A las diez menos cuarto de la mañana de ayer cerraba sus ojos Hanneke Willemse.
Recién aterrizada en Amsterdam aquel verano del 2012, nos conocimos gracias a Octavio Alberola. Quedamos una mañana soleada en el IISH y fue junto a ella, creo recordar, la primera vez que puse mis pies en el edificio. Hanneke entonces seguía triste, todavía lloraba la pérdida de su compañero Jan Groen (1945-2011), con quién compartió amor y rabia. Vida, viajes en caravana, fotografía y la investigación. Y a quien quiso tanto… Juntos se implicaron en el movimiento kraker de Amsterdam y lo filmaron. «No se puede vivir en un tanque» (In een tank kan je niet wonen, 1981), sentenciaron, y los disturbios se adueñaron de Waterlooplein y de la pantalla. Y juntas lo vimos con amigxs después de cenar su pollo estrella y una larga sobremesa animada con canciones revolucionarias. En su casa, por alguna razón, Labordeta llegaba más hondo y salpicaba sabor a tierra quizás por sentirme lejos de la «mia».
Anarcosindicalista, luchadora e historiadora, Ana pasó largas temporadas en Albalate de Cinca. Al llegar se presentó con ese nombre para facilitarles la pronunciación a lxs del pueblo. Y conociéndola, para sentirse menos holandesa. La historia oral, aún posible en los ochenta por seguir vivxs algunxs protagonistas de la revolución social del 36 que arraigó con fuerza en algunos pueblos de Aragón, corrió como la pólvora en las sobremesas de aquel verano en Albalate. Hanneke me contaba que dentro de las casas, con las ventanas cerradas a cal y canto, las mujeres le confiaban sus memorias incluyendo las más dolorosas de la represión. Los cortes de pelo, las palizas… Y el miedo, el mismo o parecido que obligaba a bajar la voz. Una intimidad que rechazaron las derechas de Albalate, invitadas por Ana también a participar.
«Ni peones ni patrones» (1986) fue el documental que llevaron a cabo y que recogió las memorias de los hombres y mujeres de la Comarca del Cinca, sus ideales libertarios y donde puede verse a un todavía joven Felix Carrasquer (1905-1993), panadero albalatino, dando una charla en el local de CNT de Monzón. Y se escucha el «somos» cedido por Labordeta que junto a Hanneke siempre sonaba más hondo. El mismo que retumbó en los corazones que dijeron adiós a Jan, al lanzar sus cenizas a escasos metros de donde aparcaban su caravana cada vez.
Su libro «Pasado Compartido. Memorias de anarcosindicalistas de Albalate de Cinca 1928-1938» se publicó en 2002 y su trabajo previo fue, en gran parte, llevado a cabo desde el escritorio junto a la ventana desde donde Hanneke, o Ana, veía la plaza del pueblo. Una fotografía maravillosa donde se la ve joven, trabajando con su computadora y fumando, en ese blanco y negro de Jan. La misma plaza por donde caminó Emma Goldman (1869-1940) mientras Margaret Michaelis (1902-1985) tomaba fotografías en aquel otoño del 36.
Ana y Hanneke, Hanneke y Ana. Holandesa pero con una espontaneidad y un temperamento más español que holandés, estuvo siempre pendiente de la CNT. De su revolución traicionada, de su guerra perdida y de su historia triste y oscura en el exilio… Y del IISH donde hoy reside el archivo roji-negro y lamentan la pérdida. Amiga de Rudolf de Jong, sentado en las piernas de Goldman cuando era pequeño y protagonista de las aventuras y desventuras vividas entre los anarquistas y el instituto, a sus 89 años hoy estará triste al escuchar la noticia. Y Hanneke, que desde donde esté, le dará rabia saber que hay una «peli» sobre su Montseny que no ha podido ver.
Muchos recuerdos me asaltan hoy a la cabeza. Y más me llegan al hablar con su querido Luis de Albalate. También nuestros enfados que siempre acababan por evaporarse con un abrazo. Se ha ido ayer por la mañana desde una retaguardia aragonesa en calma y alegre. Ojalá.
Y yo comparto mi tristeza en estas líneas con aquellxs que la conocisteis.
Almudena Rubio
Amsterdam 26 de Marzo 2021