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Un acercamiento a la pedagogía libertaria

Algunos principios básicos de la pedagogía libertaria

– El antiautoritarismo:  Parte de la idea de que, para alcanzar la libertad, son necesarias personas libres y éstas solo alcanzarán ese “estado” si han sido formadas o educadas para ser libres. El antiautoritarismo se manifiesta en las diferentes corrientes pedagógicas de distinta manera: desde aquellas que niegan que el educando tenga que estar sometido a cualquier tipo de autoridad, hasta aquellas que entienden que el/la educador/a es, inevitablemente, una autoridad moral para el educando, simplemente por la acumulación de conocimiento y experiencias, si bien el educando debe ir alcanzando su propia autonomía, hasta llegar a ser “dueño de su propia vida”.

– La educación integral: Surge de las ideas de la Revolución Francesa que exigían la igualdad de oportunidades para todas las personas. Para ello se propone superar la dicotomía trabajo intelectual-trabajo manual, división que se acentúa especialmente en la sociedad posterior a la Revolución Industrial. El socialismo va a cuestionar este proceso de división y propone su superación mediante una sociedad donde el trabajo integre la actividad física e intelectual, y no se valore más el intelecto.

– La autogestión pedagógica: Derivada del principio político de autogestión, el anarquismo propone que el control de la educación sea responsabilidad de los individuos de una escuela o grupo educativo. Los espacios deben ser autónomos e independientes, no depender del control del Estado, para evitar reproducir los roles que vienen impuestos desde éste y que favorecen el statu quo.

Las teorías anarquistas de la educación

La fuente que utilizamos para explicar las distintas corrientes y propuestas es el libro Anarquismo y Educación. La propuesta socio-política de la pedagogía libertaria de Francisco José Cuevas Noa, que aparece reseñado en esta misma página de la publicación. El estudio de toda la pedagogía libertaria es muy amplio y en esta obra lo encontramos muy bien resumido, por lo que avisamos de que lo que aparezca en cursiva de aquí en adelante, son extractos literales de dicho ensayo.

– Teorías no directivas: Las teorías no directivas parten del individuo como eje de toda acción educativa, y se basa en muchos de los principios pedagógicos que Rousseau desarrolla en el Emilio, aunque con críticas a su posición liberal. Tienen una posición que podríamos definir como individualista […]. Entienden que la libertad del educando debe ser absoluta, y la misión del educador debe ser la de evitar toda influencia coactiva en el desarrollo natural del individuo, puesto que se entiende que éste es bueno por naturaleza (o al menos que no es malo), y son las influencias represoras de la sociedad adulta las que lo corrompen. Comparten con Rousseau la idea de que un individuo es incapaz de razonar moralmente hasta su adolescencia, y que por tanto es necesario aislarlo de la enseñanza de todo tipo de dogma, para evitar la manipulación del niño.

La teoría del alemán Max Stirner es la postura más radical dentro de las teorías no directivas en el seno de la pedagogía libertaria, puesto que sitúa al individuo en un plano absoluto y critica, por tanto, cualquier influencia de la sociedad, que él considera ilegítima. Se trata de dejar al niño en absoluta libertad para que él escoja, limitándose a mostrarle las diferentes opciones sociales y políticas. Así, la enseñanza no debe tener ningún calificativo, “la escuela no debe, no puede ser ni republicana, ni masónica, ni socialista, ni anarquista, del mismo modo que no puede ni debe ser religiosa”. La enseñanza, pues, debe ser antidogmática, huyendo de todo tipo de adoctrinamiento, respetando la libertad individual de pensamiento.

El principal difusor del Neutralismo Pedagógico fue Ricardo Mella Cea. Esta corriente que se dio en el seno del anarquismo español de principios de siglo tuvo gran fuerza en su época. Plantea que la educación debe ser neutral en cuanto a valores y a contenidos, huyendo de toda transmisión ideológica, aunque fuese anarquista, puesto que entienden que el /la alumno/a, educado en libertad, elegirá por sí mismo el mejor camino para su liberación.

El pensamiento educativo de León Tolstói […] le llevó en el plano pedagógico a aceptar hasta sus últimas consecuencias la libertad de los niños. La educación, para Tolstói, afecta al plano moral de las creencias y las convicciones (formar el carácter), aspecto que corresponde más bien a la comunidad y a la familia, pero que sobre todo, es construido personalmente por el educando a lo largo de la vida. La escuela estatal se enfrenta a la vida con su intención de adoctrinar, manipular y reglamentarlo todo, y por tanto, la nueva escuela no debe caer en el mismo error, siendo su función la de instruir, es decir, suministrar conocimientos útiles; en ve z de la de educar, con el acompañamiento de un maestro-compañero caracterizado por seguir educándose mediante la voluntad de perfeccionarse. El ideal tolstoiano de escuela popular y abierta, no coercitiva y respetuosa con la naturaleza humana, será ensayado en su escuela de Yasnaia Poliana.

– Teorías directivas o de carácter sociopolítico: En el otro polo del paradigma anarquista de la educación nos encontramos con las teorías que defienden que la educación debe tener una fuerte orientación social. Estos planteamientos no entienden la libertad individual al margen o en contraposición a la libertad social, la libertad no es una característica natural, sino social (Bakunin), y por tanto, la libertad se convierte en un fin, no en el medio. […] Se entiende que no existe ninguna educación neutral, ya que todas se basan en una idea del ser humano y en una concepción de la sociedad, y por tanto, el/la educador/a debe definirse por un modelo de ser humano y de sociedad. La educación anarquista, para estas tendencias, debe educar para el compromiso moral y político de transformación de la sociedad, no debe ni puede renunciar a transmitir ideología (no a dogmatizar), porque de lo contrario la sociedad capitalista inculcará la suya propia sobre los educandos.

En esta línea nos encontramos con la teoría de la educación de Bakunin, que parte de uno de los pilares de su pensamiento: la libertad como conquista social alcanzable de forma colectiva. Por ello entiende que la escuela es una herramienta vital para el proceso de emancipación social y política, abogando por la instrucción y rechazando el adiestramiento. El método propuesto pasa por un proceso de superación paulatina de la autoridad, ejercida por el/la maestro/a sobre el/la niño/a, hasta lograr abolirla por completo. En el caso de la formación de adultos/as, rechaza de plano el autoritarismo de cualquier tipo y aboga por la creación de centros donde los conceptos de maestro y alumno estén diluidos y todos/as puedan enseñar lo que saben y aprender de los/as demás.

Los planteamientos educativos de Ferrer i Guardia, van desde su ideario pedagógico, influenciado por el anarquismo, el positivismo y el librepensamiento, a su Escuela Moderna, quedando para la posteridad en los principios de la Enseñanza Racionalista. Ferrer i Guardia considera que el principal cometido de la escuela debe ser el de que el niño conozca el origen de la desigualdad económica, la falsedad de las religiones a la luz de la ciencia, el error del patriotismo y el militarismo y la esclavitud que supone la sumisión a la autoridad. […] Es decir, para la enseñanza racionalista, al igual que para todo el movimiento de Escuela Nueva de esta época, el paidocentrismo está en boga. La educación de los niños debe servir a la satisfacción de sus necesidades físicas, intelectuales y morales, y no imponerle ideas que sirvan para el mantenimiento del orden social. Por ello, los premios y los castigos pierden sentido en la escuela racionalista, y el juego cobra relevancia en el proceso educativo (y el trabajo manual), juego que por prolongación natural se convertirá más tarde en trabajo no alienado.

– La No Escolarización: A partir de la década de 1960 surgen con fuerza en el seno de las ciencias de la educación corrientes críticas con la escuela que van a señalar su complicidad con los intereses y valores de la sociedad capitalista, y su función de adiestramiento y reproducción cultural de las relaciones desiguales en la sociedad. […] En esta línea encontramos autores como Paul Goodman, Everett Reimer, Iván Illich, los daneses Andersen, Hansen y Jansen (autores del Libro rojo de la escuela), Fachinelli, Murat, etc.

Párrafos extraidos del artículo de igual título publicado en el periódico Todo Por Hacer # 57, Madrid, octubre 2015

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