ACRACIA ANARQUISMO NIHILISMO

La máquina del fango y lo que queramos, o no, creer

Los que sigan este blog, sabrá que dediqué algunos textos a la denuncia del encarcelamiento de Pablo González, durante dos años y medios, sin juicio, ni prueba alguna sobre su presunto espionaje para Rusia y vulnerando sus derechos más elementales. No conocía a este reportero en el momento de su detención, pero el caso me era cercano por motivos que no vienen al caso. Como es sabido, el pasado 1 de agosto González fue liberado en un intercambio de presos entre Rusia y diversos países atlantistas. La verdad, desconozco a la mayor parte de las personas liberadas, de uno u otro lado, y por lo tanto no voy a tildar a nadie de nada. Para algunos medios y personas, el hecho de que Putin lo incluyera en dicho canje y luego lo recibiera en Moscú, a él y al resto de liberados, claro, ya parece ser prueba irrefutable de su culpabilidad. Dejemos, de momento, el hecho de que sigue sin haber ninguna prueba palpable de que este hombre sea, efectivamente, un espía ruso y pasemos a lo más flagrante: la ya mencionada vulneración de los derechos humanos con una situación de presión continuada digna de las peores dictaduras, el no haberse respetado la más mínima presunción de inocencia y el habérsele negado un juicio justo con posibilidad de defenderse con medios adecuados. Resulta sorprendente que la mayoría de los medios y de la clase política, fuera o no culpable González de algo, siga sin denunciar algo tan indignante. Será que están acostumbrados a, en el mejor de los casos (no quiero pensar el peor), justificarlo.

Hay quien ha hablado, con esto, de un clásico, la criminalización del periodismo, ya que González cubría cubría diversos conflictos y tenía acceso a cierta información en diversos lugares, algo que obviamente ha sido usado en su contra (insisto, a pesar de todo,sin pruebas de actos claros que le incriminen). El caso de este periodista no creo que sea nada nuevo, en todos los conflictos se producen acusaciones similares y los Estados se esfuerzan en silenciar a los que no siguen la versión oficial de uno u otro bando. Sin embargo, tenemos con qué comparar con otros casos de reporteros detenidos en dudosas circunstancias. En marzo de 2023, Evan Gershkovich, periodista del Wall Street Journal, fue arrestado en Rusia con la acusación de haber obtenido información confidencial sobre una fábrica de tanques en aquel país. Rápidamente, gobiernos y medios occidentales exigieron su liberación en nombre de la libertad de prensa. Se acusó a Rusia de realizar una maniobra política con el juicio a Gershkovich, algo que seguro que es cierto. No podemos acusar a Polonia de hacer lo mismo, ya que nunca hubo juicio a Pablo González, ni acusación concreta, ni por supuesto pruebas, algo que no denunciaron en absoluto los mismos que se movilizaron a favor del reportero de Wall Street Journal.

Otro caso reciente es la detención de dos españoles, por parte del gobierno chavista de Venezuela, acusados también de espiar, estos para el CNI español, y de llevar a cabo un complot contra el inefable Maduro. Aquí sí, las autoridades de este inefable Reino de España se han puesto rápidamente en marcha para resolver la situación exigiendo un juicio justo, sin apenas ruido mediático y, desde luego, cuidándose de que no haya el menor asomo de criminalización. Las comparaciones con el caso de Pablo González son repulsivas, hablemos o no de casos reales de espionaje, algo que desconozco y, por lo tanto, no tengo la costumbre de juzgar; exigiendo, en cualquier caso, eso tan poco respetado que son los derechos humanos. Está claro que esos derechos no son para todas las personas en este mundo político y económico que sufrimos. Desde que lo liberaron el pasado agosto, el delirante diario El Mundo ha publicado titulares tildando a González de «falso periodista», llamándole espía ruso-español y acusándole de haber recopilado información sobre disidentes rusos (lo que digo yo, es una labor habitual de la prensa). El pasado fin de semana, a punto del aniversario de los atentados de Hamas y del inicio de la masacre de los palestinos por parte del Estado de Israel, el periódico ya ha dado una vuelta de tuerca con un supuesto reportaje de investigación con acceso a determinadas agencias de inteligencia, todo ello para no mostrar nada comprometedor sobre el trabajo de González, mucho menos algo que pueda comprometer la seguridad nacional de Polonia (acusación, nada concreta, que le hicieron al reportero). Continúa la máquina del fango.

Juan Cáspar
https://exabruptospoliticos.wordpress.com/2024/10/07/la-maquina-del-fango-y-lo-que-queramos-o-no-creer/

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