Sobre el referéndum de Turquía

Los anarquistas, por principio, no votan y no participan en elecciones. Nuestra responsabilidad es no votar.

Sobre quien vota:

Se politiza con un voto, como en el caso de las campañas electorales para un partido o para un presidente. En las últimas elecciones en Turquía ha habido una afluencia del 87 por ciento, que corresponde a 49 millones de votantes, mientras el número de los que se han abstenido gira en torno a los nueve millones. La participación en el referéndum del 16 de abril registrará cifras similares.

¿Qué significa votar?

En todos los sistemas electorales, quienes alcanzan la mayoría detentan el poder. En democracia, el poder de la mayoría es democrático. Quien tiene la mayoría tiene el poder, quien queda en minoría no tiene el poder. Durante la campaña electoral, la relación entre mayoría y minoría se realiza en un enfrentamiento dicotómico entre dos métodos separados. Lo único que no se pone en discusión es el sistema electoral. La elección es una apuesta que comienza cuando un grupo dice: «Nosotros queremos administrar la sociedad» y otro grupo replica diciendo: «No, nosotros queremos administrar la sociedad». La elección es un proceso de recuento de votos, que comienza con el acuerdo de las partes en la apuesta, que no puede realizarse sin los votantes. El gobierno de la sociedad está en manos de la parte que obtiene más votos con respecto a la otra. En la apuesta, el votante es solamente un valor numérico que no tiene importancia para un ciudadano que busca resolver los numerosos problemas de la vida cotidiana. Para aumentar la participación, las partes de la apuesta buscan implicar al ciudadano promoviéndole de votante a apostador. Esto debería aumentar la participación en la apuesta. El aumento de la participación llevará al votante, que es un número, a interiorizar y a aceptar la apuesta y en consecuencia la dominación erigida como resultado del éxito en las elecciones. El votante aceptará el resultado de las elecciones y el poder de la parte seleccionada, indiferentemente con respecto a quien venza o pierda. Esto es positivo para cada una de las partes que concurren a las elecciones. Mientras el vencedor continúa gobernando, el perdedor continúa en la oposición hasta la nueva cita electoral.

¿Qué significa la responsabilidad del elector?

Significa la participación de los ciudadanos en el gobierno de la sociedad. El elector que de verdad cree que yendo a votar puede participar en la gestión social, económica y política de la sociedad, se sentirá parte de este sistema prefabricado porque se sentirá endosar una responsabilidad insensata. El pacto es simple: tanto si tu voto va al vencedor o al perdedor, debes someter tu derecho para que sea administrado por el vencedor que está en el poder por derecho. Esta es la responsabilidad, la consecuencia del pacto que apruebas depositando el voto en la urna.

¿Qué significa la igualdad de los electores en la expresión del voto?

Las elecciones crean una falsificación del conflicto de clases poniendo en el mismo plano a un trabajador que recibe un salario de 1.400 liras turcas, a un ingeniero que gana 14.000 o incluso a un ejecutivo cuyo sueldo gira en torno a los 140.000, porque cada uno de ellos puede representar un voto. Esta ilusión dura meses, pero termina el día de las elecciones, reduciendo al oprimido a una nulidad en el seno de la sociedad. El oprimido vive la explotación de todos los gobiernos que son elegidos.
Es obvio que el sistema clientelar realizado con nuevas leyes por muchos años durante los gobiernos del AKP (Partido de la Justicia y el Desarrollo), funciona también en las administraciones locales gestionadas por el CHP (Partido Republicano del Pueblo). Estos dos partidos han obtenido el más alto número de votos en todas las elecciones de los últimos veinte años, manteniendo posturas similares frente al conflicto de clases. El hecho de que uno de ellos esté en el gobierno o en la oposición no influirá ni positiva ni negativamente en la lucha de clases. El ejecutivo que gana 140.000 tendrá cada vez más influencia en el gobierno y en las políticas sociales y, poseyendo capital, continuará teniendo relaciones con los gobernantes. La felicidad momentánea del «también yo existo en la sociedad» creada por la ilusión se disipará con las realidades económicas y sociales de la vida cotidiana.

¿Qué significa ser elector cualificado?


Significa sentirse parte de la mayoría en la sociedad. Para todos los grupos que participan en las elecciones, el segmento que junta a la mayoría de la población es la masa que determinará el acierto de las elecciones. Las propiedades de esta masa determinan los ejes de la propaganda electoral. Tanto el AKP como el CHP intentan conquistar los segmentos que constituyen la mayoría de la sociedad, los segmentos portadores de valores «fundamentales» como los turcos, la secta suní o los nacionalistas. Los demás electores con respecto a los electores cualificados suman menos votos con relación al número de la masa. Esto significa que los electores no cualificados son secundarios en la propaganda electoral. Por eso la identidad social y económica de los ciudadanos determina la cualidad de un elector.

Sobre la oposición:

¿Qué significa ser la oposición al poder en las elecciones?

Ser la oposición al poder en las elecciones significa que en las anteriores elecciones no has sido elegido y que esperas a las siguientes elecciones.
Todo sistema electoral necesita de la participación de al menos dos grupos en las elecciones. Los dos grupos están en oposición entre ellos hasta el día de las elecciones, en que será determinado el vencedor y el perdedor. El vencedor irá al poder y el perdedor a la oposición.
En el sistema parlamentario, el CHP que se opone a todas las decisiones del AKP, cuestiona las prácticas de gobierno del AKP y sus efectos negativos en la vida social y en el funcionamiento del Estado. Esta tarea de oposición parlamentaria ayuda al CHP a hacer propaganda en oposición al poder político. Tras las elecciones esta es la única relación que la oposición establece con sus electores; desde el momento en que el acuerdo que le une a los electores para obtener su voto se ha acabado por la derrota en las elecciones.

La oposición fuera del Parlamento no basa su existencia en la oposición contra el poder político que ha vencido en las elecciones; el resto de la oposición no parlamentaria se basa en el anticapitalismo, en el antiimperialismo o en ambos a la vez. Tal oposición es una parte de la lucha de clases en la conocida fórmula marxista-leninista. Estos luchan por la revolución que finalizará la lucha de clases con el poder político de la clase obrera contra la burguesía. Entre sus estrategias de lucha, apoyan la asociación en la práctica con la oposición parlamentaria en las elecciones. La oposición revolucionaria que defiende las elecciones como estrategia, evidencia la oportunidad de organizar la sociedad durante las elecciones. Sostienen que la politización de los ciudadanos a través del voto durante el periodo electoral puede ser positiva. Las organizaciones marxistas, leninistas y del socialismo «científico», aparte de diferencias interpretativas, defienden la utilización estratégica de las elecciones.

El HDP (Partido Democrático de los Pueblos) ahora va más allá de la representación del pueblo curdo en el Parlamento, y se ha convertido en una institución a la que se ha unido la oposición revolucionaria. El HDP ha aumentado sus electores continuamente en las elecciones en que ha participado hasta las legislativas del 1 de noviembre de 2015. Ahora que el número de sus electores ha alcanzado el diez por ciento, que es el porcentaje mínimo para acceder al Parlamento como partido (precedentemente, estaban presentes en el Parlamento miembros del HDP elegidos en listas independientes), los votos que ha recibido de la población de la región, de sus electores primigenios, se han estabilizado. Junto a los votos obtenidos en las metrópolis, el porcentaje de votos del HDP está entre el diez y el once por ciento. En cualquier caso, el proceso que ha comenzado a emerger el 1 de noviembre, durante el que el Estado turco ha combatido el movimiento kurdo tanto en la política interna como en la externa, ha tenido como resultado la expulsión del HDP, con métodos legales e ilegales, del Parlamento en el que había entrado tras haber sido elegido. El hecho de que los elegidos hayan sido juzgados y detenidos uno a uno a pesar de su inmunidad, no responde a ningún límite o restricción en la facultad de cambiar las leyes. Otro índice se aprecia en el hecho de que los alcaldes elegidos hayan sido reemplazados por delegados de confianza en los ayuntamientos donde el HDP había ganado las elecciones municipales. El Estado prueba el hecho de que la democracia representativa es una ilusión de la administración reduciendo las elecciones y los elegidos a la nada para conseguir su estrategia de política interna y externa.

En las elecciones del 7 de junio de 2015 hemos visto cómo el proceso de revuelta generalizado, con acciones en la calle, ha sido lentamente encerrado en una urna. Esto es obra de partidos de oposición como el CHP y el Partido Patriótico para utilizar con fines electorales el movimiento nacido en Gezi Park. Pero este proceso ha tenido un aspecto en parte inesperado que ha dejado una situación más compleja: ha sido llevado adelante también por el HDP, que ha dado indicaciones para las urnas y no para las calles. Mientras a nivel social las acciones en la calle continuaban, han sido disueltas en la campaña electoral. Quienes salían a la calle, no como parte de una campaña sino como una iniciativa propia, primero entraron en las sedes electorales y después en sus propias casas. El HDP ha dicho «Ven y pon fin a la dictadura del AKP» y ha pedido que votaran, a quienes estaban politizados, no un día ir a votar sino todos los días de la resistencia. Campañas electorales, dar el propio voto sin que el sistema cambie, se ha transformado en un constante estado de desesperación bajo la inmutable dictadura del Estado. Discursos del tipo «Así es la vida, es inevitable», se han difundido de boca en boca. ¿No ha sido así? Quienes tienen en el interior de una urna la esperanza que estaba en la calle, quienes piensan que votar significa esperanza, ahora quieren repetir esta ilusión en otras elecciones. Votar no es una esperanza sino una ilusión de la politización del votante; y las elecciones no son una esperanza para la justicia y la libertad sino una ilusión de quien gobierna la sociedad.

Sobre el poder político:

Las elecciones significan que su poder continúa o acaba. Todo poder quiere obtener la aprobación de la sociedad entera, y esta aprobación viene dada participando en las elecciones.
Tras un periodo durante el que el AKP ha vencido unas elecciones tras otras y ha atravesado constantemente situaciones de colapso, tenemos ahora elecciones-referéndum antes de tiempo. Estas elecciones anticipadas y fuera del tiempo son las preferidas por el AKP. Estamos de nuevo en un proceso electoral en el que el poder es asumido sin límites por quien detenta la mayoría; el poder hace sus propias leyes y deroga las que no le gustan. Este referéndum es el tercero del AKP, y si lo vence habrá conquistado una importante posición para remodelar la sociedad. El detalle más importante en la estrategia electoral del AKP es que quiere no solo aumentar el número de sus votantes sino también aumentar el número de votantes que participan en las elecciones.

El poder se comporta como si no se preocupase de los pensamientos y los sentimientos de sus opositores, pero en realidad está preocupado; porque una de las cosas que intenta evitar es la de no lograr la aprobación social. El poder tiene ya la aprobación de los electores de la oposición, basta con su participación en las elecciones. El hecho de que los electores de la oposición hayan participado en la elección y hayan perdido, dota de legitimidad al resultado de las urnas. Desde el momento en que el poder ilegítimo no puede tomar el poder, de lo que más se preocupa el poder es de la participación en las elecciones. De lo que el AKP tiene verdaderamente pavor es del boicot directo o indirecto al voto. En consecuencia, con objeto de aumentar la participación, el AKP continúa aumentando la tensión general. Utilizando palabras y acciones provocadoras al hacer su propaganda, hace que la oposición se agite y aumenta el enfrentamiento entre los electores. Mayor enfrentamiento se traduce en mayor participación en las elecciones.

Sobre nosotros los anarquistas:
¿No participar significa neutralidad?

Los anarquistas, que rechazan la relación gobernante-gobernado, han de rechazar también las elecciones convocadas para el gobierno de la sociedad. Esto no significa ser neutrales, sino inclinarse hacia la parte de la lucha por un mundo en que no existan administradores y administrados. Las elecciones, obviamente, crean la ilusión de que se escoge libremente. El individualismo que piensa en poder acercarse al gobierno de la sociedad e influirlo con su libre opción se encontrará, por el contrario, muy distante de la realidad cotidiana a causa de esa ilusión. El individuo que se aleja de la injusticia, de la pobreza y de la alienación en que vive, inevitablemente se convierte en más obediente.

En este orden mundial injusto y no libre creado desde una concepción de la sociedad que ignora al individuo, no hay sociedad en la que el gobierno de la sociedad no sea determinado por las elecciones. Las opiniones presentadas a los electores son claras e, independientemente de lo que escojan los electores, esto hechos principales no cambian:
1.- Quienes han de ganarse la vida vendiendo su fuerza de trabajo y su tiempo, los oprimidos, no tienen influencia en el gobierno.
2.- Para los oprimidos no hay diferencia entre el gobierno de un partido o de otro tras las elecciones.
3.- Los detentadores del gobierno y los propietarios del capital comparten los mismos intereses.
4.- En toda sociedad hay familias, tribus, partidos ideológicos, sectas y grupos étnicos que tienen el potencial crónico de poder de oposición. En Turquía hay turcos, curdos, suníes, chiíes, laicistas y conservadores.
5.- El poder es responsable de la regulación de las relaciones entre el Estado y las empresas. El poder desarrolla esta función que le es propia utilizando sus órganos, como el ejecutivo, el legislativo y el judicial. Esta es la responsabilidad de perpetuar la forma que se ha querido dar a las relaciones entre el opresor y el oprimido. En Turquía, o en cualquier otra parte del mundo, ¿puede acaso el poder que vence las elecciones favorecer a la clase oprimida contra la clase opresora? Ningún poder electo, ya sea conservador, liberal o incluso socialista, jamás ha apoyado los intereses de clase de los oprimidos.

Los anarquistas no pueden defender el voto y de tal manera reconocer el poder del vencedor en las elecciones. Los anarquistas no aceptan la organización de la sociedad a través de la participación en elecciones transformándola en una estrategia, como hacen los marxistas, los leninistas y los socialistas «científicos». Los partidos que participan en las elecciones crean la ilusión de que todas las reivindicaciones del pueblo de justicia y libertad están comprendidas en el discurso electoral y que se alcanzarán una vez que venzan las elecciones. Apoyar, individualmente o como organización, la campaña electoral significa ayudar a propagar esta ilusión. Los anarquistas deberán hacer un llamamiento a todos los individuos que componen la sociedad a la responsabilidad de la abstención. Este llamamiento es la responsabilidad del individuo para no abandonar la voluntad de cada uno y el deseo de un mundo libre y justo, a la voluntad de un partido o a la voluntad del presidente. Tal responsabilidad es el comienzo de una concienciación política que no se concluirá en un solo día, sino todos los días.

Desrimçi Anarsist Faaliyet 
(Acción Anarquista Revolucionaria)

Publicado en Tierra y libertad núm.347 (junio de 2017)

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