Las nuevas relaciones impuestas por la sociedad tecnológica son el paradigma de la superficialidad y vacuidad. Reflejan la impostura en la que se vive y despojan al individuo de la verdad inherente de su pensamiento primigenio, sustituyen lo real por lo virtual y lo virtual por lo real. La imagen que proyecta el individuo debe ser absorbida por el aparato tecnológico para ser transformada en información que posteriormente sirve como referencia a los intereses del mercado de consumo que suprimen la individualidad a través del deseo por los bienes y la mercancía.
La sociedad de la información no es necesariamente la sociedad de la comunicación. Internet no comunica al contrario, aísla en mayor grado cuanta más información (ya sea verdadera o falsa) circula por la red. La tecnología por lo tanto atomiza al individuo y divide a la sociedad en fragmentos cada vez más pequeños debido a la multiplicidad de opiniones, pensamientos y creencias que surgen de los acontecimientos y rigen las tendencias creadas por la propaganda que afectan en mayor o menor grado al conjunto de la sociedad.
Internet como nuevo medio catalizador del consenso social incrementa el poder de la tecnología -y por lo tanto de los poseedores de la misma- implementando políticas de control y dominación sobre la población mucho más efectivas que en tiempos pasados al monitorizar la opinión pública a tiempo real y ejerciendo a la vez un control exhaustivo sobre la disidencia para sustituir la vigilancia por la auto-vigilancia consentida en nombre de la seguridad.
Una visión optimista o pesimista de la vida puede estar determinada por las circunstancias de cada persona. Sin duda. Sin embargo dicha visión no deja de ser particular y no tiene por qué ajustarse a la visión general que afecta al resto de toda la sociedad. Por lo tanto esta visión particular y fragmentada del mundo puede enmascarar y falsear la realidad por la cual se rigen los acontecimientos que suceden en éste y que afectan inexorablemente a todas las personas.
Siempre hemos estado en guerra. Los mundos idílicos creados por los propagandistas al servicio del Poder son un producto del Sistema para justificar los conflictos de toda índole y engañar de un modo razonable a la sociedad de manera que la vida se desarrolle por unos cauces aceptables.
Sumisión a cambio de seguridad, diversión y entretenimiento a cambio de explotación. Negatividad a cambio de cierta positividad o malestar a cambio de bienestar. Todo tipo de intercambio que se pueda dar para justificar el sistema de dominación y el estado de guerra.