencia de las propias autoridades mexicanas.

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Protestas en el país vecino

Llevo años escuchando, por parte de vulgo, toda suerte de santas estupideces sobre los nacidos en tierras francesas. Así, «los gabachos esto…», «los gabachos lo otro…» y, especialmente en el terreno deportivo, hay quien se suele relamer patéticamente de gusto cuando algún fulano o grupo hispano derrota a otro del país vecino. Cuando escucho semejante argumentación, no puedo evitar torcer el gesto, maldecir sobre lo más sagrado, lamentarme del género humano y rememorar una vez más la deseada fraternidad que atraviese cualquier frontera artificial creada por el homo llamado sapiens. Cierto es que el llamado chovinismo parece tener un origen francés, y no dudo que haya no pocos galos que crean que ellos han aportado más luz al mundo, algo tan repulsivo en Francia como, sin ir más lejos, en este inefable país, llamado Reino de España, donde tanto reaccionario pretende hacernos creer que la tradición imperial hispana fue de lo más benévola. Lo cierto es que esa especie de patriotismo exacerbado (algo que, por otra parte considero un pleonasmo) me parece común a todo lugar que haya generado ese horror llamado nación-Estado, mistificación que somete a las personas en un territorio, concentrando las instituciones coercitivas en pocas y privilegiadas manos, y que impide la fraternidad universal. Pero, vayamos con lo que está ocurriendo ahora mismo en el país vecino.

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Tomando nota: vejez, pandemia y movimiento libertario

Arranca el nuevo año y muchos tenemos la sensación de que la sociedad española ha pasado página en relación a la pandemia. Seguimos observando —con cierta estupefacción, eso sí— las noticias sobre los rebrotes del virus en China, pero ya sin dramatismos, ya sin el miedo incorporado a nuestro día a día… Llegados a este punto, aún queda, claro está, la sensación compartida de que hemos atravesado una crisis social sin precedentes, de carácter mundial, que se ha llevado por delante la vida de miles de personas; una crisis, la provocada por el COVID-19, que ha puesto el foco en la fragilidad de un sistema cuyas costuras se han vuelto visibles, evidenciando de manera trágica las consecuencias de una gobernanza neoliberal que ha precarizado nuestra existencia, debilitando los sistemas de salud y deteriorando en grado sumo las condiciones de trabajo de la mayor parte de los trabajadores y trabajadoras.

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La vanguardia y la retaguardia involuntarias

Algunas personas hemos leído más, otras hemos leído menos; cuando se cae en demasía en abstracciones intelectuales, privilegio de ciertos círculos de iniciados y la inmensa mayoría de la población ni siquiera barrunta lo que estamos hablando; cuando el anarquismo abandona la calle para refugiarse en interminables discusiones sobre el qué hacer, pregunta con inevitables reminiscencias leninistas; cuando el ostracismo mediático al que estamos sometidos, signo inequívoco de que el sistema todavía nos tiene miedo, es equivalente a una mordaza en la boca; cuando caemos en el desánimo porque nuestros argumentos son ignorados sistemáticamente, no ya por los medios de formación de masas, lo cual es natural pues si el anarquismo tuviera un papel, siquiera secundario, en la sociedad del espectáculo, ¿Qué clase de anarquismo sería?, sino por el pueblo al que van dirigidos; si no dejamos de mitificar al trabajador, que en las democracias occidentales está imbuido de los valores de esta sociedad, es decir, profundamente conservador al que le encanta el ficticio papel protagonista que le adjudican la izquierda y la derecha; y en fin, cuando la voluntad intenta inútilmente imponerse a la realidad, es que tenemos un problema serio.

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