Recomiendo fervorosamente la visión de «El año del descubrimiento», sorprendente documental dirigido por Luis López Carrasco, que nos recuerda los efectos de la reconversión industrial, en este caso, en la región de Cartagena a principios de los 90. La falta de memoria histórica en este indescriptible país es notable y, si hay quien no se acuerda de lo que ocurrió con la victoria fascista hace más de 80 años, como para pedirles que rememoren lo que hicieron los llamados gobiernos socialistas encabezados por ese añorado estadista que fue Felipe González. Precisamente, la tremebunda crisis sanitaria que estamos sufriendo en la actualidad, con la escasez de material para afrontar la pandemia, ha evidenciado la debilidad de la industria en este inenarrable país. Hagamos un poco de memoria. Fue después de la conocida hilarantemente como Transición democrática, tras la vistoria del PSOE en 1982, cuando se empezó a gestar el desmantelamiento del tejido industrial de este bendito país. Si en los años 60, gracias en gran medida a la falta de libertades y al control de los trabajadores y sus salarios, se vivía en la dictadura cierto desarrollo económico e industrial, la cosa iba a empezar a cambiar tras la muerte del dictador en 1975.
Las nuevas libertades sindicales harían que la clase trabajadora empezara a defender sus intereses, mientras que se producía la crisis del petroleo en los países occidentales y se ponía en tela de juicio el proteccionismo estatal al empresariado. España se convertiría en un país de enorme conflictividad social junto a una notable elevación de los precios, que iba a disparar la inflación, por lo que algo tenían que hacer los dirigentes. Nada mejor que el ajuste industrial, la temida reconversión, la hiciera un partido aparentemente progresista y, para mayor efectividad, con uno de los grandes sindicatos a su servicio. El subterfugio era «modernizar» la industria, pero la realidad fue la liquidación, el desmantelamiento y la privatización constante. Un ejemplo es el sector textil, que fue caminando a que toda la producción se hiciera en otro países, como bien demuestra ese ejemplo ético que es Amancio Ortega. La producción naval, como nos muestra «El año del descubrimiento» en la región murciana, fue otro de los sectores que entrarían en crisis en diversos puntos de la geografía del país, junto al siderúrgico, entro otros.
En el documental también puede verse como una aguerrida clase trabajadora es capaz, finalmente, de salvar parte de la industria, aunque la entrada de España en la Comunidad Económica Europea, junto a la entrada en juego de las multinacionales, condenaría a la muerte o a una larga agonía a la mayor parte de los sectores. Ciertos fondos procedentes de Europa fueron el pago al chantaje, pero el saqueo industrial del país ya se estaba produciendo de manera efectiva a pesar de las huelgas y conflictos sociales. Todo estaba decidido de antemano por los poderosos. Sobre la depauperada evolución del mercado laboral y los salarios no hace falta insistir mucho. Conviene recordar estos hechos cuando la mirada crítica se coloca, exclusivamente, sobre el PP, por muy repulsiva que nos parezca la derecha en este insufrible país. Una muestra más del apaciguamiento colectivo que es la llamada democracia parlamentaria. El inefable Pedro Sánchez, en alguna ocasión, se ha lamentado de la falta de tejido industrial, pero fue su partido el que llevó eficazmente a cabo todo el desmantelamiento. Frente a este lamentable determinismo histórico que parece haber calado en gran parte de la población, incluso en esa que se denomina progresista, haríamos bien en pensar que las cosas siempre pueden ser diferentes para transformar, de manera radical, las cosas para una mayor justicia social y económica. La memoria en este indescriptible país es muy necesaria, aunque poco es sin oxigenar también la conciencia.