La red fantasma (Les fantômes)

Director: Jonathan Millet
Francia-Alemania-Bélgica 2024

La brutal represión en Siria por la dictadura de Bashar-al-Assad, el exilio masivo de población hacia Turquía, Líbano y Europa, las guerras internas con islamistas y kurdos, el tablero geopolítico con Turquía, Rusia, USA, Irán e Israel jugando sus bazas e influencias, han constituido un paradigma trágico durante los últimos 10 años. Esta situación se ha visto sorprendentemente alterada por el paseo militar de los sublevados islamistas (conjunción de Al-Qaeda, ISIS y otros grupos afines) hasta conquistar Damasco y provocar el derrumbamiento del régimen con su máximo dirigente huido a Rusia y un ejército y cuerpos represivos dislocados.

Hay que destacar como resultado la alteración del mapa de influencias de la región. Como muestra de ello, la invasión israelí desde los altos de Golán y el establecimiento de un punto de apoyo en el sur del país, junto a la destrucción de las bases sirias y el sofisticado armamento de su ejército, el creciente papel de Turquía como potencia “protectora” del nuevo régimen, la evicción de Irán, pero también de Rusia, como “protectoras” del antiguo régimen. La puesta en escena de los centros de tortura sistematizada, la “desaparición“ de presos,  sirvieron de revulsivo para atraer la atención, aunque temporalmente, en un mundo mediatizado en el que en semanas se concentran años de equilibrios inestables. Pero el sufrimiento del pueblo sirio así como el exilio masivo no han servido de consideración para perseguir y procesar a través de la justicia internacional una dictadura anclada en el poder desde mediados de los años setenta.

El cine no ha abordado de manera sistémica el problema sirio y el  reciente estreno de una valiente película como es “La red fantasma” nos abre los ojos.  Su director aborda  la existencia de una célula de refugiados sirios en Francia que se organizan para perseguir a los verdugos del régimen de al-Assad instalados en Europa. Más allá de un típico thriller de espías  con toques de realismo social, asistimos al despliegue de la fascinante historia de una obsesión. La del protagonista Hamid (excelentemente interpretado por un imperturbable Adam Bessa) por constatar que el hombre al que sigue sin descanso por las calles de Estrasburgo es Harfaz (Tawfeek Barhom) que se encuentra en dicha ciudad realizando estudios de química. La necesidad de identificar al fantasma y asegurarse de su identidad hará que cada vez se obsesione y se le acerque más peligrosamente, lo que  nos permite disfrutar de una interpretación tan magnética como inquietante.

Hamid perdió a su familia (mujer e hija, que son recordadas a través de una fotografía) en la guerra y tras salir de la cárcel de Saydnaya, el «Matadero Humano» que se cobró la vida de unas 13.000 personas entre opositores sirios, civiles, rebeldes o yihadistas (la escena inicial cuando es abandonado en el desierto con otros presos es impactante), huyó a Europa pero su madre, con la que sigue conectado a través de internet, vive en un campo de refugiados en Líbano. Lleva con dignidad una existencia anónima en Estrasburgo, tratando de conseguir un permiso de residencia para continuar la labor docente como profesor de literatura árabe en la universidad de Alepo interrumpida por la guerra. A la par que hace pesquisas para localizar a criminales de guerra huidos, en colaboración con un grupo de justicieros que quedan en un videojuego online para ser punto de encuentro y facilitar las tareas organizativas. Su relación con la comunidad siria y, en particular, con Yara (Hala Rajab) refugiada siria que regenta una lavandería y en la que encuentra un apoyo afectivo se contrapone con la relación cuasi-glacial con Nina (Julia Franz Richter), su contacto presencial con la red, una mujer francesa trabajadora de una ONG que perdió a su familia en el conflicto sirio

Millet retrata a estos migrantes refugiados como unas figuras capaces de pasar desapercibidas en Francia, aunque se topan con la burocracia (una escena en comisaría en la que dudan del relato de Hamid y este les muestra su espalda con restos de tortura). Hay que destacar la importancia que adquiere el aspecto sensorial (el timbre de una voz, la gestualidad de unos dedos, el olor…) a la hora de identificar al antagonista. Acumular pruebas para contrastar la identificación de Harfaz de cara a adoptar una decisión para bien ejecutarlo o denunciarlo ante la justicia francesa (ese sol o luna como referentes) por parte de la red tiene dos momentos culminantes: una comida en el restaurante de la universidad y el posterior viaje de Hamid al Líbano para encontrarse con un desertor del régimen que estaba a las órdenes de Harfaz y que le confirma su identidad.

Cine de acción, con una dinámica que te obliga a contener la respiración, la incertidumbre de la secuencia de escenas, el movimiento de cámara, los escenarios cambiantes constituyen un marco indispensable para el relato

Como una reflexión más global sobre ”La red fantasma” el mundo de la emigración, desde una perspectiva socio-política, se conjuga con la profunda revisión de la perspectiva eurocentrista de acogida actualmente puesta en cuestión por una ultraderecha que está imponiendo su discurso en los países de la Unión Europea, con el silencio cómplice de los partidos de derecha, centro e izquierda. La experiencia del gobierno de Merkel en la recepción de  refugiados sirios a mediados de la década precedente, la “externalización” de la remigración (la nueva denominación de la expulsión pura y dura de los migrantes) por parte de Reino Unido, Polonia e Italia, como ejemplos más crueles, muestran la realidad del “muro europeo” que contrapone las declaraciones altisonantes de Europa como espacio de convivencia y solidaridad que se ha intentado vender a la ciudadanía.

Salimos del cine con la impresión de que no debemos de quedar impasibles ante una inhumana represión política, en esta caso en Siria. La acción contra gobiernos corruptos y los torturadores que les sirven como brazo ejecutor, es una tarea ineludible para ajustar cuentas con nuestro pasado, en algunos casos complaciente por parte de gobiernos interesados en sacar provecho de recursos económicos y ventajas geoestratégicas. Una línea de trabajo para vislumbrar un mundo en el que la acción individual por el cambio debe complementarse con un trabajo colectivo, no solo para reescribir la historia, sino para hacer justicia.

Paco Marcellán

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