ACRACIA ANARQUISMO NIHILISMO

Rupturas e innovaciones

Se ha confirmado, al parecer, la ruptura de Podemos con Sumar produciéndose la enésima fragmentación de los frentes judaicos. La argumentación del partido morado, amplificada por Pablo Iglesias desde sus peculiares medios con estrategias muy definidas y simplistas, es que se les ha ido marginando hasta conseguir el PSOE, al frente de este inefable país, una fuerza a su izquierda más domesticada como serían los de Sumar. Por supuesto, el papel que ha adoptado Podemos, en la tremendamente progresista coalición de gobierno durante los últimos tres años, ha sido el de una izquierda que ha luchado por medidas verdaderamente transformadoras. Sí, es sarcasmo. La cosa invita un poco a la risa, o a la mueca de desprecio, cuando fuerzas supuestamente transformadoras o al menos renovadoras, de uno u otro pelaje, se convierten en pocos años en más bien irrelevantes. Esto debería provocar una reflexión sobre el sistema «democrático» que padecemos, con un mercadeo de votos para afianzar la poltrona, unido tal vez a la fragilidad posmoderna en la que todo es etéreo y, si se tienen unos principios hoy, son fácilmente intercambiables mañana por exigencias del guion. Y no me refiero solo a los políticos profesionales.

Desde posturas sinceras, que confían algo todavía en la política institucional, se me espetará lo habitual en estos casos, lo difícil que es gobernar y tratar de cambiar las cosas, lo sujetos que están los políticos honestos a intereses económicos, lo fácil que es criticar (no debe serlo tanto, ya que cada vez se práctica menos), lo complejo que es todo, lo gruñones que somos los ácratas… y bla, bla, bla. En fin, lo de siempre, que los que quieran que no gobierne la derecha más rancia, y en este país quizá no hay otra, que voten a los que se dicen de izquierdas, pero eso no evita que todo sea un circo y que el sistema se base en la mera alternancia sin que nada cambie en lo fundamental. A no ser que por tal cosa se entiendan cosas como subir el salario mínimo, mérito atribuido a Podemos en la susodicha coalición y que, observándolo todavía, nos da una idea del sistema que sufrimos. En cualquier caso, lo de introducir un papelito en la urna cada tanto tampoco es tan importante, yo mismo me visto tentado en momentos tontos, pero lo que aterra son otras cosas. Lo resumiré en una cuestionable conciencia social, en una falta de profundización en los problemas y, de modo más general, en una incapacidad manifiesta para innovar en lo político. Y no me refiero solo a los que ponen toda su fe, todavía, en la mera gestión del Estado. Seamos gruñones los ácratas, pero también ferozmente autocríticos.

Yo he de reconocer que el fenómeno Podemos, de hace apenas una década, me pilló con el pie cambiado. No soy un consumidor compulsivo de los medios sistémicos, mucho menos de la caja tonta; la fuerza morada, hoy reducida a su mínima expresión, creo que fue principalmente impulsada a nivel mediático y por las nuevas tecnologías. Principalmente, y esto debería también ser digno de reflexión en este permanente culto a la personalidad dentro del mercadeo de votos, el éxito llegó a través de su seductor líder Pablo Iglesias Turrión. El declive de Podemos se produjo paralelo al cuestionamiento del mismo, lo cual tendría que darnos una idea de la poca política real que debía haber detrás. En ocasiones, se ha dicho que la fuerza morada era la heredera del 15M, que obviamente era un movimiento, de intenciones transformadoras y con cierto sustrato libertario, y no un partido de afán electoralista. De hecho, las asambleas de barrio, evolución descentralizadora del 15M, fueron en parte sustituidas por los llamados Círculos de Podemos, que hoy me temo que son todavía más irrelevantes que el propio partido. Y es que no conozco ningún partido electoral, por muy demócrata y horizontal que se presente, que acabe transfiriendo el poder a sus bases ni, mucho menos, la gestión del Estado a la propia sociedad. Los ácratas, tantas veces excesivamente conscientes de los males del sistema y de los partidos siempre jerarquizados, debemos incluirnos dentro de esa general crítica a la falta de innovación política y social. Eso por muy claro que parezca estar el camino dentro de las ideas.

Juan Cáspar
https://exabruptospoliticos.wordpress.com/2023/12/06/rupturas-e-innovaciones/

4 comentarios sobre “Rupturas e innovaciones”

  1. En serio: hoy es viernes… ¿Qué estarán pensando lxs españolxs.

    De tapa, tapeo y de pincho, tortilla.

    ¿Qué puedo hoy esperar de la uni?

    ¡Universo Infinito!

    Un saludo.

  2. En cierta idea puedo hacerme poeta otra vez, por aquí, ya, casi nadie se acuerda.

    Me venía preguntando yo al llegar aquí por lo efímero y, sí, me veo en internet otra vez.

    En una vista superficial de la tele tengo que reconocer que ahí dentro se dicen muchas cosas todavía y en la radio escucho música…

    ¡Qué feliz el día de hoy!

    Estaba pensando otra vez en fantasía… Todavía me preguntaba por qué la gente se pensaba que el ajedrez era un deporte belicista y por qué sigo entendiendo la competición pero me sigue sin gustar.

  3. Me parece evidente que hemos caído en la irrelevancia social, en parte, pero no solo, por la «fragmentación de los frentes judaicos» que también nos afecta y mucho. Estamos más dedicados a machacar al «enemigo interno» que a pensar en una propuesta para el siglo XXI (que no es nada fácil).

  4. El ultimo párrafo me interesa, pues pareces señalar que los anarquistas hemos caído en una cierta irrelevancia social. No somos capaces de articular una propuesta capaz de transformar la realidad social.

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