Una respuesta a La tierra que se subleva de broma
Sólo hay una manera digna de fomentar el espíritu de libertad de la juventud, y es acompañarlo de la crítica. La otra, que sería alentar la rebeldía sólo porque es rebelde, y sólo porque es juvenil, sería a todas luces indecente. Estos jóvenes deben ser tomados en serio, y el único modo de no burlarse de ellos es tratarlos de igual a igual, discutir sus ideas sin indulgencia ni desprecio.
Nicola Chiaromonte
Después de una tediosa manifestación por el 1º de mayo, algunas hacíamos las mochilas para ir hacia Mont-roig del Camp. Allí, Revoltes de la terra hacía su primera germinación contra una fábrica de componentes de baterías de coches eléctricos. Algunas llevábamos tiempos atentas a la convocatoria, leyendo y debatiendo los textos publicados, asistiendo a los encuentros de luchas en defensa del territorio, conversando con las compañeras implicadas… A la vez, la mayoría de nosotros llevamos buena parte de nuestro bagaje militante en conflictos territoriales, la agroecología o contra la turistización y los macroproyectos. En este sentido, el llamamiento a iniciar una dinámica de lucha que trascendiera las limitaciones de las luchas en defensa del territorio en el contexto de una protesta contra las fantasías del capitalismo verde nos parecía, como mínimo, sugerente. Desde un punto medio entre la expectativa y el compromiso, no fuimos allí a verlas venir sino a intervenir sin saber muy bien lo que pasará.
En las vísperas de la primera germinación de Revoltes de la terra empezaba a circular por los medios cibernéticos anarquistas un texto de Miquel Amorós: La tierra que se subleva en broma. El texto pretendía ser una enmienda a la totalidad de las luchas “territoriales-ecologistas” contemporáneas mezclando dentro del mismo saco a Revoltes de la terra, Ecologistas en Acción, Extinción Rebelión, la ZAD de NDDL, Soulèvements de la terre o plataformas vecinales.
Desde estas líneas queremos poner en relación nuestra experiencia en el encuentro de Revoltes de la terra y la lectura de sus escritos con la crítica elaborada en el texto de Miquel Amorós. El texto de Amorós ha suscitado bastantes conversaciones, reflexiones, comentarios y exabruptos entre compañeras que lo hemos compartido, tanto como para dar un testimonio más compacto. Del mismo modo, consideramos importante que la versión del compañero Amorós no sea la única que circule entre los ambientes libertarios, más aún teniendo en cuenta la autoridad que acompaña su nombre. No pretendemos entrar en una defensa incondicional de Revoltes, ya hay otros tiempos y espacios para el necesario trabajo de crítica-autocrítica, pero sí hacer un ejercicio de dilucidación e impugnación de los términos de la conversación iniciada por Amorós. Desde el ánimo de confrontar posturas, ampliar el debate y desembrollar la madeja, queremos contribuir a la discusión.
Separar el grano de la paja
Reconocemos que para muchas de nosotras, Amorós es un referente teórico indispensable. Sus aportaciones a la historia revolucionaria, la ingente tarea de traducción, la crítica del mito del progreso y la tecnociencia, la confrontación del ciudadanismo, la denuncia del ecologismo de Estado y el capitalismo verde o los diferentes análisis sobre el conglomerado de nocividades existentes, han estimulado nuestro pensamiento a lo largo de los años. Así mismo, su buena disposición a hacer charlas y textos siempre ha sido de agradecer. De hecho, las que suscribimos este texto nos consideramos deudoras del pensamiento antidesarrollista que Amorós ha contribuido a difundir.
No obstante, no tenemos que dejar que el árbol nos impida ver el bosque. En el anarquismo acostumbramos a ser refractarias al seguimiento mesiánico de ídolos y no querríamos con este texto reproducir personalismos. Ningún capital cultural debe silenciar ni acaparar las posibles críticas. A lo largo del texto, procuraremos centrarnos en las formas, contenido y patrones que sigue el texto de Amorós para ir más allá de él, a pesar de que puede que se nos escape algún dardo personalizado. Lo hacemos también en cuanto que consideramos que sus argumentos son sostenidos y reproducidos por otras voces de los entornos anarquistas y, por lo tanto, no se trata solo de una opinión personal sino de unas posturas más o menos extendidas.
Antes de entrar al núcleo del texto, queremos apuntar que coincidimos mayormente en el análisis estructural que hace (los cuatro primeros párrafos) así como en algunas críticas a colectivos y luchas señaladas. A su vez, consideramos que hay elementos que rezuman de la crítica de Amorós que pueden ser tenidos en cuenta en el devenir de la lucha pero que encontramos desacertados en forma y contenido, especialmente cuando la lucha tan solo está dando los primeros pasos. No obstante, por razones de dimensión y precisión haremos referencia solo a los comentarios que el autor realiza sobre Revoltes de la terra y a algunas cuestiones transversales.
Las políticas de la arrogancia
Cerrarse los ojos a uno mismo no sirve, ni nos va a salvar de la barbarie. Menos aún lo hará situarse en lo alto de un púlpito desde el que mirar por encima las luchas, criticar y desacreditar sin mancharse, adoptar la pose del luchador cansado, torpedear procesos y esfuerzos de compañeros, buscar la teoría para la inacción y esparcir discursos desmotivadores y alienantes que solo justifican la propia inacción y esa miserable forma de estar en el mundo.
Nada es más desalentador que un renegado satisfecho. Algunxs viejxs anarquistas
En la línea de la tradición antiindustrial el autor no deja títere con cabeza. Su forma de criticar, muy influida por el arte del insulto y la arrogancia del situacionismo1, está basada en la generalización, la ridiculización y el desprecio. En cuanto al análisis de los escasos textos de Revoltes, domina la tergiversación interesada, argumentos falsos y ataques personales. El estilo discursivo se asemeja más al de un cuñado refunfuñador que no al de un teórico revolucionario. La crítica solidaria o cómplice brilla por su ausencia. En cierto modo, el texto se encuentra más cerca de la tragicomedia que no de la crítica social. Presenta una galería de retratos morales, juzga, no analiza. Creemos que en vistas de las pocas o nulas victorias que ha logrado el movimiento antiindustrial, se debería ser más humilde y honesto en la emisión de ciertos juicios.
En los entornos anarquistas y/o revolucionarios parece haber permanentemente una sospecha, más o menos razonada, sobre si determinado conflicto es suficientemente radical por sí mismo como para merecer nuestra implicación. Esta actitud sospechosa, muy sana y necesaria dados el historial de manipulaciones, traiciones y dirigismos que han asolado los movimientos revolucionarios, muy a menudo se torna en sectarismo, dogma y altivez. La línea entre ser críticas y ser presuntuosas a veces es fina y difusa pero, así como estamos despiertas ante el vanguardismo y la recuperación, también hay que estarlo ante el orgullo y la vanidad. En lugar de analizar si determinado conflicto puede ser radicalizado en sus formas y contenido e intervenir con contundencia y humildad, a veces nos conformamos con mirar y juzgar las obras ajenas desde la valla como jubilados que saben cómo funciona el mundo. Mientras tanto, muchas no salimos de nuestro redil de jornadas de autoconsumo, publicaciones autorreferenciales y acciones autocomplacientes. Añadir, además, que no conocemos ninguna lucha que haya empezado contra el Estado, el Desarrollo o el Capitalismo, así en abstracto, más bien se genera conflicto a partir de una subida de precios, un asesinato policial, la aprobación de una sentencia, el inicio de unas obras o unos despidos, por poner algunos ejemplos. La apertura y tensionamiento de estos conflictos es lo que posibilita los procesos de politización necesarios para romper tanto con la delegación como con el militantismo.
Varias compañeras compartimos la mezcla de ilusión y preocupación sobre cuál puede ser el presente y el futuro de esta naciente dinámica de lucha impulsada por Revoltes. A la vez, somos conscientes de que en el movimiento acontecerá aquello que sus componentes quieran que acontezca. En este sentido, como en tantas otras luchas heterogéneas, como el sindicalismo de vivienda2, el 15M3 o el 1º de octubre4 hay que ir: los ojos abiertos, las manos extendidas y las espaldas cubiertas.
Entre la desinformación y la caricatura
Tenemos que tener presente que el texto de Amorós se difundió unos días antes de la acción de Revoltes. Durante el tiempo previo, no nos consta que el autor haya querido hacer llegar a los círculos próximos a Revoltes sus críticas por otras vías como si sabemos que han hecho otros colectivos en un espíritu más constructivo y dialógico. Además del patinazo que supone juzgar un movimiento antes de que ni siquiera se mueva, el autor incurre en varias descalificaciones y mentiras que no sabemos si se hacen desde la desinformación o desde una clara voluntad de deslegitimar. Tenemos sospechas de que, más bien, es el segundo caso. Por desgracia, una práctica comunicativa propia de la sociedad del clickbait, la superficialidad informativa y las relaciones impersonales que reinan a nuestro alrededor. Sin que todavía hubiera pasado nada, el autor ya se aventura a catalogar la iniciativa como «pelotón de gente buenrollista de orígenes varios con pocas ideas en común y ninguna perspectiva a medio plazo». De aquí deducimos que no conoce a quién forma parte y que no se ha informado bastante. Al leer el texto, un compañero dijo «la policía del pensamiento crítico dispara y después ni pregunta» a lo que otra respondió «he visto informes policiales mejor fundamentados».
Encontramos incoherente y falaz que después de que Amorós haya dedicado en varios textos una crítica acertada y punzante hacia al plataformismo, las coordinadoras ciudadanas y los grupúsculos ideologizados, deduzca que aquellas que quieren superar estas formas organizativas proponiendo otras que busquen «disolver las identidades» y «reforzar la dinámica de lucha, no la pervivencia de intereses y filiaciones corporativas»5 sean un «pelotón de gente buenrollista». De hecho, nosotras deducimos de los textos de Revoltes una crítica velada a las formas de organización y lucha de los movimientos ecologistas contemporáneos sin que esto implique una renuncia ciega a su legado. Consideramos que es desde la experiencia de compartir conflictos y exponer las diferencias con estos movimientos, «en el fragor de la lucha» y no desde una pantalla, desde donde se puede realizar una autocrítica colectiva que permita superar las limitaciones existentes. Buscar el refuerzo en entidades y luchas históricas no quiere decir imitar o subordinarse a sus formas de oposición, sino incorporar y revisar aquellas herramientas que sí han resultado útiles en determinados conflictos territoriales. Luchar de espaldas a aquellas que ya lo están haciendo o lo han hecho en el pasado, estés o no de acuerdo, solo te puede conducir al callejón sin salida del aislamiento y la amnesia política, valores consustanciales a la sociedad individualista en la que sobrevivimos.
A vueltas con la composición, para Amorós, el movimiento está compuesto por jóvenes urbanitas desarraigados que juegan a ser «rebeldes pasados por agua»6. Esta simplificación, más digna de un columnista reaccionario que de un pensador libertario, es cómoda, pero inexacta. Revoltes de la terra ha establecido alianzas con Revolta Pagesa o la Unió de Pagesos, cooperativas agroecológicas, individuos y colectivos autónomos, movimientos vecinales y plataformas locales. Su composición es transversal, arraigada y territorial. Esta dimensión comunitaria, a menudo invisible para quienes solo miran hacia las trincheras del pasado o se dan la razón entre iguales, es una de sus grandes fortalezas. La reterritorialización de la lucha –entendida no como un retorno bucólico al campo, sino como una estrategia de relocalización de los conflictos y de reapropiación de los medios de vida– es una apuesta profunda, no una frivolidad urbana.
Respecto a la acusación de buenrollismo, como algunos medios de comunicación ya han avanzado, las medidas de seguridad y consignas antirrepresivas estaban presentes antes, durante y después del encuentro. En ningún momento se fomentó la no violencia o el pacifismo. En los textos se habla abiertamente de confrontar, atacar, desmantelar, bloquear, autodefensa… Si bien es cierto que la policía no apareció durante la acción, esto no se podía saber de antemano. En el encuentro se hablaba de «desbordar» a la policía más que de «confrontar», entendemos que esto responde más a cuestiones tácticas de la acción que no a negativas morales a hacerlo. Y, en cualquier caso, sin un cúmulo de experiencia previa de disturbios en entornos rurales ni la preparación técnica necesaria, nos parece lo más responsable dadas las circunstancias para no repetir escenas como las de Saint Soline7. En este sentido, como apuntaba una compañera en relación al texto de Amorós, el bagaje de Saint Soline y la vivencia de la germinación: «mejor como broma que como trauma».
Durante la acción hubo ocupación de propiedades privadas en manos de la multinacional Lotte, bloqueos físicos de la entrada con una barricada de neumáticos, pintadas y despliegues de pancartas en torres de electricidad, cortes de carreteras con tractores… Más de mil personas andaban por la maquia con la determinación de ocupar y sembrar los terrenos de la Lotte. Nunca sabremos qué hubiera pasado si la policía nos hubiera impedido el paso, pero la actitud de las presentes no era en ningún caso pasiva sin dejar de ser festiva. Creemos que el ánimo generado aquellos días puede ser un buen ensayo, un entrenamiento, para poner en marcha movilizaciones más contundentes.
De la crítica del Espectáculo al espectáculo de la crítica
la crítica que va más allá del espectáculo debe saber esperar.
Tesis 220 de La sociedad del espectáculo. Guy Debord.
Vivido lo vivido, decir que Revoltes “no irán mucho más allá de reivindicar un diálogo con la administración, directo o más bien indirecto” cuando se organizó una infraestructura sin permiso para miles de personas; se conminó a estas a ocupar y bloquear un terreno en vías de artificialización y en los textos se indica claramente que «no nos conformamos con hacer cumplir sus leyes, apostamos por cambiar la cultura que las legitima»8 y que «frente a la insuficiencia del impacto mediático, jurídico e institucional decidimos controlar el relato a partir de la construcción de autonomía basada en acciones confrontativas y propositivas a la vez»9 es, o bien tener poca comprensión lectora –de lo cual dudamos– o mentir descaradamente.
Más allá del fetichismo del choque frontal, para algunas compañeras como Amorós parece que cualquier acción que no desemboque en barricadas o sabotajes explícitos queda descalificada como espectáculo inofensivo. Se trata de una idea de lucha anclada en un imaginario viril y espectacular que sigue las propias lógicas militares del Estado y los titulares de prensa, contra las cuales tenemos poco que hacer, y de un juego dentro del cual no tendríamos que entrar. La radicalidad de un conflicto no reside en el número de contenedores quemados sino en la capacidad de sostener procesos comunitarios de emancipación real que necesariamente tendrán que combinar estrategias de ofensiva directa con pedagogía popular, redes de apoyo mutuo y una articulación territorial mucho más rica de lo que la caricatura de Amorós quiere hacer creer. En este sentido, sostener que «su actividad no pasará del típico pacifismo convivencial de amigables excursiones y acampadas, talleres de sardanas y banquetes populares» cuando todavía ni siquiera había acontecido la germinación es tanto un desdén hacia las necesarias dinámicas de cohesión y conocimiento común como un ejercicio de pitonismo ideologizado que más que incentivar a tensionar los conflictos conduce al inmovilismo sectario, a la pinza de la impotencia de la teoría y la impaciencia de la práctica como decían las compañeras de Resquicios.
Querer socializar la acción directa, salir del callejón sin salida jurídico y las manifestaciones-paseo en los que están empantanados muchos de los movimientos de defensa territorial, a la vez que se quiere «crear lugares en secesión y oposición al control administrativo y mercantil del territorio»10 y en el camino «descalzarnos de las bases epistémicas del Sistema ecocida»11 no nos parece para nada «un posicionamiento ambiguo, una estrategia del montón y una falta de criterio total». Por el contrario, creemos que responde a un análisis esmerado, a «un conocimiento situado»12, del devenir de los movimientos en defensa del territorio fruto de la inteligencia colectiva desplegada en espacios como los Encuentros de Luchas en Defensa del Territorio de los PPCC u otros momentos de discusión en charlas, conversaciones y contactos políticos. Juzgarlo en los términos y formas despectivas en que lo hace Amorós es contribuir a difundir un estilo de crítica más propio de tertulianos y youtubers que compensan la falta de argumentos con la crudeza de las palabras.
En el mismo sentido, nos parece insidioso afirmar de Revoltes que «su beligerancia con las instituciones y los partidos parece nula» cuando en los propios textos que Amorós analiza aparecen frases como «somos la tierra que se subleva para superar la escisión entre territorio y necesidades vehiculadas a través del Capital y los Estados»13; «nos reencontramos para ser todo un cuerpo en revuelta contra la mercancía, la burocracia y la frontera»14 o «una política volcada en las formas de vida antes que en cualquier reivindicación de abstracciones jurídicas o económicas»15. Así mismo, sostener que el estilo de Revoltes es «retórico a más no poder, lleno de vaguedades y lugares comunes del posmodernismo», cuando el texto de Amorós está lleno de adjetivaciones infundadas, presunciones, hipérboles indefinidas y sofismas, no solo es hipócrita sino deshonesto. Intuimos que Revoltes, que no es un colectivo teórico, ha apostado por un estilo más poético en su comunicación, aportando o resignificando conceptos para viejas heridas queriendo apelar a un sujeto amplio sin perder la clara voluntad anticapitalista. Creemos que Amorós, que entre alabanzas y críticas ha valorado la agitación estética de situacionistas y surrealistas, lo tendría que saber apreciar. A la vez, estaría bien que Amorós aclarara qué entiende por lenguaje posmoderno y cuáles son los lugares comunes que encuentra dado que nosotros no los identificamos. Si bien nosotros también tendríamos algo que decir respecto al lenguaje empleado por Revoltes –como también respecto a los usos lingüísticos de los ambientes anarquistas/revolucionarios–, las ausencias, límites, insuficiencias o ambigüedades, creemos que es sobre todo en la práctica, el encuentro y el debate sosegado, sobre todo en algo que está por construir, donde podremos confluir, transformar u oponer posturas. Desde la superioridad moral, la prisa, el identitarismo y escupiendo más que razonando tan solo nos estaremos encerrando dentro de una burbuja ortodoxa que se convierte en la misma impostura que pretende denunciar. Criticar tiene que servir para algo.
Mirarse al espejo
Para nosotros, la crítica y el debate deben ser herramientas para la construcción, ante todo. No nos interesa el debate para demostrar «quién tiene la razón», ni el debate por fines puramente deportivos, sino que para tratar de buscar el camino más acertado para enfrentar los problemas que encara nuestro movimiento y dentro de un espíritu verdaderamente constructivo. Ciertamente, tal forma de discusión debe tener por punto de partida la práctica, pues creemos que la discusión debe estar firmemente anclada en la realidad para así evitar las distorsiones propias del desconocimiento práctico o del idealismo consiguiente. Además, solamente la discusión que se fundamenta en experiencias equivalentes puede generar un lenguaje común y productivo. Pues si se critica a una organización por su manera de hacer las cosas, ciertamente, debemos ser capaces de mostrar que hay otra manera de hacerlas o que al menos podemos sugerir alternativas. Aunque es necesario tener presente en todo momento que rara vez una posición es enteramente acertada y que, a fin de cuentas, es la misma práctica, el desarrollo de la realidad, la cual se dedica a dirimir las posiciones más acertadas de las menos acertadas.
La importancia de la crítica en el desarrollo del movimiento revolucionario.
José Antonio Gutiérrez
Por último, no podemos dejar pasar por alto el hecho curioso de que Amorós haya picado piedra durante años con la idea que «la defensa del territorio es el paradigma actual del combate anticapitalista heredero de la pasada lucha de clases» y cuando se presenta una iniciativa que pretende poner en el centro y dar un salto cualitativo y cuantitativo en esta lucha, su reacción sea la ignorancia selectiva, la ridiculización y las premoniciones. De hecho, estamos asombradas ante quien pudiendo ser un potencial cómplice de la dinámica de lucha iniciada, siempre desde una actitud crítica, escoge ya no la equidistancia prudente ni la razonada desconfianza, sino la calumnia y la perfidia. Más aún cuando, algunas que ya llevamos años de luchas y lecturas, encontramos ciertas resonancias entre aquello que plantea la crítica antidesarrollista y las ideas iniciales de Revoltes.
A la hora de la verdad, si la radicalización de la humildad, la honestidad y la crítica asertiva no lo remedia, el discurso de Amorós no diferirá de los bloggers y grupúsculos vanguardistas: puro maximalismo de bajo nivel en conformidad con los intereses materiales de la represión. Su actividad no pasará del típico radicalismo de artículos cibernéticos, revistas autoindulgentes y charlas opacas. Esto es lo que creemos, a pesar de que no nos gustaría tener razón.
Conscientes tanto de las posibilidades como de los peligros que podría abrir el movimiento de Revoltes –análisis realizado en otros sitios con el cual coincidimos16– consideramos que es desde la primera línea hasta la retaguardia, codo con codo con las habitantes en lucha, con quien tenemos que espolearnos para escalar los conflictos, perfilarnos los discursos, agitarnos las prácticas, cuidarnos los estómagos, sacudirnos los miedos y hacer de nuestros corazones bombas de relojería que divisen detrás del estallido, el nuevo mundo que llevamos dentro.
Adenda. Encuentra las diferencias
«El reto para la acción en pos de la salida del capitalismo es la confluencia de todas las luchas en una. Eso será imposible sin una resurgencia de la sociedad civil contra la tecnología colonialista del capital y el Estado. La resistencia necesita raíces en el territorio, espacios propios, conexiones, obras. Me refiero a infraestructuras alternativas, tejido social autónomo, ejemplos prácticos de autosuficiencia, tanteos autogestionarios… Así pues, el lado guerrero y desmantelador de la defensa corre paralelo al lado constructivo y organizador. La negación requiere su contrario, y viceversa. El hecho creativo ha de acompañarse con el ataque.»
– Del territorio, su urbanización y su defensa. Miquel Amorós
«No será suficiente con construir el presente de alternativas habitables, no será suficiente con hacer crecer la vida en los márgenes del colapso. Paralelamente, hará falta tumbar las estructuras del desastre, los dispositivos de dominación que nos encarnan y rodean. Un movimiento bidireccional, hacia adentro y hacia fuera, que desarme la coraza de tiranías de este Sistema que atenta contra la vida, que nos lleva hacia un camino sin salida.»
– Confrontar. Revoltes de la terra
«Habitar es la fuerza de la corriente de un río con dos vertientes: las iniciativas fuera de los tentáculos del sistema y la soberanía que estas generan, imprescindible para hacernos cargo de nuestras vidas y hacer frente a la desposesión capitalista.»
– Manifest. Revoltes de la terra
«Las luchas capaces de formular intereses generales y replantear la cuestión social hoy por hoy son la defensa del territorio contra la violencia urbanística, el combate por la vivienda y la resistencia antidesarrollista. En el territorio convergen todas las crisis, por lo que una inteligencia total es fácilmente aprehensible. Tan solo falta la cristalización de un sujeto agente, esta vez producto de la confluencia entre agricultores independientes, comunidades de pobladores, cooperativas integrales, sindicatos agrarios, ecologistas honestos, desertores urbanos y colectivos obreros, que protagonice un movimiento suficientemente consistente capaz de llevar a la práctica los imperativos de la libertad y de la razón emancipadora, a saber, la abolición del capitalismo y la supresión del Estado.»
– La situación actual desde una óptica libertaria. Miquel Amorós
«Sabemos que para crear mundos que planten batalla necesitaremos de la unión en la diversidad. Diversidad territorial, de género y de luchas. Necesitamos al campesinado que cuida de sol a sol la vitalidad de cultivos y animales; necesitamos a la comunidad científica que con su voz disonante abre brecha dentro de la academia; necesitamos de las migrantes y temporeras que con sus cuerpos y saberes sostienen los privilegios occidentales; necesitamos a los colectivos autónomos y organizaciones estratégicas que con coraje encaran la devastación sin medias tintas; necesitamos a los ambientalistas y naturalistas que con curiosidad y afán contribuyen a dignificar una relación armónica con aquello que nos circunda; necesitamos del conocimiento rural popular y a la gente mayor que ha construido generaciones de habitantes comprometidos con el lugar donde viven; necesitamos a la juventud que se rebela contra la distopía de un desierto en llamas; necesitamos a todo el mundo que con su existencia disidente desafía a un orden imperial cada vez más insufrible.»
– Ideari per aterrar les revoltes. Component de Revoltes de la Terra
Algunas antiautoritarias que habitaron Mont-Roig del Camp
- Que más de medio siglo después se tendría que ir revisando y descartando por apolillada y vanidosa. ↩︎
- Armes de barri. VV.AA. https://editorialmilvus.net/wp-content/uploads/Armes-de-barri.pdf ↩︎
- Qui no arrisca no pisca. Terra Cremada. https://terracremada.pimienta.org/qui%20no%20arrisca.html ↩︎
- Cal anar-hi. Solidaritat Obrera. https://barcelona.indymedia.org/newswire/display/515152 ↩︎
- Composició. Revoltes de la terra. https://www.revoltesdelaterra.cat/composar-2/ ↩︎
- Un poco sí, dado que muchas nos mojamos con la lluvia mientras realizábamos tareas logísticas, artísticas y de sostenimiento del campamento. ↩︎
- Les traumatises de Sainte Soline. Hortense Chauvin. https://reporterre.net/Les-traumatises-de-Sainte-Soline ↩︎
- Manifest. Revoltes de la terra. https://www.revoltesdelaterra.cat/manifest/ ↩︎
- Ideari per aterrar les revoltes. Voltor. https://tanyada.cat/articles/ideari-per-aterrar-les-revoltes/ ↩︎
- Habitar. Revoltes de la terra. https://www.revoltesdelaterra.cat/ha/ ↩︎
- Esmolar. Revoltes de la terra. https://www.revoltesdelaterra.cat/esmolar/ ↩︎
- Ideari per aterrar les revoltes. Voltor. https://tanyada.cat/articles/ideari-per-aterrar-les-revoltes/ ↩︎
- Som la terra que es revolta. Revoltes de la terra. https://www.revoltesdelaterra.cat/som-la-terra-que-es-revolta/ ↩︎
- Som la terra que es revolta. Revoltes de la terra. https://www.revoltesdelaterra.cat/som-la-terra-que-es-revolta/ ↩︎
- Habitar. Revoltes de la terra. https://www.revoltesdelaterra.cat/ha/ ↩︎
- Revoltes de la terra, potencialitats i reptes. Nosaltres. https://www.nosaltres.org/territori/revoltes-de-la-terra-potencialitats-i-reptes/ ↩︎