Hay algo del tema de la corrupción política, que me deja cabizbajo y meditabundo. El caso de Espinar, y su venta del piso protegido ha sido presentado por la derecha fascista (la realmente existente) como el culmen de la maldad y de la incoherencia. La defensa de la izquierda ha sido afirmar, que «no es para tanto». Y añaden que a la izquierda se le exige que tenga mucha ética, mientras que de la derecha se acepta que roben millones…
Verás. Me parece una pésima defensa. No es eso. Lo que ocurre es que lo que sugiere ese caso es que la izquierda roba de acuerdo con su situación. Y que si son poco corruptos, es tal vez porque no llegan más lejos. Y eso hace que me desmoralice y piense que una vez asalten el palacio, entren en los despachos y metan mano en la hucha, (si no uno, lo hará otro) dejarán seca la alcancía y a continuación, enloquecidos por el consumo conspicuo, me mirarán torvamente, como a un pollo asado a la hora del almuerzo. Y será poca cosa lo del Espinar, no lo sé. Pero que el portavoz de urbanismo criticase precisamente lo mismo que él hizo, es una deliciosa paradoja que no escapa al ojo cínico del proletariado.
Soy muy fatídico. Cierto. Se ha creado un nutrido grupo de apparatchiks, personajes que viven de la política, o que aspiran a vivir de ella. Y a medida que se adentren más y más en los entresijos del manejo de fondos públicos, de forma inevitable, y más aún en España, aparecerán casos y más casos de tipos y tipas que se lo gastan en cocaína, alcohol, prostíbulos y sombreros napoleónicos con los que posar en ropa interior ante el espejo de cuerpo entero. Eso es así porque pasa siempre. No puede sorprender a nadie.
Dicen los defensores de la izquierda, que si se pone uno a mirar el pasado de cualquiera, salen cosas. Cierto. A mí me miran mi currículum desde chico, y no lo quiero ni pensar. Como cuando con mi pandilla quemamos unos chalets abandonados, la que se lió. O cuando encerramos a un fontanero municipal en una arqueta. O cuando pusimos un cubo lleno de ladrillos sobre una puerta que cayeron sobre el profesor de ética y moral escalabrándolo… Algunas de esas cosas salieron hasta en la Prensa del Movimiento… Tengo un pasado horrible, es verdad. ¿Que ganaría presentándome a las elecciones? Nada bueno.
Por eso no dejo de pensar, que si la izquierda quiere ser honesta, y desea realmente acabar con la corrupción institucional, lo que tiene que hacer es alejarse de ella. ¿No sería este el momento de dimitir Espinar, y aprovechando el tirón mediático, encabezar una columna suicida de ataque a algún cuartel de la UIP? Seguro que eso, una vez pasasen unas semanas y saliese de traumatología, le generaba un pasado digno de ser comentado, entre murmullos de admiración: «¡Ostras! Han vuelto a las calles».