Un nuevo mundo es una película estrenada este mes de mayo de 2022, al menos en la cartelera madrileña; tuvo se estreno internacional, por cierto, también este país, en el Festival de Málaga de hace un par de meses. Con este film, Stéphane Brizé completa su trilogía, que se ha venido en llamar, del trabajo: primero fue La ley del mercado, en 2015, que abordaba el drama del desempleo; luego En guerra, en 2018, cuyo tema central era la lucha sindical, y por último esta “Un nuevo mundo”, donde como veremos a continuación el protagonista es un directivo de una multinacional con problemas de conciencia y con presiones a todos los niveles, también en el ámbito personal.
Las tres películas están protagonizadas por el actor de carácter Vincent Lindon, que yo particularmente creo haber conocido ya en su madurez; hablamos de un hombre de 62 años y digo de carácter, por su físico, por su voz, y que no me lo imagino de entrada interpretando a alguien melifluo, pusilánime, temeroso…; pero, hablamos sin duda de un buen actor capaz de sorprendernos. Hay quien ha comparado la obra del director, Stéphane Brize, con los dramas sociales Ken Loach y con su espíritu contestatario; yo estoy de acuerdo, por otra parte nada original esta comparación, pero efectivamente “Un nuevo mundo” es un drama social, una fábula moral con intenciones muy críticas a la altura de las mejores películas de Loach.
El argumento tiene como protagonista a un directivo de una gran empresa, que ve cómo sus decisiones empresariales, impuestas por personas que están por encima de él, han ido afectando a su vida familiar. De hecho, la estupenda secuencia inicial nos introduce en el litigio entre el protagonista y su mujer, en pleno trámite de separación con abogados presentes, donde se nos deja muy claro que el motivo del divorcio van a ser las presiones de la empresa de él, que se intuyen terribles como comprobaremos posteriormente en el desarrollo de la película.
Por cierto, que en estos primeros diálogos también se percibe el sacrificio de la esposa en el matrimonio, bien es verdad que en boca de su abogada y, seguramente, también debido a un determinado nivel de vida, ya que los ingresos del marido son desorbitados (desorbitados, al menos para lo que es una familia trabajadora o de clase media). Esto, también me gustaría apuntarlo; al margen de lo inicuo del sistema, y de la ambición y pocos escrúpulos de los que están en lo más alto, lo que estamos dispuestos a sacrificar a nivel moral, a vendernos en suma, para entrar en ese juego perverso y tener una vida acomodada.
Otro personaje importante en el film es el hijo del protagonista, y esto resulta bastante espeluznante; una persona todavía adolescente con importantes problema psicológicos, de hecho está internado, y se intuye como resultado indirecto también de esa enloquecida vida laboral del padre. Habrá quien considere esto como excesivamente melodrámatico, tantos problemas personales, pero creo que para las intenciones del film y para una ficción narrativa, cinematográfica, funciona a la perfección. De hecho, creo que la enfermedad mental del hijo, donde se perciben unas exigencias de conocimientos técnicos y un deseo de medrar en la sociedad con un buen puesto de trabajo, funciona también muy bien como otro grave problema del protagonista relacionado con su trabajo y que debe abordar tomando decisiones radicales en su vida.
Este directivo, interpretado por Lindon, a pesar de llevar muchos años en la empresa y haber entrado en esa dinámica terrible, se le percibe buena persona a pesar del rol que tiene que jugar y las crueles decisiones, conscientes o inconscientes, que se ve obligado a llevar a cabo. El hombre, al ser director regional de su compañía, se ve empujado a despedir a un 10% de trabajadores (hablamos de una empresa de unos 500) y con la misma exigencia de productividad, lo cual es obviamente una locura; en este proceso, veremos cómo los empleados son tratados como meras piezas de una maquinaria hecha para obtener beneficios para una minoría, los que están arriba y los accionistas de la multinacional.
La empresa, por cierto, se menciona de pasada que fabrica componentes de electrodomésticos, si no me equivoco, por lo que hablamos de industria pura y dura, por lo que claro los trabajadores a sacrificar serían proletarios dentro de la terminología izquierdista clásica, que serían las víctimas de la trama, aunque no los protagonistas. Son varios los directores regionales impelidos a los despidos y comprobaremos, hago a partir de aquí algo más de spoiler para los que quieren ver el film si esta información, y los que se plantan abiertamente con escrúpulos morales para no despedir a nadie son solo dos.
Un inciso, la cuestión ideológica para quien quiera poner etiquetas, muy libre es; diré que en este film no encuentro discurso ideológico alguno, sino que se limita a denunciar una situación muy propia del sistema en que nos obligan a vivir. Eso sí, frente a la dicotomía izquierda/derecha, conceptos políticos cada vez más difusos y que suponen, la mayoría de las veces, las dos caras del mismo sistema, resulta también significativa esa línea de diálogo cuando uno de los directivos va a poner algún pero a la imposición de los despidos y antes se ve obligado a aclarar que no es de izquierdas. El caso es que nuestro protagonista, que sí quiere evitar tajantemente la situación, elabora un informe donde si los directivos renuncian a determinados bonus y primas, lógicamente, se pueden salvar puestos de trabajo (no hablamos de recorte de salario ya per se desorbitados, hablamos de extras a los que muchos directivos no quieren renunciar).
Bien, este informe, y esto me parece muy brillante en el film, es rechazado por las altas esferas de la multinacional, en Estados Unidos, con el motivo de que no se trata de ser un buen samaritano, una persona bientencionada que renuncie a parte de sus ingresos, sino de seguir la lógica de un sistema cruel que va sacrificando personas para salvar los beneficios íntegros de los de arriba; aunque la película no lo aborde centralmente, se intuye aquí las posibles artimañas como la deslocalización o el rol de unos sindicatos poco combativos, parte del sistema, que acaban negociando. La solución, por supuesto, y no quiero revelar mucho más, pasa solo por salirse del sistema, decir no, aunque eso implique un sacrificio, una vida menos acomodada, pero con seguridad más humana y satisfactoria.
Puedo poner algunos peros al film, es posible; quizá un retrato de trazo grueso para los que están por encima del protagonista, aunque es cierto que con ello se quiere enfatizar un mundo deshumanizado en el que todos se ven, de una manera u otra, obligados a actuar sin escrúpulos. Del mismo modo, el exceso de tragedia, de melodrama, creo que obedece también a ese propósito.
No obstante, un buen film, yo diría que notable, un estupendo drama social de denuncia, algo que hoy, en estos tiempos posmodernos confusos, con tanta conciencia diluida o distorsionada, es más necesario que nunca. No tenemos todas las respuestas a nivel social, político o económico, pero nos queda por supuesto a nivel personal decir no a la inicuidad que nos envuelve y que tantas veces quieren que aceptemos sin más como un hecho natural.
Capi Vidal