Miedo da ver la tele, y las declaraciones de los secretarios generales de UGT y CCOO: están a partir un piñón con el Gobierno. Absoluto apoyo a cuanto firma el gobierno de progreso: en la actualidad, todas las medidas del Gobierno se encaminan a que los rentistas y banqueros cobren sus deudas más tarde o más temprano. Lo que ofrecen las autoridades a los pobres y arruinados, son moratorias y préstamos, nada de cancelaciones y de amnistías. Los ricos y pudientes cobrarán, vaya que si cobrarán, y los trabajadores pagarán absolutamente todo. Por su parte, la patronal, los partidarios del libre mercado, toda la gentuza de derechas y fachas varios, andan pidiendo, exenciones, bajadas de impuestos, eliminación de inspecciones, facilidades para el despido, e incluso que el Gobierno ¡subvencione los salarios! O sea, que el Libre Mercado sólo funciona cuando les conviene. Si tienen que hacer frente a una crisis, nada de rascarse el bolsillo y asumir las pérdidas con deportividad. Todo es un pedir «ayuda al Gobierno» que ha impuesto la dictadura y el Estado Policial. Amenazan con una recesión peor de la del 2008, cuando lo que demuestra esta pandemia es que no hace falta trabajar tanto, y que podríamos repartir riqueza acumulada y seguir viviendo mucho mejor que ahora. ¿Quiénes son los que más critican y protestan ahora? Los que más dinero tienen, y los que más quieren seguir atesorando. Los telediarios acaparan los mensajes de la patronal, la banca, el FMI, la derecha… Todos multiplican su mantra de que hay que reactivar la economía como sea. Y para ello proponen unos nuevos Pactos de la Moncloa. Y los sindicatos no dicen ni pío pío.
Recordemos la figura: los Pactos de la Moncloa, fueron firmados en 1977 por los partidos políticos mayoritarios: centristas, derechistas, comunistas, socialistas y nacionalistas… Y apoyados por los aparatos de UGT y CCOO y la Patronal. Con los Pactos de la Moncloa, los partidos de izquierda, y los sindicatos, se comprometían en una política económica de control de la inflación que consistía en lo fundamental: primero en imponer un tope a los incrementos salariales, (la tasa de inflación de 1977 fue del 27%, y el tope salarial del 22%); segundo intentar crear empleo, por el procedimiento de bonificar a los empresarios, abaratándoles las cuotas de Seguridad Social; y tercero disminuir los subsidios a los trabajadores desempleados.
A cambio del apoyo sindical se entendía que a partir de este momento, UGT y CCOO adquirían el status y el monopolio de representantes legales de los trabajadores ante el Estado. Mientras que los sindicatos sí cumplieron los pactos firmados desde arriba, los empresarios los incumplieron desde todos los ángulos que pudieron en lo que a ellos les tocaba en cuanto a reparto fiscal, creación de empleo y derechos sociales. Incumplimientos sistemáticos que se mantuvieron durante estos cuarenta y tres años, y que llevaron a España a ser el país con mayor tasa de desempleo del mundo. Es lo que tiene bonificar el despido para que se cree empleo. Así que recordad esta secuencia: los salarios misérrimos tendrán topes, los beneficios empresariales no tendrán límite. El despido será facilitado más aún, el trabajo seguirá precario, el seguro de desempleo abaratado, y la pobreza, la contaminación, la desigualdad, la violencia institucional incrementada y asumida. Y todo ello en un contexto donde sindicatos, patronales, banqueros y partidos se harán la foto juntando las manos.
Y eso sucede y sucederá, porque digan lo que digan, aquí lo que prima en primer lugar es la economía…, de los ricos. Pensad por un instante, que la epidemia ha sido difundida por los emprendedores que viajan por el mundo, que desayunan aquí, comen allí y cenan acullá. Se sabe desde enero que la cosa era gorda y que mataba a los viejos. ¿Alguien pensó en blindar las residencias de ancianos y en protegerlos, dotando los geriátricos de personal, equipos de protección, túneles de limpieza y medidas de higiene? Pues no, nadie lo pensó hasta que hubo residencias en las que acumularon cuarenta o más muertos. Más de la mitad de las víctimas totales se han producido en esos morideros, simplemente por no gastarse un mes antes guita en mascarillas, batas, desinfectantes y personal entrenado. Esa es la protección que nos dan los gobiernos cualesquiera, que cuando se ven ante una situación límite entran en pánico, sacan a sus fuerzas de represión a la calle, y siguen teniendo la inmensa jeta de llamar en su apoyo a los técnicos, especialistas y peones, afirmándose como garantes del «bien común», que por encima de ideologías, van a llevar a cabo un nuevo Pacto Social, mediante el cual los pobres paguen las facturas, rentas, intereses y deuda soberana, de los ricos
Lo hemos demostrado en esta crisis: los trabajadores somos los indispensables, somos los esenciales, somos los imprescindibles. Demos un paso al lado, y todo esto se derrumba. Solo quedaremos en pie nosotros. En cambio, como sigamos levantando sobre nuestros hombros, la pirámide maloliente, contaminante, sin equidad, de banqueros, empresarios, políticos y trepas de toda ideología, vamos a acabar hechos papilla.