La ultraderecha ya generó un nuevo enemigo público a la vista al qué señalar y atacar desde hace varios meses en continua escalada. Si antes han atacado hasta el hartazgo a los jóvenes menores migrantes no acompañados, y han animado a agresiones físicas a menudo contra ellos, ahora se dedican a atacar a los hijos de los migrantes latinoamericanos, envolviéndolos a todos bajo la frase absolutamente racista de «bandas latinas» y, en lugar de poner el foco en las causas de la violencia, lo están dirigiendo de forma manipuladora hacia el supuesto origen de los miembros de esas bandas. Los medios de comunicación abren las puertas a estos discursos sociales, presentando ciertos sucesos con la misma retórica que habitualmente lo hace la ultraderecha. Así encontramos que el peligro no solo es que la ultraderecha consiga escaños en los parlamentos, sino que sus discursos sean los repetidos en los medios de comunicación y en las calles en torno a determinadas problemáticas sociales.
Comprarles este discurso es muy grave y peligrosísimo. Se hace necesario profundizar y explicar lo que hay detrás del discurso alarmista de las bandas «latinas», y qué podemos hacer para frenarlo. De lo contrario se estará abonando el terreno para el odio xenófobo y la discriminación por razones de origen y racialización. De hecho, algunos discursos ya apuntan de manera completamente conspiranoica a que estas bandas han tomado barrios y ciudades, como si fuera un enemigo extraño y lejano de la cultura autóctona que se adueña de nuestros territorios. La extrema derecha siempre necesita retratar un enemigo materializado en grupos sociales que acaban sufriendo discriminaciones y una severa deshumanización que acaba en peligrosas agresiones, nunca dirigen su crítica hacia una estructura social y política superior. Se trata de enfrentar personas contra personas, y no personas contra un sistema criminal como sería mucho más justo y razonable.
A esta narrativa xenófoba se le suma la necesidad impuesta de aumentar la presencia policial en barrios que según este discurso sean denominados de conflicto. Y es que en los últimos meses hemos podido presenciar redadas habitualmente en los transportes públicos, jóvenes racializados a quienes tenían contra la pared en los andenes, mientras los viandantes pasaban como si nada ocurriese y hubiéramos normalizado la represión al más puro estilo orwelliano. Igualmente muchos jóvenes han denunciado en el último tiempo identificaciones y agresiones policiales en sus propios barrios mientras estaban con sus amistades tranquilamente en la calle.
La lógica de siempre del sistema, reprimir allí donde el origen de los problemas son la marginalización, la vulnerabilidad generada y la desigualdad social que el propio sistema crea. Son el problema y te venden la receta, que es más inseguridad y violencia en los territorios donde más desigualdades se sufren.
Un discurso manipulado a propósito para generar odio hacia comunidades migrantes
El objetivo es encender una mecha que no pretende buscar ninguna clase de solución a las violencias sociales o comprender sus orígenes, sino echar más gasolina al fuego que genera un repunte de ataques xenófobos contra la población migrante latinoamericana. El discurso sobre «bandas latinas» es un discurso manipulado basado en clichés y mentiras que se repiten a propósito aun sabiendo que es absolutamente falso por varias razones:
Primeramente porque no es verdad en absoluto que Madrid ni otras ciudades del Estado estén sitiadas por la violencia de bandas, ni que hayan causado un repunte de la violencia generalizada en los barrios. De hecho, los propios informes policiales analizados desmienten este discurso. La ultraderecha utiliza la herramienta de la manipulación para imponer un discurso en torno al problema de delincuencia y marginalidad provocada por el propio sistema, y se encarga de hablar de ello como un grave delito de inseguridad pública señalando exclusivamente a las personas migrantes. En ningún caso se propone analizar los orígenes sociales del descontento juvenil y la marginalización más extrema en barrios convertidos en guetos, se configura sencillamente un enemigo externo materializado en «bandas latinas».
En segundo lugar, además, fuentes de la propia Delegación del Gobierno señalan que las bandas potencialmente implicadas en sucesos violentos estarían conformadas en su práctica totalidad por jóvenes nacidos en España, y por lo tanto hay un problema, si acaso, juvenil. Estos jóvenes nacidos en el Estado español, de progenitores de países latinoamericanos, han experimentado desde pequeños las discriminaciones sociales al ser siempre considerados como españoles de segunda.
Por último, es que el problema de las bandas o la delincuencia no es exclusivo de ningún país específico, ni de un continente. Todos los países, incluyendo los Estados Unidos o países europeos, han tenido o tienen bandas juveniles y delincuencia como fruto de las desigualdades sociales, la pobreza y la criminalización. Algunas de estas bandas incluso son utilizadas por la propia estructura de poder para mantener el control social autoritario o la guetificación de ciertos territorios. Achacar, por lo tanto, este problema social a un solo país, una cultura o un origen determinado, es un discurso xenófobo propio de la extrema derecha.
Además de la ultraderecha más mediática ahora mismo en España, es decir, VOX, otras organizaciones de esa esfera filofascista han protagonizado estos discursos en lo que llevamos de año. En concreto el Centro de Ayuda Cristiano, una secta millonaria que se dice evangélica, y con conexiones con Jair Bolsonaro en Brasil. En ese país reside tranquilamente su fundador, Edir Macedo, investigado por ocho países por delitos en el pasado de los que sería reincidente, como abusos infantiles, fraude económico y relaciones con el narcotráfico. Una ramificación de esta secta ubicada en Madrid lanzó un informe sobre la peligrosidad de las «bandas latinas» lleno de falsedades y para supuestamente captar integrantes a su organización, postulándose como una iglesia con experiencia en el tratamiento del fenómeno de las pandillas. Como comprobamos, los discursos xenófobos, clasistas y de fanatismo religioso siempre están coqueteándose mutuamente, y elaboran documentos y narrativas que a pesar de su falsedad, consiguen determinar sus discursos en la sociedad.
¿Cuáles son las causas de las denominadas bandas juveniles?
Si realmente queremos construir un debate riguroso y veraz ¿por qué en lugar de comprar el discurso racista de la ultraderecha no hablamos mejor de por qué hay jóvenes que conforman bandas o dirigimos la mirada hacia las causas verdaderamente de la delincuencia?
La directora de la Fundación PorCausa, Lucila Rodríguez-Alarcón, apuntaba algunas razones que a continuación resumiremos: La realidad es que uno de los colectivos sociales más desatendidos en Madrid, y a los que las entidades públicas la mayoría de ocasiones les abandona, son los jóvenes y adolescentes. Uno de cada dos jóvenes padece algún tipo de sufrimiento psicológico fuerte relacionado con procesos de ansiedad. Las administraciones madrileñas lo saben, por los datos que ofrecen centros educativos, pero no ha habido un incremento de atención pública para estos jóvenes. A esto se suma la escasez de recursos dedicados a la escuela pública, donde el nivel de abandono escolar se ha disparado, ni tampoco ha habido algún plan coordinado para proteger el empleo juvenil, que se da en condiciones de absoluta precariedad, aplastamiento de derechos laborales y situaciones de extrema vulnerabilidad para la juventud. Muchos de estos jóvenes son lanzados a la primera línea de un mercado laboral que les cuesta la salud física y mental, totalmente desprotegidos, forzados a la alienación y la más absoluta deshumanización en nombre del sacrosanto mercado de trabajo. Además, hay escasísimos espacios comunitarios y de ocio para jóvenes. En los barrios periféricos de Madrid, principalmente en el sur, no existen alternativas de ocio que no sea el consumo de adrenalina y otras sustancias que el capitalismo vende con sumo gusto a la juventud.
Es lo que confirma Nuria Manzano, trabajadora social en Madrid cuando explica: “El hecho de que el fenómeno se mantenga indica que no es algo que tenga que ver con nacionalidades, sino con la desigualdad. ¿Por qué crees que estos grupos son más fuertes en los barrios en los que más azota la pobreza infantil?”.
¿Qué incita a los jóvenes, sean hijos de migrantes o autóctonos españoles a adentrarse en el mundo de las bandas juveniles? Para la pedagoga Luz Herrero, está claro: “Si rascas un poco en la vida de los chavales, encontrarás lo mismo: sentir que no pertenecen a nada y que tampoco encajan en el entorno educativo”.
En conclusión, detrás del discurso alarmista de las bandas «latinas» se esconden mensajes de odio, racismo y xenofobia. No caigamos en esa trampa ni reproduzcamos ese discurso, es más, debemos desenmascararlo para que no se extienda como la pólvora. Tampoco asumamos dócilmente el término «bandas juveniles» porque esconde otras violencias que también tienen su raíz en el propio sistema capitalista. Más bien, exijamos o construyamos políticas de inclusión en nuestros barrios dirigidas a la juventud, y contando con la juventud, no solamente haciendo cosas para ellos, sino que sean verdaderamente un sujeto activo con voz propia. Apoyemos a los colectivos, asociaciones comunitarias y proyectos que ya están trabajando sobre el terreno, principalmente en el ámbito del activismo social.
Mantengamos, también, un alto perfil de crítica, ya que en muchas ocasiones las entidades municipales solamente pretenden la institucionalización de estos jóvenes, que no generen problemas, pero no le ponen la más mínima voluntad a solucionar sus problemas de raíz, por lo que se ponen continuamente válvulas para que la olla a presión no estalle simplemente. Si ha de reventar que reviente, pero habiendo dotado a los jóvenes en nuestros barrios de una conciencia, unas herramientas de autodefensa en la vida, y sobre todo, esclarecerles que no se tratan de problemas individuales, sino de cuestiones sociales que deben aprender a luchar.
Artículo elaborado gracias a las notas de PODER MIGRANTE frente al racismo