Son días llenos de prodigios. A lo que voy. Resulta que según un Real Decreto, somos indispensables. Esenciales. Insustituibles. Empezando por las limpiadoras, basureros, peones, jornaleros, repartidores…, y acabando por los controladores, conductores, estibadores, pilotos y maquinistas, se ha demostrado que todo descansa sobre los hombros de una centésima parte de la población,y un décimo de la producción. Podríamos tranquilamente hacernos dueños del cotarro, y echar sin grandes esfuerzos a esta turba de parásitos que nos domina, a las alcantarillas de la historia. Sus esbirros, militares, policías y escuadrones de la muerte, morirían de hambre. Los millonarios acabarían deambulando como zombis por sus urbanizaciones de lujo. Podríamos los y las indispensables vivir muchísimo mejor, repartiendo la riqueza, y trabajando muchísimo menos. Pero cá. Se sigue metiendo la pata como si dos siglos de parlamentarismo no hubiesen sucedido.
Véase por ejemplo las propuestas de la izquierda más radical, la de verdad, la que nunca podrá gobernar y que precisamente por eso, hace propuestas más utópicas que el propio comunismo libertario. Piden que un Gobierno sea ¡JA! valiente, y nacionalice la sanidad privada y ponga a trabajar a las empresas del textil y de la industria para fabricar equipos de protección, mascarillas…
¿Es que estos rojillos progubernamentales, esa peste de izquierda incapaz de ganar las elecciones, esa caterva de trepas que juran que ellos harían esto o lo otro pero que nunca llegan a hacerlo, esos malinchistas no se enteraron de que hay un entramado legislativo, que sólo de leerlo te sangran los ojos, y que está destinado a defender la propiedad privada y los dineros de los ricos? El gobierno del PSOE y Podemos, no es que no quiera tomar medidas audaces, es que no puede. Ningún gobierno puede saltarse las leyes que se compromete a defender, ni puede legislar más allá de un poquito de dinero del presupuesto. Por eso andan ahora empeñados en que Europa emita deuda, para que luego la tengamos que pagar ¿quiénes? Por supuesto, los trabajadores de los servicios esenciales. ¿No veis que todo descansa sobre el trabajo? Y mientras tanto, las paniaguadas iniciativas legislativas populares tumbadas en el Parlamento, el rollo de ONGs llenas de trabajadores precarios y profesionales de la miseria, los sindicatos convencidos de que hay que salvar a las empresas, los parlamentarios que donan parte del sueldo al Partido Verdadero, los voluntarios cristianos que aspiran a llegar al paraíso tras la muerte, la marabunta de trepas que se arrancan la camisa para ganar un sueldazo público, seguirán mangoneando los temas sociales para mayor gloria del sistema capitalista, cuya mayor producción es dinero que se acumula en arcas privadas.
El único camino para llegar a una sociedad más justa, equilibrada, equitativa y solidaria, es el de la organización de los indispensables, y la desobediencia por parte de ellos a todo poder y a toda autoridad. Vedlo claro: somos el puntal del mundo, bastaría con dar un paso al lado, para que todo se viniera abajo, dando paso a la expropiación universal, al cierre definitivo del sistema basado en la avaricia, y al fin de un montón de gilipollas buenos para nada. Son ellos, los ricos, los que están aterrorizados, porque ha quedado patente en esta crisis, que son perfectamente prescindibles.
No solo es el único camino para llegar a una sociedad más justa, equilibrada, equitativa y solidaria, sino que, además, es el único camino para que la humanidad no desparezca.
Hoy, gracias a este virus, lo sabemos todos .
La prueba es que (tanto desde abajo como desde arriba) no se para de repetir que todos somos Uno.
De nosotros (todos los que siempre hemos deseado esa sociedad más justa, equilibrada, equitativa y solidaria) depende que no se desaproveche esta oportunidad histórica de cambiar el rumbo de la historia y comenzar otra en que lo necesario, para la salud y el bien estar de todos, sea prioritario sobre (como ha sido hasta ahora) la rentabilidad del capital y la acumulación de cosas…
Este acrartovirus ha demostrado que eso es posible y una necesidad absoluta para el futuro de la humanidad.