A principios del pasado mes de de julio, unas protestas estudiantiles comenzaron a sacudir 47 de los 64 distritos de Bangladesh, el octavo país más poblado del mundo. La situación se empezó a descontrolar para las autoridades a mediados del mes y el 19 de julio interrumpieron las conexiones de telecomunicaciones —incluidos los canales de noticias de televisión e internet, que funciona con alteraciones— y paralizaron la industria de la nación durante casi una semana. En el momento en el que escribimos estas líneas, han muerto al menos 197 personas, otras mil han resultados heridas, el Gobierno ha impuesto un toque de queda y ha anunciado el despliegue del ejército.
Las manifestaciones, que han bloqueado las calles de Daca, la capital, se desencadenaron por la ira de los estudiantes ante la elevada tasa de paro juvenil y por la decisión del Gobierno de restablecer un sistema de cuotas que reserva el 30% de los empleos públicos a las familias de los combatientes en la guerra de independencia de Pakistán. Pese a que la Liga Awami, el partido socialdemócrata gobernante, ha tachado a los manifestantes de “razakar” en un intento de volver a la sociedad en su contra, un término usado para describir a los colaboradores del Gobierno de Islamabad, cuando se restauró la conexión de internet la violencia policial quedó visibilizada ante el país entero. Es ahora el gobierno el que sufre una crisis de legitimidad, hasta el punto de que el 21 de julio el Supremo se vio forzado a reducir drásticamente el sistema de cuotas del 56% al 7%.
Las protestas han evidenciado que la lucha da sus frutos. Pero también la dependencia de internet que tiene todo el mundo, incluso los movimientos sociales enfrentados al poder, para informarse y coordinarse. En este contexto de incertidumbre, violencia, rabia y terror, hemos decidido traducir al castellano un artículo escrito por un miembro de la Red anarquista estudiantil Auraj (Auraj significa anarquía en bengalí). La Red Auraj ha publicado varias traducciones de pensadores anarquistas como Bakunin, Kropotkin, Rudolf Rocker y otros en bengalí. Auraj también publica con frecuencia artículos sobre el escenario político y económico de Bangladesh. Auraj ha mostrado solidaridad con los movimientos laborales recientes (movimientos de trabajadores de la confección, trabajadores de fábricas de yute), movimientos estudiantiles y movimientos de derechos civiles en Bangladesh. Aunque los miembros de Auraj han participado individualmente y directamente en muchos de estos movimientos, incluida la resistencia actual, la actividad de Auraj como grupo se limita principalmente a la publicación. El artículo original se puede leer en inglés en la web del anarcosindicato francés CNT-AIT.
Mientras escribo estas líneas, desconozco el paradero de la mayoría de mis compañeras que están participando en la protesta estudiantil de Bangladesh. Lo único que sé es que estaban en las calles, tratando de luchar contra la policía, los matones fascistas del partido autocrático. Como solo las personas de algunas partes de Bangladesh han recuperado el acceso a Internet después de cinco días de apagón de Internet ordenado por el estado en todo el país, conectarse con mis amigas que siguen allí desde el extranjero ha sido difícil. A medida que han surgido nuevas fotografías y noticias que evidencian la violencia sin precedentes de la policía, que ha torturado y matado a personas desarmadas, experimento sentimientos de angustia e ira. Pienso en mis compañeras que están en el país; pero no se trata sólo de ellos, se trata de todo el país. Sólo sé que mis compañeras son parte de la resistencia a la que se unieron miles de personas, de un movimiento de protesta contra el Estado fascista y autocrático, el cual ha matado al menos a 197 personas, ha detenido a cientos y ha dejado miles de heridos en los hospitales.
Origen de las protestas
Todo esto comenzó con una protesta pacífica de las estudiantes y las solicitantes de empleo del gobierno en demanda de una reforma de las cuotas. El sistema de cuotas en Bangladesh reserva el 30% de los puestos de trabajo para los descendientes de las luchadoras por la libertad que participaron en la guerra de liberación contra Pakistán en 1971. Esta cuota del 30% deja a la mayoría de la población con muy pocas posibilidades de conseguir un puesto en el gobierno. El problema del desempleo y las recientes crisis económicas han hecho que los empleos gubernamentales sean muy competitivos, y la mayoría de la gente considera que esta cuota del 30% es discriminatoria e injusta. Aunque el partido gobernante describe el sistema de cuotas como una forma de mostrar respeto a la familia de las luchadoras por la libertad, en realidad, lo utilizó para tener un grupo obediente de personas en la burocracia. En primer lugar, la guerra de liberación de Bangladesh en 1971 contra Pakistán fue una guerra popular; personas de todos los ámbitos de la vida ayudaron a las luchadoras por la libertad a través de diversos medios. En segundo lugar, muchas de las luchadoras por la libertad pobres pertenecientes a la clase trabajadora no pudieron conseguir ningún certificado de ser luchadoras por la libertad. En tercer lugar, ha habido acusaciones de corrupción y nepotismo al emitir certificados de luchadora por la libertad por parte del partido gobernante. Entonces, esta cuota del 30% permite al gobierno consolidar su poder. Además, reservar el 30% de los empleos gubernamentales para la tercera generación de luchadoras por la libertad, que es menos del 5% de la población, va en contra del espíritu central de la guerra de liberación: igualdad, libertad y justicia.
Como anarquistas, apoyamos las reivindicaciones justas de las estudiantes. Aún así, también creíamos que la mera reforma de las cuotas no podría resolver el problema de la economía capitalista mantenida por un partido gobernante autocrático. Sin embargo, las cosas se intensificaron cuando el gobierno respondió a la protesta pacífica con una violencia sin precedentes por parte de la policía y sus matones fascistas. La violencia estatal contra las manifestantes transformó por completo el movimiento actual. Antes de pasar a esta parte de la etapa actual del movimiento, es necesario describir el escenario político actual de Bangladesh.
Durante los últimos 16 años, Bangladesh ha sido gobernado por la Primera Ministra Sheikha Hasina y su partido, la Liga Awami. Aunque llegaron al poder por primera vez obteniendo una mayoría electoral, pronto se convirtieron en un partido autocrático y retuvieron el poder estatal a través de tres elecciones generales amañadas. Además, Sheikh Hasina y su partido se jactan de ser el único partido a favor del espíritu de la guerra de liberación. En realidad, se han apropiado del espíritu y los logros de la guerra de liberación, arrebatándosela a las masas. Han tratado de pintar la guerra de liberación únicamente desde una perspectiva nacionalista, cuando en realidad fue una guerra popular, liderada por una aspiración a la igualdad, libertad y justicia. Después de alcanzar la independencia, las relaciones de clase no desaparecieron y un grupo de gobernantes nacionales simplemente reemplazó al grupo de gobernantes extranjeros que lo precedió.
El aparato estatal y su violencia
Los sistemas también continuaron llevando el legado del sistema de gobierno colonial paquistaní y británico. La Liga Awami en sus últimos 16 años de gobierno ha utilizado todos estos órganos del sistema de gobierno estatal para eliminar puntos de vista opuestos. Lo han justificado utilizando su retórica nacionalista y etiquetando a todos los demás como fuerzas contra la liberación.
Aunque Bangladesh ha logrado un alto crecimiento del PIB en la última década, esto se debió principalmente al gasto de mano de obra barata en los sectores de prendas de vestir confeccionadas y a la exportación de mano de obra poco cualificada a Medio Oriente. Ambos grupos han sufrido condiciones de trabajo inhumanas. Si bien el derrumbe del Rana Plaza, en el que murieron 1.134 personas en 2013, logró obtener cobertura en los medios internacionales, otros asesinatos provocados por incendios y represión policial han pasado desapercibidos. El gobierno ha tomado medidas enérgicas contra muchos sindicatos (incluido el secuestro de una líder sindical), tomó el control de la mayoría de los demás sindicatos y prohibió la actividad sindical en algunas áreas. Incluso el año pasado, trabajadoras de la confección fueron asesinadas y arrestadas por exigir un aumento de la edad mínima. Recientemente, la economía de Bangladesh se ha enfrentado a una crisis debido a que su estrategia de desarrollo a corto plazo financiada con préstamos está teniendo repercusiones. Potencias imperialistas y expansionistas como Estados Unidos, China e India consideran a Bangladesh una región geopolítica de interés. India, el país que comparte fronteras con Bangladesh, ha sido muy influyente en la política de Bangladesh, ya que ofrece al gobierno «legitimidad» a Occidente a cambio de contratos que sólo satisfacen los intereses del gobierno indio. Aunque el partido gobernante ha logrado ser reelegido para otro mandato sin unas elecciones justas o inclusivas, la gente sufre desempleo, inflación, desigualdad y opresión por parte del partido gobernante.
La situación económica actual y la falta de derechos humanos fundamentales han creado un descontento masivo entre el pueblo de Bangladesh, especialmente entre las jóvenes. Sin embargo, el gobierno, gobernado por Hasina después de su reciente reelección, ha perpetuado su régimen de corrupción y explotación gracias a la mano dura. Entonces, cuando las estudiantes iniciaron protestas pacíficas contra el sistema de cuotas, el partido gobernante recurrió a la violencia. Primero, emplearon a la Liga de Estudiantes, los soldados de infantería fascistas del partido fascista gobernante, que acudieron a reventar las manifestaciones golpeando sin piedad a estudiantes y manifestantes. Incluso las atacaron en hospitales. Sin embargo, esta vez, las estudiantes se organizaron para resistir y lograron recuperar el control de los dormitorios de esta ala estudiantil fascista por primera vez en los 16 años del gobierno Awami. Tras superar a la Liga de Estudiantes, el gobierno llamó a la policía para detener la protesta, quien utilizó medios brutales y comenzó a matar a manifestantes el 16 de julio. Sin embargo, eso no logró detener la resistencia, que sólo creció en número y logró el cierre total de todas las actividades públicas.
El 18 de julio, la policía y matones del partido gobernante utilizaron niveles de violencia nunca vistos, cuando atacaron a estudiantes que protestaban dentro y frente a universidades y escuelas secundarias. Sin embargo, las estudiantes mostraron un inmenso coraje y trataron de defenderse. Se organizaron, se coordinaron entre sí y utilizaron sus limitados recursos para contraatacar la violencia estatal. En diferentes zonas, los soldados de infantería del régimen y la policía se vieron obligados a abandonar la zona mientras las manifestantes contraatacaban. El gobierno también multiplicó la violencia en respuesta y lanzó una ola de asesinatos. En la tarde del 18 de julio, circularon en las redes sociales noticias confirmadas del asesinato de muchas estudiantes universitarias y de secundaria. Masas de gente comenzaron a unirse al movimiento y se produjeron enfrentamientos violentos entre ellas y las fuerzas armadas (y los matones del partido gobernante). Más tarde ese día, el gobierno bloqueó completamente el acceso a Internet en todo el país para sofocar la protesta. Eso no tuvo éxito y las manifestantes continuaron la resistencia al día siguiente, 19 de julio.
En este punto también se sumaron al movimiento diferentes miembros de partidos políticos, pero la participación de masas populares y estudiantes continuó. Ese día, las fuerzas armadas dispararon y mataron al menos a 70 manifestantes. La mayoría de las personas asesinadas eran estudiantes, pero también murieron fotógrafas, conductoras de rickshaw y trabajadoras del transporte. Las manifestantes también mataron a dos policías durante el enfrentamiento. Desde el viernes por la noche, el gobierno decretó un toque de queda y empleó al ejército. Sin embargo, el sábado también se informó de enfrentamientos y muertes.
Como solo una parte de Bangladesh recuperó el acceso a Internet después de cinco días de apagón de Internet por parte del gobierno, es difícil obtener noticias fiables. Los medios de comunicación que operan dentro del país están fuertemente controlados por el gobierno. El gobierno tampoco proporciona ninguna información sobre el número de muertes ni permite que los funcionarios médicos lo hagan. Ha habido denuncias de que la policía confiscó los registros de defunción de los hospitales.
Según un periódico importante de Bangladesh, al menos 197 personas han muerto en la protesta en curso. Sin embargo, se estima que la cifra real es mucho mayor. La gente y los periodistas afirman que no habían presenciado una escala tan masiva de violencia en años. Están apareciendo fotos y vídeos en los que podemos ver montones de cadáveres tirados en el suelo de un hospital, mientras la policía dispara continuamente a quemarropa contra personas desarmadas. Como informa DW News, las fuerzas armadas también utilizaron vehículos de la ONU para misiones de mantenimiento de la paz para atacar a los manifestantes en Bangladesh.
Aparte de la resistencia sobre el terreno, las jóvenes están rechazando y derribando toda narrativa del partido fascista y del Estado autoritario. Las masas populares de Bangladesh han mostrado una inmensa solidaridad con el movimiento estudiantil, ya que lo ven como una resistencia legítima contra la líder autocrática Sheikh Hasina. La población local proporcionó comida y alojamiento gratuitos y ayudó a las heridas a llegar a los hospitales. La gente ha expresado desobediencia masiva y falta de cooperación con el Estado durante el movimiento. La clase trabajadora ha mostrado una increíble solidaridad con las estudiantes en la protesta. Las han apoyado activamente y, en algunos ámbitos, participado con las estudiantes. Durante el movimiento, las estudiantes utilizaron diversas tácticas de acción directa y ayuda mutua que les ayudaron a resistir con éxito.
La lucha es el único camino
El 21 de julio, el Tribunal Supremo se pronunció a favor de la reforma de las cuotas. Aunque la distribución sugerida reduce la cuota para los descendientes de las luchadoras por la libertad que exigían las manifestantes, también reduce la cuota para los grupos desfavorecidos de ciudadanas, lo cual es injusto. Además, después de los asesinatos en masa de la semana pasada, la situación ha superado con creces la reforma de las cuotas y un gran número de personas exige ahora la dimisión de la primera ministra Sheikh Hasina. Sin embargo, mediante el control de los medios, la comunicación y el uso excesivo de la fuerza, el gobierno ha conservado algo de terreno.
La policía ha detenido a cientos de estudiantes. Una de las coordinadoras también fue secuestrada y torturada por las fuerzas armadas. El gobierno está tratando de hacer ver que las cosas se están normalizando y que pronto tendrán que restablecer la conexión a internet en todo el país y poner fin al toque de queda, ya que las empresas están sufriendo grandes pérdidas debido al cierre. Cuando vuelva el internet a todas las partes, las coordinadoras y manifestantes tendrán que afrontar una dura batalla contra una dictadura desenmascarada que tiene la sangre de cientos de personas en sus manos.
No creo que Bangladesh pueda volver a la normalidad después de esta ola de asesinatos y violencia del partido gobernante. El pueblo de Bangladesh debe decidir si el totalitarismo de un partido fascista será el destino del país o si el pueblo recuperará su poder. El movimiento, que comenzó como una protesta por oportunidades justas en el empleo, se ha transformado en un levantamiento masivo contra el gobierno fascista de Hasina y la violencia estatal, donde el pueblo de Bangladesh expresa su necesidad de vivir con libertad, derechos y dignidad. Sin embargo, para alcanzar ese destino, necesitamos una transformación democrática del Estado, necesitamos desmantelar las fuerzas armadas de élite que cometen ejecuciones extrajudiciales y necesitamos reestructurar todas las instituciones para que nadie pueda jamás obtener el poder de cometer tales atrocidades. Necesitamos desechar las políticas neoliberales y avanzar hacia una economía para el pueblo y las trabajadoras, no para la clase capitalista. Sin embargo, para que todo esto suceda, necesitamos un fuerte movimiento obrero y de derechos civiles. Hasta ahora, el pueblo y la sociedad han mostrado una resistencia increíble contra la violencia estatal. La resistencia marca un nuevo comienzo en la lucha por un Bangladesh más igualitario, justo y libre. El futuro es incierto, pero si este movimiento muestra algo es que las personas organizadas que luchan por una causa justa pueden mostrar una resistencia impensable. Rechazamos un futuro de totalitarismo y no esperamos menos que una revolución popular.