ANARQUISMO MANIFIESTO ANARCAFEMINISTA

Chiara Bottici, Manifiesto Anarcafeminista – 25 julio-26 octubre 2022 

El material que hemos utilizado para hacer este debate ha sido el texto completo del manifiesto: Chiara Bottici (2021): Manifiesto Anarcafeminista. España, Ned ediciones. Podéis descargarlo aquí: http://acracia.org/wp-content/uploads/2023/02/CHIARA-BOTTICI-Manifiesto-anarcafeminista.pdf

Ante la duda del porqué de un manifiesto feminista ahora teniendo en cuenta todas las lecturas de compañeras que nos acontecen, entendemos que este manifiesto es un enlace, un punto de cohesión actualizado para las cuestiones del presente.

Chiara Bottici lo veía necesario por la existencia de cuerpos generizados que son explotados y dominados en todo el mundo, no porque se plantee como un plan que pueda darse de una vez por todas y aplicarse en todos los contextos. Esto último, dice ella, entraría en flagrante contradicción con el anarquismo que impregna este Manifiesto (que debe ser abierto y en constante desarrollo). Se entiende como una oportunidad más que nos pudiera poner en relación con todas aquellas personas y grupos anarcafeministas (por usar su término) que hoy estamos dispersos sin contactos. Una oportunidad también para reflexionar sobre por qué somos anarcafeministas y avanzar en el pensamiento que lo sustenta.

¿Por qué Anarcafeminista? Dice Chiara Bottici que anarquismo significa que no hay arché (que no hay ley, que no hay principio único que explique la opresión de las mujeres), se feminiza el concepto anarca para dar visibilidad a la faceta específicamente feminista dentro de la teoría y práctica anarquista.

El manifiesto anarcafeminista está escrito con una abundante terminología, por ello llevamos a cabo un glosario del cual nos pareció instructivo debatir en torno a ciertos términos que se nombran de forma reiterada en el texto.

El concepto de Arché

Nos gustaría quedarnos en este concepto de arché para su desarrollo ya que ha sido el término que más nos ha hecho indagar en sus entrañas. Su antónimo es an-arché (anarquía), es decir, ausencia de principio que instaure una cadena de mando, una jerarquía. Lo que hace el arché, en tanto principio primero es poner bajo su mando la multiplicidad propia del ser humano que es naturalmente anárquico cuando nace. Como dice el compañero Tomás Ibáñez, nacemos sin arché, nacemos an-arché-istas. No hay naturaleza humana predeterminada, sino que es un ser indeterminado (no tiene género), una red de múltiples posibilidades que solo se torna unitaria cuando se impone el arché. Lo que hace la anarquía es poner la vida en el centro de la existencia y los principios que emanan de la vida en cada situación no son sino contextuales y múltiples como la misma multiplicidad de las situaciones vividas.

Para más información entendemos que el arché del que habla Chiara Bottici no tiene una distinción completamente separada de la idea presocrática de arché como principio de todas las cosas.

Fue Aristóteles, según parece, quien instituyó la necesidad imperiosa de un principio primero que funde en un mismo concepto dos elementos: el principio o inicio/ el mando, la autoridad, el poder. Postulando que lo que es primero, lo que antecede, supedita y determina lo que sigue. Ese principio que jerárquicamente es superior es planteado como esencia que existe en el ser humano al nacer, es también lo que llamamos naturaleza humana. En cambio, la an-arché, la anarquía, niega ese principio y de ahí deriva el famoso lema “Ni dios, ni amo…”. Cuando nacemos somos seres indeterminados con múltiples posibilidades si no nos imponen el arché que lo unifica y jerarquiza todo. Desde este punto de vista la práctica humana solo se puede fundamentar sobre sí misma, los criterios para actuar y pensar provienen de las situaciones y de las prácticas de la propia vida cotidiana (ahí tienen cabida el apoyo mutuo, la libertad, la solidaridad, etc.).

La androcracia

La autora del manifiesto parte de la existencia de una androcracia global diferenciándolo del término «patriarcado». Diferencia patriarcado por referirse al cabeza de familia («patriarca») y opta por «androcracia» porque cree que va más allá y que es un poder que se impone globalmente a través del Estado, el capital, la muerte y lo imaginal. Viene de andros (hombre) y cratos (poder). Esto significa que la ley del macho como cabeza de familia puede ser derrocado en muchos contextos, en cambio el poder de los hombres sobre el segundo sexo se puede mantener, a través de los cuatro instrumentos de la androcracia, que son los ya nombrados: la muerte, el Estado, el capital y lo imaginal. Estas herramientas de la androcracia son las herramientas del control y la discriminación.

El concepto de androcracia quita el foco de la ley del macho, cabeza de familia porque está en crisis en muchos países (sobre todo occidentales, pero no solo) y lo pone en el poder de los hombres sobre el segundo sexo, definido en relación con el único sexo universal que es el masculino. Y lo de global tiene cierta importancia porque ese dominio es global, aunque parezca que en algunos países retrocede en favor del segundo sexo.

Coincidimos en que el uso de la palabra patriarcado se ha convertido en un cajón de sastre en el que cabe todo, por eso queríamos entender cómo usar y aplicar el término de androcracia global.

Desde nuestra vivencia, tenemos la sensación de que mientras vamos abriendo caminos, por un lado, como la incorporación a la vida laboral, a lo público, a las estructuras que rigen la imagen de persona y no de mujer objeto, y un largo etcétera, los Estados estructuran el gasto en la redacción de leyes que den igualdades formales y legitimen medidas represivas, la caspa y la visión neofascista de mujer objeto se instala firmemente en muchos espacios, y a pesar de la igualdad formal la real se aleja de mil maneras.

La dificultad de la interseccionalidad viene dada por la dificultad de confluir todas las identidades que se han ido poniendo de manifiesto en un movimiento potente que tome en consideración todas ellas (clase, raza, género, sexualidad, edad, etc.). Además, hay problemas concretos que surgen: el feminismo negro ha dudado durante mucho tiempo entre luchar con los hombres negros por la identidad de raza o con las feministas blancas por el tema de género, no sintiéndose cómodas en ambas identidades.

Y es que el valor de los derechos está atado a la historia y su eficacia va cambiando según el grupo social que los enarbola y los poderes que los emplaza. Y es que la función histórica de los derechos opera a la vez para emancipar y para dominar, para proteger a la vez que para regular y controlar. Siempre hemos pensado que los derechos son ahistóricos y que son siempre emancipadores y no es así. Las leyes de género hechas para proteger a las mujeres pueden perpetuar su papel de vulnerables siempre necesitadas de protección, perpetuando esta condición contra la que luchamos.

Y con lo dicho sobre los derechos podemos enlazar con el segundo instrumento de la androcracia que es el Estado (capítulos 2 y 3 del Manifiesto) y su dimensión de género. Sabemos que el Estado siempre ha sido una herramienta de una minoría que gobierna a la mayoría (así lo afirma también Bottici). No abusamos de recurrir constantemente al Estado, sabiendo su papel, para pedir derechos, protección, dictámenes legales en los tribunales laborales o civiles, castigos, etc. ¿Qué esperamos del Estado?

Al reclamar al Estado mostramos sus límites y cómo nuestras necesidades nunca las cubrirá del todo, pero al mismo tiempo reclamamos una mayor democratización del dinero que entregamos y para ello es importante que vaya a los servicios que pueden hacer la vida de nuestra clase mejor como son la sanidad, cuidados, educación o las políticas de igualdad. Siempre va a ser menos que las ventajas que da a la élite a la que sirve.

Sin embargo, reclamar al Estado tiene muchas trampas, la primera que nos marca la agenda, la segunda que nos consume energías que bien podríamos dedicar a otras cosas, y la tercera y la principal preocupación, que este reclamar al Estado por las vías abiertas por el sistema, siempre más sencillas, más asépticas y menos comprometidas, haga que se vayan abandonando otro tipo de luchas.

Por lo tanto, no esperamos nada del Estado, pero tratamos de apretar las tuercas lo que haga falta mostrando sus contradicciones.

La muerte

Respecto a la muerte (capítulo 1), la autora señala la existencia de un auténtico generocidio mundial contra personas percibidas como mujeres. Estamos de acuerdo que, aunque la mayoría de las muertes son de sexo mujer, también sufren violencia mujeres percibidas como tales, aunque su sexo no sea mujer (transexuales mujeres, travestís, homosexuales considerados afeminados, y demás identidades).

Como anarquistas tenemos que cuestionar procesos de normalización que conducen a la exclusión y al establecimiento de jerarquías (el famoso arché del que ya hemos hablado), incluyendo las basadas en el género y el sexo. A veces el feminismo olvida y nosotras con él: no se puede combatir una forma de opresión (la de género) sin combatirlas todas al mismo tiempo (clase, raza, opción sexual, etc.).

Estamos convencidas de que las personas no tenemos una identidad única (si la hubiera estaríamos aceptando ese principio único en el que se basa la jerarquía) sino una multiplicidad de posibilidades y que son las decisiones intelectuales y éticas que tomamos a lo largo de la vida las que nos van definiendo. Los flujos culturales dan forma a nuestro pensamiento y comportamiento y, por tanto, actuar dentro del feminismo no debería significar que olvidemos las demás formas de opresión. El feminismo clásico lo olvidó, convirtió a las mujeres blancas, occidentales y de clase media en el sujeto del feminismo, nuestra tradición genealógica no lo hizo, como mínimo dio tanta relevancia a la clase social como al género.

Pero hay más, la imposición de la visión europeísta en ese feminismo tradicional aún choca en la actualidad incluso desde la visión anarcofeminista. Ese es un trabajo que ha abierto nuevas visiones. La interseccionalidad es clave en el desarrollo de la idea anarquista y, por tanto, también en la lucha feminista.

La transindividualidad

En cuanto a la transindividualidad, es cierto que somos el conjunto de vivencias, decisiones, ámbitos y espacios que vivimos, que nos configuramos en cuanto nos oponemos o sumamos a otras/otres; pero el arché, o la esencia de las cosas, aunque no necesariamente inmutable, si es un basamento imprescindible, en nuestro caso creo que conceptos como apoyo mutuo o solidaridad serían ese basamento que ha de ser estable y cierto. La autora dice del anarquismo que no significa ausencia de orden, sino la búsqueda de un orden social sin ordenante. Entendemos su apuesta por la transferencia de pensamiento y entidad global, pero creemos que en toda ella sigue habiendo una esencia, la ÉTICA con mayúsculas irrenunciable.

Lo imaginal ocupa tres capítulos (capítulos 5, 6 y 7), no vamos a entrar en la parte más filosófica sino en lo que lo trans-individual puede facilitar para entender la individualidad de las mujeres):
 –        Ecología y feminismo no están separadas ya que el medioambiente es constitutivo de nuestra individualidad. El anarcafeminismo es ecofeminista, es eco-afectividad (ecología como co-afectividad). Es la capacidad de afectar y ser afectado por todos y cada uno de los seres, lo que pone en cuestión cualquier jerarquía entre seres, así como las fronteras que los separan.
 –        Las construcciones imaginales colectivas como el sexo, la raza y la clase se conceptualizan desde el principio como constitutivas de nuestra individualidad. El aparato imaginal que sostiene la androcracia global se ha infiltrado incluso en el proceso mismo de devenir mujer. Los cuerpos de las mujeres son objeto de un proceso de disciplina, cuyo propósito consiste en: gobernar cuerpos e instilar en nosotras la idea de que nuestros cuerpos necesitan ser gobernados (algo que durante la pandemia el Estado ha hecho masivamente).
 –   Cuando los cuerpos de las mujeres se teorizan como procesos transindividuales, podemos hablar de «mujeres» sin incurrir en esencialismos o culturalismos.

El Capital

El capital (capítulo 4) que como la autora dice necesita de la división por géneros del trabajo que requiere la extracción de plusvalía del trabajo productivo asalariado como del trabajo reproductivo no remunerado. El asunto del trabajo reproductivo es sabido, pero no vemos que a la hora de plantear la acción sindical o social se planteen nuevas formas de lucha como la huelga de consumo que aparece en los papeles y en las convocatorias pero no se trabaja porque la estructura sindical no es adecuada para ese tipo de conflicto. El capitalismo también necesita extraer recursos naturales gratuitos del medioambiente. Para ello ocupó tierras extranjeras a través del colonialismo y dividió la población mundial en razas diferentes otorgando a la raza blanca el papel de suprema.

Nuestro correo: redescordialidad08@gmail.com

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2 comentarios sobre “Chiara Bottici, Manifiesto Anarcafeminista – 25 julio-26 octubre 2022 ”

  1. Siento más esto que otras cosas.

    Esto lo veo más anarcofeminista que otras cosas.

    Sólo y de momento, me he leído el resumen. Ando dibujando y me toca pensar mucho.

    Un saludo.

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