Todo gran filósofo puede ser interpretado de diversas maneras, su legado es tan rico, complejo y profundo, que reducirlo a una sola ideología, siempre será cercenarlo. Desde luego hay pensadores adscritos a un movimiento y nadie dudaría de que Kropotkin o Bakunin fuesen anarquistas o que Marx fuese marxista, aunque en una ocasión dijese no serlo al ver lo que se hacía en su nombre.
Los filósofos independientes pueden tener adscripciones ideológicas contradictorias y cambiantes en el tiempo, pero en ellos hay una tónica general que los define teniendo en cuenta la totalidad de su obra y en no pocos hay tendencias anárquicas que pueden ser rescatadas.
Respecto al caso que nos ocupa fue sobre todo Elizabeth Förster-Nietzsche (1846-1935), la hermana del filósofo, la que más tergiversó el legado de Nietzsche, como es bien sabido por todos, dando lugar y pie para su aprovechamiento y lecturas de corte fascista y nacionalsocialista.
Igual que los nazis se apropiaron del antiguo saludo con el brazo en alto del Imperio Romano o del símbolo de la esvástica tomado de la India, se apropiarán igualmente de Nietzsche, a su manera, sobre todo resaltando de su pensamiento el concepto de voluntad de poder.
Ya en vida del pensador, el profesor de literatura danés George Brandes (Copenhague, 1842-1927) lo había dado a conocer en Europa describiendo el pensamiento de Nietzsche como un radicalismo aristocrático, cosa que complació al filósofo. Fue recibido por ello, al igual que Lucrecio en la antigüedad, antes en los círculos literarios que en los círculos filosóficos.
Si bien ya en la década de 1880 se incluirá a Nietzsche en una Historia de la Filosofía, la de F. Ueberweg, que aún lo presenta como seguidor de Schopenhauer. Luego, aparecerá también en otra Historia de la filosofía en 1886, la de R. Falkenberg, La filosofía alemana desde Kant, que contiene un capítulo dedicado a Nietzsche y después, en 1888 por Moritz Brasch, en su Filosofía del pasado.
En 1889 Nietzsche sufre un colapso mental y queda inválido e incapaz de nada, recluido en psiquiátricos los últimos 11 años de su vida.
Al poco de morir, ya en 1900, podemos ver que ya surgen sendas interpretaciones radicales y antagónicas, la fascista y la anarquista, para caracterizar al filósofo. Si bien habrá luego interpretaciones de Nietzsche de todo signo, aunque, siendo él extremo, parecería le casan más las extremas.
En su escrito La Filosofia della forza, Benito Mussolini realizará una sesgada lectura de Nietzsche, resaltando sobre todo dos términos y conceptos, el de voluntad de poder y el de superhombre, interpretados a su violenta manera, todo ello para defender, justificar y fundamentar, la noción del poder amoral que iba a desplegar su fascismo. Aplastar a los débiles y no tener remordimiento moral por ello es el lema resultante:
“Cuando el hombre ya no puede pisotear, sacrificar, aniquilar a su prójimo, vuelve sus armas contra sí mismo y encuentra en su eliminación voluntaria del escenario mundial el abismo y la cumbre de su propio ideal, o se vuelve mediocre, es decir, filántropo, humanitario, altruista” (Mussolini Op.cit.). “El amor al prójimo ha dado lugar a veinte siglos de guerras; los terrores de la inquisición, las llamas de los incendios y sobre todo – ¡no lo olvides! – el europeo moderno, ese pequeño monstruo hinchado con su propia mediocridad irremediable, con un alma incapaz de ‘querer fuertemente’, no lo suficientemente reaccionario para defender el pasado feudal, no lo suficientemente rebelde para llegar a las consecuencias extremas de la revolución, pequeño en cada acto y soberbio del sistema representativo que llama la gran conquista del siglo, pues permite una vasta política basada en clientelas electorales y la satisfacción de vanidades inconfesables” (Ibid.). “La turba ofrecerá mayores obstáculos al desarrollo del superhombre, la plebe suficientemente cristianizada y humanitaria [sic] nunca comprenderá que puede ser necesario un mayor grado de maldad para que florezca el superhombre” (Ibid). (Benito Mussolini La Filosofia della forza. Publicada en: Da Il Pensiero Romagnolo, Nn. 48, 49, 50; 29 novembre, 6 e 13 dicembre 1908).
Por el contrario, y de modo radicalmente opuesto, entre 1913 y 1917 Emma Goldman dio una serie de charlas públicas a través de los Estados Unidos sobre Nietzsche y la importancia de sus teorías para la temática anarquista del momento. Al menos se tienen constancia de unas veintitrés charlas, desde Los Ángeles hasta Nueva York, hablando sobre la relación del pensamiento de Nietzsche con el ateísmo, el antiestatismo y – enmarcado en el contexto de la Primera Guerra Mundial – el antinacionalismo y antimilitarismo.
“Empezaron a discutir sobre Nietzsche. […] Yo señalé que Nietzsche no era un teórico social sino un poeta, un rebelde y un innovador, que su aristocracia no era ni la de nacimiento ni la del dinero sino la del espíritu y que en ese respecto Nietzsche era anarquista y los verdaderos anarquistas eran aristócratas” (Emma Goldman, Living My Life, 1931).
Mother Earth (Madre Tierra) fue una publicación política radical, surgida en marzo de 1906 por obra de la anarquista Emma Goldman. Alexander Berkman, otro anarquista bien conocido en la época, era el editor de la revista. Se trataba de una publicación política que abogaba por causas políticas radicales, por la agitación laboral y la oposición al gobierno de los Estados Unidos en una variedad de aspectos. Sus suscriptores y partidarios formaron un virtual “quién es quién” de la política radical en los años anteriores a 1920.
Se podrían poner muchos ejemplos de textos anarquizantes de Nietzsche, potentes reflexiones que pondrán patas arriba la autoridad y dogmas de su época y de las venideras. Pongamos solamente su consideración sobre el darwinismo de su época, la consideración en que tenía hacia los conceptos de lucha por la vida y supervivencia de los más aptos, y veremos que no puede decirse que no estuviese más próximo a Kropotkin y la idea de la ayuda mutua, antes que a los darwinistas y darwinistas sociales precursores del nazismo y el racismo:
“Cuanto más poseía un hombre el sentido de la comunidad y los afectos de simpatía, tanto más apegado estaba a la tribu; y la tribu se conservaba tanto mejor donde había individuos más entregados a la comunidad […]. Pero el peligro de la estabilidad, del embrutecimiento es aquí grande. Individuos desvinculados, mucho más inseguros y débiles, que intentan cosas nuevas y muchos tipos de cosas, son aquellos de los que depende el progreso: muchos de ellos sucumben sin efecto, pero en general ellos producen una relajación y de ese modo inducen de vez en cuando un debilitamiento del elemento estable, introducen algo nuevo en algún punto que se ha vuelto débil. Esta novedad es asimilada gradualmente por la colectividad, que en algún punto se vuelve débil. Las naturalezas degeneradas, las pequeñas degeneraciones tienen la máxima importancia. Adonde quiera que tenga que ocurrir un progreso, debe precederlo un debilitamiento. […] ¡El principio importante no es la lucha por la existencia! […] La naturaleza más débil, en cuanto más noble o al menos más libre, hace posible todo progreso […]. Respecto a esta teoría, el darwinismo es una filosofía para carniceros” (Nietzsche KSA VIII 12[22], redacción previa de Humano demasiado humano, § 224).
Tras la Segunda Guerra Mundial vino la desnazificación generalizada de Nietzsche, merced a nuevas lecturas y estudios, impulsada por las interpretaciones francesas, como las de George Bataille o Albert Camus:
“Fascismo y nietzscheanismo se excluyen, incluso se excluyen con violencia, desde el momento en que uno y otro son considerados en su totalidad: por un lado la vida se encadena y estabiliza en una servidumbre sin fin, por el otro respira no solamente aire libre sino un viento tempestuoso” (George Bataille, Acéphale. Religion / Sociologie / Philosophie. Nietzsche y los fascistas).
Nietzsche era ese viento tempestuoso que derribaba ídolos y fomentaba la libertad. Ese pensador se esforzó por vivir sin creencias y admitir solo aquellas costumbres que favorecían su desarrollo intelectual, artístico, humano y más allá de lo humano.
Apolíneo-Dionisíaco / Voluntad de Poder-Eterno Retorno / Ciencia-Arte / son esos los pares dialécticos nietzscheanos, cuya síntesis, tras el vacío de Nihilismo-Desierto (Capitalismo) serán la Tragedia y el Ultrahombre.
Elegir uno solo o dos de tales conceptos e interpretar su pensamiento sobre todo desde la voluntad de poder sería lo que habrían hecho tanto el fascismo italiano como el nazismo alemán. Por el contrario, franceses e ingleses resaltarán el lado libertario de Nietzsche, demostrándose que había sido usado y utilizado con fines partidistas por quienes habían cercenado sin escrúpulos su pensamiento. En España en 1960 publicaba Gonzalo Sobejano su Nietzsche en España, mostrando que su influencia había llegado a nuestros escritores más libres antes que a ningún filósofo.
Para nosotros, los no-fascistas, fue Nietzsche un filósofo más bien libertario que otra cosa. Sus pensamientos intempestivos, su crítica de la religión y la autoridad, su denuncia del vacío nihilista al que nos abocaba el capitalismo triunfante y la constatación de la necesidad de un hombre nuevo y una sociedad sin Estado en la que se pudiese vivir libremente, hacen de él más un anarquista antes que un fascista.
Albert Camus, explica la dualidad de interpretaciones de Nietzsche con los siguientes términos:
“Con Nietzsche, el nihilismo parece hacerse profético. Pero no se puede sacar de Nietzsche sino la crueldad baja y mediocre que él odiaba con todas sus fuerzas, mientras que no se ponga en el primer plano de su obra, mucho antes que, al profeta, al clínico. El carácter provisional, metódico, estratégico, en una palabra, de su pensamiento, no puede ser puesto en duda. En él el nihilismo, por primera vez, se hace consciente. Los cirujanos tienen en común con los profetas que piensan y operan en función del porvenir. Nietzsche no pensó nunca sino en función de un apocalipsis futuro, no para ensalzarlo, pues adivinaba el aspecto sórdido y calculador que ese apocalipsis tomaría al final, sino para evitarlo y transformarlo en renacimiento. Reconoció el nihilismo y lo examinó como un hecho clínico. Se decía el primer nihilista cabal de Europa… El “¿se puede vivir en rebelión?” se convierte en el “¿se puede vivir sin creer en nada?”. Su respuesta es positiva. Sí, si se hace de la falta de fe un método, si se lleva al nihilismo hasta sus últimas consecuencias y si, desembocando entonces en el desierto y confiando en lo que va a venir, se siente en ese mismo movimiento primitivo dolor y alegría. En vez de la duda metódica ha practicado la negación metódica, la destrucción esmerada de todo lo que todavía se oculta en el nihilismo, la destrucción de los ídolos que disimulan la muerte de Dios” (Albert Camus El hombre rebelde. II. La rebelión metafísica: Nietzsche y el nihilismo. Editorial Losada. Buenos Aires, 7ªedición, 1973, pág.65).
Las más variadas interpretaciones políticas, filosóficas, artísticas, literarias sobre Nietzsche se suceden a lo largo del siglo XX y XXI. El último recuento bibliográfico de obras sobre Nietzsche de 2002 registraba 20.000 libros sobre él en 42 lenguas. Difícil que no se den sobre él las más variadas interpretaciones. Claro que quizá antes que escribir sobre Nietzsche, los anarquistas que quieran inspirarse en él harán mejor en escribir como Nietzsche, esto es, filosofar a martillazos, ser dinamita, dos fórmulas de escritura propias de ese autor.
Todo lo antedicho lo que prueba es que cada cual tendrá su Nietzsche.
Como dijimos al comienzo, al igual que otros grandes autores, su pensamiento es demasiado rico y complejo como para reducirlo a una única lectura y una sola interpretación.
Resulta inevitable que cada cual de su lectura del filósofo saque sus propias conclusiones según lo que considera relevante separado de lo que considera irrelevante entre sus líneas de escritura y sus comentaristas. Aquí hay que elegir.
Yo me sumo a las lecturas anarquizantes de Nietzsche, pero no arbitrariamente, sino porque, tras leerlo en su integridad, creo que le hacen más justicia en conjunto que todas las otras, pero todas son posibles, incluso la pérfida fascista, aunque unas lecturas serán mejores que otras.
De modo que solo resta concluir que en casi todos los filósofos y en casi todas las corrientes filosóficas pueden encontrarse pensamientos anarquizantes, es decir, contrarios al arché (principio, gobierno, mando). Numerosos pensadores no bien definidos políticamente ellos mismos pueden ser interpretados en clave anárquica y de sus reflexiones pueden sacarse componentes para el anarquismo, pues a lo largo de la Historia de la Filosofía constantemente se ha puesto en cuestión el arché (principio, gobierno, mando), aunque la tendencia predominante haya sido el apuntalarlo. Una filosofía an-arché, anárquica, atraviesa como su reverso a la filosofía dogmática y se manifiesta constantemente.
Del mismo modo ocurre con aquellas ideologías no claramente determinadas y con las religiones no convencionales y anti-dogmáticas, pues por algo se trata precisamente de tendencias no-dogmáticas. Véanse, por ejemplo, los libros: Michael Löwy, Redención y utopía, el judaísmo libertario en Europa central. Un estudio de la afinidad electiva, y Abdenur Prado, El Islam como anarquismo místico. Dos ejemplos de unas obras que tratan de rescatar vertientes anarquizantes incluso en esas tendencias religiosas cercanas a la herejía para la ortodoxia y que quedan más próximas a la mística.
En las producciones filosóficas, artísticas o incluso científicas, anidan nódulos anárquicos que pueden ser rescatados, esos que abundan en Nietzsche mayoritariamente y que son y han sido los más dignos de rescatar dentro del conjunto de su pensamiento.
Simón Royo Hernández
https://redeslibertarias.com/2024/09/13/el-nietzsche-anarquista-o-el-fascista/