¿Qué es ser anarquista en el siglo XXI para el ícono del comic y escritor estadounidense Alan Moore? ¿Por qué la anarquía es el estado de aquellos seres humanos que pueden vivir sus vidas de una forma natural? ¿Cuándo no son naturales las fuerzas del orden?
La serie cómic V de Vendetta llevó a la cultura pop el juego de los mundos posibles “ucrónicos”, dejando libre la mente de los lectores de los ochenta por un horizonte de represión futuro distinto a los años noventa que se hicieron historia en la vida real.
Sin embargo, aquel escenario era y es un futuro posible, y eso es lo que intentó advertir el escritor y anarquista británico Alan Moore, ilustrada su historia por el también genial David Lloyd. V, un enmascarado con capa negra y espada, es un terrorista revolucionario que busca ver caer el régimen neofascista de una Gran Bretaña oscura.
El ascenso actual de las fuerzas electorales de ultraderecha en toda Europa y parte de América Latina, una falsa salida al capitalismo postindustrial que se come a sí mismo y todo a su alrededor, revolviéndose en invasiones en Ucranias, Palestina y Yemen: todo esto nos recuerda lo cerca que estamos de tener que ser anarquistas para no soportar lo insoportable. La ucronía implica siempre una profecía auténtica basada en el presente.
V de Vendetta es una doble “v”, una venganza de la verdad como otra cara de la justicia. Una lucidez que, como decía el filósofo Albert Camus, es la peor quemadura bajo el sol. Esto lleva a tener cuidado con el tipo de anarquistas que nos gustaría, que podemos y que deberíamos ser. Moore ¿cómo se asoció con el anarquismo? ¿Se considera un anarquista? En su opinión, ¿cómo deberíamos involucrarnos políticamente para proteger al mundo?
Estas preguntas tienen una respuesta del propio novelista, contestaciones que compartimos en Pijamasurf:
Bueno, supongo que al principio me involucré en la política radical durante los últimos sesenta, simplemente por rutina, cuando era algo que formaba parte de la cultura. La contracultura, tal y como la llamábamos, era muy ecléctica y abarcaba de todo. En ella se incluían modas, estilos musicales, posicionamientos filosóficos e, inevitablemente, posicionamientos políticos. Y aunque de vez en cuando había varias tendencias políticas en primer plano, supongo que probablemente el punto de vista político consensuado por todo el mundo era uno anarquista. Aunque seguramente en aquella época, cuando era un adolescente muy joven, no lo llamaría de esa manera. Posiblemente no estuviese lo suficientemente familiarizado con los conceptos de anarquía que actualmente me etiquetan como tal. Fue más tarde, según me adentraba en la veintena, cuando comencé a pensar más seriamente en ello, llegando a la conclusión de que básicamente, el único punto de vista político al que quizás podía adherirme sería uno anarquista.
Además, me di cuenta de que, básicamente, la anarquía es, de hecho, el único posicionamiento político que de verdad es posible. De hecho, creo que todos los otros estados políticos son variaciones o extensiones de un estado básico de anarquía; después de todo, cuando mencionas la idea de anarquía, la mayoría de la gente te dirá que es una mala idea porque la pandilla más grande es la que se hará con el control. Lo cual es muy parecido a la situación que vivimos en la Sociedad actual. Estamos viviendo en una situación anarquista desarrollada de forma muy mala, en la que las bandas más grandes se han hecho con el control y han declarado que no estamos en una situación anarquista (sino en una situación capitalista o comunista). Pero creo que realmente, la anarquía es la forma política más natural para ser llevada a la práctica por el ser humano. El significado de la palabra es “sin líderes”. An-archon. Sin líderes.
Y también creo que si echamos un vistazo sin prejuicios a la Naturaleza, nos encontraremos que ese es el estado de las cosas más natural al que poder pertenecer. Quiero decir, con anterioridad, los naturalistas estudiaron grupos de animales y dijeron: “Ah, sí, ese animal es el macho alfa, así que será el líder del grupo”. Si consideramos a posteriori la investigación, podemos sugerir que ésta simplemente será la proyección sobre un grupo de animales de la visión de la sociedad que tiene el investigador, y que si los observas más estrechamente te darás cuenta de que, sí, tenemos a ese macho fuerte y grande que parece manejar la mayoría de las batallas, pero que el miembro más importante de la manada probablemente será esa fémina que está a su espalda y a la que todo el mundo se le acerca durante cualquier conflicto. Hay otros animales dentro del grupo que son importantes a la hora de hablar sobre la búsqueda de un nuevo territorio. De hecho, la manada realmente no se estructura en categorías, sino parecerá que cada animal tenga su propia importancia, parecerá que cada animal tenga su propio papel dentro de la manada.
Y realmente, si miras a la mayoría de grupos humanos naturales, como la familia o los grupos de amigos, encontrarás de nuevo lo mismo, no tenemos líderes. A menos de que estemos hablando de una increíblemente rígida familia Victoriana, no habrá nadie al que pudiésemos nombrar como el líder de la familia; todo el mundo ejerce su propia función. Y a mí me parece que la anarquía es el estado que se obtiene de forma más natural cuando estamos hablando de seres humanos normales viviendo sus vidas de una forma natural. Sólo cuando tienes esas estructuras de orden completamente alienígenas que están representadas por nuestras principales escuelas políticas de pensamiento, es cuando empiezan a surgir esos terribles problemas –problemas que nos recuerdan cuál es nuestro estatus dentro de la jerarquía, las incertidumbres e inseguridades que ofrecen como resultado. Con ellas consigues las envidias y luchas por el poder que, por lo general, realmente no suelen afectar al resto del reinado animal. Me parece que la idea de líder es algo que no es natural y que probablemente fue ideado por algún líder en algún momento de la antigüedad; desde entonces, los líderes han reforzado esa idea de forma brutal, hasta el punto de que la mayor parte de las personas no pueden concebir ninguna alternativa.
Este es uno de los puntos fuertes de la anarquía: si en el futuro cogiésemos a todos los líderes, los pusiésemos contra un muro y los fusilásemos – y esa es una idea maravillosa, así que simplemente permíteme rememorarla durante un momento antes de que la deje atrás- pero si lo hiciésemos, la Sociedad probablemente se colapsaría, porque la mayoría de la gente ha sido condicionada durante miles de años para depender de un liderazgo externo a sí misma. Convertida en muleta para un montón de personas, si simplemente la arrojases a un lado, entonces toda esa gente se derrumbaría y se llevaría a la Sociedad con ella. Para lograr un estado viable y realista de anarquía, obviamente tienes que educar a la gente –y educarlos a lo bestia- hasta una situación en la que se comprometan realmente con sus actos y, además, tengan en cuenta que están actuando dentro de un grupo más amplio: y también que deberán permitir a otras personas dentro de ese grupo asumir la responsabilidad de sus propias acciones. Lo que a escala pequeña, tal y como funciona en familias o grupos de amigos, no parece que sea algo poco plausible, sino que tan sólo se necesitaría un montón de educación para hacer que la gente pensase en vivir su vida de esa manera. Y obviamente, ningún gobierno ni ningún estado van a educar a la gente hasta el punto en el que el propio estado se convierta en algo irrelevante. Por lo que, si se quiere a educar a la gente hasta el punto de que asuman la responsabilidad por sus acciones y sus leyes, convirtiéndose así en seres humanos totalmente actualizados, entonces, bajo mi punto de vista, esta educación tendrá que venir de algún agente externo al estado o el gobierno.
Hemos tenido tradiciones underground, tanto políticas como espirituales. Hemos tenido a gente como John Bunyan, que pasó casi treinta años en una prisión cerca de Bedford. Este el autor de “The Pilgrim’s Progress” (El Proceso del Peregrino) y pasó en prisión cerca de treinta años porque las ideas espirituales que defendía eran demasiado incendiarias. Fue una parte más del movimiento: alrededor del Siglo XVII, en Inglaterra, había unas cuantas ideas extrañas burbujeando en la superficie. Particularmente cerca de la zona donde vivo, en el interior. Teníamos todas esa religiones –a pesar de que a menudo fuesen consideradas como heréticas- que indicaban que no había necesidad de tener sacerdotes ni líderes, y que anunciaban esperanzadas una nación de santos. Que todo el mundo podía convertirse en santo, y que ellos se transformarían en mecánicos filósofos. La gente podía estar trabajando durante todo el día, por ejemplo un calderero, pero al llegar la noche podría ponerse en pie y predicar la palabra del Señor con mucha más autoridad que cualquiera desde su púlpito. Esto puede ser una idea gloriosa, pero también se puede ver por qué aterrorizó a las autoridades de la época.
Y de hecho, durante el Siglo XVII fue cuando, alimentado parcialmente por ideas similares, Oliver Cromwell se levantó y comenzó la Guerra Civil Inglesa, que finalmente llevó a la decapitación de Carlos I. Lo que quiero decir, con las mismas palabras que uno de los mejores libros que tratan sobre la época, es que “literalmente fue algo que puso el mundo del revés”. Han existido esas tradiciones “underground”, ya sean espirituales o puramente políticas, que han expresado ideas anarquistas durante siglos, y actualmente tenemos un potencial mucho mayor para poder diseminar ideas parecidas. Con el crecimiento de Internet y la comunicación en general, dichas ideas son mucho más difíciles de suprimir. Sencillamente, meter a John Bunyan en prisión durante treinta años no es algo que realmente vaya a pararlas. Además, Internet dispone de muchas posibilidades para sacarnos de encima el estado de control centralizado.
Hubo una pieza muy interesante, un programa de televisión de diez minutos de duración, realizada por un caballero de la escuela de economía de Londres, un profesor que parecía el hombre menos peligroso que te puedas imaginar. No se parecía para nada a un agitador político apocalíptico; parecía y era contable y economista. Sin embargo, la imagen real que estaba pintando era muy convincente. Decía que la única razón de que los gobiernos sean gobiernos es porque controlan la moneda; que en realidad no hacen nada por nosotros sin que tengamos que pagarlo, sino que lo que hacen es exponernos a la amenaza de la guerra contra otros países a causa de sus acciones temerarias. En la actualidad, incluso no nos gobiernan, sino que lo único que hacen es controlar la moneda y recoger los ingresos.
Por eso, si en el pasado querías ingresar en la cárcel para siempre, la mejor forma no era molestando a críos o empezando una juerga de asesinatos en serie o algo parecido, sino que tan sólo tenías que intentar acuñar tu propia moneda. Porque la naturaleza del dinero es un poco mágica: esas piezas de metal o de papel sólo tienen valor si la gente cree en ellas. Si alguien hacía circular otro tipo de pieza de metal o de papel, y si la gente empezaba a creer en esa forma de comercio más que en la otra, entonces toda su riqueza podría desaparecer de repente. Por lo que los intentos de introducir monedas alternativas en el pasado se erradicaban sin piedad. Y con internet, ya no es tan fácil ni de lejos. De hecho, un montón de compañías modernas tienen un sistema de recompensas; los supermercados ejecutan programas de gratificaciones que, en cierto modo, son una especie de moneda. Un montón de empresas tienen sistemas con los que se paga a los trabajadores a través de créditos que pueden ser canjeados en la tienda de la empresa casi por cualquier cosa, desde una casa hasta una lata de alubias. También existen economías ecológicas que están empezando a ponerse en marcha aquí y allá, con lo que tienes una situación como, por ejemplo, un lugar desfavorecido en Inglaterra en el que vive un mecánico en paro que quiere decorar su casa. Podría, como mecánico en paro, haber acumulado créditos “verdes” a base de realizar en su vecindario el trabajo sobrante y gastando dichos créditos poniéndose en contacto con un decorador sin trabajo que iría a su casa para pintarla.
Como decía antes, ese tipo de sistemas son más difíciles de controlar, y lo que decía el profesor de la escuela de economía londinense es que en el futuro deberemos estar preparados para un escenario en el que nos encontraremos, primero, que no habrá moneda, y segundo y como resultado de ello, que no habrá gobierno. Así que hay formas en las que la propia tecnología y la manera en que respondemos a ella (la forma de adaptarnos a nuestra cultura y nuestra forma de vivir para acomodarnos a su avance y movimiento) podrían darnos una forma de desplazar a los gobiernos. Evolucionar a su alrededor hasta un punto en el que ya no sean necesarios o deseables. Quizá sea una visión optimista, pero es la única que me gustaría ver realmente.
No creo que una revolución violenta vaya a funcionar, simplemente por el hecho de que nunca lo hizo en el pasado. Quiero decir, hablando como ciudadano de Northampton, durante la Guerra Civil Inglesa respaldamos a Cromwell –le suministramos todas las botas de su ejército- y fuimos el centro de la animadversión contra la monarquía. Por accidente, también suministramos todas las botas de los Confederados, así que obviamente supimos cómo elegir el ganador. ¿La revolución de Cromwell? Supongo que llegó a suceder. El rey fue decapitado, muy tempranamente en la época de las decapitaciones de la monarquía europea, por lo que creo que puedo afirmar que iniciamos una tendencia. Pero en diez años más, como se pudo ver después, Cromwell se volvió otro monstruo. Fue tan monstruoso como lo había sido Charles I. Y en algunos aspectos incluso peor. Cuando murió Cromwell, se inició la restauración. Charles II se hizo con el poder y estaba tan enojado con la gente de Northampton que derribó nuestro castillo. Y el “status quo” fue restaurado. No creo que una revolución violenta ayude a solucionar a largo plazo los problemas de la gente corriente. Creo que es algo que sería mejor que manejásemos nosotros mismos, y que simplemente hay más posibilidades de lograrlo con la evolución de la Sociedad Occidental. Pero eso puede tardar bastante tiempo, y como lo tenemos, es algo que puede estar abierto a debate.
Así que creo que esos son mis principales ideas sobre la anarquía. Llevo creyéndolas durante mucho tiempo. Volviendo a principios de los ochenta, cuando empecé a escribir V de Vendetta para la revista inglesa Warrior, la historia fue en su mayoría el resultado de sentarme a pensar sobre cuáles eran los verdaderos extremos de la política. Porque sencillamente me di cuenta de que el capitalismo y el comunismo no eran los dos polos opuestos en torno a los que giraba la totalidad del pensamiento político. Se me ocurrió que los dos extremos más representativos se encontraban en el fascismo y la anarquía.
El fascismo es la abdicación completa de la responsabilidad personal. Le entregas toda la responsabilidad de tus propias acciones al estado creyendo que la unidad es la fuerza, lo que se convirtió en la definición de fascismo, representado con el símbolo romano original del haz de ramas atadas. Sí, es un argumento muy persuasivo: “En la unión está la fuerza”. Pero inevitablemente la gente tiende llegar a la conclusión de que el haz de ramas unidas puede ser mucho más fuerte si las ramas son de un tamaño y forma determinados. Que no debe haber ninguna rama extraña o que pueda distorsionar al resto del grupo. Así que se pasa de “la unión hace la fuerza” a “lo uniforme hace la fuerza” y de ahí se llega a los excesos del fascismo que pudimos ver a lo largo del S. XX y del XXI.
Sin embargo la anarquía, casi empieza con el principio de “en la diversidad, está la fuerza”, que tiene mucho más sentido desde el punto de vista del mundo natural. La Naturaleza, y las fuerzas de la evolución –por supuesto, si te ha tocado vivir en un país donde aún se siga creyendo en la evolución- en realidad no considera necesaria la idea de “en la unidad y lo uniforme está la fuerza”. Si quieres hablar sobre especies que han conseguido el éxito, entonces hablemos de los murciélagos y las cucarachas. Hay miles de variedades diferentes de murciélagos y cucarachas. Ciertos tipos de árboles y arbustos se han ido diversificando de forma tan espléndida que tienes a miles de ejemplos de esas especies básicas. Si lo contrastamos con los caballos o los humanos, sólo tendremos un tipo básico de humano y dos o quizá tres de caballos. Bajo términos del árbol evolutivo estamos demasiado al descubierto, con las ramas al desnudo. El programa al completo de la evolución parece ser la diversificación, porque en la diversidad está la fuerza.
Y si lo aplicas a un nivel social, entonces tienes algo como la anarquía. Todo el mundo es reconocido gracias a sus capacidades, a su propia agenda particular, y todo el mundo tiene su propio trabajo con el que coopera con el resto. Así que es concebible que el mismo tipo de circunstancias que puedan obtenerse en un pequeño grupo humano, como una familia o algo parecido a un grupo de amigos, pueda conseguirse en un grupo humano mayor como la Civilización.
Así que supongo que esto es hasta el momento lo que pienso sobre la anarquía. Aunque, por supuesto, el anarquismo es algo que evoluciona, así que si me preguntases mañana, puede que tuviese una idea diferente.
Tomado de https://pijamasurf.com/2024/06/el_anarquismo_de_alan_moore_fuera_de_las_paginas_de_v_de_vendetta/
Pienso igual…
Os van a cholar mis cómics.