Habréis observado que esta vez no he dicho ni pío en torno a la abstención en las elecciones en Madrid. Hice el firme propósito de no leer nada de los desbarres políticos alentando al Voto del Miedo. No he leído prensa, análisis, ni encuestas, más que nada por no encontrar reproches a la abstención, ya que entonces me encuentro en situación de responder, y quería evitarlo por salud mental. No.
Pues bueno, ya tenéis los resultados de las elecciones en Madrid. Ya sabéis lo que ha pasado con los que decían que había que frenar al fascismo votando. Caray, que lo llevan diciendo lo menos desde hace diez años, y mientras más elecciones hay y mientras más voto se pide, más fascismo hay en las instituciones. Más que votar para frenar al fascismo, parece que se vota para que haya fascistas. Es más, el fascismo parece bien alimentado en las diversas democracias. Hay ultraderecha en Austria, en Alemania, en Finlandia, en Hungría, en todas partes. Incluso ese ultranacionalismo del que se nutren los fachas es el alimento habitual de millones de personas en Holanda, Reino Unido, Francia, Italia o EEUU. Yo he llegado a pensar que los que pedían frenar al fascismo mediante el voto, lo que en realidad estaban deseando es que apareciera de una vez, para que España fuese de alguna manera, una democracia de corte europeo.
Seamos claros, científicos, empíricos: mientras más elecciones hay, mientras más se clama contra el fascismo, mientras más se pone de tontos, cocainómanos, pirados, ladrones y malos gestores a las derechas coligadas con Dios, Patria y Rey, menos republicanos progresistas aparecen. Y eso sólo puede llevar a una conclusión: que el fascismo avanza, no porque la gente se abstenga. El fascio avanza porque la izquierda no convence.
La izquierda parlamentaria, la de verdad, la que gobierna, no consigue convencer a una enorme masa de abstencionistas, en su mayoría pobretones, de lo siguiente: de que su voto sirve para algo. Es así de simple: una limpiadora que está echando sesenta horas a la semana en una subcontrata, y que gana 600 euros al mes y que cotiza por treinta, con una semana de vacaciones al año, caso real… Tiene que tener mucha fe para ir a votar a una gente, que gana más que ella, que vive mejor que ella y que año tras año demuestran que gobiernan para los ricos en líneas generales, ya que a la hora de recaudar, estrujan al pobre sin mayores miramientos, mientras le cuentan con ojos de manga japonés, que sólo piensan en ellos y en ellas.
El problema de la izquierda, uno de ellos, es el siguiente: la recaudación del Estado, sale del bolsillo de los trabajadores. Y el Estado del Bienestar y sus Ingresos Mínimos Vitales, son decorados de atrezzo, castillos de cartón piedra. Y ese engaño, evidente, tiene que pasaros factura electoral, y viva la virgen para los políticos que viven adosados, a la nómina, al discurso y al cargo.