Los liberales, los más «puros» al menos, esos que aseguran que poco tienen que ver sus propuestas con el sistema globalizado que sufrimos, aseguran que la solución para la pobreza es que haya más y más riqueza (y, claro, ricos para que las migajas lleguen a otros). Hasta asegura tal cosa un (ex)ácrata como el inefable Antonio Escohotado, que dedica tres volúmenes, creo que más a meterse con el comunismo (estatalista; terrible, claro), que a defender el comercio y el liberalismo. El caso es que esta gente, que en última o primera instancia defiende y apuntala el estado de las cosas, y asegura que la humanidad avanza en línea recta hacia el progreso, son incapaces de explicar cómo es posible que ya avanzado el siglo XXI siga habiendo, según los datos más optimistas, cerca de 1.000 millones de personas que padecen hambre en el mundo. No estoy hablando de necesidad de algún tipo, que también se da en todos los grados posibles, me refiero a Hambre con mayúsculas. No, no hay progreso líneal, los datos oscilan de un año a otro, hacia arriba o, lamentablemente, hacia abajo. Y no tenemos en cuenta la terrible pandemia que afrontamos en la actualidad, y que como toda crisis afecta fundamentalmente a los más humildes dentre de sociedades dividades dramáticamente en clases (que es lo mismo que decir, señores «liberales», adalides de la sacra «propiedad privada», gente que tiene y gente que no tiene).
Sí, hay otros factores que mantienen la indigencia de demasiados seres humanos en el mundo, como el clima y los conflictos, pero hace ya muchas décadas que existen los medios para paliarlos, para luchar contra las inclemencias del tiempo, solidariamente con otros países, claro, y para no mantener interesadas guerras en directa relación con la explotación de los recursos. Digo yo que algo tendrá que ver el sistema capitalista, nada benévolamente globalizado, que tenemos, que sufrimos y que nos envuelve, como para no andar repitiendo como papagayos que la solución pasa por mercados «libres». Hace tiempo que sabemos, y supongo que también serán consciente de ello esos liberales, que de forma cínica e hipócrita tanto critican a los Estados, que el libremercado es una falacia, ya que el poder político interviene constantemente. Y no lo hace, precisamente, para equilibrar los desmanes de los monopolios económicos y de la acaparación de una propiedad convertida en derecho sagrado, pero negada junto a la riqueza resultante a gran parte de la población. Sí, organizaciones internaciones plagadas de gente biempensante se llenan la boca de buenas palabras, hablan de progreso y desarrollo (sostenible), aseguran para tal fecha dentro de un buen número de años que se habrá acabado con el hambre, pero no solo deberíamos saber que es falso, sino que las personas están muriendo a diario por causas perfectamente solventables aquí y ahora.
La realidad es que las grandes empresas multinacionales, además de explotar la fuerza de trabajo ajena todo lo posible, mantienen una economía especulativa que provoca el inacceso de muchas sociedades a materias primas agroalimentarias vitales y trafican con armas para manter conflictos en los que se decide el control de los recursos y de los territorios. En otras palabras, las causas del hambre, el asesinato y la migración de millones de personas para seguir manteniendo el estado de las cosas. Digo yo que algo tendrá que ver un sistema basada en la búsqueda de lucro ganancias, en la producción y acumulación en determinadas sociedades, sí, donde en cualquier caso tampoco están cubiertas las necesidades de todo el mundo, pero donde los derechos de las personas quedan obviamente apartados a pesar de las buenas palabras. Esos liberales «puros», que tienen buenas soluciones para todo, aunque no muy distintas de los liberales de antaño, que hacen incluso abstracción de una historia en la que, efectivamente, se produjo más que nunca con la llegada del capitalismo, pero a un terrible precio que se mantiene en la actualidad, son incapaces de reconocer el terrible drama de la humanidad en el siglo XXI usando para ello el subterfugio de la libertad, la riqueza y el progeso. No, yo no tengo la solución mágica política y económica para todo, pero al menos observo y reconozco males sociales (que es lo mismo que decir individuales) perfectamente erradicables con la energía moral y la voluntad adecuadas. Sin la verdadera libertad, por la que siempre trabajaron los verdaderos libertarios, unida a la solidaridad continua con nuestros semejantes, jamás podremos construir nada mejor.