Podemos definir el racismo como una doctrina ideológica moderna, sin fundamento científico, que vincula ciertas características físicas propias de unos grupos de humanos denominados razas con ciertos rasgos culturales e individuales de carácter intelectual y moral. Establece una jerarquía “natural” entre los distintos grupos humanos a partir de una serie de premisas:
-Correlación entre patrimonio genético, capacidad intelectual y disposición moral.
-Es común a todos los miembros de los determinados grupos humanos.
-En función de la calidad de los grupos, se establece entre las razas una jerarquización fija, inalterable e imposible de traspasar.
-Se establece una diferenciación que da derecho a que las razas determinadas como superiores puedan explotar o destruir a otras razas.
La premisa de “natural” viene determinada a partir del siglo XIX, a raíz de la ilustración. Antes del siglo XIX, las diferencias entre culturas se establecían en paramentos distintos: “salvajes” y “civilizados”, “puros” e “impuros”, “paganos” y “seguidores de la verdadera religión” etc. Es a partir del siglo XIX cuando se empieza a avanzar sin precedentes en las ciencias biológicas. El pilar básico teórico es el evolucionista, tras el choque con los creacionistas. Se establece lo natural como inevitable, mecánico y regido por las nuevas leyes. Así pues, las jerarquías entre razas se vuelven fijas, sin posibilidad de traspasarlas y se establece la estratificación social; un reflejo de la biología. La consolidación total de esta ideología vino con la publicación en 1899 del libro Los fundamentos del siglo XIX, del inglés Houston S. Chamberlain. Hoy en día vemos como, aun desmontando el mito de la existencias de las razas, abandonado por las élites académicas después de la II Guerra Mundial, y careciendo de fundamento científico, el racismo sigue siendo una constante. La causa no es otra que su promoción por parte del Estado y las élites políticas y económicas.
Políticas racistas durante el siglo XX
A raíz del colonialismo europeo y las nuevas teorías evolucionistas, los europeos establecerán su civilización, y más tarde su raza, como superiores; y así justificarán la esclavitud de millones de personas con la premisa señalada al principio, la raza superior da derecho a esclavizar a otras personas y culturas consideradas como inferiores. En el caso estadounidense, aquellos que no quisieron ser esclavizados, como los nativos norteamericanos, fueron progresivamente desplazados y exterminados sin ningún tipo de preocupación hasta después de la I Guerra Mundial, mientras que se importaban personas de África y crecía la inmigración europea, destacando la de italianos e irlandeses.
En EE UU y los países europeos comenzarían a surgir grupos políticos activos dentro de los grandes partidos y fuera de ellos, que se consideraban el brazo político y práctico de la raza. Los objetivos de estos grupos eran:
-La eugenesia o esterilización de los llamados “degenerados físicos y psíquicos”.
-Políticas de control de flujo de inmigrantes, imposición de cuotas raciales e impedimento de la mezcla de razas.
-Realización de tests de inteligencia, para intentar demostrar la superioridad blanca y la divulgación de las conclusiones. No está de más decir que este intento fue desmontado por diversos científicos y antropólogos. Este tipo de políticas se promocionaron e implantaron en diversos Estados europeos y en EE UU. Un ejemplo significativo es la conocida política de Suecia durante la II Guerra Mundial que, con la excusa de la neutralidad en el conflicto, negó el asilo político a miles de personas por ser judíos, gitanos, etc., a pesar del genocidio que se estaba llevando a cabo en el centro de Europa. Otro caso, también en la Suecia de 1954, es la política hacia los gitanos establecidos en el país, y su clasificación por rasgos de personalidad, con el objetivo de establecer su inferioridad social en el Instituto Estatal de Biología Racial de la Universidad de Uppsala, para así justificar programas de esterilización y reeducación en niños.
Otros ejemplos conocidos son la política de genocidio racial impulsada en Alemania por el NSDAP (Partido Nazi), la promulgación en EE UU de la Inmigration and Nationality Act en 1965, o la aplicación en ciertos países de programas de eugenesia e higiene racial.
Inmigración y políticas racistas
La inmigración no es ningún fenómeno nuevo en la historia de la humanidad, sino una constante dentro de la historia del ser humano por causas muy diversas, desde cuestiones religiosas, hambrunas, sequías, conflictos bélicos o étnicos, persecuciones políticas o el desempleo. Sin embargo, a día de hoy, los Estados usan la inmigración como chivo expiatorio para que, entre trabajadores y personas sin recursos, surja la desconfianza y el conflicto, por lo que el Estado puede aumentar la presencia policial, el control y la represión. Así, tanto el Estado como diversos movimientos políticos nacionalistas y fascistas usan a la inmigración para argumentar la existencia de criminalidad, el crecimiento del paro (quién no ha escuchado que los inmigrantes nos quitan el trabajo) o los problemas económicos que pueda tener el capitalismo en un momento concreto.
Los medios de comunicación vinculados a la élite política y financiera son también parte de este engranaje. Es conocido el caso de “el ángel rubio”, cuando en una redada racista contra un asentamiento gitano en Atenas, se encontraron con una niña rubia de ojos azules. Entonces la prensa no tardó en atribuirle rasgos nórdicos o eslavos y llamarla “el ángel rubio”. A la familia que acogía a la niña se la acusa de haberla robado a otra familia y de un posible caso de tráfico de menores. Enseguida se produjo un efecto dominó en otros países, como en Irlanda, donde la policía arrebató dos niños a una familia gitana con el pretexto de ser rubios, hasta que se demostró que eran los padres biológicos. En el centro de Europa comenzó una caza de brujas con denuncias absurdas o secuestros de niños por parte de colectivos neonazis. Otro rasgo racista por parte de la prensa es el de indicar las nacionalidades de las personas involucradas en un conflicto para que crezcan los prejuicios y miedos a las personas de origen señalado.
Inmigración y exclusión
La dificultad de acceso de muchos inmigrantes a la regularización y al mercado de trabajo hace que la exclusión social, la marginalidad y la drogadicción sean una realidad para toda aquella persona que quiera buscarse la vida en este país. El Estado, para someter mediante el miedo a la población en general, y a la inmigrante en particular, hace uso de controles racistas indiscriminados y multas a personas por el mero hecho de tener un color de piel o unos rasgos faciales distintos.
Los CIE, como cárcel, permanecen en el limbo legal y se usan como almacén para aislar a estas personas antes de deportarlas. La promoción y transmisión por parte del Estado y los medios de comunicación del racismo, hace que se construya el “racismo social” en la población, que asimila el mensaje de odio, desprecio y superioridad racial. Aun así, a pesar de las políticas racistas que desarrollan los Estados, los gobiernos se ven obligados a cambiar las políticas y la manera de entender la inmigración, dado el aumento de la migración por conflictos bélicos o étnicos actuales, abanderados por Occidente y el crecimiento demográfico, y la mercantilización de la multiculturalidad abriendo nuevos mercados de especulación.
La injusticia económica y social de un modelo económico que promociona la desigualdad y las políticas racistas y represivas a través del Estado y sus instituciones, hace que vivamos de manera competitiva y con miedo a todo aquel que consideramos diferente por tener unas costumbres distintas a las nuestras o por su color de piel. Hay que ser conscientes de que la cultura no es monolítica, sino que es dinámica y en constante evolución. Por esto mismo es deber de los anarquistas trabajar por un nuevo sistema económico igualitario, acorde con la naturaleza y la ciencia, y derribar las clases sociales y las ideologías opresivas de género, nacionalidad y raza, fundadas desde la desigualdad y la explotación de los seres humanos y su fruto de trabajo como bienes y mercancías, que seguimos justificando desde nuestro miedo y perspectiva etnocentrista y acaparadora.
Grupo Tierra
Publicado en el periódico Tierra y libertad núm.319 (febrero 2015).